Escena procedente del palacio de Assurbanipal en Kuyunjik, Nínive, con figuras y paisajes en una visión panorámica, que representa una batalla del ejercito asirio contra ciudades elamitas con dinamismo, lo que contrasta con el paisaje geométrico.
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Relieve procedente del Palacio de Assurbanipal en Kuyunjik, Nínive, representa el momento culminante de las escenas de lucha contra los elamitas: el banquete. Vemos como el rey aparece recostado sobre un diván en el acto de beber. Aparece junto a su esposa Assur-sharrat, ambos rodeados por sirvientes y músicos. En la copa de uno de los árboles podemos observar la cabeza decapitada del elamita Teumman, enviada a Nínive desde el campo de batalla.
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El palacio de Peñaranda de Duero es una de las construcciones civiles más interesantes de la provincia. Aunque construido por el conde de Miranda, hijo de una Fernández de Velasco, conserva la tradición de esta familia en la decoración interior a base de cubiertas de madera y yeserías mudéjares. La gran fachada principal, que forma uno de los lados de la irregular y monumental plaza, pertenece a la primera fase constructiva, destacando la portada con decoración renacentista muy plana, coronada por un busto de Hércules, que sirve de arranque a un programa iconográfico que se desarrolla en los medallones con cabezas de las enjutas del gran patio central, de construcción posterior, en el que destaca la gran escalera de tipo conventual con tribuna. La fachada principal se atribuye a Felipe Vigarny.
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En las aguas del Indre se levanta la majestuosa silueta del castillo de Azay-Le-Rideau, espléndida mansión campestre construida entre 1518 y 1529, durante el reinado de Francisco I. El edificio es una clara muestra de la simbiosis estilística que se manifiesta en Europa a lo largo de los primeros años del siglo XVI. El Renacimiento en Francia se va abriendo paso lentamente pero las referencias góticas aún persisten. Las lumbreras o lucarnas y las altas techumbres todavía aportan un aspecto medieval a la edificación, aunque el aire de fortificación desaparece. Las fachadas presentan sus elementos articulados de manera simétrica lo que es una clara muestra de las influencias renacentistas procedentes de Italia. La planta del castillo tiene forma de ele, habiéndose añadido torres circulares en las esquinas. Estas torres estilizan el edificio e incorporan la figura circular en la planta. El elevado techo se cubre de pizarra, contrastando su tonalidad oscura con las claras piedras de las fachadas. Las ventanas que se abren en los dos pisos están enmarcadas por pilastras jónicas, una aportación claramente renacentista al igual que las molduras paralelas que rodean el edificio.
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Del palacio de Balkuwara se conserva poco más que la planta, pero es un precedente de las organizaciones aúlicas del mundo musulmán posterior, destacando la organización en crucero de sus tres patios alineados, entre los que se intercalan pabellones. El palacio fue construido entre los años 850-860 por el soberano abassí al-Motawakkil, siguiendo las reglas de simetría habituales de este tipo de construcciones. Se trata de una verdadera ciudad amurallada de más de 2 kilómetros de perímetro y unos 800 metros de longitud en su eje mayor. La muralla exterior -uno de cuyos lienzos da al Tigris- está jalonada por 160 torres en forma semicircular, accediéndose al recinto a través de una puerta también flanqueada por dos potentes torres. El eje palatino atraviesa en primer lugar dos jardines rectangulares en "tchahar bagh" que están precedidos por grandes portales con iwans. A continuación -y tras franquear una nueva muralla- se accede al patio para el ceremonial que conduce al vestíbulo y a la sala de audiencias central, de planta cruciforme en cuyo centro se sostenía una cúpula gracias a cuatro iwans, que precede a un nuevo jardín. A ambos lados del palacio encontramos las viviendas de los diferentes miembros del séquito del califa, todas con su respectivo patio, según la costumbre regional.
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Este palacio es uno de los ejemplos más representativos de las típicas casas toledanas. Su patio de estilo mudéjar, junto con su decoración, basada en yeserías y azulejería, son sus principales atractivos. Con el tiempo ha sufrido numerosas restauraciones. En la actualidad es sede de la Obra Social y Cultural de la Caja de Castilla-La Mancha.