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El mundo de la prostitución será para Toulouse-Lautrec fuente inagotable de inspiración; él mismo se jactaba de vivir en un burdel, aunque estuviese prohibido. Si eso no es cierto, lo que sí resulta evidente es el contacto del artista con la otra cara de la prostitución, es decir, cuando las mujeres no están en el salón. Ésta que contemplamos es una de esas imágenes en la que ofrece la vida cotidiana del prostíbulo: las mujeres aparecen con sus batas, sentadas alrededor de una mesa, con gestos aburridos, posiblemente esperando que llegue la noche y el trabajo. En el espejo se refleja el rostro de una de ellas que está hablando, pero su conversación no debe ser tan interesante como para levantar el tedio. Toulouse-Lautrec se detiene en las figuras y en contar una historia, siendo el colorido secundario en sus composiciones. Aquí es aplicado con largas pinceladas que no terminan la superficie de la figura, creando un curioso efecto. La línea es para él más importante que el color, a pesar de que emplea una gama cálida, con rosas, amarillos y azules de gran belleza. También le llama mucho la atención la fotografía, cuya influencia se hace evidente, como también sucede en Degas.
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Las islas de San Lázaro, descubiertas en 1524 por Magallanes, fueron rebautizadas el año 1542 con el nombre de Filipinas por la expedición de Villalobos, en honor al monarca español. Constituían un punto de llegada del que no se podía regresar a América, hasta que el virrey de México, don Luis de Velasco, decidió dar crédito a los informes del religioso agustino fray Andrés de Urdaneta, que aseguraba ser capaz de encontrar la ruta del tornaviaje desde las islas especieras hasta México. Legazpi emprendió la conquista de Filipinas, una de las más difíciles que realizaron los españoles, ya que suponía dominar un espacio de unos 300.000 kilómetros cuadrados, divididos en unas 7.000 islas e islotes, y en las cuales había unos 600.000 habitantes pertenecientes a etnias muy diferentes. Los españoles trasplantaron a Filipinas su sistema indiano. Legazpi otorgó 98 encomiendas e impuso a los nativos un tributo de 8 reales por año, pagadero en dinero o en especie. En 1572 falleció Legazpi y el mando fue a manos de Guido de Lavezares. Durante su mandato se completó la conquista y se asentó el régimen colonial. Gráfico
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Las mujeres latinas, históricamente hablando, han sabido salir a la calle siempre que ha hecho falta, para reindicar sus derechos o los de los suyos. Por eso fue significativa la participación de las mujeres en el primer proceso armado que se generó en la época de los Radicalismos, la Revolución Mexicana: Hermila Galindo, Juana Belén Gutiérrez de Mendoza; Dolores Jiménez Muro, Carmen Parra, Carmen Serdán y Mariana Gómez. Maderistas, Villistas o revolucionarias en general, pelearon, hicieron de enfermeras, alentaron a los hombres, lucharon por aquello en lo que creían e imaginaron un México más justo. Exactamente igual que hicieron Inés Malváez frente a Victoriano Huerta, y -en el México cardenista- María Goyaz, dirigente en la Guerra Cristera frente al laicismo del gobierno. Lázaro Cárdenas estaba casado con Amalia Alejandra Solórzano, quien pese a su posición de Primera Dama restringió al máximo su presencia pública, aunque no dejó de impulsar a título particular los derechos de las mujeres y la beneficencia social. En Bolivia varias fueron las mujeres que hicieron frente a la explotación injusta de la mano de obra, mayoritariamente indígena, por parte de la Rosca de los Barones del Estaño. María Barzola y Peta Infantes realizaron su actividad en los 40-50. A partir de entonces se estructuró una tradición activista sindicalista y resistente muy arraigada en la que siempre ha habido mujeres defensoras de los derechos humanos puesto que también las ha habido siempre entre las víctimas de los abusos y tremendas e injustas condiciones laborales que generan las difíciles condiciones de vida personal y familiar. Domitila Barrios de Chúngara en los 70, junto a Aurora de Lora, Angélica Flores, Nelly Paniagua y Luzmila Rojas retomaron el puesto de las anteriores y lideraron los movimientos frente a la Patronal a través de la huelga de hambre. Actualmente hay otras vías: recientemente Rosario Chacón creaba el Capítulo Boliviano del Ombudsman -equivalente al Defensor del Pueblo-. En Argentina hubo mujeres en el Movimiento Montonero (1970-76) como Pilar Calveiro, exiliada en el 77 y dedicada después a la vida intelectual, Norma Arrostito y Cristina Liprandi. Si primero se identificaron con el Peronismo Revolucionario, después evolucionaron bajo la influencia de la Revolución Cubana y la caída de Allende hacia la acción revolucionaria izquierdista. Otra corriente es la de la Defensa de los Derechos de los Indios. A lo largo del siglo XX se ha estructurado de maneras diversas, desde la intelectualidad, los movimientos políticos, la resistencia y el activismo siempre con el objetivo de llegar a la actuación legítima desde las Cámaras Representativas. Algunas mujeres destacan en este sentido: desde la intelectualidad peruana vinculada a José Carlos Mariátegui y el círculo del Amauta, hay que mencionar a su propia mujer, Anita Chiappe, que editó las obras de su marido tras su muerte, Magda Portal o Dora Mayer. Dentro del Aprismo Peruano y su política social tuvo su papel Carmen Rosa Rivadeneira. Guatemala supone asociar a Rigoberta Menchú, Otilia Lux y Rosalina Túyuc -mayas todas ellas- con otras mujeres defensoras de los Derechos Humanos como Nineth Montenegro. La mujer más emblemática de esta trayectoria en Ecuador es Nina Pacarí. Gráfico Después durante las diversas dictaduras o de forma más general el avance del fascismo y otras doctrinas que pretendían recortar las libertades sociales algunas mujeres tuvieron actuaciones destacadas que en algunos casos les llevaron a perder la vida; quizá las más emblemáticas sean las tres hermanas Antonia María Teresa Mirabal; Patria Mercedes Mirabal y María Argentina Minerva Mirabal durante el Trujillismo en la República Dominicana; Nela Martínez Espinosa que intervino en el derrocamiento del Presidente ecuatoriano Carlos Arroyo, en 1944; o en Argentina Cora Ratto, que activó los movimientos contrarios al avance de las ideas nazis y fascistas. Otro fenómeno tiene lugar en los espacios públicos cuando las mujeres trasladan su rol doméstico y materno a acciones comunitarias que persiguen el bienestar y desarrollo de los más desfavorecidos a través de servicios autogestionados de protección, sanidad, organización de comedores públicos, atención primaria de la salud, educación popular, etc. Ese trabajo ha generado en las mujeres una perspectiva integral del desarrollo comunitario. Estas nuevas agentes del bienestar social surgidas en el ámbito local protagonizan las luchas solidarias, convertidas en interlocutoras sus con sus respectivos gobiernos, lo que les ha otorgado cierto poder político. En el proceso de democratización del Perú Elena Moyano y Pascuala Rosado trabajaron en esta dirección. Las dos fueron asesinadas por Sendero Luminoso. La Revolución Cubana cuenta con su propia historia de las mujeres: desde intelectuales vinculadas a las profesiones liberales - Mirta Aguirre, Yolanda Aguirre, Dora Alonso- profesionales que pasaron a la acción revolucionaria directa -Vilma Espín, Hilda Gadea, - miembros del Movimiento 26 de julio, combatientes en el asalto al Cuartel de Moncada y/o en la Sierra Maestra -Aleida March, Celia Sánchez, Melba Hernández, Haydée Santamaría- y protagonistas de la irradiación cubana a través de la acción guerrillera en Bolivia de Ernesto Ché Guevara como Rita Valdivia, Loyola Guzmán de Lara, y Tania la Guerrillera. Naturalmente hay mujeres con nombre propio en la lucha frente al régimen castrista y su constante violación de los Derechos Humanos: Maritza Lugo, M? Elena Cruz y Julia Cecilia Delgado son algunos ejemplos destacados. Por su parte, Monika Ertl es quizá la más emblemática entre las mujeres en la guerrilla boliviana desde el Ejército Nacional de Liberación. Pero si durante la Revolución cubana y el auge del castrismo la mujer, la camarada era un soldado dispuesto a morir, compatibilizando el nacionalismo militante y el feminismo tradicional, la situación de las cubanas no cambió: hicieron papeles masculinos pero no se invirtió el orden de los roles: el hombre era encabeza de familia y la mujer se ocupaba de la casa. Desde 1960 ha actuado la Federación de Mujeres Cubanas dirigida por Vilma Espín hasta su muerte: campañas de alfabetización en las que trabajaron miles de maestras; se produjo su inserción en el mercado laboral, se diseñó una educación no sexista, y se fue asumiendo institucionalmente la perspectiva de género. La Federación de Mujeres Cubanas ha obtenido resultados legales importantes como la Ley de descanso maternal (1974) o el Código de la Familia (1975). A comienzos del siglo XXI las mujeres representan el 62 % del total de universitarios; el 22 % fuerza de trabajo y el 28% de los Miembros de la Asamblea Nacional. Se ignora en cambio el número de mujeres presas, torturadas o depuradas. Con la disolución de la URSS, la situación en la isla se hizo muy difícil. Y esto cambió la situación de la mujer cubana. Parte de la economía sumergida de supervivencia la gestionan las mujeres: abuelas que organizan en su casa y cobran la "guardería" en dólares; mujeres que alquilan habitaciones, o hacen y venden dulces y pan en su hogar; las jineteras siguen aumentando dado que Cuba es uno de los principales destinos del turismo sexual. A veces ganan más que sus maridos y/o los hombres de su familia, y esto está produciendo una reversión de responsabilidades que los hombres perciben -entre otras cosas- como "antirrevolucionaria". Gráfico Los años setenta y ochenta dieron lugar, asimismo, a diversos movimientos sociales pacíficos pero persistentes en defensa de los derechos humanos que estaban siendo vulnerados por dictaduras y regímenes déspotas. La incansable protesta de cientos de mujeres reclamando justicia y libertad, como es el caso de las Madres de Plaza de Mayo en Argentina, constata el poder que hasta el día de hoy han llegado a mantener en el orden político. Hebe de Bonafini, fundadora de Madres de Plaza de Mayo, que salió a la calle en 1977 tras la desaparición de su hijo, es un ejemplo. En Centroamérica, las guerras civiles supusieron décadas de difícil posición para las mujeres: muchas se sumaron a la lucha armada mientras se ocupaban también de sus hijos y la manutención de sus familias. En El Salvador, un 33% de las fuerzas revolucionarias estuvieron representadas por las mujeres; en Guatemala al 18%. Su compromiso en el conflicto bélico ha perdurado en la postguerra trabajando en la reconstrucción, el desarrollo y la reinserción social de todos los grupos excluidos, ejerciendo un papel preponderante en los Acuerdos de Paz, la mayoría firmados en la década de los 90. En Nicaragua, la revolución sandinista situó a las mujeres en posiciones intelectuales, políticas, activistas e incluso de intervención en la lucha armada. Hay que mencionar a Dora M? Téllez -Comandante Dos- Mónica Baltodano, Gioconda Belli, Doris Tijerino, Daisy Zamora, Rosario Murillo o Claribel Alegría. Enfrente, la figura de la temida somocista Nicolasa Sevilla, la Colacha.
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Una de los rasgos que pueden señalarse de la historia de la Filipina Democrática es el hecho de que en sus sesenta años de vida independiente ha tenido dos mujeres rigiendo los destinos del país. Este dato resulta relevante si se tiene en cuenta que no muchos países de la Europa democrática o Estados Unidos pueden envanecerse de ello. También es una muestra del papel que juega la mujer filipina en la mente de sus contemporáneos. Corazón Aquino -Cory Aquino- fue la primera mujer presidente de Filipinas de la etapa democrática. Fue ella la que lideró -tras el asesinato de su marido, Ninoy Aquino-, la oposición política al presidente Marcos. Ferdinand Marcos se había perpetuado en el poder desde 1965 mediante elecciones fraudulentas. Cory Aquino había sido educada en prestigiosas universidades americanas y tuvo que vivir varios años en Estados Unidos al acompañar a su marido en el exilio. El presidente Marcos atrajo a Ninoy Aquino de nuevo al país prometiéndole entablar negociaciones. Acudió aún a sabiendas de que se trataba de una trampa y efectivamente fue asesinado en el mismo aeropuerto de Manila. Su mujer toma el relevo y va ganando cada vez más partidarios. El 7 de febrero de 1986 el presidente Marcos convoca unas elecciones presidenciales. Corazón Aquino se presenta a petición de sus seguidores, avalada su candidatura por la firma de un millón de personas. Sin embargo, una vez más, Marco ganó las elecciones. Cory Aquino dispuesta a desenmascarar el fraude convocó una manifestación a la que acudieron una masa importante de la población filipina y propuso una campaña de desobediencia civil que implica no pagar impuestos, boicotear las empresas de Marcos y de sus colaboradores, etc. Por su parte, el presidente electo, Ferdinand Marcos, envió emisarios a varios países para convencer a sus gobiernos de que ha vencido en unas elecciones legítimas. Las hijas de los ex-presidentes recorren las embajadas extranjeras en Manila para convencerles de lo contrario. Al mismo tiempo, el Ministro de Defensa y el Jefe del Estado Mayor se declaran en rebeldía contra el gobierno del presidente Marcos, refugiándose en el campamento Aguinaldo el 22 de febrero de 1986. El presidente trató de capturarlos. Convocados por el cardenal Sin el pueblo filipino se lanzó a la calle para defender a los rebeldes sin más armas que el rosario con los sacerdotes y religiosas a la cabeza. La mayor parte de las tropas enviadas acabaron uniéndose a los más de dos millones allí reunidos. Ante el masivo apoyo de la población, el 25 de febrero de 1986 Corazón Aquino y Salvador H. Laurel juran sus cargos. También lo hace Marcos en otro lugar rodeado de un pequeño número de seguidores, pero ante la tensa situación decide salir del país con su familia ese mismo para exilarse en Estados Unidos. Gráfico Restablecida la normalidad, la Presidenta Aquino cumple sus promesas: se desmantela el anterior aparato gubernamental, se reorganiza la judicatura y el cuerpo legislativo. Se designa también a cincuenta personas, encabezados por la Magistrado Cecilia Muñoz-Palma, para redactar una nueva Constitución, que es aprobada por la Presidente el 15 de octubre de 1986 y ratificada en referéndum el 2 de febrero de 1957. Uno de los mayores trances que sufrió este gobierno es la serie de golpes de estado: 7 de julio de 1986; noviembre 1986; enero 1987; agosto 1987 y diciembre de 1989. La opinión mundial duda de la estabilidad política del gobierno de Aquino, pero lo cierto es que todos esos alzamientos se frustraron en muy poco tiempo y sin derramamiento de sangre. El 11 de mayo 1992 se convocan elecciones presidenciales. Existe una demanda generalizada de que la Presidenta se presente a la reelección, aunque esto suponga enmendar la Constitución. Aquino se niega. Considera que asumió la presidencia para restaurar la vida democrática, elaborar una constitución respetuosa de los derechos humanos y convocar unas elecciones. Los objetivos que se había propuesto se han cumplido y desea ceder el testigo a otros. La persona que sale elegida en las elecciones es Fidel Ramos, uno de los Generales que se había rebelado contra la tiranía de Marcos. En el gobierno de Corazón Aquino había entrado una mujer que sería una futura presidente del país. Gloria Macapagal-Arroyo llevaba en la sangre la vocación política pues su padre, Dionisio Macapagal había sido presidente de Filipinas en el período 1961-1965. Una hermana de Gloria, Cielo Macapagal-Salgado también ejerció diversas funciones políticas. Fue vice-gobernadora de la Pampanga en dos períodos en 1988 - 1992 y 1995 - 1998 y Presidente del Banco Nacional de Filipinas desde 1999 hasta la actualidad. Fue nombrada Directora de la Junta de Exportación de Manufacturas Textiles. Su buena actuación le valió la designación como titular de una de las subsecretarías del Departamento de Comercio e Industria. Sin embargo, salió del ejecutivo en el mes de junio de 1992, cuando Fidel Ramos sustituyó a Aquino en la presidencia. Siguió su carrera política como senadora por el partido de corte conservador Lucha por unas Filipinas Democráticas (LDP). En agosto de 1994 se alió con el partido del presidente Ramos, Poder Popular-Unión Nacional de Democristianos (LE-NUCD) de tendencia centrista. En las elecciones legislativas del 8 de mayo de 1995, Macapalag sale reelegida como senadora. Pero las principales luchas que tuvo que afrontar fueron en el seno de su propio partido, lo que le decidió crear su propio partido, Asociación de Ciudadanos Filipinos (KAMPI), que pactó con el LE-NUCD y con los Demócratas Musulmanes Unidos de Filipinas (UMDP). Fue designada entonces vicepresidenta de la coalición y candidata a la vicepresidencia del país en las elecciones del 11 de mayo de 1998, puesto que alcanzó y ejerció bajo la presidencia de Joseph Estrada. El 20 de enero de 2001, tras la grave crisis social y económica del gobierno, y por razón de su cargo de vicepresidenta, se convertía en el 12? presidente del país con mandato hasta 2004. Posteriormente fue reelegida por seis años más. A finales de mes de febrero de 2006 se enfrentó a un golpe de estado -que implicaba a miembros del ejército, opositores políticos y población civil, pero logró evitar sus consecuencias.
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El tema de la prostitución llamó la atención de buena cantidad de artistas franceses, especialmente Degas y Toulouse-Lautrec, pero también Manet. Numerosas jóvenes procedentes del campo llegaban a París con la idea de progresar y ganar un buen salario en las nuevas industrias que se estaban creando. Una vez en la capital se encontraban con la cruda realidad: el deseado trabajo no llegaba y no tenían dinero ni moral para volver a su lugar de origen, engrosando las filas del llamado oficio más antiguo del mundo. Como tema contemporáneo que era, los impresionistas lo trataron con frecuencia. Las protagonistas son unas toscas y feas prostitutas que esperan, sentadas en la terraza de un café, la llegada de un posible cliente. La composición se estructura a través de las columnas de la terraza que dividen la escena en varias franjas verticales y rompen el espacio para crear sensación de movimiento. De esta manera se muestra la influencia de los grabados japoneses, que solían disponerse similarmente. La perspectiva empleada es algo elevada, como si se tratara de una figura que avanza hacia el grupo - el camarero o un cliente - lo que crea un maravilloso efecto de inmediatez. Al ser un pastel sobre monotipo las masas de blancos y negros abundan en la escena, animada por las tonalidades malvas, rojas y grises. La luz artificial del local, de las farolas y de los escaparates es un gran logro del artista que refuerza así la comentada sensación de realismo.
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Victoria Kent y Clara Campoamor, enfrentadas con el voto femenino, universitarias, abogadas y políticas, no fueron las únicas que destacaron en los años 30. Carmen Magallón Portolés ha estudiado concienzudamente la aportación femenina al campo de las Ciencias Experimentales durante la Segunda República. Así, ha puesto de manifiesto la identidad y contribuciones de 36 mujeres que entre 1931 y 1936 trabajaron en el Instituto Nacional de Física y Química, una de las instituciones creadas por la Junta para Ampliación de Estudios. Esas 36 mujeres, de un total de 158 personas, suponían el 22% de los investigadores del Instituto: una cifra nada despreciable. Las científicas que allí desarrollaron su carrera profesional procedían de familias de clase media, con padres de profesión liberal; 11 de ellas eran antiguas alumnas del Instituto-Escuela; 8 fueron becadas para investigar en el extranjero; y al menos 9 lograron terminar el doctorado. Sus trabajos se centraron en Esprectoscopia y Química-Física. De esas 36 mujeres, 18 produjeron un total de 63 artículos científicos, pues no todas llegaron a publicar. Seis de ellas destacan sobre las demás, ya que fueron autoras de las tres cuartas partes de la literatura científica citada: Jenara Vicenta Arnal, Teresa Toral, Piedad de la Cierva, Dorotea Barnés, Teresa Salazar y Carlota Rodríguez. De Jenara Vicenta Arnal fue la mujer que más publicó del Instituto Nacional de Física y Química, 11 artículos a lo largo de estos años. En 1931 logró ser catedrática interina de Física y Química en el Instituto Nacional Femenino de Barcelona. En 1932 fue becaria de la Junta para Ampliación de Estudios y pasó seis meses en Alemania y Suiza investigando en temas de electroquímica y físico-química. En 1932-33 obtuvo por concurso la cátedra del Instituto Velázquez de Madrid. Dorotea Barnés González se doctoró en 1931 con una tesis sobre la cistina. En 1931-32 empezó a trabajar en la sección de Espectroscopia del Instituto Nacional de Física y Química, concretamente en Raman, y viajó a Graz para trabajar un tiempo con el científico europeo que más había investigado sobre ello. Publicó cinco artículos y fue la introductora de la espectroscopia Raman en España. En 1933-34, además seguir con sus investigaciones, logró la cátedra de Física y Química en el Instituto Lope de Vega de Madrid. El matrimonio le apartó de su trabajo profesional antes de estallar la Guerra Civil. Hubo de salir de España con su marido y su hija de pocos meses. En Francia trabajó en un Liceo. A su vuelta a España ocultó tanto sus apellidos como sus grados y méritos académicos.. Amparo Poch y Gascón (1902-1968), que había estudiado Medicina en Zaragoza durante los años 20, en los 30 desarrolló una carrera peculiar. En Valencia entró en contacto con los medios libertarios. Colaboró en todas las revistas anarquistas, hasta el fin de la guerra. Especialista en Pediatría y Puericultura, hizo en el libro La vida sexual de la mujer (Valencia, 1932), una defensa del sexo lúdico, la coeducación y la revolución social. Su seudónimo en los medios anarquistas fue "Doctora Salud Alegre". Recorrió ateneos, escuelas, locales sindicales o cualquier lugar donde un grupo de trabajadoras estuviera dispuesta a escucharla. De esta experiencia itinerante surgirían el Grupo Ojino y Mujeres Libres. La agrupación contó con un órgano mensual de prensa, Mujeres Libres (1934-1938). En 1936, con Federica Montseny como ministra de Sanidad, Amparo Poch fue nombrada Directora General de Asistencia Social: se dedicó a la reinserción de las prostitutas y a poner en marcha las granjas escuelas para niños. Ambos proyectos tuvieron una vigencia limitada, pues fueron superados por la dinámica de la guerra y en especial por la defenestración del gobierno y sus cuatro ministros anarquistas en mayo de 1937. Se exilió en 1939. Teresa Toral, nacida en Madrid el 20 de mayo de 1911, se licenció en Química con Sobresaliente y Premio Extraordinario en 1933. A partir de ese momento fue colaboradora del Instituto Nacional de Física y Química, en la sección de Químicas. También fue ayudante de prácticas en la Facultad de Ciencias de la Universidad de Madrid. En 1939 fue detenida en la capital y encarcelada en la prisión de Ventas. Piedad de la Cierva Viudes (1913-2007) se licenció en Químicas en Murcia en 1932 con Premio Extraordinario. En 1934 se doctoró. Desde 1932 hasta 1936 trabajó en el Instituto Nacional de Física y Química en la sección de rayos X. Publicó 7 artículos científicos durante su estancia en este organismo. En 1936 recibió una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios para dedicarse a la Física teórica en Conpenhague. Carlota Rodríguez de Robles Junquera (1907) se licenció en Química con Premio Extraordinario en 1933, en la Universidad de Madrid y logró el doctorado en 1936. En esos años publicó cuatro artículos científicos, mientras investigaba en la sección de Química-Física en el Instituto Nacional de Física y Química. Por su parte, Teresa Salazar Bermúdez ya era Doctora, con Premio Extraordinario, en 1931. Trabajó en el Instituto Nacional de Física y Química y su trayectoria estuvo unida a la revisión de pesos atómicos. Con este fin, disfrutó una pensión de la Junta para Ampliación de Estudios y pasó unos meses en París para profundizar en el núcleo atómico. Publicó cinco artículos científicos y colaboró estrechamente con el Dr. Moles, con quien realizó algunas de las publicaciones aludidas. Entre 1930 y 1933 fue profesor auxiliar de la Facultad de Ciencias de Madrid. Isabel Torres, que había realizado su tesis doctoral en Nutrición en la Casa de Salud de Valdecilla, fue en los años treinta una importante promesa en investigación. 1933 obtuvo una beca post doctoral para trabajar sobre la estructura de las vitaminas en el Instituto de Patología Médica de Madrid, con José Collazo. En 1934 recibió una pensión de la JAE que le permitiría seguir con ese tema en Heidelberg. Pero cambió de destino y se dirigió a Munich, donde estudió la estructura química de la vitamina K. Renovó un año más y estando allí sobrevino la Guerra Civil. Tenía una propuesta del Dr. Marañón para regresar en 1937 con un puesto de investigadora en el Hospital Central. Pero en 1939 sus colegas y maestros estaban en el exilio y no tuvo posibilidad de continuar con su carrera. La presencia de un porcentaje no pequeño de mujeres en el mundo científico y la brillantez de las carreras brevemente reseñadas aquí, hace pensar que el movimiento de incorporación a la vida profesional empezaba a tomar ciertas dimensiones. De hecho, si nos fijamos en las becas que ofreció la Junta para Ampliación de Estudios, desde su creación hasta la Guerra Civil, vemos que en los años 30 aumenta de manera considerable el número de mujeres que reciben una pensión. Entre 1908 y 1919, la Junta concedió 645 becas, 27 de ellas a mujeres, lo que supone un 4%; en el período 1920-1929 las cifras son 539 ayudas, 41 de ellas disfrutadas por mujeres, y un porcentaje del 8%; por fin, en el corto segmento 1930-1934, se concedieron 410 becas por parte de la Junta, de las cuales 53 fueron destinadas a mujeres y el porcentaje se elevó hasta el 13%. Cabe suponer que estos números hubieran seguido la tendencia natural al alza que ya llevaban de no haber sobrevenido la Guerra Civil. De estas 53 becas de los años 30 destinadas a mujeres, la mayoría, 35, fueron disfrutadas por maestras de Normales, directoras de Primera Enseñanza, directoras de grupos escolares, así como por mujeres que practicaban actividades artísticas: canto, pintura, escenografía. Es decir, no exactamente a licenciadas universitarias. Las científicas se llevaron 18 de esas 53 pensiones, lo cual supone una proporción mucho menor, aunque se pueda afirmar -a la vez- que en aquel período de 8 ayudas concedidas para investigación en ciencias experimentales, 1 era para una mujer. No es una mala proporción. También hubo pensiones para licenciadas en Humanidades. En 1930, Adela Trepat, catedrática del Instituto de Reus pasó 14 meses en Alemania estudiando Epigrafía latina. En 1932, Amanda López Meneses, Licenciada en Filosofía y Letras estuvo dos meses en Francia realizando 'investigación histórica', sin más concreción. También en 1932 Teresa Andrés Zamora, del cuerpo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, pasó once meses en Alemania realizando estudios de esta última especialidad. En 1934 nos encontramos con María Encarnación Cabré, que pasa igualmente 11 meses entre Francia, Suiza y Alemania realizando estudios de Etnografía y Prehistoria. Era Licenciada en Filosofía y Letras. Igual que las becas logradas por las mujeres científicas parecen estar relacionadas con los intereses de sus equipos o con sus propias tesis doctorales, las de las maestras o licenciadas en Letras dan la impresión de ir dirigidas a ampliar conocimientos, teóricos o prácticos, a adquirir técnicas pedagógicas, pero no a realizar auténtica investigación. Entre las mujeres universitarias que desarrollaron carreras profesionales de prestigio en los años 30 en ámbitos ajenos a la ciencia, hay que citar a Josefina Carabias, Licenciada en Derecho y periodista de enorme popularidad en el Madrid republicano. Alojada en la Residencia de Señoritas, comenzó en 1931 su trabajo en la prensa. Fue redactora -exactamente, corresponsal parlamentaria- del diario La Voz, la única en ese momento de un periódico de información general. Colaboró en Crónica y Mundo Gráfico, semanarios; y en otros diarios como Ahora y en otras revistas como Estampa. En 1934 se incorporó a Unión Radio, convirtiéndose en la primera locutora de noticias en España. Además en 1932 había aprobado las oposiciones para Registradora de la Propiedad. Se casó en 1936 y salió al exilio al estallar la Guerra Civil, no pudiendo volver hasta 1943. Gráfico María Lacunza, otra licenciada en Derecho fue la primera navarra que obtuvo este título y también la primera en colegiarse en Pamplona (1927). En 1932, en Madrid, ingresó como funcionaria en la Administración del Estado, ocupando una plaza de auxiliar interino en el Ministerio de Agricultura, Industria y Comercio, en la Inspección General de los servicios social-agrarios. Fue secretaria de una Comisión organizada en 1932 para estudiar la reforma agraria en diversos países, y se le expidió pasaporte para viajar al extranjero. No perteneció a ningún partido y por ello fue sospechosa para la República una vez estallada la Guerra Civil y depurada en 1940 por el régimen de Franco. Existen mujeres que trabajaron en el Centro de Estudios Históricos, creado por la Junta para Ampliación de Estudios, pero no estamos en condiciones de asegurar que fueran licenciadas, ni que sus trabajos estuvieran dirigidos a enriquecer la investigación de un equipo o a realizar sus propias tesis doctorales, como sí ocurría en el caso de las mujeres del Instituto Nacional de Física y Química. Podemos citar a María Teresa Casares, Consuelo Gutierrez del Arroyo, María Brey y Carmen Díaz Caamaño, a quienes encontramos en 1932 trabajando en el Instituto de Estudios Medievales, dirigido por Sánchez Albornoz, en la sub-sección de "Diplomas". Los nombres de Pilar Loscertales y Ana Pardo aparecen en la sub-sección de "Fueros". En la misma fecha, María Victoria González Mateos trabajaba como becaria en el Fichero de Arte Antiguo, con Ricardo de Orueta y Sánchez Cantón. Sacaron a la luz dos volúmenes de Monumentos Españoles en 1932. Por último, hay que referirse a María Millás, que en 1933 publicó "Contratos de judíos y moriscos del reino de Navarra", en el Anuario de Historia del Derecho Español, una revista del Centro de Estudios Históricos. Por los años 30 siguieron también con actividad profesional mujeres que ya contaban con cierta trayectoria, como María Sánchez Arbós que en 1933 obtuvo la primera plaza en las oposiciones a directora de grupo escolar, y que en 1934 fue nombrada para uno de nueva creación, experimental en buena medida, y llamado no por casualidad "Francisco Giner de los Ríos". También podemos referirnos a María Moliner, que a partir de 1931 trabajó en la Biblioteca del Ministerio de Hacienda en Valencia, dio clases en la Escuela Cossío, seguidora de los métodos y la mente del Instituto-Escuela de Madrid; y a partir de septiembre de1936 pasó a dirigir la Biblioteca de la Universidad de Valencia. Hubo otras muchas mujeres anónimas que desarrollaron sus carreras en el mundo profesional. Conocemos, por ejemplo, el dato de profesoras de los Institutos de Enseñanza Media, puesto al que se llegaba por oposición y con una licenciatura previa: en 1930-31 eran 144; en 1931-32 bajaron a 126; pero en el curso siguiente, 1932-33, casi se doblaron: hubo 236 mujeres que impartieron enseñanzas variadas en los establecimientos oficiales españoles de Enseñanza Media. Hay que añadir, por último, que la Universidad en sí misma fue una de las instituciones que más tarde abrieron sus puertas a la carrera profesional de la mujer. El personal docente femenino fue muy escaso -ya vimos algunos ejemplos en los años 20- y estuvo siempre en puestos auxiliares. En los años 30, y continuando en lo más bajo del escalafón, nos encontramos con un número mayor de profesoras. En 1932-33 Vázquez Ramil ha contado 64 mujeres en las Facultades españolas: 16 en Ciencias, 1 en Derecho, 9 en Farmacia, 23 en Filosofía y 15 en Medicina. En Estados Unidos, en 1930, casi un tercio del profesorado femenino universitario eran mujeres (el 27%). Podemos concluir que se iba avanzando, en general, en presencia de la mujer en la vida profesional, pero que era una avance lento. De hecho, en la mayor parte de los casos quedaba cortado por el matrimonio. Dorotea Barnés dejó su carrera al casarse, y era una de las científicas más brillantes del momento. Lo mismo cabe decir de otras mujeres citadas por Magallón Portolés, como Teresa Zorraquino, que tras leer su tesis en 1930 en Químicas, contrajo matrimonio y abandonó la actividad investigadora. Su marido no le permitió seguir. Él era también era Químico y llegó a ser catedrático de la Universidad de Zaragoza en la década de los sesenta. El trabajo de la mujer fuera de casa, según confesión de la propia María Teresa Zorraquino, suponía un menoscabo para el hombre. Magallón Portolés cita igualmente el caso de Enriqueta Castejón, Licenciada en Farmacia y Química por la Universidad de Zaragoza. También dejó de trabajar (dar clases) cuando se casó con un catedrático de Química de la misma Facultad. Sin embargo -mentalidad de la época, otra vez- regentó hasta la jubilación farmacia propia en la capital aragonesa, compra que hizo su padre para ella en los años 20.
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En 2004 y según los datos del INE, había en activo en España 4.451 jueces y magistrados, de los que el 44,80% eran mujeres. Sin embargo, el 64,13% ocupa el escalón más bajo, el de jueces. En los máximos órganos del Estado democrático, la presencia de la mujer es escasa. Los primeros magistrados del Tribunal Constitucional, el intérprete supremo de la Constitución con jurisdicción en todo el territorio del Estado, fueron nombrados en 1980. Entre los doce miembros de que se compone, sólo había una mujer, Gloria Begué. Al cesar en su cargo, en 1989, la sustituyó María Emilia Casas Bahamonde que se convirtió en su primera presidenta en el año 2004. En 2001 Elisa Pérez Vera pasó a ser la tercera mujer en el alto órgano judicial en sus veinte años de existencia. Gráfico En el primer mandato del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), 1980-1985, no hubo ninguna mujer. Cuando se constituyó el segundo Consejo (1985-90) fue nombrada Cristina Alberdi. Del tercero, en 1990, ya formarán parte tres mujeres: María Teresa Fernández de la Vega, Margarita Mariscal de Gante y Soledad Mestre. En 1999 eran cinco: Manuela Carmena, Ángeles Huet, Esther Jiménez Salinas i Colomer, Margarita Retuerto y Elisa Veiga Nicole. En 2001 Monserrat Comas de Argemir Cendra y María Ángeles García García. El Pleno del Consejo 9 de febrero de 2005 aprobó por unanimidad la constitución de una Comisión para la igualdad de oportunidades de mujeres y hombres en la judicatura, recogiéndose en la Ley de Igualdad sus competencias y exigiéndose que la misma en su composición respete el principio de presencia equilibrada. En 2007, sólo el 10% de sus miembros eran mujeres. En cuanto al Tribunal Supremo, existente desde 1812 con carácter de última instancia y reformado desde la Constitución de 1978, el número de magistradas va aumentado. Sin embargo, no representan más que el 8% de los magistrados, a pesar de que ellas conforman el 45,86% en la carrera judicial en el 2009. El Consejo Fiscal, órgano del Ministerio Fiscal que asiste en sus funciones al Fiscal General del Estado, está integrado por 11 miembros, entre los que las mujeres representan un 17% mujeres frente al 83% de los hombres. El cargo de Defensor del Pueblo sólo ha sido ocupado, hasta el 2009, por una mujer, Margarita Rituerto, y lo fue de manera interina durante un año, en 1993. En el Tribunal de Cuentas, órgano del Estado responsable de la función fiscalizadora de sus cuentas y de su gestión económica, sólo han sido nombradas dos mujeres: Milagros García Crespo, que llegó a ocupar la Presidencia en 1994 y Ana María Pérez Tórtola, consejera desde 2001. En el Consejo de Estado, órgano de carácter consultivo del Gobierno, de sus 37 miembros, sólo 6 son mujeres. El Consejo Económico y Social (CES), en el que participan los agentes económicos y sociales, consta de 61 miembros, 7 de ellos mujeres. En las Autonomías se constituyeron Tribunales Superiores de Justicia. De los 17 existentes, sólo el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña está ocupada por una mujer. El porcentaje de magistradas en estos Tribunales es del 27,9%. Por otra parte, respecto a las Audiencias Provinciales, el porcentaje de magistradas en las Audiencias es del 28,9% y en la presidencia un 10% de presencia femenina.
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El marco legislativo sí que inició la mejora con respecto a la mujer. Hasta entonces, el cuerpo de funcionarios se regía por la legislación de 1918, que dificultaba su trabajo. En 1961 entró en vigor la Ley sobre Derechos Políticos, Profesionales y de Trabajo de la Mujer, que afirmaba la igualdad de oportunidades para participar en oposiciones y concursos del Estado. En 1965 se aprobó la Ley Articulada de Funcionarios Civiles del Estado, que derogaba muchas disposiciones discriminatorias. Se vetaba, sin embargo, su ingreso en las Fuerzas Armadas y en ciertos cargos de la Administración de Justicia: Magistrados, Jueces y Fiscales. Esta última disposición fue derogada un año más tarde por la Ley 96/1966, argumentando que la protección que "la Ley quiso dispensar a los sentimientos de la mujer deben considerarse superadas por la propia realidad social." La reforma del Código Civil en 1975, todavía durante el régimen franquista, facilitó el trabajo de la funcionaria pues, además de otras trabas, se eliminaba la que establecía que la mujer casada con un extranjero perdía la nacionalidad española y se veía, por tanto, impedida de ejercer la tarea pública. También la obligatoriedad de residir en el domicilio conyugal, pues los puestos de trabajo exigían en ocasiones el traslado a otros lugares o los desplazamientos. Gráfico Autores como María Luisa Jordana han hecho una estimación de las mujeres funcionarias que había a partir de varias fuentes -ficheros de altos cargos, mutualidad de funcionarios, etc.- al no existir datos oficiales unitarios. Afirma que si en 1975 la población activa en España era de un 38,2%, la femenina constituía el 24%. Se trataría de uno de los índices más bajos de Europa. En la administración pública se estima una cifra de 150.000 mujeres, lo que podría representar el 22% del total de sus trabajadores. Durante el periodo de la Transición, las leyes que reformaron y modernizaron la función pública, cinco Reales Decretos, no tuvieron mayor incidencia para la mujer, pues no supuso una reforma total a la Ley existente. Solucionaron temas sobre la situación jurídica de los funcionarios adscritos al Régimen anterior, las retribuciones, el derecho de asociación sindical o la extensión de la Seguridad Social. Con la creación del Estado de las Autonomías el estudio se vuelve más complejo, pues aumentó el funcionariado al amparo de los empleos públicos a autonómicos y por las diferentes estadísticas que se realizaron en cada lugar que dificultan un estudio comparado.
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Tras el difícil proceso de la independencia, cuyas fechas tópicas son 1808-1825, y que fue la caída del Antiguo Régimen en América, la macroregión que había sido la América colonial se transformó en un conjunto de casi veinte repúblicas. Desde el punto de vista social esta época puede definirse como la de la consolidación de la ciudadanía. Ahora bien, ¿Quién era considerado ciudadano? Es decir, ¿quienes tenían reconocido su status como tales a la hora del ejercicio de los derechos y deberes políticos? Indudablemente, sólo los varones, y durante décadas ni siquiera todos. Las mujeres habían luchado por la Independencia recaudando fondos, alimentando a las tropas, escondiendo a los soldados, curando a los heridos, distribuyendo propaganda, espiando, pasando información e incluso empuñando las armas. Algunas subieron al patíbulo, pero a ninguna le fue concedido por los criollos liberales cuyas ideas compartían -y que además eran sus padres, maridos y hermanos- el subir a la tribuna. La Constitución de Cádiz batió récords de vigencia en algunos lugares de América y contribuyó a la consolidación de la ciudadanía. Con ella surgieron los nuevos municipios constitucionales y el ejercicio del voto aunque de entrada no supusiera el sufragio universal. La mujer se encontró excluida en la actividad política. Era una cuestión de espacio, de la diferencia entre lo público y lo privado: "el ámbito de la mujer es el hogar y el ámbito del hombre es la política". Gráfico Los vientos liberales que soplaban sobre América Latina en el periodo de después de las independencias se encuentran plasmados en las Constituciones que se fueron promulgando. En ellas se define formalmente el concepto liberal de ciudadanía. La consecuencia social de todo un nuevo lenguaje y universo de derechos, deberes, ciudadanía y libertades caló en lo profundo y acentuó entre los criollos la conciencia de unas aspiraciones muy diferentes: habían experimentado la libertad y eso era lo que querían. Pero es que tras la movilización política y la violencia asociadas a las guerras de independencia y a las luchas civiles se debilitaron las élites urbanas, empobrecidas por los conflictos armados, con dificultades para consolidar las instituciones políticas que esperaban controlar y -desde el punto de vista económico- con la competencia de los comerciantes ingleses. La consecuencia más inmediata fue la ruralización de la vida en América Latina y el aumento del peso político de los terratenientes. En este contexto va a surgir una nueva figura política vinculada al campo, el caudillo, y por debajo o entrelazada con la estructura del estado un sistema llamado caudillismo: una enorme pirámide de relaciones personales e intercambio de servicios que empieza en las diversas zonas del ámbito rural, tiene un nivel intermedio en la provincia y/o el estado y culmina en la Presidencia de la República, ya que el Presidente viene a ser el caudillo de los caudillos estatales, provinciales y locales. Así se configuró un orden y toda una época - los años 30-50 del XIX como cronología general- hasta la consolidación de los Estados y la Reforma Liberal -años 50-70 aproximadamente-. Las mujeres contemplaron, en algunos casos, bien desconcertadas, este proceso. Habían colaborado incluso hasta la muerte pero no eran consideradas iguales a la hora de asumir los derechos; quizá más a la hora de los deberes. No obstante, poco a poco, algunas comenzaron a encontrar un espacio propio, muchas veces vinculado a las tertulias intelectuales, a la lectura, a la escritura, y en principio restringido a su condición de "mujer de". A través de los usos sociales -pero no de los políticos- fue surgiendo un lugar, un espacio público para las mujeres del ámbito urbano.