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Aunque una de las primeras medidas del nuevo rey fue mantener en el cargo a Walpole, las cosas no serían ya tan favorables al político. Ante el estado de la Hacienda, recurrió á un impuesto sobre la sal (1732) que resultó insuficiente, por lo que un año más tarde presentó al Parlamento un verdadero proyecto de reforma del sistema impositivo, gravando el consumo, pero su plan no fue aprobado y hubo de ser retirado; la oposición creciente a su política exterior y la antipatía del príncipe de Gales se combinaron en su contra, provocando su cese en 1742. Le sucede Carteret (1742-1744), que no introduciría cambios notables en la política interior, consolidando la primacía política, social y económica de las grandes familias del partido whig, aunque sí desarrolla una vigorosa política exterior para contentar a la opinión pública y a la burguesía mercantil. Preparó al país para la guerra, creando una secretaría para los asuntos militares, iniciando la construcción de numerosos cuarteles y guarniciones para defender las costas, dotó de un uniforme a la tropa y adoptó la disciplina prusiana. De esta manera su francofobia se materializó al desencadenarse la guerra dinástica en Austria y alinearse Inglaterra en contra de Francia. Pronto le releva en el cargo Pelham (1744-1754) que retorna a la política de Walpole, a quien consideraba su maestro, y que se mantendría en él hasta su muerte, en marzo de 1754. Habida cuenta de los enormes gastos originados por la guerra austriaca, Pelham, que poseía un gran talento para las finanzas, impuso una política de austeridad en la Corte y la Administración para reducir el gasto público. Acude al Fondo de Amortización de la Deuda y rebaja los impuestos sobre la propiedad agraria, acaba con la deuda flotante y de nuevo estuvo en condiciones de poner a disposición del país los ingentes beneficios de la explotación colonial. Además, redujo los efectivos del Ejército y la Marina, que resultaban muy costosos; aun así no olvidó los proyectos culturales, y en 1753 fundó el Museo británico. Sin embargo, el principal problema que tuvo que atender fue la rebelión jacobita, que resultó ser una verdadera amenaza para la seguridad nacional. En los años cuarenta la causa Estuardo parecía revivir en Escocia e Irlanda. El joven Carlos, nieto de Jacobo II, organiza con ayuda francesa una expedición que desembarca en las costas escocesas en julio de 1745. Desde el primer momento obtuvo muchos apoyos (clanes de los highlands, sectores de la Iglesia episcopaliana) y los éxitos le acompañan hasta hacerse proclamar rey en la catedral de Edimburgo. Pero cuando sus tropas intentan avanzar hacia Inglaterra obteniendo algunas victorias y llegando a Derby, a unos 150 kilómetros de Londres, el Gobierno reacciona y dispone un poderoso ejército, dirigido por el duque de Cumberland, que asestan el golpe definitivo a los jacobitas en la batalla de Culloden (abril 1746). Carlos ha de volverse a Francia, y Londres adquiere plena conciencia del problema; además de desatar una gran represión (confiscaciones, castigos, destierros, cárcel) trató de incorporar plenamente a Escocia al Imperio y desató un amplio plan de construcción de carreteras para facilitar las comunicaciones, favoreció el acceso de los highlanders al Ejército, concedió ayudas a la pesca, al comercio y a la fabricación de lienzos, y permitió a los escoceses participar en el comercio colonial. Con esta asimilación se hundió definitivamente la causa Estuardo, dejando de ser un peligro público. A su muerte, su hermano Newcastle (1754-1762), que desempeñaba la cartera de Exteriores, es designado lord del Tesoro. Pronto se convierte en el blanco de la oposición desatada por Pitt y Fox, dos brillantes diputados whigs que acabarán siendo incorporados al Gobierno, el primero como ministro de la Guerra y el segundo como secretario de Estado. Pitt, líder del partido whig, amigo de los pares y del príncipe de Gales, era un orador brillante y destacado de la Cámara de los Comunes que siempre se había manifestado en contra de la corrupción del sistema, y el aliado natural de la burguesía financiera y mercantil, por lo que la city y el mundo de los negocios apoyaron su ascenso, convirtiéndose así en el indiscutible jefe de Gabinete entre 1756-1761, con la interrupción de dos meses en que fue cesado por el monarca, que no le tenia muchas simpatías. Desde su ministerio se aplicó en fortalecer la infraestructura militar británica, sobre todo la Armada, para poder vencer a los Borbones, con el resultado de una política exterior agresiva, respaldada en todo momento por la opinión pública. Además de incrementar el poderío de la nación intentó asegurar la estabilidad interna, elevando la confianza en los poderes públicos, acabando con la rivalidad existente entre los partidos y empleando todos los recursos económicos y humanos para fortalecer el Estado, aunque no logró erradicar la inoperancia e inercia de las instituciones administrativas.
Personaje Político
Nieto de Jorge II, alcanzó el trono británico y se convirtió en elector de Hannover en 1760. Se opuso a la liberalización de las leyes que controlaban la práctica de la religión católica y los derechos de estos fieles. Es considerado uno de los responsables de la pérdida de las Trece Colonias americanas, especialmente debido a la falta de sensibilidad demostrada a los problemas planteados desde allí. Tuvo que hacer frente también a la Revolución Francesa y a los deseos imperialistas de Napoleón. Su enfermedad mental motivará que en 1811 sea retirado de la política, ocupando la regencia su hijo, el futuro Jorge IV.
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El nuevo rey era nieto del anterior monarca y había recibido una educación esmerada de su madre, Augusta de Sajonia, y de su preceptor escocés J. Bute, adscrito al partido tory, quien no sólo le familiarizó con los asuntos de gobierno sino que le aconsejó aumentar las prerrogativas reales y cumplir con sus deberes políticos. Firmemente imbuido de esa idea, Jorge III, poco interesado por los problemas continentales (de hecho, nunca llegó a visitar Hannover), decide volcarse en los asuntos internos, reforzando el papel del ejecutivo, liberándolo de la tutela parlamentaria, y creando un nuevo partido -los Amigos del rey- al margen de los tradicionales, libre de lacras, que le sirviera de apoyo para romper la primacía whig en la vida política, restableciendo, de paso, la confianza en el sistema. En esta línea, mantiene el actual equipo a causa de la guerra; pero la intransigencia de Pitt y su beligerancia radical, declarando la guerra a España en 1761, provocan su caída, abriendo paso a la primera crisis de Gobierno, que se cierra con la salida de su presidente Newcastle. Con el nombramiento de J. Bute (1761-1763) lord del Tesoro, se inician las conversaciones diplomáticas que culminan en el Tratado de París (1763), poniendo fin a la guerra y mostrando a Gran Bretaña como absoluta vencedora, por lo que su poderío será incuestionable en los territorios extraeuropeos y en el mundo colonial. A pesar de lo obtenido, Bute fue acusado de debilidad por los comerciantes ingleses, que ambicionaban la totalidad de las Antillas francesas, y comenzaron a desacreditar su gestión ante la opinión pública, desatando una ola de patriotismo y nacionalismo que impuso su destitución cuando, al querer imponer un gravamen sobre la sidra, se desató una ola de protestas ante medida tan impopular. Ahora Jorge III designa a Grenville (1763-1765), cuñado de Pitt y protegido del duque de Bedford, uno de los Amigos del rey. Quiso, ante todo, reducir el déficit público y paliar las deudas contraídas en el anterior conflicto, elevando los impuestos a las colonias. La aplicación de la normativa sobre comercio colonial, persiguiendo el contrabando e incrementando las tasas aduaneras, traen consigo la aparición de un problema que llegaría a ser crucial para la pervivencia de la metrópoli. Es una época de gran agitación política; se vierten continuas críticas contra el Gobierno, surge el radicalismo inglés y la prensa se convierte en el principal instrumento de agitación. El caso Wilkes representa la irrupción con fuerza de las tendencias más radicales; Wilkes era un diputado que había criticado abiertamente la institución parlamentaria y el sistema electoral imperante, por lo que fue expulsado primero de la Cámara y después de la ciudad de Londres; así comienza la protesta social mediante manifestaciones y reuniones por todo el país: se denuncia la corrupción electoral, se piden períodos parlamentarios más breves, se exige la representación efectiva de la sociedad en las instituciones, se elevan reivindicaciones de todo tipo de reformas, etc., poniendo en vilo a los poderes establecidos, que contestan con medidas de fuerza como detenciones indiscriminadas y cierre de los periódicos. El envío de un memorándum al rey, donde se marginaba a la reina, provocó la ira de Jorge III que prescinde de él y coloca en su lugar al marqués de Rockingham (1765). Su permanencia fue muy breve, pues aunque su carisma era grande como jefe de la facción más liberal y menos corrompida de los whigs, al intentar derogar algunos gravámenes coloniales, entre ellos la controvertida Stamp Act, la burguesía le acusó de falta de firmeza, lo que provocó su dimisión, al declararse impotente para hallar una solución duradera en este campo, mientras la agitación se extendía a un gran número de poblaciones. En esta tesitura, el nombramiento de Pitt (1766-1768) cuando era un anciano enfermo, significa el intento de hallar una alternativa a la crisis, pero no dio resultados. Aunque Pitt, como los whigs, era partidario de rebajar los impuestos a los colonos, no ponía en duda el legítimo poder del Parlamento para aprobar gravámenes en esos territorios. Ahora se abre una verdadera batalla jurídica entre metrópoli y colonias que ponen en cuestión el funcionamiento del sistema colonial. Las medidas del ministro, aumentando de nuevo los gravámenes sobre multitud de mercancías, los intentos de recortar el poder personal del monarca en aras de la institución parlamentaria, su impotencia para acabar con la corrupción generalizada, coincidiendo con malas cosechas y una aguda crisis financiera (1768), le hacen perder credibilidad, abriéndose una nueva crisis de gobierno. El rey, decidido a ampliar sus prerrogativas, apela a un tory, lord North (1770-1782) para formar Gobierno; en adelante, las reuniones del gabinete serán suprimidas y el monarca gobierna casi en solitario, dando paso a la fase más autoritaria de su reinado, con el apoyo del partido de los Amigos del rey, la Iglesia anglicana, el movimiento metodista y la nobleza. Esta larga década se verá convulsionada por varios hechos: en primer lugar, al descontento existente entre el campesinado irlandés ante las arbitrariedades y abusos de los propietarios ingleses se suma ahora la imposición de nuevos gravámenes, justamente cuando la industria local textil se debatía en una aguda crisis; los irlandeses se movilizan llegando a abolir el Bill of Test en la isla y declaran la autonomía del Parlamento dublinés, lo que significa un desafío a las autoridades. En segundo lugar, los intentos del Gobierno de suavizar la legislación anticatólica provocan la protesta en el Parlamento de los más recalcitrantes, desencadenando, en junio de 1780, una verdadera rebelión en Londres, con asaltos a iglesias católicas, persecuciones a familias de ese credo, delitos y violencia por doquier. Los sublevados manifiestan su hostilidad a los papistas, pero luego pasan a defender la autoridad del Parlamento sobre cualquier otra institución, y las propias masas, con reivindicaciones puramente sociales, critican la propiedad y el poder de los burgueses. La radicalidad social provoca una gran represión, con un saldo de varios centenares de muertos, encarcelamientos y ejecuciones ejemplares. Las profundas transformaciones del aparato productivo mostraban sus primeras fisuras en el campo social. En tercer lugar, el enfrentamiento de los colonos que llevó a éstos a declarar su independencia (1776) y después a enfrentarse abiertamente a la antigua metrópoli; el fantasma de la guerra se hace realidad provocando una moción de censura parlamentaria contra el Gobierno de North, que se ve obligado a su dimisión colectiva. Aterrado, el rey tiene que ceder, dando paso a un nuevo ministerio whig que ante todo perseguirá la disminución de las prerrogativas reales y el reforzamiento del Parlamento. Shelburne (1782) inicia las conversaciones con los rebeldes, pero será el joven Pitt (1783-1801) quien acabará con el problema poco después. El hijo de lord Chatham, William Pitt, había descollado en los medios políticos y financieros de la city como un brillante abogado, enriquecido en los negocios y que había obtenido un escaño parlamentario siendo muy joven; muy pronto se forjó una fama de incorruptible y honesto, consiguiendo el apoyo de importantes grupos sociales, como financieros, terratenientes y burguesía colonial, creando un nuevo partido de ideología tory renovada, más liberal, flexible y tolerante. Con la estabilidad lograda por el nuevo grupo y su líder, Jorge III renunció a su gobierno personal y de nuevo el Parlamento recupera su protagonismo. Aunque al principio aquél no vio con buenos ojos la designación de Pitt, éste contestó con un golpe de fuerza, anticipando su estilo de gobernar: disuelve la Cámara y convoca nuevas elecciones para marzo de 1784, en las que obtiene una mayoría aplastante. Paralelamente entabló negociaciones con los colonos americanos, que culminan con el Tratado de Versalles (septiembre de 1783). Los cuatro acuerdos suscritos representan el primer retroceso a la primacía británica, pues no sólo hubo de renunciar a las colonias americanas, concediéndoles la independencia, sino que ante los demás enemigos también tuvo que hacer concesiones; a Francia le devolvería sus establecimientos en Senegal, algunas islas antillanas -Tobago y Santa Lucía- y sus factorías de la India, al tiempo que le prorrogaba sus derechos de pesca en Terranova y le permitía la fortificación de Dunquerque. A España le devolvería Florida y la isla de Menorca; con Holanda únicamente se estipuló la mutua restitución de las plazas ocupadas en el curso de la guerra. Por último, los legitimistas americanos serían respetados, favoreciéndose su instalación en North Scotland y North Brunswick. Conseguida la paz, Pitt pudo volcarse sobre la cuestión irlandesa, territorio problemático al ser tratado como zona anexionada militarmente. Las tensiones y protestas, frecuentes desde los años setenta, habían llegado a su culminación durante la guerra de independencia americana, al temerse un acuerdo franco-irlandés; poco antes, en 1779, había realizado un boicot a las mercancías inglesas. La solución adoptada por Pitt fue conceder plena independencia al Parlamento irlandés en materia legislativa pero no le pudo dar satisfacción en otras cuestiones sumamente problemáticas -suavizar las condiciones de los católicos o libertad de comercio-. En efecto, aunque el ministro sí hubiera estado a favor de establecer una corriente comercial recíproca entre Inglaterra e Irlanda, los comerciantes de Lancashire y Yorkshire se opusieron tenazmente, temiendo los efectos de la competencia. Un año más tarde dicta el Bill of India (1784), acabando así con un sistema de anarquía y corrupción que había perjudicado enormemente los intereses de la Corona a favor de la compañía comercial. Ahora se establece que la India pasaría del control de la compañía a una comisión de gobierno de siete miembros, nombrados por el Parlamento y no revocables por la Corona, lo que asestaba un tremendo golpe al poder de aquélla; aunque el proyecto fue aprobado por los Comunes, los lores se opusieron a él y no pudo llevarse a la práctica como Pitt había deseado. Siguiendo esta línea reformista, intentó en 1785 una pequeña reforma electoral para adaptar el antiguo esquema de circunscripciones a la nueva situación y actualizar el sistema de representación. En materia económica demostró un gran pragmatismo: ante todo acabar con la ingente deuda pública a causa de la guerra y hacer descansar el sistema fiscal en impuestos sobre el consumo. No hay demasiadas innovaciones en este campo, acudiéndose a las medidas tradicionales: reducción de los cargos públicos y supresión de prebendas, elevación de las tarifas aduaneras, progresiva sustitución del metal por el papel moneda para agilizar las transacciones y recurso frecuente al Fondo de Amortización. Con estas medidas se favorece el creciente proceso de concentración de la manufactura, de la especialización agrícola y el desarrollo del comercio interior y exterior. La etapa 1784-1793 contempla una enorme prosperidad general, que permite nuevas transformaciones en su aparato productivo, el más avanzado de la época. La defensa a ultranza de la propiedad hizo que se adoptara la primera legislación laboral de la época: pena de muerte castigando el antimaquinismo, y leyes de pobres (1772) ante la gran masa de menesterosos y desempleados. En 1788, Jorge III perdió la razón, creándose un Consejo de Regencia presidido por su hijo el príncipe de Gales. Un año más tarde estalla la revolución en Francia y aunque al principio los británicos, especialmente whigs, simpatizan con sus ideas, la ejecución de Luis XVI sirvió de contrapunto, y Pitt se pondrá a la cabeza de las coaliciones contrarrevolucionarias surgidas en Europa, demostrando de nuevo su talla de hombre de Estado, incluso en las relaciones internacionales.
Personaje Político
Primogénito de Jorge III, su formación para ocupar la regencia estuvo caracterizada por sus hábitos corruptos y su conducta caprichosa. Antes de subir al trono contrajo dos veces matrimonio para resolver sus deudas. Su comportamiento libertino provocó el rechazo del pueblo que no veía con buenos ojos su conducta. La enfermedad mental de su padre y, por consiguiente, su incapacidad para reinar, le llevan a ocupar la regencia en 1811, hasta que en 1820 es nombrado rey. Como su padre ejerció una política tradicional y retrógrada. Murió sin haber tenido hijos varones por lo que le sucedió en el poder su hermano Guillermo IV.
Personaje Científico
Entre 1735 y 1744 es comisionado por el gobierno español para participar, junto a Antonio de Ulloa, en el viaje de La Condamine a Perú para efectuar la medición del grado del meridiano terrestre. Las experiencias y resultado del viaje son publicados por ambos a su vuelta a Madrid, en la "Relación histórica del viaje a la América Meridional", las "Observaciones astronómicas y físicas", en las que se hizo cargo de la parte matemática, y las "Noticias secretas de América", ensayo realizado por encargo del marqués de la Ensenada y en el que se criticaban los abusos y desmanes cometidos por la administración española en América contra los indígenas. Prohibido, el libro no fue publicado hasta 1826 en Londres, por David Barny. Interesado en la ingeniería naval, se desplazó a Londres para conocer las técnicas constructivas y proyectó y dirigió los arsenales de Cartagena y Ferrol. Recibió el cargo de capitán de la Compañía de Guardiamarinas en 1751, estableciéndose en Cádiz. En esta ciudad fundó el Observatorio astronómico y la Asamblea Amistosa Literaria, sociedad de discusión sobre temas de física, geografía, etc. En 1767 fue durante seis meses embajador extraordinario en Marruecos, encargándosele en 1770 la dirección del real Seminario de Nobles. Para esta institución realizó una reforma del plan de estudios y redactó su "Examen marítimo teórico-práctico", utilizado como manual.
obra
La relación entre El Greco y su hijo Jorge Manuel fue muy especial. Ambos compartieron el trabajo de pintor y diseñador de retablos, colaborando en múltiples ocasiones. Hoy día no existen dudas de que fue hijo ilegítimo, nacido en 1578, como atestigua el papel con el que aparece en el Entierro del señor de Orgaz. Su madre fue doña Jerónima de las Cuevas, acomodada dama toledana con la que Doménikos mantuvo una relación cuya duración desconocemos. El hijo recibió los nombres del padre y hermano del cretense: Giorgios y Manussos, castellanizados por supuesto. En 1603 contrajo matrimonio con doña Alfonsa de los Morales, naciendo su primer hijo, Gabriel de los Morales, al año siguiente. En este excelente retrato Jorge Manuel hace gala de una profesión en la que nunca destacaría - a pesar de los deseos de su padre -, sujetando entre sus manos la paleta y los pinceles de pintor. Junto a las manos, la golilla, los puños y la cabeza, paleta y pinceles son los puntos de referencia del retrato, oscurecido por el fondo neutro y el negro traje. De esta manera consigue una mayor sensación de volumen, muy tradicional en la Escuela veneciana. El rostro capta la atención del espectador, existiendo quizá algo de idealización. Los bellos rasgos muestran un hombre inteligente y conocedor de su oficio. La textura de los puños y el cuello está conseguida con una pincelada suelta, vibrante. El escorzo de las manos acentúa la escasa sensación de movimiento existente en este delicado conjunto.
Personaje Político
De joven desempeñó el cargo de oficial de la marina británica hasta que sube al trono en 1910. Durante su reinado siempre mantuvo una posición cauta tanto en política exterior, como interior. Se ganó la popularidad de sus súbditos.