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Isabel d'Este fue una de las personalidades más fascinantes de su época. Era la duquesa de Mantua y se hallaba ligada por lazos familiares con los Sforza de Milán, además de con otras poderosas familias italianas. Su cultura e inteligencia eran proverbiales y su colección de arte es uno de los legados más importantes en la historia del arte.Isabel conoció a Leonardo en Milán y le pidió que le hiciera un retrato. El artista realizó un apunte, o según algunos autores, otros dos más. Cuando Milán fue tomado por los franceses, Leonardo huyó temporalmente a Mantua, momento en el que Isabel le ofreció su protección y mecenazgo. Por razones desconocidas, Leonardo no aceptó y parece que tampoco concluyó el retrato, a pesar de que Isabel utilizó a todos sus agentes y contactos diplomáticos para presionar a Leonardo allí donde estuviera. No obstante, existe la hipótesis de que además de los bocetos, Leonardo realizara una priemra pintura, ya que este dibujo presenta agujeros que indican que fue pasado a tabla. En cualquier caso, todo lo que nos queda es este perfil, impresionante pese a su mal estado conservación. El perfil es poco frecuente en Leonardo. El dibujo está realizado a carboncillo -negro-, sanguina -roja- con ligeros toques de amarillo en el vestido y adornado con estarcido (perforaciones en el papel que forman guirnaldas y adornos, como la cinta del pelo o el encaje del escote).
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Este retrato nos muestra a la primera esposa de Felipe IV de más de medio cuerpo sobre un fondo neutro, mirando al espectador; lleva su mano izquierda a la cadera y la derecha la apoya en un abanico. Viste un elegante traje gris labrado con flores verdosas, adornado con grandes puños y cuello de encaje. Sorprende la cantidad de joyas que porta: pendientes, anillos y diversa pedrería por el vestido, destacando el "joyel rico" sobre su pecho con la famosa perla "Peregrina". El estilo de este pintor anónimo se relaciona con los retratistas de la segunda mitad del s. XVI e inicios del XVII: Antonio Moro, Sánchez Coello o Pantoja de la Cruz, caracterizado por la filigrana de los vestidos, la fuerte iluminación empleada y la atención al rostro y las manos. Su atribución resulta complicada, considerando Allende-Salazar que podría tratarse de un retrato ejecutado por Angelo Nardi, pintor italiano que llegó a España en 1607, trabajando hasta su fallecimiento en 1665.
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La reina Isabel de Borbón sería la pareja del retrato ecuestre de Felipe IV en una de las paredes menores del Salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. Sobre la puerta que separaba ambos cuadros se situaba el retrato ecuestre de su hijo Baltasar Carlos. Este lienzo plantea los mismos problemas que los de Felipe III y Margarita de Austria, ya que el vestido de su majestad y la gualdrapa del caballo están realizados tan minuciosamente que no corresponden con el estilo que hace gala Velázquez por esos años. Se piensa que la obra la iniciaría el maestro antes de irse a Italia en 1629, la continuaría otro autor en un estilo diferente y la finalizaría el sevillano en 1635, especialmente la cabeza de la reina y la del caballo. Precisamente en ambas zonas se aprecia la soltura característica de Velázquez en la década de 1630, destacando el mechón de pelo que cae sobre la cabeza del animal. El fondo de paisaje también podría ser de mano del maestro, al haberse conseguido el efecto de profundidad típico del Cinquecento Italiano.
Personaje
Político
Descendiente de los rey del Portugal, Juan VI, contrajo matrimonio en 1816 con Fernando VII. Gracias a la amabilidad de su carácter, su inclinación por las artes y las ciencias y su cercanía al pueblo, rápidamente contó con el apoyo de éste. Su temprana muerte fue muy sentida por todos.
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En sintonía con el retrato de su esposo, Felipe V, Isabel de Farnesio se presenta como protectora de las artes y las letras, dirigiendo sus inteligentes ojos hacia el espectador.
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Podría ser este retrato la pareja del Príncipe Felipe con el enano Soplillo. Isabel de Borbón era hija de Enrique IV de Francia y de María de Médicis; nació en Fontainebleau el 22 de noviembre de 1602, casándose por poderes con Felipe IV el 18 de octubre de 1615, consumándose el matrimonio en El Pardo el 25 de noviembre de 1620, cuando los cónyuges tenían 15 y 18 años respectivamente. Doña Isabel fue madre del príncipe Baltasar Carlos - fallecido prematuramente en 1646 - y de María Teresa, futura reina de Francia tras su matrimonio con Luis XIV. La boda de Isabel y Felipe se encuadra dentro de un acuerdo de paz con Francia, contrayendo también matrimonio Ana - hermana mayor de Felipe - con Luis XIII - hermano de Isabel -. De esta manera, los estadistas de ambos países esperaban acabar con las guerras que asolaban las arcas de sus estados desde hacía dos siglos.Villandrando nos presenta a doña Isabel en pie, vistiendo un traje blanco con bordados en oro, adornado con grandes puños y gorguera de encaje. Porta pendientes de coral y perlas y anillos de azabache. Su mano izquierda se apoya en una silla y en la derecha sujeta un precioso pañuelo de encaje blanco. Un cortinaje rojo y un alfombra completan la escena en la que apenas existen referencias espaciales. El estilo de Villandrando recuerda a Pantoja de la Cruz por su minuciosidad y detallismo en los vestidos, ejecutados con una filigrana digna de un artesano. Los rostros parecen situarse en un segundo plano, aunque no están exentos de gracia y belleza.
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Doña Isabel de Portugal tiene la fama de ser una de las reinas más bellas de la historia de España. Tiziano no tuvo la oportunidad de conocerla, ya que falleció el 1 de mayo de 1539. Para realizar este retrato utilizó como modelo un cuadro de la emperatriz pintado por un artista de segunda fila, con un gran parecido físico. Cuando el maestro presentó el retrato en 1545 en la corte de Carlos V, se vio que presentaba una ligera falta en la nariz. Al trasladarse Tiziano a Augsburgo en 1548 tuvo la oportunidad de retocarlo. Curiosamente las radiografías han revelado que debajo de la ventana de la derecha se pintó primero una cabeza juvenil femenina, lo que indica que el maestro reutilizó el lienzo. Tiziano ha sabido captar a la perfección el carácter inteligente y la personalidad de la emperatriz, mujer capaz de gobernar España como regente durante los largos viajes de su marido. Los detalles del vestido, con brocados, pedrería y encajes, son de altísima calidad. El colorido es muy característico del pintor, empleando tonos rojizos y pardos muy destacados por la luz, que junto al color serán muestras indudables de la genialidad de su obra.