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Toulouse-Lautrec realizará a lo largo de su vida múltiples retratos de sus amigos en los que encontramos ecos de la pintura de Degas, el pintor impresionista que más le interesó y con el que más tenía en común, concretamente en la colocación diagonal de la figura a pesar de estar en el centro. El personaje retratado es Paul Leclerq, escritor y director de "La Revue Blanche" cuyo cartel publicitario fue diseñado por Henri. La composición está organizada a través de pinceladas verticales que contrastan con las que encontramos en el lienzo situado en el caballete, cuyas múltiples direcciones rompen con la verticalidad general. Resulta destacable el grado de intimidad que consigue Lautrec en sus retratos, obteniendo el espectador la sensación de conocer al modelo. El propio Leclerq comentó que a pesar de acudir unas doce veces al estudio de Henri sólo había posado tres ó cuatro horas debido a las pocas ganas de trabajar que tenía el artista. Aun así su personalidad está captada con maestría.
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Este retrato que contemplamos, junto al del Doctor Henri Bourges y algunos más, formaba parte de una serie de imágenes de amigos de Toulouse-Lautrec pintada en su estudio de la rue Caulaincourt durante el año 1891. La serie fue expuesta en el "Salón des Indépendents" ese mismo año obteniendo un importante éxito de crítica. Sescau era un fotógrafo muy amigo de Henri, siendo una de las primeras personas que tomó una instantánea de sus obras. En 1896 Lautrec diseñó para él un cartel. Era un auténtico dandy como bien podemos apreciar en esta composición, recortándose la figura ante el fondo del estudio donde encontramos un paisaje japonés relacionado con este cartón al ser largo y estrecho. El arte japonés será un punto de referencia fundamental para todos los artistas de fines del XIX, ya sean impresionistas o post-impresionistas. Como en la mayor parte de su obra, Toulouse-Lautrec se interesa por la línea como bien observamos en la figura del fotógrafo, en los cuadros que se amontonan sobre la pared o en el propio suelo de la habitación. El color no tiene tanta importancia a pesar de su interés por agradarnos con las tonalidades empleadas, especialmente gamas claras que otorgan un mayor atractivo a sus trabajos.
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Toulouse-Lautrec conoció al fotógrafo Paul Sescau a través de su amigo Maurice Guibert, también fotógrafo, convirtiéndose desde ese momento en íntimos. En 1894 Henri le regaló este cartel que contemplamos para la publicidad de su estudio situado en el número 9 de la Place Pigalle como reza la inscripción. Una joven ataviada con sus mejores galas posa en primer plano mientras que el fotógrafo se esconde bajo la tela de su máquina, apareciendo al fondo una mujer desnuda con unas medias negras y un látigo junto a un perro, oculto significado que podría aludir a alguna perversión sexual de Sescau. La planitud de las tonalidades recuerda a la estampa japonesa al igual que el decorativismo y el dinamismo de la composición donde la línea ocupa un papel determinante.
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Paul Viaud era un buen amigo de la familia Toulouse-Lautrec y en él confió la madre de Henri cuando éste fue dado de alta en el sanatorio donde estuvo internado para superar la cura de desintoxicación por su alcoholismo. La misión de Viaud era evitar que volviera a beber pero Lautrec se construyó un bastón especial donde escondía la bebida, resultando el objetivo infructuoso. Juntos pasaron una larga temporada en el yate del almirante y después alquilaron una vivienda en Burdeos. Este retrato que contemplamos fue ejecutado en el castillo de Malromé entre julio y agosto de 1901 para ser colocado en el comedor, posiblemente para formar una serie que no se pudo concluir debido al fallecimiento del pintor el 9 de septiembre de ese mismo año. Viaud se ubica en la zona de la izquierda de la composición, descentrado del encuadre clásico debido a la influencia de la fotografía, reforzando así su aspecto fragmentario y la sensación de inmediatez tan habitual en la producción de Lautrec. Las pinceladas sueltas y abocetadas organizan el conjunto, perdiendo importancia la línea para ocuparla el color, especialmente el rojo de la casaca del almirante. Algunos especialistas enlazan esta pintura con los retratos de Manet. Henri sólo realizó un cuadro más después de este retrato: el Examen en la facultad de medicina, el último de su catálogo.
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El 4 de enero de 1872 nace Paul, el hijo de Cézanne y Hortense Fiquet. El pequeño se convertirá en modelo habitual para el pintor, no como ejemplo de expresión o captación psicológica sino como elemento de experimentación en su constante búsqueda de una nueva pintura basada en el color. No olvidemos una de sus frases más contundentes : "la forma alcanza sólo su plenitud cuando el color posee mayor riqueza". El rostro del muchacho va tomando un mayor aspecto de máscara -de la misma manera que hará años después Picasso- perdiéndose las líneas en beneficio de los tonos. Las formas redondeadas unifican el conjunto, prolongándose una en la otra. La simplificación y la esquematización se adueñan de la composición. La aplicación del color es cada vez más esquemática, dotando de personalidad a cada una de las pinceladas, base del futuro cubismo. De esta manera, tonos en principio inimaginables se sitúan en lugares no habituales como el color azul en el rostro, reflejando la tonalidad del jersey del joven. Cézanne ha superado el impresionismo del que partía y se encamina hacia un estilo totalmente diferente, intentando que el impresionismo se convierta en un arte clásico, digno de entrar en los museos.
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Cézanne y su esposa Hortense se conocieron en 1869, naciendo el único hijo, Paul, en 1972. La pareja contrajo matrimonio en 1886, aunque su relación fue muy especial ya que cada uno hacía su propia vida. Si a su esposa sólo le unía el afecto, por su hijo Cézanne sentía un verdadero amor paterno, convirtiéndole en modelo de algunos de sus lienzos. En este retrato Paul tendría unos quince años, vistiendo ya como un adolescente elegante, con su levita y su sombrero en sintonía con la moda de la época. No olvidemos que tras la muerte de su padre, Cézanne heredó una cuantiosa herencia y que las miserias de épocas anteriores quedaron en el olvido. La figura aparece en la posición preferida del pintor: en tres cuartos, con el rostro girado hacia la derecha y la mirada hacia el lado contrario, estableciendo así una contraposición en las líneas imaginarias que organizan el conjunto. Gracias a esa forzada postura el cuello se mantiene recto, configurando una potente vertical en la composición. Paul recorta su silueta ante una pared empapelada, situándose a su izquierda un biombo. Una vez más, serán las formas geométricas las que se adueñan de la escena -no olvidemos que Cézanne afirma que el pintor debe buscar la esfera, el cono y el cilindro en la naturaleza, formas con las que pretende recuperar el volumen perdido por los maestros impresionistas, anticipándose así al cubismo- siendo el color el vehículo de experimentación del maestro provenzal. El rostro apenas goza de expresividad ya que Cézanne no buscaba en sus retratos captar la personalidad de sus modelos sino que eran una temática más en su continúa búsqueda que le llevara hacia una pintura nueva, con la que introducir el impresionismo en los museos.
Personaje Científico
Su padre era farmacéutico por lo que desde muy temprano siente inclinación por este ámbito. Tras haber realizado cientos de experimentos con productos químicos, se matricula en el Oregon State Agricultural College y estudia ingeniería química. Al licenciarse le ofrecen un puesto de profesor, que desempeña durante un año, y en 1922 entra en el Instituto de Tecnología de California. En este centro trabaja en una tesis sobre el estudio de la estructura cristalina con el uso de rayos X, para conseguir el doctorado en Físico-química. Más tarde se traslada a Europa, donde continúa sus estudios y en el viejo continente entra en contacto con científicos de la talla de Sommerfeld, Bohr o Schödinger. En 1927 regresa a Oregón y comienza sus estudios sobre física cuántica, al tiempo que se dedica a la docencia. Trabajó en el Instituto de Tecnología de California hasta 1962. En los años treinta se adentró en la estructura espacial de moléculas de los aminoácidos. En 1939 publica "La naturaleza del enlace químico", una obra fundamental para cualquier científico. Watson y Crick encontraron en Pauling una fuente de información de primera mano para llevar a cabo sus proyectos. Sus investigaciones relacionadas con la estructura atómica de las proteínas le hicieron merecedor en 1954 del Premio Nobel de Química. En 1962 fue de nuevo llamado por la Academia Sueca al ser elegido merecedor del Premio Nobel de la Paz por su alerta sobre el peligro de las armas nucleares.