Colaborador de Le Corbusier en el proyecto para el Ministerio de Educación y Sanidad en Río de Janeiro (1937-43), Niemeyer mantuvo una estrecha relación con Lucio Costa, otro gran arquitecto brasileño, especialmente con motivo de la construcción de la nueva capital, Brasilia, en el interior del país. Es precisamente Costa el que da la forma de la ciudad, trazando una cruz que aspira a la movilidad de un artefacto aéreo. En ella, un lugar fundamental de representación política lo constituye la Plaza de los Tres Poderes, con la solución formalista de Niemeyer, uno de cuyos ejemplos más cualificados lo constituye la relación entre el edificio del Congreso, horizontal y coronado con dos cúpulas, una invertida y la otra normal, y el edificio de administración, vertical, con dos rascacielos paralelos.
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La plaza de Maimónides recibía antiguamente el nombre de Plaza de las Bulas. Situada en el mismo corazón de la Judería, debe su nombre a que en este lugar estaba establecida la venta de bulas, en el edificio que hoy alberga el Museo Taurino.
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Alrededor del Alcázar primero y después del Palacio Real se fue levantando un buen puñado de casas, generalmente destinadas a usos administrativos, y conventos, sin ningún tipo de planificación urbanística, una de las características del Madrid de los Austrias. Será en el siglo XIX, con la llegada de José I Bonaparte al trono, cuando se desarrolle un verdadero programa de urbanización de estos espacios. Al derribar un amplio número de edificios -entre los que se encontraban los conventos de San Gil y Santa Clara, la iglesia de San Juan, la Biblioteca y 56 casas particulares-, dejó una amplia explanada despejada al costado oriental del Palacio Real, de ahí su nombre. Una vez recuperado el trono, Fernando VII ordenó el cercado de la plaza con una empalizada, convirtiéndose con el tiempo en un vertedero. La configuración definitiva se realiza en tiempos de Isabel II, cuando se construye el Teatro Real, que cierra la plaza en su lado este, y se crea un amplio jardín central, bordeado por 44 estatuas de reyes hispánicos, algunos de las cuales habían sido ejecutadas para la decoración del Palacio por los mejores escultores del momento como Alejandro Carnicero, Juan Domingo Olivieri o Luis Salvador Carmona. En el centro de la Plaza se levanta el Monumento ecuestre a Felipe IV, obra de Pietro Tacca. Recientemente se han realizado importantes trabajos en la Plaza de Oriente para construir un parking subterráneo y se ha soterrado el tráfico de la calle Bailén a su paso por el Palacio Real, lo que configura uno de los espacios públicos más atractivos de la ciudad, ampliando aún más la plaza más grande de Madrid.