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obra
Los retratos femeninos suelen ser más interesantes que los masculinos por los peinados, joyas, adornos y telas que portan las damas. En esta imagen Rembrandt, a pesar de emplear una pincelada muy marcada, nos presenta a una mujer joven con un perrito entre las manos, enjoyada como corresponde a una rica burguesa de la ciudad de Amsterdam. Viste un elegante traje rojo muy escotado, cubriendo su cuello con un collar de perlas y un rico colgante. También lleva dos pulseras que reafirman su estatus social y económico. Como viene siendo habitual en los trabajos del maestro, la luz es la principal protagonista de la composición ya que ella recorta la figura sobra un fondo neutro, otorgándole un enorme volumen y una magnífica sensación naturalista. Estos efectos lumínicos heredados de Caravaggio y de la escuela de Utrecht han sido perfeccionados por Rembrandt y convertidos en su seña de identidad más significativa.
Personaje Político
Hermana o hija del rey de Palenque, Kan B´alam I, al que sucedió en el trono. Se convirtió en la primera reina de Palenque en 583. Se mantuvo veinte años en el poder y fue una de las escasísimas mujeres del Clásico que ostentó títulos reales completos y disfrutó de un periodo entero de gobierno. Durante su gobierno, en abril de 599, la ciudad sufrió un duro ataque instigado por Calakmul. La Señora murió en 604; posiblemente le sucedió su hijo, Aj Ne´Ohl Mat, según Martin y Grube.
obra
A Vicente López no le interesa menos la aventura que supone esa penetración psicológica en el modelo que la consecución de su realidad exterior, de su personalidad pública. Y no es sólo el parecido, la respuesta a una trayectoria o a un título de nobleza con lo que de condecoraciones, sedas, joyas o encajes lleva consigo en aquel momento lo que a López le interesa poner de manifiesto, lo que los demás ven superficialmente en el nombre y apariencia del personaje retratado -más que su mismo espíritu- lo que el pintor nos lega.
Personaje Político
Reina de la ciudad maya de Tikal, asumió el gobierno convirtiéndose en "ajaw" (soberana) en el año 511, con solo seis años de edad, hasta 527. Parece que nunca gobernó por si misma, sino que ejerció alguna forma de correinado con uno o más hombres. En la secuencia de reyes de Tikal no se menciona su nombre, aunque en una estela aparece un retrato sin rostro de una mujer llamada "señora de Tikal". El nombre de señor que aparece en las estelas gobernando los mismos años que la Señora de Tikal es el de Kaloomte´B´alam, quizá un importante militar o incluso consorte de la señora. Su glifo, según Martin y Grube es el siguiente: Glifo Señora de Tikal
Personaje Político
Una de las al menos 4 esposas del rey de Yaxchtilan, Pájaro Jaguar IV, rey desde el año 752 hasta 768. Era una mujer local, no extranjera, que dio luz al hijo y sucesor de Pájaro Jaguar, Itzanmaaj B´alam III (Escudo Jaguar III).
Personaje Político
Esposa principal del rey Itzamnaaj B´alam II (Escudo Jaguar II) de Yaxchilan, que aparece junto a su marido representada en varios dinteles conmemorativos de esta ciudad maya. En un monumento se representa a la reina que, junto a su esposo, practica una ceremonia de autosacrificio, atravesando su lengua con una cuerda repleta de espinas, salpicando de sangre un papel colocado en un recipiente ritual a sus pies. Esta representación forma parte de una serie en la que se muestran los preparativos para una batalla, lo que demuestra la relevancia concedida a la reina por su esposo. No tuvo hijos, así que no pudo dar un heredero al trono. Su esposo falleció en 742, y ella le sobrevivió seis años, permaneciendo como figura de prestigio en el reino.
Personaje Político
Princesa maya hija del rey de Dos Pilas, B´alaj Chan K´awiil, que fue enviada a la ciudad de Naranjo para restablecer un linaje que fuera favorable al señor de Calakmul. Su llegada a Naranjo se produce el 27 de agosto de 682, en el período maya Clásico. Parece que nunca fue investida como reina de Naranjo, pero ejerció como tal. Se hizo retratar en monumentos (Estela 24 de Naranjo) y ejecutó rituales calendáricos reservados a los reyes. Aparece retratada pisando cautivos, lo que se presenta como inequívoco indicio de su poder. Parece que fue la madre del rey K´ak´Tiliw Chan Chaak, nacido en 688 y rey de Naranjo entre 693 y 728. Durante su mandato, y en nombre de su hijo, la Señora Seis Cielo emprendió campañas bélicas favorables para la ciudad de Naranjo, lo que dio cierto predominio a esta ciudad sobre ciudades menores de la región. Probablemente ejerció su gobierno en forma de correinado con su hijo, quizá como una especie de regente al menos durante la infancia de aquel. Finalmente, le sobrevivió varios años. Tras la desaparición de Señora Seis Cielo y su hijo, la ciudad de Naranjo entró en un oscuro periodo.
contexto
La principal riqueza que los españoles encontraron en América -y la única en muchos lugares y durante mucho tiempo- fueron sus habitantes, y enseguida procedieron a tomar posesión de ella, tras efectuar los correspondientes repartos de acuerdo con los méritos de cada uno. El repartimiento o distribución de la mano de obra indígena entre los españoles comenzó de modo espontáneo y automático, y hacia 1503 aparece el término encomienda (que va a prevalecer a partir de las Leyes de Burgos de 1512) para designar esencialmente la misma cosa, aunque con el matiz de implicar la responsabilidad del encomendero hacia los indios que quedaban "encomendados" a su cuidado; a cambio de la protección del señor, los indios debían entregarle sus tributos y su trabajo o servicio personal. Se trataba, pues, de una relación claramente feudal que los conquistadores y primeros pobladores quisieron completar solicitando títulos de nobleza como recompensa a sus méritos. Pero lo último que interesaba a la Corona era que en tierras tan lejanas se formara una poderosa casta señorial, que pudiera llegar a constituir un peligro político, de ahí que en el siglo XVI concediera muy pocos títulos nobiliarios (los marquesados del Valle de Oaxaca y de la Conquista otorgados a Cortés y Pizarro, respectivamente, son las excepciones más notables) y que incluso fuera siempre remisa a conceder cartas de hidalguía. Pero si los conquistadores no obtuvieron la condición jurídica de nobles, las encomiendas les permitieron ser señores de indios, recibir sus tributos y disponer de su fuerza laboral, así que lo consideraron suficiente nobleza, se autodenominaron "vecinos feudatarios" (y como tales tuvieron prioridad en determinados cargos municipales, etcétera) y concentraron sus esfuerzos en conseguir la perpetuidad de sus feudos, el derecho a transmitir las encomiendas indefinidamente por vía hereditaria como cualquier otra propiedad. Pero tropezarán de nuevo con la hostilidad de la Corona, reforzada en este caso por la presión humanitaria de los religiosos como Bartolomé de Las Casas. El primer intento serio de abolir las encomiendas fue la promulgación de las Leyes Nuevas de 1542, que provocaron en todas las Indias tal cantidad de protestas, disturbios, motines y hasta una verdadera guerra civil en Perú (rebelión de Gonzalo Pizarro, de 1544 a 1548, con asesinato del virrey Núñez Vela y ejecución de Pizarro y otros cabecillas), que la Corona se vio obligada a ceder. Se alcanzará una solución de compromiso, mediante la cual la encomienda no se suprimió pero quedó reducida al tributo, eliminándose todo vestigio de relación señor-vasallo; el encomendero no logró la deseada perpetuidad y teóricamente perdió también la posibilidad de beneficiarse del trabajo indígena, aunque en la práctica siguió haciéndolo. Pero desde fines del XVI es evidente el declive de la encomienda, a medida que el impresionante descenso de la población indígena va reduciendo su valor económico, lo que permite aplicar una legislación encaminada a su progresiva incorporación a la Corona, que se generaliza ya en 1720. Sólo en áreas marginales como Yucatán, Chile, Paraguay y Tucumán, pervivió la encomienda hasta los últimos tiempos de la colonia. Así pues, a partir de 1545 la encomienda fue sólo una concesión temporal de ingresos, no de vasallos, de manera que no llegó a ser un dominio feudal. Pero los encomenderos siguieron durante mucho tiempo denominándose feudatarios, fueron el sector predominante en la sociedad indiana del siglo XVI y conservaron siempre el prestigio social derivado de su condición de "beneméritos". Además, la encomienda fue la base de enormes fortunas al proporcionar un capital con el que se financió la adquisición de otros bienes, especialmente tierras pues muchos encomenderos invirtieron en ellas la renta que obtenían de sus indios, de forma que aun sin existir una conexión legal entre la encomienda y la hacienda, sí hay una clara relación entre ambas.