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A pesar de los avances al respecto y de las expectativas despertadas por la incorporación de nuevas técnicas al redescubrimiento del pasado, aún existen serias dificultades para reconstruir la historia del clima a partir del año mil a través de los testimonios escritos. Para los siglos XI y XII apenas se dispone de algunos textos que, de manera accidental, recojan situaciones meteorológicas destacables que demuestren una evolución climática significativa. Aunque en ellos se hable de inviernos rigurosos, primaveras lluviosas o veranos especialmente secos, no pasan de ser apreciaciones personales, y, si acaso, dichos testimonios tan sólo pueden relacionarse con el aumento o disminución de cosechas, abundancia o carencia de alimentos e, incluso, con el avance o retroceso de los glaciares alpinos. No obstante, coinciden ya historiadores, economistas y climatólogos en la realidad de una limitada edad glaciar culminada en el siglo XVIII y con un óptimo que favoreció a Europa occidental entre los siglos XI al XIII; y sin poder precisar en el tiempo el origen de dicha mejoría, sí se permite resaltar que el llamado "resurgimiento demográfico", inducido entre otras causas por la mayor disponibilidad de recursos alimenticios, se puede situar en la segunda mitad del siglo X. Pero no se puede generalizar en cuanto a las constataciones de resultados derivados de un posible cambio climático. Así, por ejemplo, los análisis dendrocronológicos para el norte del continente han establecido que el límite septentrional del pino se amplió en latitud entre los años 950 y 1140, y que los círculos de crecimiento del bosque testimonian veranos cálidos; al igual que en los Alpes marítimos, donde los mismos análisis reflejan una fase predominantemente cálida con secos estíos entre 1030 y 1120. También los estudios paleoclimáticos confirman lo antedicho, pero se trata, en todo caso, de áreas restringidas sobre las que deducimos algunas cifras relativas que no aseguran una tendencia continuada y generalizada a lo largo del tiempo. Por ello se duda incluso de la, en otro tiempo, admitida bonanza generalizada, y no hay indicios suficientes para poder hablar de que el clima en Europa mejoró hasta el punto de convertirse dicho agente en decisivo para comprender la serie de cambios y progresos que se acumularon en el continente a lo largo de los siglos XI al XIII. De todas formas, también en esto las generalizaciones sobre estudios climáticos parciales, o limitados a unas áreas muy concretes, son peligrosas, puesto que se encuentran indicios sobre la frecuencia persistente de inviernos muy gélidos y veranos muy secos y extremados.
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La incorporación del arado y del carro con tracción animal, así como la explotación de la lana y la leche, son los factores clave que modifican substancialmente el panorama económico de estos momentos. Diversos elementos del registro nos confirman estas prácticas: las copas en forma de carro de Budakalasz en Hungría (grupo de Baden), las ruedas conservadas en zonas pantanosas (2850-2400 a.C., asociadas con la cerámica de cuerdas), las marcas del uso del arado bajo los túmulos (Gran Bretaña, Polonia), los enterramientos de pares de bueyes, el análisis funcional de las cerámicas (uso mayor de copas y jarros más adecuados para el vertido de líquidos, en este caso aptos para el consumo de la leche), la aparición de restos de tejidos de lana en las altiplanicies lacustres de Suiza (finales del III milenio), así como también la documentación de fusayolas en Homolka (Checoslovaquia occidental). La interrelación de todas estas actividades, ampliamente documentadas, significan una mayor productividad, un incremento de la deforestación, la intensificación del cultivo cerealístico y el aumento de la explotación de los animales domésticos. En consecuencia, también se modifican los patrones de asentamiento: se tiende a la dispersión del poblamiento, después de diferenciarse aún más las pautas de asentamiento entre los grandes poblados concentrados y las pequeñas aldeas (Europa central), aunque también en otros lugares las implantaciones sobre el territorio siguen modelos tradicionales, como, por ejemplo, en Gran Bretaña, donde continúan habitándose poblados pequeños y dispersos. Así pues, en el sur de Polonia se abandonan los fondos de los valles, ocupados a pequeña escala, a favor de nuevos establecimientos en zonas ribereñas de los principales ríos y en territorios alrededor de pequeños valles que penetraban en las grandes cuencas fluviales. Los poblados se implantan en las altiplanicies situadas entre los cursos fluviales (cultura del TRB, finales del IV milenio). Más adelante, sobre la primera mitad del III milenio (cerámicas cordadas) se producen nuevos cambios, aunque se conocen pocos yacimientos de habitación, al contrario de lo que ocurre con los enterramientos tumulares, mejor documentados. En Francia, tomando como ejemplo la cultura del SOM, la ocupación y la distribución de los asentamientos son menos selectivas y se extienden por una gran variedad de territorios. Son asentamientos de tamaño pequeño, quizás habitaciones de familias nucleares, y desarrollan actividades especializadas de explotación ante un paisaje diversificado. En Holanda, según los estudios efectuados en la zona norte, se ocuparán nuevas zonas, más abiertas y mejor drenadas, a partir del 2600 a.C. (cerámicas cordadas del grupo oeste de la cultura del TRB). El caso de Gran Bretaña se caracterizaba en el periodo anterior por una sobrexplotación del bosque: en esta fase, de regeneración, se explotan extensas áreas de pastos, como parece indicárnoslo la conservación de suelos fósiles bajo los monumentos funerarios del III milenio (Durrington Walls). En Suiza siguen ocupándose las zonas lacustres, pero se consolidan la sedentarización y la delimitación económica del territorio explotado. Así pues, a modo de ejemplo, en la zona de Neuchâtel, los asentamientos del grupo de Lüscherz (2900-2700 a.C.) se emplazan en una área donde explotan diversos nichos ecológicos agrícolamente con el complemento de la caza y la pesca (zonas montañosas del macizo del Jura, el ecosistema lacustre...), a lo largo de 150-200 años (según dataciones dendrocronológicas). Precisamente, en estos sectores ocupados intensivamente, coinciden varios núcleos de asentamiento contemporáneos, por lo que se piensa en un territorio muy controlado por factores socioeconómicos.
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El complejo y heterogéneo paisaje que forma la población india tiene su reflejo en la gran variedad de lenguas que se asientan sobre su territorio. Los tres países (Pakistán, India y Bangla Desh) que forman la península del Indostán, cultural e históricamente unidos, se caracterizan por su gran complejidad lingüística, a pesar de existir una lengua oficial para cada uno de ellos (urdu, hindi y bengalí, respectivamente). Aparte de estas tres lenguas, existen otras muchas habladas por la población. La Constitución de la India reconoce quince lenguas nacionales y setecientos dialectos locales. Además, el inglés, dado el pasado de la India como colonia británica, continúa siendo una importante lengua franca. Las lenguas de la India pueden ser agrupadas en tres grandes bloques. El primero son las lenguas munda, que no cuentan con una literatura propia. Las lenguas indoarias, en segundo lugar, cuentan entre ellas con el hindi y el urdu. Por último, las lenguas dravídicas son el grupo de lenguas vivas más antiguo del planeta y tienen en la actualidad más de cien millones de hablantes.
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La inmensa población india presenta, junto con una amplia variedad lingüística, una no menor complejidad religiosa, siendo probablemente el país actual que cuenta con un mayor número de creencias y sectas. En la India surgieron dos de las grandes religiones del mundo, el hinduismo y el budismo, así como otras de menor difusión pero también de gran importancia, como jainismo y sikhismo. Además, existe un amplio grupo de seguidores del Islam, en su mayor parte sunnitas, la minoría religiosa más importante de la India. Por último, resultan también significativos grupos como cristianos, judíos y parsis o zoroastristas, estos últimos seguidores de una de las religiones más antiguas del mundo, creada en Persia hacia el siglo VI a.C. por Zoroastro o Zaratustra. Actualmente, el 83% de la población india es hinduista, mientras que el Islam cuenta con un 11%, el sikhismo un 2,5 y el 3,5 % restante se reparte entre budistas, cristianos, judíos y otras minorías. A grandes rasgos se puede decir que, pese a la diversidad de credos que pueblan la India, todos ellos desempeñan, en medidas distintas, un papel fundamental en la vida de las poblaciones. La inmensa religiosidad de la población india impregna hasta los aspectos más recónditos de la vida cotidiana, constituyendo, por sí misma, un modo de vida y un patrón de conducta y pensamiento. La relación del indio con lo divino hace que sea muy difícil, en ocasiones, diferenciar lo sagrado de lo profano, estableciendo un continuum entre todo lo que atañe al hombre y la divinidad.
Personaje
lugar
Personaje Literato
Miembro de la burguesía conservadora, fue elegido senador y se convirtió en lugarteniente de Pompeyo. En el año 49 a.C. fue nombrado gobernador de la Hispania Ulterior, alcanzando después el cargo de pretor. Hombre oportunista, se acogió poco después al favor de Julio César, siendo el encargado de la organización de las primeras bibliotecas en Roma. Su honradez le libró de las proscripciones de Marco Antonio, trabajando hasta su muerte, a los 90 años. Realizó 74 obras sobre diversos temas, comprendiendo aproximadamente unos 620 libros, pero sólo se conservan "De re rustica" y "De lingua latina", éste en parte. En el primero de los trabajos, realiza una alabanza del campo, documentando las técnicas agrarias romanas. En el segundo libro enuncia una teoría estoica del lenguaje. Buen amigo de Cicerón, Varrón es el mayor representante de la erudición latina; gracias a su singular mezcla de arcaísmo y actualidad, influyó más que nadie en el remozamiento de la tradición nacional y en la preparación del verdadero clasicismo romano.
Personaje Militar Político
Marco Terencio Varrón era hijo de un rico comerciante cárnico; su experiencia política era considerable al igual que su autoridad entre las masas populares. Por estas razones sería propuesto al consulado en el año 216 a.C. por el partido democrático. Lucio Emilio Paulo era su compañero , siendo los responsables de acabar con Aníbal, instalado en la Apulia tras sus victorias en el norte. Ambos cónsules llegaron a Cannas donde estaba el cartaginés, pero entre Varrón y Emilio surgieron enfrentamientos sobre cómo plantear la batalla. Cuando Varrón recibió el mando decidió librar la batalla. Era el día 2 de agosto del año 216 y el enfrentamiento entre ambos ejércitos se saldó a favor de los cartagineses. La mayoría de los soldados romanos murieron o tuvieron que escapar, entre ellos Varrón. El desastre conmocionó a Roma que veía como el cartaginés podía llegar a sus puertas.
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Es la ciudad más grande de Polonia y también su capital. Está situada en ambas orillas del Vístula, en la convergencia de varias e importantes vías de comunicación, como las procedentes de Dantzig, Berlín, Cracovia, Lvov, Minsk, Moscú o San Petersburgo. Su población actual se acerca a los dos millones de habitantes. Su nombre en polaco es Warsaw. El núcleo más antiguo de la ciudad se alza sobre una terraza fluvial, a unos 30 m. de altura, en la orilla izquierda del Vístula, y está unido mediante puentes a los barrios residenciales e industriales. En el siglo XIII, cuando los duques de Mazovia decidieron construir un castillo para la defensa del lugar, situado en una localidad donde el río era fácilmente transitable, Varsovia tenía aún el aspecto de un modesto poblado de pescadores y agricultores. En 1289 la ciudad era ya capital del distrito y, en 1344, fue designada capital del ducado de Mazovia. Tras la unión de Polonia con Lituania, en 1386, Varsovia inició un gran desarrollo demográfico y, en 1586, pasó a ser la capital del país sustituyendo a Cracovia. Es en este momento cuando se inicia el enriquecimiento urbanístico de la ciudad, con la construcción de suntuosos palacios, iglesias, conventos, villas, parques y jardines. En 1656 fue tomada por Carlos Gustavo X, siendo parcialmente destruida. Una vez reconstruida, fue nuevamente devastada por las tropas de Carlos XII de Suecia en 1702. Tras sufrir la peste de 1709, que diezmó a gran parte de la población de Varsovia, inició una nueva fase de desarrollo y prosperidad. Sin embargo, una nueva guerra la destruirá parcialmente; se trató de la I Guerra Mundial. Pero a Varsovia todavía la quedaba por superar la prueba más dura; el acceso al poder de los nazis en Alemania y la invasión de Polonia en 1939 tuvieron como consecuencia el estallido de la II Guerra Mundial. La ciudad fue tomada por las tropas alemanas y los edificios sistemáticamente derruidos. Tras la guerra, menos del 10% de los edificios estaban acondicionados para ocuparlos y 800.000 habitantes, casi dos tercios de la población de la ciudad, habían sido asesinados o deportados. Un ambicioso proyecto urbanístico trajo consigo la reconstrucción de la parte vieja de Varsovia basándose en lo que había sido antes de la guerra; sus estrechas callejuelas exclusivamente peatonales, los cafés y los bares dan vida a una ciudad en clara expansión desde la segunda mitad del siglo XX.