Aunque Fra Angelico diera el boceto de todas las composiciones del Relicario de la plata, la Adoración de los Magos pudo estar ejecutada por alguno de sus discípulos. Fra Angelico repite el modelo escenificado en la predela del Tabernáculo de los lineros y en el banco de la Anunciación de Cortona, aunque la tabla del Armario de plata presenta una disposición de figuras casi amontonadas, debido a las reducidas dimensiones del panel. Si en las otras representaciones, la escena se leía fácilmente de izquierda a derecha, aquí Fra Angelico opta por una composición centralizada, donde la Virgen María con el Niño focaliza la imagen. Su figura se recorta rotunda sobre la oscuridad de la puerta del pesebre. El séquito de los reyes se sitúa a la izquierda del plano, mientras que en el otro lado, otro rey habla desenfadado con San José, que se presenta con las mismas vestiduras que en la Natividad. La escena está recorrida de detalles superfluos de carácter narrativo, como la figuración de las cabezas de los camellos al fondo en el ala izquierda, o la gorra de color negro de José, caída sobre los hombros. Al fondo se divisa las formas en miniatura de la ciudad, en medio de un paisaje abierto casi vacío.
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Obra fechada en 1619, posiblemente pintada para el Noviciado de Jesuitas de Sevilla. Realizada a los 20 años, seguramente Velázquez utiliza a su familia como modelo para pintar esta escena. Así, su esposa sería la Virgen, el Niño Jesús su hija Francisca, Melchor su suegro, Gaspar el propio artista, y Baltasar un criado, igual que el paje. No está probado, pero sin duda Velázquez utilizó modelos vivos, tomándolos directamente del natural, como hacía Caravaggio, de tal manera que parece que la escena está sucediendo junto a nosotros. La obra está marcada por su estilo tenebrista, con fuertes contrastes de luz y sombra y un colorido oscuro. La composición está organizada en forma de aspa, colocando en el centro a la figura principal que es el Niño Jesús, enfajado como solía ser habitual en aquellos tiempos y casi hasta nuestro siglo.
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Este es el primer lienzo que Tintoretto pintó para la Sala Baja de la Scuola Grande di San Rocco. El pintor muestra, una vez más, su habilidad compositiva en esta escena, así como su perfecto manejo de la iluminación, eligiendo la hora de un avanzado crepúsculo. Las figuras de María y el Niño se sitúan sobre un rústico podium constituido por tablas y ladrillos, podium al que acceden los Reyes para presentar sus respetos a Jesús y ofrecer sus regalos. Una corte de ángeles enmarca el momento mientras que al fondo de aprecian los pajes y los cortesanos que acompañan a los Magos, en una zona más iluminada. Los escorzos de las figuras, especialmente el rey Baltasar que se inclina hacia delante o los ángeles, son una buena muestra de la manera de trabajar de Tintoretto, suponiendo un primer paso hacia el Barroco. También es especialmente significativo el empleo de una pincelada rápida y concisa, que no renuncia al anecdotismo.
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En 1481 Leonardo recibió un encargo de los monjes del monasterio de San Donato en Scopeto, cerca de Florencia. Los monjes tomaron todo tipo de precauciones para que el pintor terminara su obra, pues ya empezaba a ser proverbial el abandono de Leonardo respecto a todas sus pinturas. Sin embargo, como podemos apreciar, el artista nuevamente dejó inacabado el proyecto, esta vez a causa de su partida y establecimiento en la corte de Milán. El resultado que dejó es un esbozo monocromático, en espera de ser rellenado por los colores, con grandes contrastes entre zonas vacías y negros. La composición es tremendamente compleja e inusual para el tema, que suele ser tratado de una manera muy solemne y estática. Por el contrario, Leonardo ha planteado una escena multitudinaria, agitada, violenta, llena de personajes (más de cincuenta nada menos) y en diferentes grupos. El grupo protagonista los constituye la pirámide central formada por María, Jesús, y los ancianos que le ofrecen sus regalos al Niño. A los lados de este grupo, en los extremos derecho e izquierdo del cuadro, dos personajes, uno viejo y otro joven, se consideran tradicionalmente la Filosofía (como actitud contemplativa) y la Acción. Tras ellos, una multitud de personajes forman un arco de diferentes acciones. Son el séquito de los Reyes Magos, los pastores, los ángeles, todos ellos sacudidos por la reacción emocional del advenimiento del Mesías. Las escenas de lucha al fondo han sido muy discutidas. Se pueden considerar desde posibles puntos de vista: la lucha del mundo del pecado, la caída de la civilización hebrea y la descomposición de su cultura (simbolizada en los edificios en ruinas) o tal vez sea un episodio concreto de la historia de la Orden monacal que encargó la obra.
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Esta Adoración se pintó para la Cartuja de Nuestra Señora de la Defensión, en Jerez de la Frontera. Representa la Epifanía, es decir, el momento en que el Niño Jesús es mostrado al mundo, que se representa en la figura de los tres Reyes Magos. Cada uno de ellos representa a un continente: Asia, África y Europa. Es por ello que uno de los reyes es de raza negra, una licencia que no fue admitida hasta muy avanzada la Edad Media. Hasta entonces los tres eran blancos. Así mismo, cada uno de los reyes representa una de las edades del hombre: la juventud en Gaspar, con su barba negra y sus vestidos de aire militar, la madurez en Baltasar, con barba más poblada y más años, y la vejez en Melchor, un anciano arrodillado con devoción a los pies de la joven madre y su encantador bebé, mucho más vivaz y simpático que en otras representaciones. Zurbarán combina con gran efectismo el tenebrismo habitual en su paleta con dos focos de luz: la diurna al fondo, para crear un espacio abierto, y una artificial lateral que da de lleno en la calva de Melchor, el niño y su madre. La composición resulta algo forzada, pues la Sagrada Familia parece un poco relegada a un lateral, desplazada por la imponente presencia de los lujosos personajes y su séquito.
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El Políptico de la Virgen se dedica a un momento muy concreto de la vida de María, como es la concepción y el nacimiento de Cristo. Así, las cuatro tablas que lo integran recogen la escena de la Anunciación del ángel a María, la visita que la Virgen embarazada realiza a su prima Isabel, también embarazada de San Juan, la Adoración de los Angeles y la Adoración de los Reyes Magos. Al tiempo que se narra este momento de la vida de María, se enlaza muy inteligentemente con la historia del Nuevo Testamento, que al fin y al cabo depende del nacimiento de Cristo. Está contada en los relieves fingidos que rodean la escena principal, a modo de marco de ventana real. El esquema de distribución es el que se empleaba en las portadas góticas, con figuritas bajo doseles colocadas longitudinalmente a lo largo del arco. Los Reyes Magos ofrecen sus regalos al pequeño sostenido por su madre. Entre los Magos podemos reconocer al canciller Rolin, retratado por Van Eyck en su Madona del Canciller Rolin que se encuentra en el Museo del Louvre. Era frecuente retratar a personajes poderosos como figuras divinas. Finalizando con el ciclo de la Salvación iniciado en los relieves fingidos del marco, encontramos las apariciones de Cristo a las mujeres y los apóstoles, así como la Pentecostés o bajada del Espíritu Santo sobre los apóstoles y María.
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La Adoración de los Magos es una imagen arquetípica y extensamente tratada por artistas de todas las épocas y todos los estilos. Sin embargo, sólo algunos consiguen dotarla de un aire nuevo. Es lo que ha hecho Brueghel, con un alarde de imaginación y antitradicionalismo que puede equiparase con el Bosco. Igual que él, Brueghel ha vestido a sus personajes con fantásticas vestiduras, como el traje del rey negro, que recuerda a las vestiduras de indígenas americanos que se recibían como rarezas en Europa. También exagera los rasgos de los protagonistas, hasta lo grotesco, hasta lo absurdo. El rey que ofrece el incienso es horroroso, pero no menos que otros que pueden verse: el soldado con casco a la izquierda, o el de las gafas a la derecha del todo. Son rasgos cómicos, variantes burlescas sobre el tema que ayudan a verlo de una manera nueva.
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García Hernández vio en el taller de Tiziano en 1559 un "quadro grande de los tres Reyes Magos" que tradicionalmente se ha identificado con el lienzo de El Escorial. La obra fue encargada al maestro de Cadore por Felipe II y enviada al monasterio en 1574, ubicándose en el altar lateral de la Iglesia Vieja hasta 1963.Su delicado estado de conservación -al sufrir los efectos de un incendio y numerosas restauraciones poco agraciadas-, habiéndose perdido algunos elementos del centro de la tela, hace pensar a algunos especialistas que nos encontramos ante una obra realizada por el taller e incluso se apunta a una copia. Sin embargo, el lienzo presenta los elementos identificativos del estilo maduro de Tiziano: intensos contrastes lumínicos; dinamismo gracias a los escorzos de las figuras y las diagonales que organizan la composición; economía en los colores utilizados; sensaciones atmosféricas. La escena principal se desplaza a la izquierda, ocupando el centro de la composición un desproporcionado caballo. La luz impacta en los personajes principales y resalta las tonalidades brillantes de sus vestidos, anticipándose de esta manera al Barroco.
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Según Hope (1980) el cardenal Hipólito II d´Este, en una visita a Venecia realizada en 1556, encargó a Tiziano una Adoración de los Magos para ofrecérsela al rey de Francia Enrique II. Tras el fallecimiento del monarca francés, el embajador español sugirió que la obra fuera enviada al rey Felipe II, lienzo que se encuentra ahora en El Escorial. Tiziano acepta pero realiza una segunda versión destinada al cardenal, que sería colocada en una pequeña capilla del palacio de Monte Giordano en Roma. Esta tela pasaría a manos de San Carlos Borromeo que la deja en 1584 en el Ospedale Maggiore de Milán. Posteriormente sería adquirida por el cardenal Federico Borromeo, arzobispo de Milán, que la donó a la Ambrosiana en 1618.La escena principal aparece desplazada hacia la zona izquierda de la composición mientras que en el centro se sitúa un desproporcionado caballo y a la derecha contemplamos dos jinetes en posturas enfrentadas. Al fondo se aprecia un paisaje con luz crepuscular, en relación con los ejecutados por el maestro en los últimos años de la década de 1550. La iluminación crea efectos de claroscuro que aportan mayor dinamismo al conjunto, impactando en los personajes principales para resaltar los colores brillantes de las telas. Las figuras presentan movimientos escorzados, organizando la composición en una serie de líneas diagonales que parecen anticipar el Barroco. Las tonalidades se reducen al máximo y las pinceladas son fluidas y rápidas, acentuando la sensación atmosférica que se crea gracias a la iluminación empleada. Tiziano sienta las bases del estilo identificado como "impresionismo mágico".
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Durante su estancia en Génova, Joos van Cleve, realiza esta espléndida tabla cuyo esquema general corresponde a la pintura flamenca, pero que, sin embargo, presenta también características de la cultura figurativa italiana y en particular a Leonardo en el modo de representar a la Virgen.