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fuente
Parte del yelmo, movible, que cubría el rostro.
termino
obra
Archivo fotográfico de la Fundación Rodríguez Acosta. Fotografía de Manuel Valdivieso.
acepcion
Ascendiente remoto.
contexto
1.La Hispania visigoda. La investigación de la Antigüedad tardía hispana. Las fuentes escritas de la época. Contexto histórico de los godos. Ostrogodos y visigodos. Invasiones de Hispania. Camino de Hispania. La monarquía visigoda. La construcción del reino visigodo hispánico. El reinado de Leovigildo. Conversión de Recaredo y III Concilio de Toledo. De la monarquía hereditaria a la electiva. De la monarquía electiva a su desaparición. Instrumentos para el ejercicio del poder. Documentos del derecho visigodo. Legislación conciliar sobre los judíos. La sucesión al trono. La organización administrativa y eclesiástica. La administración y el fisco. El ejército visigodo. La Iglesia visigoda. La plasmación del ejercicio del poder. La población de Hispania. El problema de los matrimonios mixtos. La población hispanorromana. La población visigoda. Relaciones entre hispanorromanos y visigodos. Alanos, vándalos, suevos y bretones. La población de origen oriental. Los judíos hispanos. Vascones y bagaudas. Ciudades, pueblos y viviendas. Los núcleos urbanos y su población. La vida ciudadana. Población y organización de los ámbitos rurales. Formas de explotación y vivienda rurales. Los productos agrícolas. La protección de las grandes propiedades. Vida privada, vida pública y vida religiosa. Comerciantes y artesanos. El trabajo de la construcción. Los escultores. Toreutas y orfebres. Maestros. Médicos. Enfermedades y calidad de vida. El ambiente cultural. Bibliografía sobre la Hispania visigoda. 2.Al-Andalus omeya. Fuentes para el estudio de la conquista. La expansión del Islam. Primera campaña beréber. Los árabes dirigen la conquista. Los itinerarios de la conquista. Al-Andalus, provincia del califato omeya. Enfrentamientos entre árabes y beréberes. Consolidación de las fronteras con el mundo cristiano. La crisis de mediados del siglo VIII. Repercusiones de las revueltas en España. La rivalidad qaysi-yemení. El gobierno de Abd al-Rahman I. Asentamiento del poder de Abd al-Rahman I. El valle del Ebro entre omeyas y carolingios. Organización del emirato independiente. La consolidación del emirato. Las regiones fronterizas. Inicios de los Banu Qasi. La Revuelta del Arrabal. El control de las provincias. Afianzamiento del Islam. Los mártires cordobeses. Prosperidad económica. Crisis de la sociedad y del poder. Conflictos étnicos y declive muladí. La jornada del foso zamorano. La revuelta de lbn Hafsun. Fragmentación del poder. Restauración del poder central. Causas económico-sociales y étnico-culturales. El fracaso de Ibn Hafsun. El gobierno de Abd al-Rahman III. Restablecimiento del poder cordobés. Las fronteras cristianas. Gobierno y administración. Ejército e impuestos. El gobierno de Al-Hakam II. Control de los reinos cristianos y Norte de África. Factores de la evolución. De al-Mansur a la revolución de 1009. Ascenso de al-Mansur. Suplantación del califa. Al-Mansur en la cumbre del poder. El poder de los amiríes en el Magreb. Gobierno de Abd al-Malik al-Muzaffar. La Revolución de Córdoba. Eslavos y beréberes. Crisis y desaparición del califato. Valor político de la moneda. Economía de al-Andalus. Organización social. Estructuras tribales. Grandes linajes árabes y beréberes. Últimos días del califato. Cultura andalusí en la época omeya. Juristas y literatos. La mezquita cordobesa. Las ampliaciones sucesivas. La cultura califal. Mecenazgo de al-Hakam II. El cultivo de la ciencia. Consideraciones sobre la caída del califato. Bibliografía sobre el al-Andalus omeya.
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Entre los siglos V y XI, periodo que, a grandes rasgos, podemos denominar Alta Edad Media, la Península Ibérica conocerá profundos cambios. A principios del periodo, el mundo bajoimperial romano, en el que han perdido peso las ciudades a favor de las villas y el mundo rural, entra en una profunda crisis. La debilidad del Imperio romano favoreció la penetración y el establecimiento de pueblos que vivían en sus fronteras, a los que llamaron bárbaros, esto es, extranjeros. En el año 409, la invasión del Imperio romano por parte de los pueblos bárbaros afectará también a Hispania, la provincia más occidental. Atravesando los Pirineos, los vándalos asdingos recorrerán el norte peninsular y se asentarán en Asturica. La presión de los suevos hará que recorran Portugal de norte a sur y atraviesen el Estrecho de Gibraltar, para asentarse en Africa y crear allí su propio reino. Por su parte, los vándalos silingos descenderán directamente hasta la ciudad de Toletum, desde donde se expandirán hacia Emerita, Corduba y Cartago. Los alanos avanzarán por la península de norte a sur, asentándose en las cercanías de Emerita y de Mentesa. Más duradera será la invasión de los suevos. Estos se asentarán en el área noroeste, fundamentalmente en las regiones próximas a las ciudades de Asturica, Lucus, Bracara y Portucale. Desde estos puntos, paulatinamente irán agregando nuevas zonas, hasta conformar su propio reino. Con todo, la invasión más importante será la visigoda. En una primera oleada, cruzarán los Pirineos por Pompaelo, avanzarán hasta Asturica, tomarán Caesaraugusta y se asentarán en una amplia región entre Pallantia y Toletum. Una segunda oleada les llevará a recorrer la costa mediterránea, conquistando Barcino, Tarraco, Ilici y Iulia Traducta. Con el tiempo, sólo suevos y visigodos constituirán sus propios reinos en suelo peninsular, si bien éstos se quedarán con el territorio suevo en el año 585. De todas las invasiones, será la visigoda la que deje mayor impronta, especialmente a partir de la proclamación de Leovigildo como monarca y de Toledo como su capital. Los reyes visigodos eliminaron poco a poco los obstáculos que impedían su aceptación por parte de la población hispanorromana. Leovigildo permitió los matrimonios mixtos y su hijo Recaredo abandonó el arrianismo y se convirtió al catolicismo. Los monarcas visigodos se aliaron con la influyente iglesia católica y consiguieron sacralizar su monarquía, realizando ricas ofrendas a las iglesias, en especial lujosas coronas y cruces, como las que componen el llamado Tesoro de Guarrazar. Otro instrumento de poder real fue la emisión de moneda, siempre de oro, utilizadas como vehículo de propaganda de la monarquía. El trabajo del oro fue una de las especialidades de los artesanos visigodos, fabricando joyas y adornos de gran belleza. Del arte visigodo podemos destacar sus sencillas iglesias, como la de Santa Comba de Bande, Quintanilla de las Viñas o San Pedro de la Nave, entre otras. La iglesia de San Juan de Baños de Cerrato, en Palencia, es uno de los mejores exponentes del arte visigodo. Construida en el siglo VII, es un buen ejemplo de planta basilical, de dimensiones reducidas, con tres naves. Excelentemente conservada, aunque reconstruida, sólo le fue añadido posteriormente el campanario de espadaña. El interior de la iglesia presenta tres naves separadas por arcos de herradura y apoyadas en columnas con capiteles corintios. La iluminación directa de la nave se completa con la luz que entra por las aberturas de los ábsides y por la puerta principal. Con todo, el reino visigodo distó mucho de ser un oasis de paz. Las luchas por el poder fueron frecuentes, siendo un factor importante que facilitó la entrada, en el año 711, de las tropas árabes y beréberes del noroeste de Africa. Éstas cruzaron el estrecho de Gibraltar, derrotaron al ejército visigodo en la batalla de Guadalete y, en poco tiempo, se hicieron con el control de casi toda la península ibérica. La expansión musulmana se basó en el establecimiento de guarniciones diseminadas por el territorio, fundamentalmente junto a poblaciones cercanas a las zonas de frontera o a posibles focos de resistencia. Comienza así una larga etapa de dominación musulmana, primero dependiente del Estado omeya de Damasco y después como Califato independiente, a partir de la llegada a Almuñécar, en el año 765, de Abderramán III. Es éste un periodo de esplendor, en el que al-Andalus, como será llamado el territorio musulmán español, gozará de un elevado nivel científico, técnico y artístico. Buena parte de ese esplendor se plasmará en realizaciones como la ciudad de Medina Azahara, levantada al noroeste de Córdoba. Cuentan las crónicas que se invirtieron grandes sumas de dinero para dotarla del mayor lujo, suntuosidad y esplendor. En ella, ciudad regia, el califa realizaba las recepciones y las ceremonias propias del poder, y con el tiempo acabaron por trasladarse allí la corte y la administración. Pero la mejor muestra de la suntuosidad del arte musulmán nos la ofrece la Mezquita de Córdoba. Comenzada a construir en el año 786, en las dos centurias siguientes los sucesivos gobernantes se encargan de ampliarla y reformarla, a medida que se acrecienta la importancia de Córdoba en el mundo islámico. Tras la toma cristiana de la ciudad, las nuevas autoridades considerarán conveniente adecuar el edificio a los usos cristianos, realizando una nueva reforma. Centro de la vida religiosa de la Córdoba musulmana, el interior se organiza por medio de un novedoso sistema de arquerías, con 612 columnas rematadas con pilastras en las que nacen los arcos sobrapuestos, ambos de herradura, combinando la piedra y el ladrillo para crear una llamativa bicromía. Todo el lujo y el barroquismo de la Mezquita se concentran en la zona de la maksura y el mihrab, destacando el juego de arcos lobulados y entrelazados decorados con ataurique, creando una característica red de rombos. La decoración tendría una función simbólica, relacionada con el poder del califa cordobés y el gusto islámico por la suntuosidad. Fruto del contacto tan estrecho con el mundo árabe, a la Península y, desde aquí, a Europa, llegarán conocimientos científicos y técnicos desconocidos, beneficiándose de ellos campos como la metalurgia, la farmacia, la navegación o la agricultura. Norias, astrolabios o alambiques, entre otros elementos, se incorporan desde ahora al acervo cultural hispano y europeo, y jugarán un papel fundamental en su posterior proceso de expansión.
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Durante el periodo que va entre los siglos V y XI, la Península Ibérica experimentará profundos cambios. En un primer momento, la desintegración del mundo romano favorecerá la instalación en Hispania de otros pueblos, llamados por Roma "bárbaros", extranjeros. Suevos, vándalos y alanos precederán a los visigodos en su entrada en la Península, si bien serán estos últimos los únicos capaces de crear un reino peninsular, con capital en Toledo. Debilitado a causa de las incesantes luchas por el poder, el reino visigodo de Toledo acabará por caer ante un enemigo exterior mucho más poderoso, que se encuentra en su momento de máxima expansión. La integración de buena parte de la Península en el mundo islámico comienza a producirse en el 711, cuando las tropas de Tariq cruzan el Estrecho de Gibraltar. Hispania, ahora al-Andalus, conocerá poco después el esplendor de los califas omeya. Estos harán de su capital, Medina Azahara, una suntuosa corte, cuyas maravillas se contarán en las crónicas y serán cantadas por los poetas.
obra
Daniel fue educado por Nabucodonosor en Babilonia, adquiriendo prestigio como sabio, juez e interprete de sueños y de signos. En una ocasión, cerca del palacio de Susan, a orillas del río Ulai, Daniel tuvo una visión: un carnero con una maravillosa cornamenta es derribado y pisoteado por un macho cabrío. El arcángel san Gabriel explica a Daniel la visión: el rey de Grecia Alejandro Magno sería el macho cabrío mientras el carnero representaría a los reyes de Persia y Media, derrotados rápidamente en el avance del griego. Willem Drost elige este episodio inspirado en el libro de Daniel (8, 2-22) como temática de este lienzo. Las figuras de Daniel y Gabriel ocupan el lugar protagonista, recibiendo un fuerte impacto luminoso mientras que el resto de la composición queda en semipenumbra, permitiendo contemplar un paisaje misterioso en el que destaca el carnero. El cauce del río sirve para dividir en dos la escena, resultando sendas zonas diferenciadas. La pincelada aplicada es rápida, eliminando la minuciosidad y optando por el toque preciso de color, siguiendo la "manera áspera".La obra está inspirada en un dibujo de Rembrandt que se guarda en el Louvre con el mismo título, considerándose en un principio original del maestro. Pero Rembrandt alteró siempre los bocetos preparatorios en los trabajos definitivos, lo que ha hecho considerar que sería una imagen ejecutada por un discípulo, apuntándose la autoría de Willem Drost a pesar de no conservarse numerosos trabajos bíblicos. Su estancia en Venecia puede motivar la sensación atmosférica creada, tomando a Tiziano como maestro sin olvidar la base aprendida en la escuela de Rembrandt.
obra
El periodo romano de Rafael será su momento más álgido y personal, mostrando un lenguaje particular en el que no están exentas algunas influencias. Es el caso de esta Visión de Ezequiel donde los ecos de Miguel Ángel y la Capilla Sixtina están claramente presentes en la figura de Cristo acompañado de los símbolos de los cuatro Evangelistas - león de san Marcos, águila de san Juan, ángel de san Mateo y buey de san Lucas -. La escena tiene aspecto visionario al ofrecer el maestro una fulgurante iluminación dorada que llama en primer lugar nuestra atención, quedando en absoluto segundo plano el paisaje donde aparece Ezequiel iluminado por un rayo de luz entre las nubes. La fuerza del conjunto parece anticipar la Transfiguración al crear un ritmo dinámico que envuelve toda la composición, avanzando el Manierismo y el Barroco. Los brillantes colores empleados y la dulzura de algunas figuras como los querubines son constantes en toda la producción rafaelesca al igual que el poderoso y acertado dibujo con el que define cada una de las figuras.