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De la cultura del Luristan son destacables este tipo de bronces típicos del país, con representaciones extrañas de animales con atributos un tanto demoníacos, donde se combina la imaginación con el realismo y cuya simbología desconocemos, aunque bien puede tratarse de alguna alusión divina.
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Como primer monarca francés del período barroco, Enrique IV fue un activo propulsor de obras urbanísticas en París durante el tiempo que su corto reinado se lo permitió. Su primer gran proyecto fue la construcción de la Place Dauphine, que se planeó en relación con el Pont Neuf construido en aquel entonces.Frente a la Ile de la Cité había dos islotes, el Ilot des Juifs y el Ilot du Patriarche, de forma que, para urbanizar aquella zona de la ciudad, ya Enrique III había proyectado en 1578 construir un puente que uniera las dos márgenes del Sena pasando por encima de estos islotes que al tiempo se unirían a la Ile de la Cité. La ejecución se encomendó a Androuet du Cerceau, quien la planeó bajo un esquema tradicional de casas encima y arcos de triunfo en los extremos, aunque la obra no pudo llevarse a cabo a causa de la guerra civil.Pacificada la nación, Enrique IV y Sully reactivaron el proyecto en 1599 y, hecho importante, se eliminan las casas y los arcos de triunfo, con lo que la obra adquiere el carácter de conjunto monumental y favorece los espacios abiertos. Finalizadas las obras en 1606, el puente permitió conectar la zona sur de París, donde se situaba la Universidad, con la norte, en la que estaba lo principal de la actividad administrativa y comercial, con lo que este puente llegó a convertirse en un centro importante de la vida de la capital. Para completar su valor urbanístico Enrique IV proyectó el trazado de una vía en la margen izquierda del Sena, la rue Dauphine, que definitivamente hará Luis XIII y que permitió enlazar con el Faubourg Saint-Germain.En la parte central del puente, y en el lado situado hacia la punta occidental de la isla, se añadió un saliente o plataforma que sirvió para colocar una estatua de Enrique IV que María de Médicis había regalado a la ciudad de París en el año 1604. Esta había sido encargada a Giovanni da Bologna y fue terminada por Tacca, siendo destruida durante la Revolución; su principal valor está, sin embargo, en que fue la primera efigie expuesta en Francia en una vía pública.En relación con esta estatua se construyó la Place Dauphine. Esta fue proyectada en el año 1607 y para su construcción el rey Enrique IV cedió los terrenos al presidente del Parlamento, de Harlay. Por el lugar en que se construyó se dispuso con una planta triangular cuyo vértice occidental llegaba al centro del Pont Neuf, justo ante la estatua del rey situada al otro lado del puente. Así, esta plaza depende urbanística y simbológicamente de la estatua, aunque no es propiamente una place royale, pues la imagen no está dentro de su espacio, ya que lo que en realidad se pretendió fue que tal monumento más que centro de un lugar concreto, lo fuese de toda la ciudad.Los edificios que allí se levantaron lo fueron todos con el mismo esquema, lo que ocurría en Francia por primera vez, pues aunque bien es verdad que en la obra de Jacques-Androuet du Cerceau, "Les plus excellents bâtiments de France", aparece recogido un grupo de edificios construidos poco antes de la publicación de este libro (1576-1579) entre el Petit Pont y el Hôtel-Dieu, que presentaban un esquema unitario, muy semejante por otra parte al de los edificios de la Place Dauphine, en realidad no constituían más que un pequeño conjunto aislado, mientras que en ésta ya conformaban todo un espacio urbano.Casi todas las casas de esta plaza han sido paulatinamente transformadas, pero aún podemos imaginarlas a través de los planos y grabados conservados y viendo las de la Place des Vosges. Eran unas viviendas relativamente pequeñas, con tiendas en la planta baja, donde un largo pasillo conducía a un pequeño patio en el que una empinada escalera daba acceso a la planta superior. Los materiales de construcción eran baratos, pero entraban dentro de la tradición francesa al consistir en ladrillo con cadenas de piedra blanca, siendo también de carácter tradicional la fuerte pendiente de los tejados.Más ligada a la idea de lo que es la place royale francesa es la actual Place des Vosges, llamada entonces Place Royale, y que con la Revolución Francesa pasó a denominarse, primero, Place de I'Indivisibilité y luego, Place des Vosges, en homenaje al primer departamento en pagar los impuestos al gobierno de la Revolución.El conjunto se levantó en el solar del antiguo Hôtel de Tournelles, donde en 1559 había fallecido en trágico accidente el rey Enrique II durante la celebración de un torneo. La reina viuda Catalina de Médicis abandonó el palacio y decidió su demolición, quedando aquella parcela desocupada y estableciéndose temporalmente en ella un mercado de caballos. Más tarde, el rey Enrique IV decidió levantar allí una fábrica de tapices, pero antes de llevar a cabo este propósito el ministro Sully le presentó en 1603 la idea de construir en aquel lugar una plaza, idea que el monarca aceptó y que se hizo realidad entre 1605 y 1612 según un proyecto atribuido a Louis Métezeau.La plaza jugó un importante papel urbanístico al constituirse en el centro del barrio del Marais. De planta cuadrada de 140 metros de lado, se concibió como un lugar de esparcimiento y de celebración de festejos, y se destinó a una clase social más elevada que la de la Place Dauphine, vendiéndose los solares a un precio nominal con la única condición de levantar los edificios siguiendo un esquema común previamente establecido.Estas casas estaban construidas en ladrillo con cadenas y presentaban cuatro plantas, de las cuales la baja formaba soportales, lo que reforzaba el carácter de paseo del lugar y señalaba un recinto más elegante que el de la Place Dauphine, donde había tiendas. Encima estaba la planta noble, que mostraba balcones. Más arriba había una planta secundaria y ya bajo los tejados, buhardillas. Pero en las fachadas de este conjunto, en el que la decoración consistía fundamentalmente en la contraposición de color del ladrillo con el de la piedra de las cadenas, llama la atención el poco cuidado en el empleo de los elementos arquitectónicos de raíz clásica, como es, por ejemplo, la carencia de un entablamento sobre las pilastras que flanquean las arquerías de los soportales, disponiéndose en su lugar tan sólo una sencilla moldura.Por el contrario, en el centro de los lados norte y sur construyó el rey dos pabellones, el Pavillon du Roi y el Pavillon de la Reine que, al ser más altos, más voluminosos y mostrar un mayor cuidado en el empleo de los elementos constructivos y decorativos, configuran una especie de eje dentro del conjunto general.Pero en esta plaza también habría que significar que los diversos bloques de viviendas están señalados por la individualidad de sus respectivos tejados y por la disposición de las chimeneas, lo que constituye un rasgo francés que aparece también en los palacios y que se contrapone a los bloques homogéneos que, por ejemplo, caracterizan las plazas y los palacios españoles e italianos. Igualmente es significativo que el lugar se concibió sin estatua real en el centro, pero ésta fue erigida en 1639 representando a Luis XIII, aprovechándose para ello un caballo fundido por Danielé da Volterra para un monumento a Enrique II; a él, Pierre Biard el Joven añadió la figura de Luis XIII, siendo destruido todo el conjunto durante la Revolución Francesa.
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Todavía le dio tiempo a Enrique IV para plantear la construcción de otra plaza en 1610, poco antes de ser asesinado, lo que hizo que, aunque las obras se iniciaran, no llegaran nunca a concluirse. Fue aquella la Place de France, que, proyectada por Claude Chastillon y Jacques Alleaume, debió contar con una importante intervención por parte del propio rey en la configuración del diseño.Debería ocupar esta nueva plaza un espacio situado entre la Bastille y el Temple, y tendría claramente un sentido práctico y simbólico, como señalaría su estructura estrellada. Adosada a la muralla entre la Porte Saint-Antoine y la Porte du Temple, se planeó con una planta semicircular en la que, del lado curvo, irradiaban ocho calles que llevarían los nombres de las principales provincias y que más allá eran cortadas por un segundo cinturón semicircular. Los edificios que asomarían a la plaza tendrían un carácter público. La base del semicírculo estaría adosada a la muralla y allí ésta abriría una nueva puerta que llevaría un nombre significativo, Porte de France, lo que, unido al simbolismo de los nombres de las calles radiales, sería indicativo del papel de París como capital del reino.Luis XIII desarrolló una menor actividad urbanística que su padre, pues se orientó sobre todo hacia las obras de tipo arquitectónico. Entre las actuaciones de tipo urbanístico cabe citar en primer lugar la Rue Dauphine, proyectada ya por Enrique IV y en la que se ordenó que las casas. se construyeran con un esquema uniforme.Más importante fue la urbanización de la Ile Saint-Louis, que se llevó a cabo entre los años 1627 y 1664 con la dirección técnica de Louis Le Vau y el impulso del empresario Marie y los financieros Poulletier y Regrattier. Se formó entonces la isla por la unión de los antiguos islotes de la Ile aux Vaches y la lle Notre-Dame, célebre éste porque durante la Edad Media era el lugar donde se celebraban los Juicios de Dios. Además de la unión, se hicieron puentes que enlazaron la isla con las márgenes del río y se dividió el suelo en lotes, formando un sistema de damero con dos calles principales entrecruzadas.Con la misma idea urbanística de dos calles principales entrecruzadas, se planeó y construyó después del año 1633 el Distrito Richelieu, situado al norte de las Tullerías y el Louvre y fuera de la antigua muralla de la ciudad. Esta zona se vio favorecida al construir allí su palacio el propio cardenal, el que luego sería el Palais Royal, continuando este favor con el cardenal Mazarino que también levantó aquí su vivienda, la que hoy es sede de la Bibliothéque Nationale, todo lo cual propició el desarrollo de este núcleo urbano configurando así un nuevo barrio en la ciudad de París.Con Luis XIV, ésta va experimentar importantes cambios que serán fundamentales para su posterior evolución. Bajo su reinado se construyeron dos places royales, se trazaron los jardines de las Tullerías que sirvieron de punto de arranque a la posterior expansión de la ciudad por la zona oeste y también se suprimieron las fortificaciones acabadas en la época de Luis XIII, que fueron sustituidas por un anillo casi completo de boulevards, lo que además sirvió para que París adquiriese entonces la fisonomía de una ciudad abierta.La primera de aquellas plazas fue la Place des Victoires, planificada en 1685 por el mariscal de La Feuillade para acoger un monumento de Luis XIV, réplica de otro que había encomendado al escultor Desjardins para celebrar la firma de la Paz de Nimega (1679), y que había enviado a Versalles como regalo al monarca. El monumento constaba de una estatua del rey puesto de pie, que ceñía su cabeza con una corona de laureles. Bajo ella había un pedestal con seis relieves y en los ángulos cuatro cautivos que representaban a España, Holanda, Prusia y Austria, las naciones vencidas por el Rey Sol. Rodeaban el monumento cuatro grandes lámparas que estaban encendidas día y noche, lo que simbólicamente le daba un carácter casi de imagen sagrada y así constituye un testimonio harto elocuente de la política absolutista que encarnaba Luis XIV. Estas lámparas fueron eliminadas en el siglo XVIII y la estatua fue fundida en 1792, siendo sustituida en 1822 por otra de F. B. Bosio que representa a Luis XIV a caballo.La plaza no se concibió como un espacio urbano aislado, como podía ser, por ejemplo, el caso de la Place des Vosges, sino que iba a servir de intercomunicador de distintas zonas de la ciudad. Así convergía en ella la rue des Fossés Montmartre -hoy rue d'Aboukir-, que procedía de la antigua muralla de Carlos V, concretamente del lugar donde en 1672 se había levantado la Porte Saint-Denis; igualmente llegaban a ella la rue Croix des Petits Champs, que abierta hacia el sur unía la plaza con el Louvre, y la rue de la Feuillade -hoy, rue Petit Champs-, que enlazaba con el nuevo barrio situado al norte de las Tullerías.Por esa función de la plaza como distribuidor radial, su proyectista, el arquitecto Jules-Hardouin Mansart, la concibió con una planta circular, llegando a quedar como prototipo para otras plazas semejantes en otros lugares, como por ejemplo el King's Circus de Bath.Los edificios construidos en aquel lugar formaban un conjunto uniforme, disponiendo una planta baja con un paramento en almohadillado y por encima dos pisos con un orden gigante jónico, algo que sin duda tenía orígenes italianos. Pero esta distribución solamente la presentan los edificios en las fachadas que asoman a la plaza, pues en la parte hacia las calles que convergen a ella muestran una articulación mucho más sencilla.La otra gran plaza parisina construida en el reinado de Luis XIV fue la Place Véndôme o Place Louis Le Grand, que se convirtió en el centro de los nuevos barrios al oeste de la ciudad. Hacia el año 1680 concibió Louvois la construcción de aquella plaza, que estaría centrada por una monumental estatua de Luis XIV y en la que los edificios albergarían importantes instituciones, como serían las sedes de las Academias, la Biblioteca, la Real Casa de la Moneda y el Hôtel des Ambassadeurs extraordinaires. Así, determinados ya a levantar aquel nuevo espacio urbano, favoreció su ubicación la posibilidad de compra en 1685 del hôtel del duque de Vendóme -hijo de Enrique IV y Gabriela de Estrées- que a la sazón estaba arruinado, y a cuyo solar se añadieron para ampliar la superficie de la futura plaza los terrenos del vecino convento de los capuchinos.El encargado de hacer el proyecto y llevar a cabo las obras fue Jules-Hardouin Mansart, quien comenzó sus labores en 1685 construyendo únicamente las fachadas de los edificios, que en su parte inferior se diseñaron con soportales. La parte por detrás de las fachadas no se edificó, ya que, con un sentido racional, se determinó que se hicieran posteriormente, para que pudieran adaptarse de forma más adecuada a las necesidades de la institución que fueran a acoger. De todas formas, tan buenas intenciones no sirvieron puesto que la falta de dinero obligó a cancelar el proyecto y se pasó a derribar las fachadas.Muy pronto se reactivó la idea de construir la plaza, aunque con importantes cambios, pues a la reducción de dimensiones del primer proyecto se unía el que los edificios a construir tendrían ahora un carácter privado. El rey regalaba el terreno a la ciudad con la condición de que se construyeran las fachadas de acuerdo con el nuevo proyecto de Mansart en el que habían desaparecido los soportales. Por otro lado, ateniéndose a la primera intención se daba libertad a quienes compraran los solares, para que tras esas fachadas pudieran edificar sus viviendas con plena libertad en la disposición de los planos.Presenta la plaza una planta rectangular con las esquinas achafladas que prácticamente la convierten en un octógono irregular, lo que refuerza el carácter de ámbito cerrado de este espacio urbano. Sin embargo, en oposición a esta idea, y participando de ese gusto barroco por los elementos y las situaciones contrapuestas, atraviesa la plaza un eje longitudinal en dirección norte-sur que hoy en día une el Jardín de las Tullerías y la Opera, como antaño lo hacía con las iglesias de los capuchinos y de los bernardos y que, por tanto, tiende a romper el esquema cerrado del conjunto.No obstante, las intenciones originales han sido alteradas con el paso del tiempo por dos hechos fundamentales. Primero, porque la estatua ecuestre de Luis XIV como emperador romano realizada por Girardon fue destruida durante la Revolución y sustituida más tarde por Napoleón con la Columna de Austerlitz, y ésta, dado su monumental tamaño, resta algo del carácter concentrado de la primitiva plaza. En segundo lugar está la circunstancia de que el eje que la atraviesa está actualmente desvirtuado, ya que casi se pierde en el infinito, mientras que, en su momento, poco después de atravesar la plaza era cortado por los edificios de unas calles transversales que lo cruzaban, lo cual proporcionaba una idea de espacio algo más cerrado a todo el conjunto que lo que hoy día podemos contemplar.Las fachadas se construyeron entre 1699 y 1708 siguiendo en general un esquema muy semejante al de la Place des Victoires, pero con un tratamiento más exquisito. Las proporciones son más esbeltas y los detalles más cuidados, con empleo de un orden corintio y un intento de evitar la monotonía de los grandes lienzos por medio de ressauts rematados con frontones triangulares.Cabe señalar finalmente la apreciación que a través de esta plaza ha hecho Anthony Blunt sobre la diferencia de la política de Enrique IV y la de Luis XIV. El primer monarca destinó sus obras urbanísticas para residencia de los parisinos que rodeaban su estatua. Por el contrario, Luis XIV proyectó acoger su imagen por los edificios que servirían de sede a las instituciones oficiales del Estado, lo que es un reflejo de la política emblemática que dominaba todas sus actuaciones.También durante el reinado de Luis XIV se llevó a cabo la renovación de los jardines del palacio de las Tullerías, que finalmente acabarían conformando la vía de expansión de la ciudad hacia la zona oeste. Estos habían sido construidos desde el año 1563 según los cánones de la jardinería renacentista, pero en 1637 se nombró a André Le Nôtre su jardinero, quien hizo una nueva planificación con el fin de adaptarlos a las nuevas concepciones, en las que se buscaba una mayor movilidad a través de un variado sistema de ejes y de parterres con distintas plantas, quedando el esquema dominado fundamentalmente por un gran eje o avenida, la de los Chames Elysées, que finalizaría en un gran círculo, I'Etoile, que más adelante servirían de base para el crecimiento urbanístico de esta zona tan importante del París decimonónico y del actual. De forma semejante, y buscando un paralelismo en la planificación general de la ciudad, se proyectó otro eje en la parte oriental de ésta, que debería dirigirse desde la Porte Saint-Antoine hasta Vincennes.Algo más tarde se abrieron unas vías radiales dirigidas hacia toda la nación que señalaban el papel de la ciudad como capital del reino y la concepción de un Estado centralizado en Francia. Completando este programa urbanístico se cortaron estas vías con el anillo de boulevards, que se dispusieron en el lugar donde las antiguas murallas delimitaban la ciudad y que favorecieron otro de los ideales del urbanismo barroco, cual es el de los espacios abiertos.Aquellas murallas habían sido construidas entre los siglos XIV y XVII por Carlos V, Carlos IX y Luis XIII cuando la ciudad fue creciendo por su zona norte. Pero ya en la época de Luis XIV, la seguridad en el reino hizo que se abandonaran, llegando a un estado casi ruinoso. Ante ello, finalmente se optó por derribarlas, acometiéndose entre 1660 y 1705 la empresa de demolerlas, rellenar con ellas los fosos, y formar así una especie de terraza ligeramente sobreelevada de 36 metros de anchura, en la que se dispuso una avenida formada por una vía principal flanqueada por otras dos más estrechas, y entre ellas paseos con filas de árboles, dándose al conjunto el término militar de bouleuard, con el que se denominaba el terraplén de una muralla.Por otra parte, allí donde los bouleuards se cruzaban con las vías radiales se erigieron en lugar de las antiguas puertas de la muralla, otras de tipo monumental y carácter emblemático, como las de Saint-Denis y Saint-Martin, la primera de 1672 construida por François Blondel, y la segunda de 1679 por Pierre Bullet, decoradas con bajorrelieves que recogen las hazañas victoriosas de Luis XIV.
monumento
Se trata de la antigua Place du Trône, nombre que recibía porque en ella, el 26 de agosto de 1660, se erigió un trono para recibir a Luis XIV y María Teresa, a su entrada en la ciudad. Llamada Place du Trône-Renversé durante la Revolución, cuando se colocó una guillotina, cambió su nombre por el actual en 1880. Destaca especialmente su fuente central, donde se representa el Triunfo de la República, obra de Dalou en 1889.
monumento
Amplia plaza de forma rectangular, creada por Hausmann en 1854, su objetivo era crear un área destinada a las maniobras de las tropas enviadas a sofocar los motines populares. En el centro surge el monumento con la estatua de la República, del año 1883, de unos diez metros de alta aproximadamente y apoyada sobre un pedestal decorado con bajorrelieves de bronce, obra de Dalou.