Erigida en el siglo I a.C. para contener la tumba del riquísimo funcionario romano Cayo Cestio, esta pirámide es un fiel exponente de la moda egipcia que imperaba en la época. En el siglo III quedó integrada en la muralla que el emperador Aureliano construyó para proteger a Roma de los bárbaros.
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La pirámide de Cayo Cestio -posiblemente el pretor homónimo del año 44 a.C.- mide 29,50 metros en su base y 36,40 de altura. Se trata de una obra de mampostería revestida de baldosas de mármol inspirada en modelos egipcios que estaban muy de moda en Roma tras la conquista de Egipto en el año 30 a.C. En una inscripción podemos leer a quine está dedicada la tumba, así como que fue construida en menos de 33 días. En el lado oeste del edificio se abre una puertecilla que conduce a la cámara funeraria.
monumento
Tras construir una primera pirámide en Dahsur, el faraón Amenemhet III construyó esta como la definitiva en Hawara. Para ello combinó la piedra en la estructura con el adobe en el relleno, una técnica que ya habían utilizado algunos de sus antepasados. Para preservar su pirámide de posibles robos, extremó las medidas de seguridad colocando quiebros y rastrillos ingeniosísimos a lo largo del pasadizo de acceso.
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Tras construir una primera pirámide en Dahsur, el faraón Amenemhet III construyó esta como la definitiva en Hawara. Para ello combinó la piedra en la estructura con el adobe en el relleno, una técnica que ya habían utilizado algunos de sus antepasados.
monumento
Con sus 143,5 metros de alto y sus 215,25 de base, la pirámide de Kefrén es sólo tres metros más baja que la de su padre, pero ocupa una superficie bastante menor. La diferencia real entre las dos queda atemperada por el mayor ángulo de inclinación de sus muros y por la superior altura de su emplazamiento, de tal manera que hoy parece la mayor de las pirámides, cuando sólo es la que mejor se conserva. Por dentro difiere mucho de la Gran Pirámide. La cámara del sarcófago está tallada en la roca y sólo el techo, de losas colocadas oblicuamente a dos aguas y el revestimiento de sus muros, son obra de cantería. Antes de la construcción de la entrada definitiva tuvo otra que conducía a una cámara de sarcófago más profunda. Esta zona fue cegada y aún hoy es inaccesible. El cambio de programa obedece seguramente a que el emplazamiento de la superestructura fue trasladado más al sur al ser descubierto en la roca un asiento mejor para la calzada.
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Con sus 143,5 metros de alto y sus 215,25 de base, la pirámide de Kefrén es sólo tres metros más baja que la de su padre, pero ocupa una superficie bastante menor.
monumento
La pirámide de Keops fue construida desde un principio tal y como es, sin vacilaciones en su forma exterior, con una base perfectamente cuadrada y una orientación hacia los puntos cardinales en la que sólo se detecta un error de 3'36".La entrada se encuentra en el lado norte de la pirámide, a 18 m de altura, un poco desplazada del centro (8 m), en dirección al este. De ella parte un corredor en rampa que, después de atravesar la masa de la pirámide, penetra en el subsuelo de roca alcanzando en total una longitud de 97,75 m. A partir de aquí recorre en sentido horizontal otros 8 m hasta una cámara inacabada en cuyo fondo se inicia un corredor sin salida. Este dispositivo parece responder a un plan que preveía un reinado corto del faraón: lo que se pretendía hacer eran dos cámaras, una detrás de otra, como en la Pirámide Roja de Dahsur. El segundo plan entra en vigor cuando la superestructura de la pirámide había alcanzado la altura de la entrada. Entonces se decide, en contra de lo previsto, situar la cámara del sarcófago en la masa de la pirámide y no en el subsuelo. Para hacer el corredor ascendente hubo que practicar un boquete en el techo del corredor n.° 1, a ras del subsuelo, y abrir un túnel en la cantería de la pirámide. El trabajo no se pudo hacer a cielo abierto, como hubiera sido lo cómodo y lo económico si el corredor n.° 3 hubiera estado previsto. Por la disposición de las hiladas, Borchardt pudo señalar exactamente hasta qué altura llegaba la pirámide cuando se llevó a efecto el cambio de plan. El corredor sube en rampa hasta la altura de la entrada del n.° 1, y luego sigue en dirección horizontal hasta el centro mismo de la pirámide, donde se construye la mal llamada Cámara de la Reina, obra que se pudo hacer al aire libre porque a esta altura estaba entonces la pirámide. Cuando aún los trabajos en esta cámara estaban en curso, el proyecto se abandona en favor de otro al que hay que agradecer dos de las maravillas de la arquitectura egipcia: situar la cámara funeraria a mayor altura y construir como acceso a la misma la Gran Galería. Para subir por el corredor ascendente un hombre debe agacharse, pero esta penosa ascensión lo predispone al asombro que le producirá, al término de la misma, encontrarse ante una galería de 8,50 m de alto y 46,50 de longitud. Es la Gran Galería que se dio a conocer al mundo en una de las más importantes ilustraciones de la Expedición a Egipto. Sus paredes de caliza pulimentada suben hasta el techo en siete hiladas, cada una de las cuales sobresale un poco sobre el plano de la inferior para formar una falsa bóveda, cerrada por losas planas y horizontales. El piso consta de una calzada central, del mismo ancho que las losas del techo, y de dos bancos laterales, continuos, provistos de muescas situadas a intervalos regulares para los postes que sostuvieron una plataforma horizontal cuyos bordes encajaban en la ranura continua que surca la tercera hilada de los muros. En esta plataforma de madera se depositaron los bloques que después del funeral de Keops taponaron el corredor ascendente, por cuya entrada no caben. Todas estas disposiciones fueron tomadas mientras se construía la pirámide, pues entre los bloques y el corredor que habían de taponar apenas hay unos milímetros de diferencia. Para que los obreros encargados de la operación de cierre no quedaran atrapados en el interior de la galería, se había hecho en su arranque el pasadizo, que les permitía bajar al corredor descendente y salir por éste al exterior. Este pasadizo fue cerrado por abajo con tanto disimulo, que su entrada no se distinguía en nada del resto del corredor. Así pues, la Gran Galería estaba predestinada a no volver a ser vista una vez que la pirámide se sellase. A pesar de ello, la construcción está realizada con tanto esmero y exactitud, que no se puede meter la punta de una aguja entre dos de sus sillares. El maestro constructor actuó aquí con una precisión de relojero, sin importarle que nunca ojos humanos contemplaran aquella maravilla. Lo mismo ocurre en la Cámara del Sarcófago o Cámara del Rey, separada de la Gran Galería por un vestíbulo preparado para recibir tres rastrillos como cierre. En medio de grandes lastras de granito, perfectamente alisadas y ajustadas, está el enorme sarcófago. La colocación de éste hubo de hacerse durante la construcción, ya que no cabe por ninguna de las entradas. Las paredes, el sarcófago, todo es liso y pulido, sin una inscripción, sin un adorno. El ideal de las grandes pirámides es el ideal escueto y limpio de los sólidos geométricos. No puede haber mayor contraste con la alegre y animada arquitectura interior patrocinada por Zoser. La cámara mide 10 m de longitud por 5 de ancho, y está cubierta por nueve capas superpuestas, de losas de más de 5 m de largo cada una. Las capas están separadas por espacios huecos, y cubiertas al final por un techo a dos vertientes. No sabemos en virtud de qué cálculos se adoptó esta solución. Los arquitectos sabían que sobre la cámara habían de acumularse aún piedras en una altura de 100 m. El caso es que aún hoy, si bien todas las losas horizontales están rotas (probablemente a consecuencia de terremotos), ninguna de ellas se ha desplomado. De la cámara parten, hacia el norte y hacia el sur, dos angostas aberturas que la ponen en comunicación con el exterior a unos 76 m de altura. Nadie sabe para qué se hicieron, aunque se suponen conductos de ventilación. Las descomunales dimensiones de la pirámide, su perfecta orientación (también la cámara del sarcófago está orientada exactamente hacia los puntos cardinales); detalles curiosos como el de que el corredor ascendente enfile con precisión la Estrella Polar, todo ello ha dado pábulo a un sinfín de especulaciones gratuitas en torno a la idea de que en la pirámide se encierra una sabiduría inmensa y arcana, que los egipcios reservaron para un futuro lejano en que otros hombres estarán preparados para comprenderla y encontrar en ella la verdadera salvación. La Gran Pirámide no debe ser considerada por sí sola, sino en el contexto de la extensa necrópolis de la que era centro y cúspide. Los tres cementerios que la flanquean, por el este, el sur y el oeste, responden a sus mismas directrices. Kefrén, el sucesor de Keops, también realizó su pirámide.