El Museo arqueológico de Villena se encuentra en un magnífico palacio renacentista -que hoy acoge también al Ayuntamiento de la localidad-. Posee piezas que van desde época paleolítica hasta la edad Moderna, sobresaliendo dos tesoros hallados en los alrededores: el de Villena -uno de los ajuares más antiguos de la península- y el del Cabezo, hallado en 1963 y consistente en 35 piezas de oro.
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El Museo Arqueológico Municipal de Cabra fue creado por el Ayuntamiento de Cabra en 1973, siendo autorizado por el Ministerio de Educación y Cultura mediante la Orden de 15 de enero de 1973. El Museo se creó con el objetivo de contribuir a salvaguardar el importante patrimonio cultural e histórico de la localidad, atesorado a lo largo de un pasado milenario. Los fondos que el Museo alberga proceden de diversas campañas y excavaciones arqueológicas que han tenido lugar en el término municipal de Cabra, incrementados con donaciones realizadas por particulares. En sus vitrinas se exponen importancias piezas, representativas de las distintas etapas de la historia de la villa. Comenzando el recorrido por la Prehistoria, la mayor parte de las piezas corresponden a las épocas ibérica, romana, visigoda y musulmana. Algunos objetos poseen un gran valor documental y artístico, como el Diónysos, el Eros dormido, una reproducción del Mithras Tauróktonos y cinco mosaicos de gran interés. Además, guarda el Museo una excelente colección de monedas y un amplio muestrario de fósiles. El Museo se halla situado en la Casa de la Cultura de Cabra, en su planta baja, en una gran sala distribuida alrededor de un patio porticado.
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Las colecciones conservadas en el Museo Municipal de Cartagena, algunas de ellas iniciadas desde el siglo XVI, fueron incrementándose hasta quedar finalmente recogidas en un antiguo edificio que se convertirá en el primer museo, fundado en el año 1943. Las secciones que la integran, ordenadas cronológicamente, arrancan con la Prehistoria. En las primeras vitrinas se muestran las diferentes materias primas de que se valieron los primeros grupos de cazadores-recolectores que habitaron estas tierras para obtener sus herramientas, los utensilios más frecuentes, así como los restos óseos de algunas de las especies de animales que capturaron, desde el periodo del Paleolítico medio hasta el Neolítico. La Cultura Argárica, que constituye el exponente más claro del afianzamiento comercial de los primeros poblados mineros del Sureste, durante el segundo milenio antes de JC., se halla representada a través de algunas formas cerámicas que elaboraron sus artesanos: vasos, cuencos, copas, urnas para enterramientos y pesas de telar para fabricar tejidos de lino El poblado y la necrópolis ibérica de Los Nietos, a orillas del Mar Menor, sintetiza de manera clara la decidida vocación comercial de las gentes que habitaron la costa de Cartagena entre los siglos V y III antes de Jc. Las cráteras griegas pintadas con figuras rojas procedentes del yacimiento de Los Nietos que se exhiben en el museo, son un buen ejemplo de ello. En el apartado dedicado a la minería en la antigüedad, distribuída en series temáticas, se muestran diversos objetos relacionados con esta actividad, picos, martillos, cuñas y otras herramientas, junto a gorros y sandalias de esparto trenzado, esportones para el transporte del mineral, poleas, escalas, lingotes de plomo, etc. La necrópolis tardorromana que se conserva en este museo fué descubierta y excavada en 1967, siendo la parte exhumada el área más importante del yacimiento, que ocupa unos 700 m2. Su interés radica tanto en la variedad de sepulturas que contiene como en los momentos cronológicos hasta los que llega su uso, finales del siglo IV o principios del V, coincidiendo con la implantación del cristianismo.
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Instalado en el antiguo Palacio del Abad de Santa María la Real, es visitable la planta baja, correspondiente a la antigua botica de Santa María, la cárcel del partido judicial y la exposición de Arqueología de la comarca del Najerilla. Los fondos del museo proceden de excavaciones, prospecciones y hallazgos fortuitos, donaciones y compras. Hay piezas pertenecientes a época prehistórica, prerromana, romana y medieval. Cerámica, sarcófagos, columnas, capiteles, utensilios de diversos oficios y una pequeña colección de pinturas.
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A espaldas de la Biblioteca Nacional, y compartiendo espacio con ella, se levanta la sede del Museo Arqueológico Nacional, edificio de estilo neoclásico destinado en principio a Biblioteca, Museos de Arte Moderno y Arqueológico y Archivo Histórico, es el edificio más monumental de la época isabelina. Su ejecución fue lenta: iniciada en 1866, se interrumpió durante el Sexenio revolucionario, continuándose durante la Restauración y concluyendo en la Regencia. La fachada se abre mediante una escalinata con un pórtico dórico y molduras neogriegas en los vanos. La verja es de forja, realizada en 1862.
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El Museo conserva una colección representativa y amplia de materiales arqueológicos que nos permiten compartir la memoria histórica científicamente contrastada y referida al ámbito español y europeo, lo que permite explicar lo que hay de permanente en el ser humano a pesar de los cambios y lo que hay de semejante a pesar de las diferencias; así como reconocer la capacidad inventiva de las generaciones que nos han precedido, fomentando la tolerancia entre los grupos humanos y el aprecio por el Patrimonio Histórico. El Museo se proyecta como una institución científica y cultural sensible a las necesidades investigadoras, educativas y lúdicas de los distintos tipos de visitantes y, por tanto, como un lugar accesible a la investigación científica, al estudio y a la consulta, al aprendizaje y al disfrute, a la exploración y al descubrimiento. Comparte con otros museos la finalidad de facilitar el acceso físico e intelectual a las colecciones, pero de un modo específico este Museo quiere transmitir a la sociedad el interés del conocimiento de nuestro pasado a partir de los materiales arqueológicos, que nos permiten compartir la memoria histórica científicamente contrastada y referida al ámbito español y europeo. La comprensión del significado de los restos arqueológicos también ayudan a explicar lo que hay de permanente en el ser humano a pesar de los cambios y lo que hay de semejante a pesar de las diferencias; así como reconocer la capacidad inventiva de las generaciones que nos han precedido, fomentando la tolerancia entre los grupos humanos y el aprecio por el Patrimonio Histórico. La ubicación del Museo Arqueológico Nacional es privilegiada. Se emplaza en la calle Serrano 13, entre la Plaza de la Independencia y la Plaza de Colón, en pleno barrio de Salamanca y muy cerca de los jardines del Buen Retiro. Esta privilegiada situación facilita que la visita al Museo se pueda complementar con un agradable paseo histórico y recreativo por el novecentista barrio de Salamanca, constituido hoy en un importante polo comercial con librerías, refinadas cafeterías, variados restaurantes, tiendas de moda de firmas nacionales e internacionales y un buen número de galerías de arte, casas de subastas y anticuarios. Es importante destacar su proximidad a otros importantes museos, como el Museo del Prado, el Museo Thyssen-Bornemisza y el Museo Nacional Centro de Arte Reina Sofía, consolidando un circuito histórico-cultural de gran interés. La exposición permanente, que se despliega en tres plantas con 39 salas, permite hacer un recorrido histórico por la península Ibérica desde la Prehistoria hasta el siglo XIX y admirar las colecciones de Egipto y Grecia y la constituida por las cien mejores piezas del Monetario. El Museo dispone también de la reproducción parcial de la sala de los policromos de la cueva de Altamira. Durante el recorrido se puede descansar en los bancos situados en las salas. Entre la planta cero y la primera, se encuentran los servicios higiénicos y una fuente para beber agua.