Busqueda de contenidos
obra
Debido a la mala situación económica por la que estaban pasando los Gauguin deciden en 1884 trasladarse a Rouen al ser la vida en esa ciudad más barata que en París. De esta fructífera estancia conviene destacar esta escena en la que el pintor se reafirma en los principios impresionistas aprendidos con su maestro Pissarro. Capta un paisaje urbano al atardecer, con esa luz anaranjada tan característica, empleando una pincelada suelta pero segura, en un espectacular efecto de perspectiva a través de bandas paralelas. Incluso coloca una figura en primer plano para otorgar mayor sensación de profundidad, consiguiendo enlazar perfectamente primer plano y fondo. Con esta obra, Gauguin se sitúa en un punto del que pronto evolucionará, creando sus obras más interesantes como La visión después del sermón o Y el oro de sus cuerpos.
obra
La fuerte luz solar se adueña de una composición en la que las formas están desapareciendo para dejar paso al color. Comparada con Primavera en Pontoise, observamos cómo Pissarro ha transmitido a la perfección las distintas luces - lo hará también en la serie de las cuatro estaciones - de cada momento como buen impresionista que era. Los colores empleados son muy vivos, desde el rojo de los tejados hasta el azul del cielo o el verde de la hierba, sin olvidar las tonalidades malvas de la sombra. Contemplando estas imágenes que se acercan a la abstracción, es comprensible la reacción en busca de la forma que emprenderán Renoir o Cézanne.