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Poco después de su intervención en el Hospital de Santa Cruz de Toledo el cardenal Tavera encarga a Covarrubias la remodelación de los palacios arzobispales de Alcalá de Henares. En esta ocasión, se trataba de regularizar, mediante una drástica intervención, un conjunto de edificaciones medievales que ya habían sido reformadas en tiempos de Cisneros para convertirlas en un verdadero palacio del Renacimiento. Para ello construyó una monumental fachada, cerrada por una galería de arcos rebajados sobre dos pisos de huecos platerescos, un amplio y proporcionado patio, articulado con dos órdenes de columnas que soportan medios puntos en la parte baja y dinteles con zapatas en la superior, y una magnífica escalera donde se concentraba un complejo conjunto decorativo a base de temas heráldicos, trofeos y elementos fantásticos de carácter anticuario. Obras que en su totalidad constituyeron un conjunto de experiencias que necesariamente tuvo que considerar cuando, años más tarde, se le encargó la transformación del viejo alcázar madrileño.
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La traza de este palacio, o mejor, villa suburbana, es de Maderno (1625), que construyó sus alas laterales y dispuso las fachadas. A su muerte, Bernini (1629-32) reordenó su fachada principal y la escalera de honor y levantó, en el flanco derecho del jardín, el escenográfico capricho del ponte ruinante. A Borromini, asistente de ambos (1628-32), se atribuyen las ventanas laterales altas de la logia principal y la escalera oval. Hasta 1653 no se desfondó el atrio.
obra
La traza de este palacio, o mejor, villa suburbana, es de Maderno (1625), que construyó sus alas laterales y dispuso las fachadas. A su muerte, Bernini (1629-32) reordenó su fachada principal y la escalera de honor y levantó, en el flanco derecho del jardín, el escenográfico capricho del ponte ruinante. A Borromini, asistente de ambos (1628-32), se atribuyen las ventanas laterales altas de la logia principal y la escalera oval. Hasta 1653 no se desfondó el atrio.
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Maderno diseñó el atrio del Palazzo Barberini como una especie de ninfeo en el que destacan la serie de hornacinas decoradas con estatuas antiguas de la amplia colección familiar.
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En Roma desde 1619, Borromini trabajó en los tajos de San Pietro como tallista, marmolista y estucador, siendo acogido por Maderno, pariente lejano, que pronto lo empleó como colaborador y diseñador en Sant 'Andrea della Valle (suya es la linterna) y en el palacio Barberini. Muerto Maderno, continuó como principal ayudante de Bernini, que le dio libertad diseñadora, sobre todo en el palacio Barberini (la escalera de caracol y la fachada al jardín serán suyas) y en el gran Baldaquino (el coronamiento es invención suya). Precisamente, en estos trabajos fue donde se gestó el fuerte conflicto que, por contraste de gusto y diferente interpretación de los detalles arquitectónicos, evidenciaba unos objetivos lingüísticos irreconciliables.
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Este palacio fue concebido como residencia regia para acoger a la familia del papa reinante, Urbano VIII. La mansión debía mostrar el fasto y el esplendor del Barroco por lo que se eligió al mejor arquitecto del momento: Carlo Maderno, sustituido posteriormente por Borromini, Bernini y Pietro da Cortona. Se trataba de un enorme proyecto integrado por un cuerpo central articulado en dos largas alas paralelas que continuaban de manera armoniosa las faldas del monte Quirinal. Los Barberini no dudaron en desmantelar parte del Coliseo y del Panteón para lograr materiales de construcción para este palacio.
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