La Galería de Francisco I es un hito fundamental en la historia del arte europeo. Rosso plantea un nuevo sentido en la distribución parietal de la decoración, dejando unos altos zócalos de madera, ricamente tallados por el italiano Scibec de Carpi, sobre el que se distribuyen los famosos estucos con pinturas. Se trata de la plasmación de un sistema decorativo que, si bien procedía y tenía precedentes en Italia, supone un nuevo y diferente planteamiento del sentido de la decoración de interiores, donde ingeniosidad, complejidad y refinamiento son fines en sí mismos. La superficie de la pared queda oculta tras la variada decoración, a base de esculturas en complicadas y rebuscadas posiciones, pequeños amorcillos, festones, guirnaldas, tarjas recortadas y dobladas, todo realizado en estuco y rodeando a las pinturas, cuya iconografía desarrolla complicadas alegorías en torno al reinado, virtudes y hechos gloriosos de Francisco I. La enorme variedad de diseño y profundidad que plantean las decoraciones está admirablemente adaptada a una galería larga como la de Fontainebleau, que permite la lectura particular y pormenorizada, pero también puede ser contemplada de conjunto desde una perspectiva aguda. Por otro lado, el conjunto de la Galerie François I es un sistema igualmente nuevo por lo que respecta a la invención de historias, donde en pro de la exaltación del Estado y de la Monarquía, este rey francés decora su palacio poniendo en paralelismo su propia trayectoria y las historias de dioses y héroes. Panofsky, que ha estudiado detenidamente todo el programa iconográfico, señala cómo no hay distinción fundamental entre representaciones sagradas y profanas, y cómo se introducen personajes similares a ángeles en relatos mitológicos y viceversa. Todo denota un profundo conocimiento de las "Metamorfosis" de Ovidio, en el planteamiento de un programa abierto y elástico que, al carecer de colofón, permite la inserción de nuevas historias. Como marco de ello, las minuciosas decoraciones señaladas, que cuentan con una serie de figuras miguelangelescas, desprovistas, no obstante, de la grandiosidad y sentido dramático que les imponía el gran artista italiano; es, pues, una de las primeras lecturas en clave formalista y decorativa de las propuestas figurativas de Miguel Angel.
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La Galleria della Accademia es uno de los lugares de referencia para apreciar la pintura de los siglos precedentes al Renacimiento en Florencia y especialmente toda la obra escultórica de Miguel Angel. Los fondos pictóricos que posee están expuestos en ocho diferentes salas: La I con pinturas de diversos autores como Fra Bartolomeo, Filippino Lippi, El Perugino y Albertini, que corresponden al periodo del siglo XIV en Florencia. En las salas de la II a la IV se puede observar el periodo renacentista con obras de Rosselli, de F. Lippi (su Anunciación), Perugino (retrato de Andrea di Giusto), de Botticelli varios cuadros como por ejemplo La Virgen del Mar o La Virgen y el Niño con san Juan y otros ángeles. En cuanto a los autores que desarrollaron la mayor parte de su actividad durante los siglos XIII y XIV podemos verlos en las salas V, VI y VII. Por ejemplo Giovanni da Milano y su Piedad, T. Daddi y su Escena de la Vida de Cristo, Andrea de Cione, además de varios crucifijos de origen toscano e incluso paneles de la misma escuela. Y en la última sala, la VIII, nos encontramos con Pontormo, Ghirlandaio, Bronzino,... con obras de mediados del siglo XVI. Pero como ya hemos comentado anteriormente lo más significativo e importante, sin duda alguna, es la llamada galería de los Cautivos donde se recogen todas las obras con el tema de cautivos que Miguel Angel dejó sin acabar. Estas obras fueron en principio proyectadas para ser colocadas en la tumba del papa Julio II, de Roma. Esta sala tiene una decoración con tapices de la zona de Florencia y de Bruselas de los siglos XVI-XVIII. Aparte de estas estatuas inacabadas tenemos la de San Mateo que se encuentra en la misma fase de desarrollo y que iba a ser ubicada en la fachada de la catedral florentina. El majestuoso David (1504) posee un gran dramatismo que nos hace intuir un cambio de estilo y nos introduce en el Barroco. En un principio fue destinada para la plaza de la Señoría aunque luego fue sustituida por una replica que es la que podemos ver actualmente. Otra de las obras que podemos apreciar es un boceto excelente de la Piedad de Palestrina y cerrando la exposición, un busto de Miguel Ángel realizado por Volterra en bronce.
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Uno de los espacios más visitados de las Exposiciones Universales eran las Galerías de Máquinas ya que en ellas se exhibían todas las novedades industriales, convirtiéndose en templos de la nueva religión imperante en la época: el maquinismo. Ya en la muestra de Londres (1851) se había alcanzando un importante éxito de público en este espacio expositivo, éxito repetido en las exposiciones de París. En esta fotografía podemos observar cómo en el centro se ubicaban los aparatos de mayor volumen mientras que en los pisos laterales se exponían objetos más pequeños y menos pesados.
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Será Londres la ciudad que acogería por primera vez, en 1851, una "gran exposición de los productos de la industria de todas las naciones", bajo el auspicio del príncipe Alberto y la labor de un eficiente funcionario llamado Henry Cole. Para proyectar el local que alojaría el acontecimiento se recurrió a un genio autodidacta, Joseph Paxton, quien diseñó el famoso Crystal Palace. En este grabado podemos comprobar cómo una de las salas principales de este espectacular espacio se convirtió en una especie de templo del maquinismo, al exhibirse los inventos más espectaculares de la época. El éxito de este espacio expositivo llevaría a repetirlo en otras muestras como las de París en 1867, diseñada por Eiffel, y de 1889, construida según el proyecto del arquitecto Louis Dutert y del ingeniero Contamin.
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En 1424 Brunelleschi proyectó el pórtico de la fachada del Hospital de los Inocentes, aunque realmente fue terminado en 1445 por Francesco della Luna. Podemos apreciar entre las arcadas del pórtico varios medallones con figuras de infantes con pañales realizados en 1463 por Andrea della Robbia. Otra obra escultórica de este mismo autor es el tímpano que se encuentra en el patio porticado del edificio y que muestra a la Anunciación, que está hecha en cerámica. En la parte derecha de este patio se abre una puerta que da acceso a la galería de pintura donde se pueden ver obras de autores tan significativos como Ghirlandaio y su Adoración de los Magos fechada en el 1448; de Botticelli, La Virgen con el Ángel o La Boda de Santa Catalina; de Biondo, un Tríptico de la Adoración; de A. del Sarto, La Virgen con el Niño y los ángeles y también obras realizadas por Pontormo. Destaca igualmente el fresco de Poccetti, con el tema de La matanza de los Inocentes (que da el nombre al lugar), que fue obra de la escuela de A. della Robbia. Por último decir que la galería contiene una de las salas dedicadas en exclusiva a pinturas realizadas en el siglo XVIII.
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La Galería de los Uffizi fue creada por la familia Médici en el siglo XV. Pronto se dedicó a pinacoteca, es decir, galería de pintura, especializada en Renacimiento. Incluye obras maestras de la Historia del Arte como la Primavera de Botticelli, la Adoración de los Magos de Leonardo, el Tondo Doni de Miguel Ángel, el Tríptico Portinari de Hugo van der Goes o el retrato de León X de Rafael. La construcción respondía a las necesidades de la familia Médici. Asentada en Florencia, vivía en el llamado Palazzo Vecchio, el palacio viejo. Insuficiente para todas las actividades de estos poderosos nobles, se encargó a Giorgio Vasari, pintor y teórico del Renacimiento, la construcción de este edificio. El cliente fue Cosme I Médici, que quería ubicar en ella la sede de los oficios -uffizi en italiano- de la Magistratura del Estado. Esta dedicación es la que da nombre a la galería. El edificio está entre el Palazzo Vecchio y el Palazzo Pitti, por lo que el proyecto original se reforma para unir ambos. Francisco I, hijo de Cosme, hizo sus propias remodelaciones, otorgando a la galería un ambiente más espectacular y escenográfico que práctico. De resultas de las modificaciones, en 1574, a la muerte de Vasari, el edificio aún no se había terminado, por lo que se llamó a Alfonso Parigi y Bernardo Buontalenti para rematarlo. Éste último fue el autor de la preciosa Puerta de las Súplicas. Inaugurado al fin en 1581, todos los eruditos e intelectuales de la época lo citan elogiosamente por su modernidad y audacia. Su programa constructivo responde a todas las expectativas clasicistas en boga; la decoración va más allá y se decanta por las novedosas tendencias manieristas, con frescos del pintor Alessandro Allori que alegorizan los hechos de la familia Médici. La organización sigue criterios culturales: ya dedicada a galería de arte, conserva funciones de la Magistratura sin embargo. En el brazo oriental, en el primer piso, se encontraba el Teatro Mediceo, que hoy se ha transformado en el Gabinete de Dibujos y Estampas. El Teatro se construyó en 1585, poco después de la inauguración, como la Loggia dei Lanzi, de 1583, un jardín interno. En el brazo oeste, las estancias que albergaban las fábricas y talleres de porcelanas, orfebrerías y piedras duras al servicio del Gran Duque de Toscana, título que se concedió a los Médici. El espacio, empero, no tardó en quedarse nuevamente pequeño; así, el Gran Duque Fernando II y su hermano, el cardenal Leopoldo Médici, duplicaron la galería y abrieron nuevas salas de arte, en detrimento del espacio dedicado a las oficinas. Esta reforma, llevada a cabo a mediados del siglo XVII, hizo que se creara la Galería de los Autorretratos, por impulso de Leopoldo, ubicada en los corredores de unión con el Palazzo Pitti. Respecto a la historia de la colección, ésta se inicia con los fondos de la familia Médici, que eran extremadamente buenos. Los primeros añadidos de calidad fueron hechos por Cosme II Médici, de cuyas adquisiciones destaca la Adoración de Correggio. Don Antonio de Médici entregó el Tríptico pintado por Mantegna, la Gran Duquesa Victoria en 1631 aportó obras como un retrato de Piero della Francesa, el Autorretrato de Rafael, la Venus reclinada de Tiziano y un par de retratos del mismo. En 1635 entró el Tondo Doni en la colección y en 1639 la Huida a Egipto del Correggio. Cosme III, gobernante desde 1670, consiguió el retrato del rabino Morteyra de Rembrandt y la Adoración de Leonardo. Su hijo Fernando, que gobernó hasta 1713, adquirió la famosa Madonna de las Arpías de Andrea del Sarto. Como puede intuirse a través de estos ejemplos, la colección prima el Bajo Renacimiento o Cinquecento y el Manierismo. A partir de 1780, la colección se reordenó según criterios de los iluministas neoclásicos: por escuelas pictóricas, con preeminencia para la italiana. De este momento son las novedades como la Flora de Tiziano, la Alegoría de Bellini o la Epifanía de Durero. Durante el siglo XIX hubo pocas adquisiciones y durante el XX se vivió un momento crítico, con motivo de las guerras mundiales, especialmente la Segunda, que ocasionó graves daños a la Galería. Tras la contienda se introdujo en las salas el Cristo de Cimabue, procedente de la iglesia de la Santa Croce. El último avatar sufrido por esta pinacoteca fundamental fue un terrible incendio en la década de 1990 que provocó daños en varias obras y salas que hubieron de ser restauradas a fondo, sin olvidarnos del coche bomba que en 1993 se estrella contra una de las alas del Palazzo, destruyendo más de 30 obras de arte, destrozando una torre con archivos y provocando varias víctimas. Las Escuelas que encuentran representación en la galería son en su mayor parte italianas. Las obras más antiguas, del Trecento, son por orden de importancia la Madona Rucellai de Duccio, la Madona d'Ognissanti de Giotto, la delicadísima Anunciación de Simone Martini o una sofisticada y cortesana Adoración de los Magos pintada sobre tabla por Gentile da Fabriano. En el Quattrocento están representados los más grandes maestros. Tenemos ocasión de contemplar una de las tres versiones de la Batalla de San Romano de Paolo Ucello, la Virgen con Niño y dos ángeles de Fra Filippo Lippi, la pareja de retratos de los duques de Montefeltro, de Piero della Francesca. Además, una extensa colección de pinturas de Botticelli incluye la Primavera, la Virgen del Magnificat y el Nacimiento de Venus, obras conocidas en todo el mundo. La colección de grandes genios del Cinquecento se inaugura con cuadros de Leonardo y Miguel Ángel, así como de Rafael, por ejemplo, la Madona del Jilguero o el retrato de León X. De Tiziano queda mencionar la Venus de Urbino, que se suma a otras obras ya mencionadas. En pleno Manierismo, la obra por excelencia sería la Madonna del Cuello Largo, pintada por Parmigianino, una de las estrellas de este movimiento. Terminamos el repaso a la pintura italiana con un ejemplo barroco, el Baco joven de Caravaggio. Otras Escuelas están menos representadas. Destaca la centroeuropea, con obras flamencas como el Tríptico Portinari, o alemanas, como la pareja Adán y Eva de Lucas Cranach el viejo. Del Barroco, el retrato de Isabella Brandt, por Rubens. También hay tres estupendos autorretratos de Rembrandt, con los cuales finalizamos este repaso a los tesoros de la colección de los Uffizi.
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Construida por Dutert y Contamin para la Exposición Universal de París de 1889, era un recinto algo menor que el Crystal Palace e intentaba huir del aspecto de invernadero de éste. Su estructura estaba formada por unos pies monumentales que descansaban sobre 40 pilastras de albañilería. La cubierta, sin ningún apoyo intermedio, alcanzaba 43 metros y abarcaba una superficie de 115 x 53 metros. Ante este edificio el público de entonces reaccionó con asombro y admiración debido a la audacia de su construcción, pero desgraciadamente fue derribado en 1910.
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Rafael se interesó especialmente por el conocimiento del mundo romano durante su estancia en la Ciudad Eterna, recibiendo el nombramiento de "praefectus" - conservador de las antigüedades romanas- el 27 de agosto de 1515. Esa admiración por el mundo antiguo le llevó a planificar la erección de un plano de la Roma Imperial y al estudio de las pinturas decorativas de las Termas de Tito y la Domus Aurea. Esta precisa información la utilizó para el encargo que recibirá del cardenal Dovizi Bibbiena: la decoración de sus estancias personales en los Palacios Vaticanos. La galería y el retrete conservan estos frescos donde se demuestra la admiración por el mundo clásico al utilizar animales, flores, monstruos, amorcillos y recuadros con fondo negro donde se representa el mito de Apolo y Marsias como elementos integrantes del conjunto que reciben el nombre de grutescos. Unos falsos nichos con fingidas estatuas representando a las Estaciones completan el encargo elaborado por los ayudantes de Sanzio - Giulio Romano, Gianfrancesco Penni y Giovanni da Udine - bajo la atenta dirección del maestro.
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Las colecciones del Ducado de Estense pasaron en el 1598 de Ferrara a Módena y fueron sucesivamente incrementadas gracias a las numerosas adquisiciones completadas por los distintos duques sucesorios. El mecenazgo, perseguido por los soberanos, hizo que ya en la segunda mitad del siglo XVII los cuadros de los duques de Este fueran considerados como una de las colecciones más prestigiosas a nivel europeo. Tal fama se conservó durante dos siglos, hasta el año 1746, año en el cual Francisco III, para poner remedio al desastre financiero del ducado, vende a Augusto III, rey de Polonia, cien de las más bellas pinturas de la Galería. Bajo el gobierno de los siguientes soberanos, la Galería aumenta su patrimonio pictórico con despojos a iglesias y con nuevas adquisiciones pero en 1796, parte de estas riquezas pictóricas dejaron Modena para llegar a Francia como recompensa bélica tras las batallas napoleónicas. Restaurado después del Congreso de Viena el Gobierno Ducal en 1854 la galería es abierta al público por deseo del duque Francisco V, último duque de Modena. En el 1868, toda la colección es heredada por la ciudad de Modena al igual que la Biblioteca Estense constituyendose como colección del actual estado unitario italiano.
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La construcción del palacio Farnese se llevó a cabo en 1517, bajo orden del Cardenal Alejandro Farnese, futuro Papa Paolo III, basándose en el proyecto de A. da Sangallo el Joven. Tras la muerte de éste, las obras fueron continuadas por Miguel Angel, a quién se debe la construcción de la cornisa y el balcón central. El palacio está situado en la plaza homónima y, actualmente, es la sede de la Embajada francesa. La decoración es una síntesis arquitectónica del Renacimiento romano; las pinturas que se pueden ver en su interior celebran el ascenso de una dinastía e inauguran triunfalmente el siglo del barroco. Dentro del palacio, encontramos la galería Farnese, una de las más importantes de Roma y de toda Italia. El Cardenal Odoardo Farnese invitó a la familia Carracci a Roma, con el encargo de decorar mediante frescos algunos techos y bóvedas del palacio, terminando las obras en el 1589, y destacando por encima del resto la decoración de la bóveda de la galería. Iniciada en el año 1568, se trata de una galería de pequeño tamaño, de unos 20 metros de largo por 6 m. de ancho. En ella, encontramos colecciones de estatuas antiguas (el Toro Farnesio, el Hércules Farnesio) y de pintura; el objetivo de su fundador fue crear una colección escultórica acompañada por pinturas. Destacan, por encima del resto, las composiciones de Carracci. La bóveda de cañón está compartimentada por medio de arcos y estatuas pintadas.