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El esmalte supone un enriquecimiento añadido a las piezas de metal, que tanto pueden ser de oro como de cobre, en lo que se refiere a efectos de brillantez y luminosidad propios del gusto de entonces y a lo específicamente románico. En los siglos románicos existen diversos lugares donde se percibe la presencia de orfebres esmaltistas, distinguiéndose con nitidez las escuelas meridionales de las que ejercen su actividad en el norte. Entre las primeras, unas actúan en el norte o en el sur de Italia, en lugares de Francia como Conques, y en zonas más al sur. Una muestra de la diversidad que se manifiesta en las colecciones españolas la encontramos en el Broche italiano de la catedral de Astorga.
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Masriera es el autor de los diseños de la colección de joyas modernistas que el público y la crítica han aclamado como la mejor y más importante del mundo. Artista polifacético, descendiente de joyeros y pintores, consagró su vida a las bellas artes, y muy especialmente a la joyería.
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Con sus coetáneos, Lluís Masriera compartió el genio creador que le llevó a ser el artífice de numerosas innovaciones en el campo de la joyería como el desarrollo de la técnica del esmalte traslúcido, conocido desde entonces con el nombre de Masriera o "Esmalte de Barcelona" cuyas principales características son la gran luminosidad que irradia cada pieza y el relieve de sus formas.
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Los visigodos desarrollaron una rica orfebrería basada en la combinación del oro con piedras preciosas y semipreciosas que, al cubrir por completo la superficie daban lugar a vistosos juegos de luz y color. Pero estos materiales caros no estaban al alcance de la mayoría, que se conformó con imitaciones hechas en bronce y con vidrios de colores. Con estos materiales se hicieron algunos adornos, como las fíbulas y los broches de cinturón, reservados exclusivamente a la minoría visigoda.
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Los mismos talleres de broncistas que producen jarros y patenas litúrgicos mantienen en el siglo VII la fabricación de fíbulas, en las que los modelos puramente germánicos del siglo VI se simplifican, al igual que en las placas de las hebillas, rectangulares o arqueadas, con decoración calada y dibujos de incisiones en los que se mezclan motivos de los repertorios bizantinos orientales que se emplean en la decoración arquitectónica. Este arte de síntesis bárbara y bizantina con gusto local es la representación más significativa del gusto visigodo hispánico.