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El papa Alejandro VII abordó la configuración de la plaza frontera a la basílica, eligiendo en 1656 a Bernini como arquitecto encargado del proyecto, que se convertiría en obra capital del urbanismo barroco. Bernini planteó en un primer momento, tras consultar y discutir su traza con el teólogo, matemático y arquitecto español Juan Caramuel de Lobkowitz, obispo de Vigevano, una plaza trapezoidal, rodeada de una fachada de dos plantas. Criticada esta traza, el artista se inclinó por otra circular porticada para decidirse finalmente por la solución definitiva: una plaza ovalada de 340 x 240 metros, delimitada por un pórtico arquitrabado con cuádruple alineamiento de columnas toscanas, cuyo eje transversal se señala por el obelisco central y las fuentes laterales; la plaza queda conectada a la basílica por dos alas oblicuas divergentes. Bernini incluso llegó a proyectar un tercer brazo porticado de la Columnata que debía cerrar el óvalo, completando el perímetro elíptico de la plaza. Espacio teatral por excelencia de Roma, mayor que el Coliseo, la plaza de San Pedro evoca los cuadripórticos antiguos y alegoriza el abrazo que la iglesia da a la Urbs y al Orbe (creyentes, herejes e infieles), simbolizando con su figura, incluso, cierta mediación cosmológica.
obra
Espacio teatral por excelencia de Roma, mayor que el Coliseo, la plaza de San Pedro evoca los cuadripórticos antiguos y alegoriza el abrazo que la iglesia da a la Urbs y al Orbe (creyentes, herejes e infieles), simbolizando con su figura, incluso, cierta mediación cosmológica.
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Entre los años 1656 y 1667 Bernini construyó la Plaza de San Pedro, prolongando la arquitectura de la basílica con dos corredores y las columnatas. De esta manera, el arquitecto colocaba el foco del complejo al inicio de la plaza, dando así una nueva dimensión a la fachada y resaltando la cúpula.
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Los corredores que cierran la plaza de San Pedro están coronados por 140 estatuas de más de 3 metros de altura realizados por los discípulos de Bernini.
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Situada al norte de la iglesia de Santa María se abre la Plaza del mismo nombre, con soportales y casas blasonadas; se trata, sin duda, del verdadero centro neurálgico de la ciudad. En ella se sitúan la Puerta de Castilla, construida en el siglo XVII y, al otro extremo de la plaza, un pequeño puente sobre el río Odrón. Su flanco sur está ocupado por el pórtico de la iglesia parroquial y otras dependencias de la misma; los restantes lados tienen construcciones del siglo XVII. En el lado norte llaman la atención los pórticos, adintelados y con arcos de medio punto sobre robustos pilares de piedra y, en algunos casos, sobre columnas. La plaza se completa con un edificio de comienzos del siglo XIX, decorado con dos escudos en estilo neoclásico y rococó.
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En esta pequeña plaza llamada de Tiberiades, que avala el carácter hebreo de este entorno urbano y en cuyas cercanías también se levanta la Sinagoga, encontramos la estatua de Mosen Ben Maimónides, médico, filósofo, astrólogo, matemático y escritor, nacido en Córdoba en el año 1139.