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Personaje Político
Miembro de una familia hidalga con una posición económica no muy holgada, inició sus estudios en Santillana del Mar teniendo como tutor a un tío materno que era canónigo de la colegiata. A los 15 años regresó a Asturias y toda la familia se instaló en Cangas de Narcea. Posiblemente estudió leyes en Oviedo antes de trasladarse a Sevilla donde obtuvo el grado de bachiller en leyes y cánones. En 1742 se establece en Madrid para trabajar en los bufetes de dos prestigiosos abogados de la corte, recibiendo una importante formación. Junto a Miguel Chirle completó sus estudios y obtuvo la licenciatura, consiguiendo en 1745 el título de abogado para abrir al año siguiente su propio bufete. Asegurada su posición económica y social, se casó con Manuela de Sotomayor Amarilla y Amaya, teniendo cuatro hijos. Su relación con el mundo cultural madrileño fue muy intensa a través de tertulias y estudios. Se interesó especialmente por los idiomas, aprendiendo francés, griego, italiano, latín, árabe y hebreo. Al mismo tiempo inició su estudio de la historia al publicar "Disertaciones históricas de la Orden y Caballería de los Templarios" (1747) ingresando al año siguiente en la Academia de la Historia. La publicación de "Antigüedad marítima de la república de Cartago, con el periplo de su general Hannon" en 1756 le valió el ingreso en la Academia francesa. Su acceso a la administración del Estado se produce en 1755 al ser nombrado asesor del Juzgado de la Renta del Servicio de Correros. Su labor fue muy positiva y en 1760 es nombrado por Carlos III ministro del Consejo de Hacienda. Dos años más tarde recibe el nombramiento de fiscal de lo civil del Consejo de Castilla, pudiendo poner en marcha sus planteamientos reformistas, convirtiéndose en uno de los pilares de la política ilustrada, tanto en cuestiones educativas como financieras. En 1767 asumió la Fiscalía de la Cámara de Castilla, recibiendo un amplio número de nombramientos que desembocaron en el de consejero de Castilla en 1783. Carlos IV le mantuvo en su puesto, siendo nombrado gobernador en propiedad. En 1791, aduciendo motivos de salud, fue cesado de ese cargo para recibir un año más tarde el de consejero de Estado, cargo en el que se mantuvo hasta su muerte en 1802.
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El municipio leonés de Camponaraya comprende una serie de localidades que se extienden por más de 29 km2 de superficie: Camponaraya, Magaz de Abajo, Hervededo, La Valgoma y Narayola. En esta amplia superficie se han encontrado algunos restos de época prerromana, especialmente en el Castro de Camponaraya. Será en época medieval cuando surjan los núcleos de población actuales, concretamente entre los siglos IX y XII. En el año 853 Ordoño I confirma la propiedad de dos iglesias al monasterio de San Julián de Samos, mencionando a Naragia o Naraya. La zona de Camponaraya estará vinculada a dicho monasterio durante los siglos XI y XII. El desarrollo del Camino de Santiago en estos siglos permitirá el progreso de la región, apareciendo referencias documentales, al tiempo que se empiezan a construir edificios asistenciales para los peregrinos. Sabemos que el municipio contó con dos hospitales, el de la Soledad y el de San Juan de Jaberos. La comarca de Camponaraya pasó a depender posteriormente del monasterio de Santa María de Carracedo, realizándose importantes donaciones al convento por parte de particulares. A lo largo de los siglos XV y XVI se producen algunas revueltas campesinas y nobiliarias contra los foros impuestos por dicho monasterio, obteniendo los rebeldes siempre resultados desfavorables. Camponaraya continuó siendo un señorío eclesiástico. Será durante la Guerra de la Independencia cuando en el municipio se endurezcan las protestas contra la dominación eclesiástica, formándose en 1812 el primer gobierno municipal constitucional liderado por la familia Rivera. La situación se escapa de las manos de los líderes y el alcalde de Ponferrada es el encargado de poner orden en el municipio. El triunfo liberal de Riego en 1820 supondrá que el Estado se incaute de los bienes del monasterio de Carracedo, por lo que las propiedades del priorato en Camponaraya serán arrendadas. Una vez repuestos los monjes en el Monasterio con el triunfo absolutista de Fernando VII, serán éstos una vez más los dueños de las rentas. Las Desamortizaciones del reinado de Isabel II supondrán la recuperación de la tierra por parte de algunos de los vecinos del municipio, aunque el mayor beneficiado será el marqués de Montevirgen, al convertirse en el primer propietario de la región. Estos propietarios arrendarán a la mayoría del campesinado las tierras, recibiendo el pago de las rentas como beneficio. En los últimos años del siglo XIX la producción de la vid será el motor económico de la zona, pero la crisis de la filoxera (1882) provocará un significativo retroceso económico. Para potenciar la economía se organiza una feria semanal, que no obtendrá los resultados esperados. En estas fechas Camponaraya edificiará su iglesia parroquial, dedicada a San Ildefonso. En los años 20 del siglo XX se produce un importante desarrollo económico, gracias a las empresas mineras establecidas en el Bierzo, desarrollo que irá acompañado de la llegada de la electricidad. El advenimiento de la II República permitirá la creación del primer ayuntamiento democrático y la puesta en marcha de tímidas reformas agrarias, acompañadas de proyectos para desarrollar las necesarias infraestructuras. Durante el franquismo, la región aumentará la población en las décadas de 1950 y 1960 para producirse un descenso demográfico debido a la migración de buena parte de sus jóvenes. El regreso de la democracia en 1977 supondrá la puesta en marcha de importantes mejoras en las infraestructuras, llegándose a recuperar población en las décadas de 1980-90.
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En esta bella imagen Gauguin une diversos elementos que se encuentran presentes de una u otra manera en su producción: el paisaje, el mar y las actividades de la vida cotidiana. La escena se desarrolla al atardecer, mostrando un bello efecto lumínico en el fondo. Pero ésa no es su principal preocupación; es el duro trabajo de las mujeres en sus pequeños huertos, ajenas a la civilización moderna que invade París. El primitivismo de estas gentes fue lo que atrajo a Gauguin hasta Bretaña, buscando la pureza de lo tradicional. Su paisaje también tiene ciertas dosis de ingenuismo o infantilismo que anticipan la pintura "naïf". En la composición no encontramos sombras de ningún tipo debido a la influencia de la estampa japonesa, igual que el empleo plano del color y las líneas sinuosas de árboles o cercados. Y es que la estampa japonesa influirá en numerosos pintores impresionistas por su exotismo. La aplicación del color es más sintética, sin destacar los toques de pincel como hacía en Niña durmiendo o Susana cosiendo, demostrando la evolución constante de Gauguin.
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El viaje de Monet al Valle del Creuse a comienzos de 1889 fue su última expedición en varios años y el viaje en el que su principal preocupación fue captar los efectos dramáticos del paisaje. En sus obras de la región de Giverny de los últimos años 80 se había interesado de forma progresiva por los efectos de la atmósfera de modo que, a partir de 1890, tales temas se convirtieron en capitales para su producción. Esa indagación se vería satisfecha, por ejemplo, con sus series sobre los almiares pero algunos meses antes había firmado varios grupos de lienzos en los que se apreciaba esa inquietud. La obra que contemplamos pertenece a una serie de cuatro pinturas que muestran exactamente el mismo campo de amapolas, presentadas en un formato horizontal que pone mayor énfasis en la naturaleza horizontal de la composición. Estas obras están profundamente retocadas y su tema es bastante similar al que Monet había pintado diez años antes en los valles de Vétheuil.
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Con Courbet la pintura se hace definitivamente realista, hasta tal punto que ya en su tiempo se confundían el realismo con el arte de Courbet. A través de su obra es como mejor se pueden definir los paradigmas de esa tendencia, como la influencia que recibe de los paisajistas holandeses y flamencos del Barroco o el rechazo a acercarse a los objetos a través de la luz que incide sobre ellos. Las consecuencias más importantes del realismo son la pérdida de relevancia del argumento y la disolución en arte original de lo que hasta entonces habían sido tópicos de la representación de la realidad. En Italia la postura más interesante de los seguidores del realismo se produce en los llamados Macchiaioli, que luchan por reducir la pintura al contraste de planos de color o manchas. Hicieron un intento serio por captar objetivamente los fenómenos físicos de la incidencia de la luz sobre los objetos, tal y como hará Monet en este paisaje.
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El aspecto de encuentro casual del artista con el medio ambiente que le rodea suele ser norma en la pintura impresionista. Sin embargo, y sin que tenga que contradecir a la afirmación anterior, en ocasiones el pintor elige la "parcela" de naturaleza que más conviene a sus ideas acerca del arte. Esto se puede comprobar en esta escena, donde todos los elementos han sido seleccionados para que ocupen el lugar preciso. Como si de un escenario teatral se tratara, las masas de árboles se disponen sobre todo en la mitad derecha del lienzo, permitiendo que la mirada del público se abra hacia la izquierda, donde el paisaje está dominado por el cielo. El cuadro tiene un evidente aspecto de boceto preparatorio, tanto por la pincelada que se ha aplicado - sutil, casi acariciando el lienzo - como por la luminosidad que preside todo el conjunto, que sin duda es una de sus características más admirables.
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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo