Busqueda de contenidos

monumento
El Palacio de Justicia es un enorme bloque de edificios ocupado por las salas de justicia de París. Abarca toda la anchura de la Île de la Cité y ofrece unas espectaculares vistas desde sus torres góticas dominando los muelles. El lugar estuvo ocupado desde época romana y fue sede de la Corona hasta que Carlos V trasladó la Corte al Marais, tras una sangrienta revuelta en 1358. En 1793 el Tribunal Revolucionario empezó a impartir justicia desde aquí. Por lo tanto, la historia del edificio cuenta con una antigüedad de unos dieciséis siglos.
monumento
En la calle San Pedro se encuentra la mansión de los Torres-Burgos, un monumental palacio barroco que puede considerarse el mejor de toda Lucena. Su construcción, promovida por don Antonio Rafael de Mora y Saavedra, estaba en marcha hacia 1730, aunque sus obras deberían continuar aún a mediados de siglo. Su nobleza y empaque se ponen de manifiesto en una alargada fachada de dos cuerpos, de sillares y ladrillo con paramentos de mampostería respectivamente. El primero tiene ventanas con marcos rehundidos de orejetas y el segundo balcones enmarcados por pilastras y frontones rotos con aparatosos remates de pirámides. Bajo dichos balcones cuelgan grandes placados de mixtilíneo perfil. Todos estos motivos contribuyen a dotar de una especial riqueza a la fachada, aunque el principal ornato de la misma es la espléndida portada de mármoles polícromos que ocupa el centro. Su ingreso recto, encuadrado por serpenteantes baquetones, se acompaña de unas solemnes columnas corintias con altos pedestales de decoración geométrica, columnas que sin duda están inspiradas en las de la portada de San Juan de Dios. Sobre ellas monta un colado balcón. Este ofrece un complejo diseño a base de estípetes muy fraccionados y un coronamiento mixtilíneo con blasón, más una serie de pirámides de abultadas formas. Desde la portada se ingresa en un vestíbulo que da paso a un primer patio o apeadero. Detrás de éste se localiza el patio principal, de planta cuadrada, rodeado por arquerías de medio punto con columnas pareadas de mármoles, que alternan con efecto de gran riqueza y color los rojos y azules. El piso de balcones también es de gran riqueza, particularmente por los coronamientos de sus vanos, que acusan acentos góticos en sus moldurajes apuntados y arquillos en trilóbulo. Estos motivos, lo mismo que las pilastrillas y demás elementos arquitectónicos, aparecen en blanco, en contraste con el rojo de los ladrillos de fondo. Entre el apeadero y este patio se emplaza una escalera monumental, dispuesta perpendicularmente respecto al eje de la casa. Presenta tres tramos de peldaños que componen un original trazado en forma de T, evocando soluciones como la de Diego de Siloé para la Escalera Dorada de Burgos. Encima del rellano principal voltea una pequeña cúpula octogonal y sobre los tramos finales medias naranjas. Aquélla se decora con unas aparatosas yeserías, de un incipiente rococó, por lo que cabe fecharlas a mediados del siglo XVIII, en torno a 1760. Por su estilo podrían adjudicarse a Francisco José Guerrero o a su discípulo Pedro de Mena. La escalera se enriquece igualmente con los mármoles y azulejos de los peldaños, así como con los barandales de bronce.
obra
Al igual que el resto de la arquitectura europea de la segunda mitad del siglo XIX, en Bélgica encontramos una fuerte tendencia hacia el eclecticismo. El gusto hacia lo gigantesco que se desarrolla en este joven país se pone de manifiesto en la campaña de construcciones llevada a cabo en su capital, Bruselas, como bien podemos observar en el palacio de Justicia, dominando la ciudad desde su estratégico emplazamiento. Su autor, Joseph Poelaert, dotó al exterior del edificio de un aspecto que recuerda a las construcciones de las antiguas civilizaciones orientales, recurriendo para ello a la unificación de elementos de estilos históricos como el asirio, el egipcio, el jónico o el dórico.
obra
La continuidad del clasicismo monumental de época napoleónica en la Francia de la Restauración tiene un significativo ejemplo en este noble edificio administrativo construido con un frente de veinticinco columnas corintias y caracterizado por soluciones doctrinarias. El interior está constituido igualmente por citas arqueológicas de tradición romana que buscan la sobriedad tanto en la decoración, como en las estructuras, algo que se propiciaba en los concursos para los edificios de representación pública. Tengamos en cuenta que Baltard, que representa la tradición académica conservadora, se formó en la época de los visionarios y enseñó con Durand en la Escuela Politécnica de París.
obra
Cuando se proyectó la ejecución de este gigantesco edificio fue presupuestado en 8 millones de liras, pero durante las obras el presupuesto fue creciendo hasta los 40 millones finales, debido a que estaba situado sobre terrenos pantanosos que hubo que desecar y reafirmar. Calderini eligió el estilo neobarroco para el diseño del enorme edificio. La portada principal está coronada por una cuadriga de bronce realizada por Ettore Ximenes. Estatuas de juristas italianos decoran el exterior, mientras que el interior está engalanado con frescos de Cesare Maccari.