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lugar
La primera documentación existente de esta localidad zamorana se remonta al año 509, ya que aparece citada en las actas de un concilio en Lugo, si bien no se sabe con exactitud si la referencia es a la villa o a toda la comarca. En el siglo X ya aparecen alusiones concretas a una "urbe Senabrie", posiblemente fortificada. Dos centurias más tarde encontramos datos sobre un castillo, muy bien documentado gracias a la lista de tenentes. En 1195 el rey Alfonso IX hace de la villa una de sus pueblas -concediendo un fuero, que le será refrendado en 1273 por Alfonso X- y reedifica el castillo. Su objetivo es que la villa sea un importante bastión fronterizo con Portugal. La villa pasa a manos de Juan Alfonso de Alburquerque en el siglo XIV. Al delegar sus derechos en su esposa, la villa pasa al rey Pedro I, quien posteriormente la donará a Men Rodríguez de Sanabria. Enrique II recupera la villa pero su hijo Juan II la volverá a conceder a un noble, agradeciendo los favores prestados por la familia Losada a la casa de Trastámara. En 1451 la propietaria de la población vende una mitad del señorío al tercer duque de Alburquerque. Desde ese momento, se inicia una tensa disputa por el señorío de la villa hasta que en 1489 el conde de Benavente, don Rodrigo Alonso de Pimentel, se haga con toda la propiedad. Será en estas fechas cuando se construya el actual castillo. Las debilitadas defensas de la Puebla favorecerán que, en 1710, las tropas portuguesas se adueñen de la población, manteniéndose en ella durante seis años. Las guerras decimonónicas también afectarán a la villa, especialmente a su debilitado castillo. Situada en una encrucijada, la Puebla gozó de una importante actividad comercial. En su plaza se celebraba una feria desde el siglo XI y el rey Felipe II convirtió a la villa en una aduana de puerto seco. En la actualidad, la Puebla de Sanabria, declarada Conjunto Histórico-Artístico, ofrece al visitante una amplia oferta de actividades culturales, gastronómicas y de ocio que hacen más agradable la visita a esta interesante villa.
Personaje
Pintor
Pintor español, activo esencialmente durante la época del eclecticismo. Se dedicó en su mayor parte a la pintura de historia, género muy de moda en la época, que se aderezaba con grandes dosis de patriotismo y sentimentalismo. El resultado fue una serie de lienzos de enorme tamaño sobre momentos de la vida de algunos de los héroes de la nación. De la Puebla retrató, por ejemplo, escenas del Poema del Mío Cid, como el cuadro del Museo del Prado titulado Las Hijas del Cid o el desembarco de Colón en América.
obra
Tras el fracaso de la exposición de París en el año 1894 Gauguin decidió retirarse a Bretaña durante el invierno, intentando encontrar allí la paz y la tranquilidad perdidas. Realizaría diversas obras durante esta temporada - véase Muchacha rezando - antes de emprender un nuevo viaje a la Polinesia, destacando este precioso pueblo nevado, tan diferente a las escenas tahitianas que había ejecutado años atrás como Paisaje con pavos o Paisaje tahitiano. Gauguin recupera algún elemento de su Impresionismo inicial, como la pincelada corta o las sombras coloreadas, siguiendo a su maestro Pissarro. La sensación ambiental del día frío de invierno es la gran preocupación del artista, que diluye los contornos como hacía Monet. Dentro de la producción de estos años esta escena parece una laguna evocadora de años juveniles.
obra
Las luces nocturnas serán de especial tracción para Van Gogh ya desde el periodo de Nuenen. Así surgen obras tan bellas como Torre del cementerio o este pueblo en el que las iluminaciones oscuras se adueñan de la composición para eliminar las referencias espaciales. Las cabañas apenas se insinúan entre los árboles, cuyas altas copas se recortan sobre el cielo donde podemos encontrar ligeros toques anaranjados que nos indican la luz crepuscular. La sensación de paz y tranquilidad transmitida en este cartón demuestra la facilidad con la que Vincent ofrece sus sentimientos a través de sus trabajos. Técnicamente domina el empastamiento al aplicar el color de manera rápida y abocetada, eliminando referencias detallísticas para interesarse por el aspecto unitario del paisaje.
obra
En su retiro de la Provenza, Cézanne vive a su propio ritmo, alejado totalmente de lo que estaba ocurriendo en París. En 1884 envía su último cuadro al Salón de París, obteniendo el mismo resultado: ser rechazado. Al año siguiente sufre una neuralgia y se recupera en La Roche-Guyon junto a su esposa y la familia de Renoir. En agosto regresa a la Provenza para pintar este lienzo que contemplamos. El pueblo se divisa entre los árboles, perspectiva muy utilizada por el maestro, recibiendo un potente foco de luz que resalta las tonalidades y proyecta sombras coloreadas identificativas del impresionismo. Sin embargo, el maestro de Aix no se interesa por resaltar las sensaciones atmosféricas sino que su preocupación será recuperar el volumen y las formas que Monet estaba abocado a perder. Para ello emplea el color, su principal arma en su lucha por hacer del impresionismo "algo sólido y duradero, como el arte de los museos". Aplica las diferentes tonalidades de manera fluida, sin reparar en retocar la tela cuantas veces fuera necesario. De esta forma los tejados adquieren formas geométricas, anticipando el cubismo.