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acepcion
Escritura propia de la civilización de Elam, fechada entre finales del cuarto milenio y comienzos del tercero antes de nuestra era.
acepcion
Así se designa al conjunto de nombres que tenían los reyes egipcios. A partir del Imperio Medio el faraón tenía cinco nombres.
Personaje
Pintor
Protógenes instaló su modesto taller en la isla de Rodas, trabajando en un estilo donde se daba prioridad al detalle. Su fama le llevaría a la corte de Macedonia donde realizaría retratos del rey Antígono.
contexto
El 21 de octubre de 1517 un fraile agustino, Martín Lutero, denunciaba públicamente en Wittenberg la crisis moral que la venta de indulgencias implicaba para las conciencias y, declarado hereje en 1520, se iniciaba la Protesta contra Roma y su vida relajada, que acabó desgajando de la Iglesia a treinta millones de europeos. La Roma del Anticristo, como es llegada a considerar la sede de Clemente VII, quedaba convulsa en toda la. década de los veinte. Con el fortalecimiento del poder imperial de Carlos V, vencedor en Pavía en 1525 de Francisco I de Francia, se produce la marcha sobre Roma de su ejército, del que asombrosamente formaban parte lansquenetes luteranos. El asalto y saqueo de Roma el 6 de mayo de 1527 produjo el terrible despojo y devastación más atroces, con el Pontífice humillado en el castillo de Santangelo. El viejo conflicto entre Imperio y Papado provocó en horas trágicas un suceso artístico de primera magnitud: se interrumpieron las actividades en los talleres con pérdida de numerosas obras de arte y los artistas se dispersaron hacia otras regiones de Italia. Aunque estos dos acontecimientos, uno religioso y otro político, no fueron sino síntomas significativos y simplistamente no expliquen todo lo que ocurría en el Renacimiento en aquellas horas, sí demostraron que un cambio radical venía abriéndose desde los años finales de Rafael y estaba patente en la trayectoria plástica de Miguel Angel. El clasicismo había aupado el Alto Renacimiento hasta una cima inigualable, pero esa cumbre, por utópica y perfecta, no era ni duradera ni estática, como sujeta al discurrir de las acciones humanas. Se produce ya desde el mismo triunfo de ambos creadores, lo mismo que algo después en Venecia y en Tiziano, una crisis formal que rompe con los esquemas constructivos y visuales del estilo, para desembocar en otros que los desbordan con distonía heterodoxa. La aparición de esa reacción anticlásica que llamamos Manierismo no implicó de repente la invención de nuevos términos, sino la articulación de las mismas palabras en una nueva sintaxis, presidida por la búsqueda de un idioma que fractura sus simetrías y proporciones, sus pirámides cerradas y sus paralajes horizontales. Quiebran los ideales neoplatónicos. Lo que da nuevo color al proceso es que no sólo Roma y luego el obrador veneciano lo acusarían, sino que la reaparición de Florencia de nuevo, como crisol y adelantado de la nueva sensibilidad, dio más prolija variedad al primer Manierismo. Los pintores protomanieristas de Florencia y Siena, que ya habían desplegado su particular vanguardismo antes del Saco de Roma, ejercieron de propagandistas del nuevo modelo al dispersarse por la vorágine hacia otras ciudades italianas, como es el caso de Jacobo Sansovino trasplantado a Venecia, o aun más lejos, como Cellini, Rosso Fiorentino, y su propio maestro Andrea del Sarto, desplazados hasta Francia donde la decoración del Palacio de Fontainebleau se convirtió en escuela de dilatado Manierismo. Incluso artistas españoles que se formaron y trabajaron en Italia, transmitieron a España la renovación protomanierista. Si este éxodo se dio entre discípulos de Rafael como Giulio Romano o Perin del Vaga, que tras el Saco fueron invitados a Mantua y Génova respectivamente y allí se expresaron en dicción manierista, el proceso tuvo en Miguel Angel destacado protagonismo, precisamente en las obras de arquitectura y escultura que los Papas Médicis le encomendaron en San Lorenzo de Florencia, la Sacristía Nueva con los sepulcros mediceos y la Biblioteca Laurenciana, ambas empresas ya teñidas de un vigoroso anticlasicismo aun antes de 1527, aunque las concluya pasado el trauma del Saco y el asedio de la propia ciudad. Desde un primer momento se ha iniciado un Manierismo rampante (1520 a 1527) como lo denominó Shearmann, que desde Roma se expande por Italia y Europa. A esa ola se agregará el obrador florentino, que dará sabor lúdico y heterodoxo a todo el Protomanierismo, vigente hasta mediados del siglo, más o menos el resto de la existencia activa de Buonarroti, pues aunque muere en 1564 ocupado en su singularísima elegía final de la Piedad Rondanini, prácticamente hacia 1550-55 ha interrumpido su tarea escultórica y sólo interviene en la construcción del nuevo Vaticano que proyectó en 1547. Desde entonces y como legado poderoso del miguelangelismo como motor principal se robustecerá el carácter cortesano del estilo, al que por la influencia contrarreformista del Concilio de Trento se añadirá un componente propagandístico y catequético en lo religioso, y por contra una propensión hacia lo caprichoso y exótico, notas todas del que puede llamarse Manierismo maduro o, por otros, Romanismo, antecesor del barroco claramente despegado en Italia desde Caravaggio, pero que en otros países perdura a comienzos del siglo XVII.
contexto
El nuevo lenguaje tenía en Roma bien cerca las lecciones del Miguel Angel de la Sixtina y el último latido de Rafael, y ellos proporcionaron estímulo y coraje a los discípulos y colaboradores de este último para seguirles en sus sugerentes experiencias. Ya es sensible entre los que formaron el equipo que dio color a la Biblia de Rafael en las Logias vaticanas. Si no tanto en Giovanni de Udine, más especializado en grutescos, en Gianfrancesco Penni y Polidoro de Caravaggio, sí fructificó plenamente en Perín del Vaga, que irá a Génova tras el Saco de 1527 para trabajar en el Palacio del Príncipe por encargo de Andrea Doria. Y sobre todos en Giulio Romano, el más dotado, que además de en las Logias fue eficaz ayuda del maestro en el Incendio del Borgo y terminó con Penni la Transfiguración dejada incompleta por Sanzio a su temprana muerte. Clemente VII encargará a Giulio Romano la última Estancia de Constantino, donde pintó la Batalla del Puente Milvio, de copiosa figuración que se beneficia de la leonardesca Batalla de Anghiari, y la Donación de Constantino, donde parece complacerse en la traza de arquitecturas insólitas de columnas salomónicas. Invitado más tarde en 1524 para pasar a Mantua por invitación del marqués Federico Gonzaga, a quien Baltasar de Castiglione se lo había recomendado, allí desplegó hasta su muerte en 1546 poderosa actividad como arquitecto en el Palacio del Té y en las Caballerizas anejas al castillo mantuano. No se limitó a la labor constructiva, sino que también se dedicó a una ingente tarea de fresquista, de atormentada catástrofe sísmica en la Caída de los Gigantes que da nombre a una de las salas del Palacio del Té, bajo un cielo que imita la cúpula transparente ideada por Mantegna en la Sala de los Esposos. Más cercano a Rafael y a su decoración de la Farnesina se muestra en la Sala de Psique, del mismo palacio, teñida de cierto contagio de los pintores parmesanos. En grisalla pintó los caballos predilectos de Federico Gonzaga en las Caballerizas, y marcos rafaelescos para arropar los retratos de emperadores romanos que se pidieron a Tiziano. También contribuyó a perfilar la escuela protomanierista romana el sienés Giovan Antonio Bazzi, más conocido por Sodoma (1477-1549), que ya había iniciado la bóveda de la Estancia de la Signatura antes que Julio II la encargase a Rafael. Con éste participó en la decoración al fresco de la Farnesina, donde pintó una hermosa perspectiva como alcoba para las Bodas de Alejandro y Roxana, acorde con los argumentos nupciales impuestos por el mecenas de la villa, el banquero sienés Agostino Chigi. Distingue a su manera un cierto esfumado aprendido con Leonardo en Lombardía. Su larga permanencia en Siena cerca de Beccafumi dio a sus retablos de la Virgen con Santos y especialmente al San Sebastián del Palacio Pitti (1525) un canon esbelto y claroscuro leonardesco. Venido desde Venecia, Sebastiano del Piombo robustece ese plantel de protomanieristas activos en Roma con el colorido de su ascendencia véneta (h. 1485-1547) aprendido con Giorgione y con Tiziano, y su adicción a la grandiosidad de Miguel Angel. En la misma Villa Farnesina es suyo el Polifemo (h. 1512) que enfrentaba el Triunfo de Galatea de Rafael de la misma sala. Todavía respira el aura del paisaje giorgionesco en la Muerte de Adonis, ante una laguna que refleja el Campanile de San Marcos y la mole gótica del Palacio del Dux. Su sólida relación con Buonarroti fructificó en obras como La Piedad de Viterbo (h. 1515), y se hizo colaboración estrecha en la Resurrección de Lázaro que el cardenal Giulio de Médicis le encargó para la catedral de Narbona (hoy en la Galería Nacional, Londres) pintada en 1515-1519 con asesoramiento y hasta diseños de Miguel Angel, que por ello los contemporáneos vieron como un pugilato con Rafael que a la par pintaba La Transfiguración. En el Prado y en Sevilla hay obras religiosas de Piombo. Gran empaque supo dar a sus retratos, labor en la que suplió la desaparición de Rafael. Son sus efigies femeninas, como la Dama de Berlín y la de los Uffizi, que algunos creen de Sanzio, manierizantes versiones de la Donna velata o Fornarina. Memorable es el retrato del papa Clemente VII en Capodimonte, de 1526, que parece adivinar un año antes del Saco la inquietud a la vez distante e incómoda del pontífice Médicis, envuelto en roja esclavina que presagia a Velázquez en otro extraordinario retrato papal, el de Inocencio X.