Imagen cedida por la Oficina de Turismo de Grecia.
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Los almacenes del Palacio minoico de Cnosós se situaban en la parte posterior de las habitaciones oficiales. En ellos, unos grandes recipientes de una capacidad máxima de 2500 litros, guardaban productos agrícolas. Sobre estos almacenes se encontraba un segundo piso o piso noble.
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Cnosós, con sus 17.400 metros cuadrados construidos y unas 1500 habitaciones, constituye el principal de los palacios cretenses y en el que Evans vio la sede del mítico rey Minos. De él tomará el nombre para toda la cultura de la isla. Todo el complejo se aglutina en torno al patio central y dividido en dos grandes conjuntos, oriental y occidental, separados por sendos accesos al norte y al sur. En conjunto, en la distribución de las habitaciones, el ala oeste corresponde a la zona oficial y de almacenes, mientras el ala este se hallaba ocupada por los talleres de los artesanos y la residencia particular de la jerarquía nobiliaria del palacio. Las habitaciones del ala este son de tamaño más reducido que las salas oficiales, aunque su altura es uniforme, de 3,5 metros y su disposición interior, de muros ciegos, sólo permite su iluminación a través de los numerosos patinillos o pozos de luz. Las paredes se hallaban profusamente decoradas con frescos, la mayoría casi completamente perdidos.
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Se utiliza en estas pinturas, procedentes del palacio minoico de Cnosós, la técnica al fresco con colores planos, sin matices de sombreados. Se puede apreciar una influencia de la pintura egipcia en la tonalidad oscura de piel que se le da a las representaciones masculinas; sin embargo el tratamiento formal muy diferente.
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La Parisina -procedente del ala occidental del palacio de Cnosós- ha sido considerada como la mejor representación de la femineidad minoica; los simples trazos de su silueta (un enorme ojo frontal, la nariz respingona, los labios pintados) han producido uno de los rostros más atractivos y conocidos de la pintura primitiva. Conserva completo, en la espalda, el lazo o nudo sagrado, un símbolo parlante de la divinidad. Fue denominada así a la vista de su parecido con la moda de ciertas damiselas del París contemporáneo al momento en que Evans exhumó la pintura.
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Salvo una excepción, no se representan en la pintura minoica escenas de guerra. Los temas más frecuentes son los ceremoniales, y los grupos humanos que contemplan algún evento como sucede en este caso. Las mujeres de esta escena procedente de Cnosós aparecen ricamente ataviadas y con camisas de manga corta abiertas, una forma de representación muy común de esta cultura.
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Cuando se visita el ala oriental o doméstica del palacio de Cnosós, el ambiente que más sorprende es el mégaron de la reina. Sus paredes están decoradas a base de rosetas y un gran panel marino de delfines, peces y fondos rocosos, muy sugerente en medio de la suave penumbra que impera en el interior del palacio.
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La Gran escalera del Palacio de Cnosós se alzaba en el patio central y a través de ella se accedía a los cinco pisos superiores. Fue reconstruida por Evans quien levantó los restos caídos y colocó columnas de piedra y vigas de hormigón. Se han conservado cuatro niveles y el principio del quinto así como buena parte de los almacenes.
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Reconstruido en su mayor parte, este relieve pintado -procedente del ala occidental del palacio de Cnosós- representa a un hombre joven, tocado con una amplia tiara y un típico faldellín corto con estuche fálico por todo vestido, al modo egipcio. En el cuello, un collar de cuentas en forma de flores de lis. En la mano izquierda se le supone sujetando a un grifo por medio de una traílla mientras avanza en medio de un jardín de lirios, representados en otras reconstrucciones. Evans quiso ver en él al propio rey Minos.