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Personaje Político
Contrajo matrimonio con Juan II de Castilla y León en 1447. De este matrimonio nacieron Isabel la Católica y Alfonso. Isabel de Portugal actuó en contra del favorito del rey, Don Alvaro de Luna, junto con parte de la nobleza castellana, el príncipe heredero -Enrique- y Juan Pacheco, favorito de éste. Cuando el monarca falleció Isabel de Portugal casi se vuelve loca. El resto de sus días transcurrieron en Arévalo.
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En 1603 el duque de Mantua envía a Rubens a España en misión diplomática. A su llegada a la Península Ibérica entró en contacto con el duque de Lerma -para el que realizará un espectacular retrato ecuestre- y posiblemente copió algunos de los retratos pintados en el siglo XVI por Sánchez Coello o Pantoja de la Cruz entre los que encontraríamos el de la tercera esposa del rey Felipe II, madre de las infantas Isabel Clara Eugenia y Catalina Micaela, fallecida en 1568.La reina aparece vestida siguiendo la moda de la época, de un austero color negro adornado por lazos rojos. Su figura se recorta ante una balaustrada -que permite contemplar un amplio celaje- y un pesado cortinaje, apoyando su brazo izquierdo en una butaca con un fino tapizado. La mirada de la soberana será uno de los centros de atención del cuadro. El estilo detallista y minucioso es de clara inspiración flamenca, recordando las obras de Antonio Moro.
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Hija de Odoardo II Farnesio, duque de Parma, y de Dorotea de Baviera, Isabel de Farnesio nació el 25 de octubre de 1692, contrajo nupcias con el rey de España Felipe V el 24 de diciembre de 1714 y falleció en Aranjuez el 11 de julio de 1766. En este retrato contemplamos a la reina hasta las rodillas, vistiendo traje de terciopelo carmesí guarnecido con armiño, en sintonía con el manto que porta. En la zona de la derecha se abre un cortinaje azul. Como podemos observar, en los trabajos de Ranc se encarna el retrato de aparato, ostentoso y mayestático en la línea de Rigaud o Larguillière.
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La retratada es doña Isabel Fernando Francisca Josefina de Borbón, hija del infante don Francisco de Paula y de la infanta doña Luisa Carlota de Borbón. La dama viste un traje de fiesta confeccionado en raso rojo y adornado con negros encajes, formada la falda con tres amplios volantes rematados en visón de color natural. El escote que luce la dama lleva lazos bordados con perlas, haciendo juego con el tocado de la cabeza. También de perlas son el collar, los pendientes y la pulsera. Doña Isabel apoya su mano derecha en el respaldo de una butaca, apreciándose al fondo una ventana adornada con una cortinas, creando el efecto de situarse en el interior de un palacio.
Personaje Político
Isabel I ocupará un relevante hueco en la historia europea del siglo XVI. Hija de Enrique VIII y Ana Bolena, su papel en el reinado de su hermana María Tudor fue bastante complicado, suavizado por la intervención de su cuñado Felipe II, de quien se rumorea que estaba enamorada. Tras ser coronada reina de Inglaterra a finales del año 1558, la corte española inicia gestiones para casar a Felipe con Isabel, enlace que fortalecería el papel de ambos países en el conjunto europeo. Según los informes presentados al rey católico, Isabel "tenía algo que la incapacitaba para el matrimonio", posiblemente una malformación genital lo que motivó el rechazo español a la candidatura inglesa. Posiblemente ese rechazo de Felipe inclinó a Isabel hacia la adopción del anglicanismo como religión oficial, iniciando en ese momento una contundente persecución a los disidentes católicos y calvinistas. Esta actitud provocó la excomunión del papa Pío V en 1570. La disidencia religiosa que se estaba produciendo en Europa animó a Isabel a apoyar las minorías protestantes, tanto en los Países Bajos como Francia, involucrándose de lleno en las guerras de religión que asolaban ambos territorios. En esta línea se produce uno de los episodios más significativos de su reinado: el intento de invasión española a través de la Gran Armada debido a su incondicional apoyo a los holandeses liderados por Guillermo y Mauricio de Nassau. Lentamente Inglaterra iba manifestando su apogeo en los mares, gracias a la labor de los corsarios Drake y Hawkins, enfrentándose abiertamente con España. Este auge internacional se acompaña de la creciente popularidad de la soberana entre los miembros de la aristocracia y del estado llano, a pesar de la subida generalizada de los precios. La prosperidad económica del reinado de Isabel I fue general, aunque serán la nobleza y la burguesía mercantil las más beneficiadas gracias a los monopolios y concesiones otorgados por la Monarquía. Junto al desarrollo económico debemos advertir la prosperidad cultural del momento cuyo máximo representante será William Shakespeare, recogiendo en sus escritos la sociedad de la época.
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