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Futurismo es -escribe W. Haftmann- una teoría artística que trata de representar la totalidad de las vivencias de la realidad, y para ello deja que se combinen y cohesionen las imágenes de lo que acontece con las imágenes de lo consciente, sentido y recordado, y las pone en relación con un dinamismo universal por medio de líneas dinámicas y diagramas que extrae de las tendencias de los objetos mismos al movimiento".Ciertamente, existe en el punto de partida del futurismo un afán por sintetizar el impresionismo, disciplinar los elementos accidentales de éste mediante un orden dinámico, e intelectualizarlo mediante un estilo gráfico distintivo. Ahora bien, tan pronto como toma cuerpo el interés por las relaciones dinámicas espaciales en abstracto, entramos en un terreno en el que desaparecen las relaciones con las impresiones de la realidad sensible, y se nos presentan, más bien, lenguajes estilísticos que sólo tienen por objeto modulaciones y ritmos formales.Un collage de Carlo Carrá, de 1914, se titula Manifestación intervencionista o Fiesta patriótica, lo que, sin duda, pone de relieve las actitudes belicistas que tomaron repetidamente los miembros del futurismo. Pero, dejando a un lado ese lamentable asunto, este ejemplo de Carrà nos ilustra sobre cómo se estiliza la perspectiva centrífuga del primer futurismo y, desprovista de cualquier referencia al natural, se convierte en soporte gráfico de una cosmología artística. Esta composición radial, que tiende a girar sobre sí misma como un torbellino, surcada de mensajes como ese "HUHUHU.." de las sirenas (canto y sonido), el "TOT", o ese otro "Noi siamo la prima costellazione per nuovi più acuti astronomi", nos transmite formas autónomas, un estilo gráfico característico, un lenguaje inquietante íntimamente unida a sus mensajes.Composiciones de estas características las encontramos permanentemente en el diseño gráfico futurista, que constituye un importante capítulo. Los márgenes de las páginas parecen ejercer de imanes para las letras impresas, en combinaciones siempre tendentes a una composición centrífuga y a los magnetismos más diversos, que desarticulan la plástica de las letras. Lo mismo, si se marcan redes lineales se enfatizan como flujos de energía, de una fuerza externa que siempre domina sobre la materia. Por ejemplo, en la composición de Severini, Expansión esférica de la luz, advertimos hasta qué punto se desmaterializa el cuadro, y el autor reduce su estudio a las linee-forze. El futurismo desarrolló, sobre todo, grafismos distintivos, que son los que le servían en su prodigiosa actividad autopropagandística.El cuadro mencionado de Carrà, autor también de un ciclo de dibujos que se publicó ese año bajo el título de Guerra-pittura, encarna las actitudes futuristas de 1914. El grupo, encabezado por Marinetti y acompañado por Benito Mussolini, realizó numerosas proclamaciones intervencionistas y, en julio de 1914, el grueso de los pintores se alistó voluntariamente para entrar en lucha.
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Aunque eran muy numerosas las fiestas en Babilonia, había dos principales, la del Año Nuevo o Akitu y la de Ishtar o Isinnu. Ambas tenían gran predicamento tanto en Babilonia como en Mesopotamia, llegando a ser adoptadas por algunos pueblos vecinos. La fiesta del Año Nuevo podía durar entre tres y doce días, dependiendo de la ciudad en que se celebrase. Su origen era muy antiguo y había sido ampliamente reformada, añadiendo unas ceremonias y quitando otras. En las de Babilonia el pueblo participaba en masa. Éstas comenzaban con una procesión solemne que partía desde el Esagila hasta el templo de la campiña. Después el rey debía efectuar una serie de ritos de penitencia y humillación, para, más tarde, ser leído por dos veces el Poema de la Creación. Luego de se celebraba un banquete divino y se efectuaban por dos veces augurios y predicciones sobre lo que el nuevo año depararía para Babilonia y su pueblo. Junto a la del Año Nuevo, la fiesta de la diosa Ishtar contaba con un gran número de participantes, muchos de ellos extranjeros. Sus festejos se caracterizaban por la exaltación de lo orgiástico y el exceso. Durante varios días, nativos y forasteros se dejaban llevar por la música, las drogas y la comida abundante. Cerveza e hidromiel corrían por las gargantas, mientras muchos aprovechaban los días de multitud para hacer negocio, como prostitutas, vendedores de amuletos, etc. Aparte de estas dos grandes fiestas, el calendario religioso babilonio contaba con otras muchas, en las que se debía celebrar a cada uno de los numerosos dioses.
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La Contrarreforma acentuó el papel que ya de por si desempeñaba la religión en la vida cotidiana de los siglos anteriores. El miedo a la desviación y la heterodoxia produjo un afán por aumentar la presencia de la Iglesia y la religión católica en la mayor cantidad posible de actividades. Las fiestas fueron uno de los vehículos de expresión de la nueva ideología contrarreformista, pues su carácter público y participativo podía servir para acercar al común las directrices de Trento. Especialmente fomentada fue la festividad del Corpus. También se celebraban con solemnidad las procesiones de la Asunción, la Inmaculada Concepción, Cuaresma y Semana Santa, con especial fijación en Jueves y Viernes Santo y Domingo de Ramos. De Trento surgieron también fiestas nuevas, como el Ángel Custodio (29 de septiembre de 1609), o bien se elevó el rango de otras, como San José (inicialmente el 2 de marzo). Para extender la religiosidad y uniformizar las devociones se multiplicó el tráfico de reliquias y se emprendió una campaña febril por lograr nuevas beatificaciones y canonizaciones, al punto que, en un mismo año, 1622, fueron canonizados santa Teresa de Jesús, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier. Los cambios fueron también estéticos. La iconografía religiosa, la mejor manera de hacer llegar información al pueblo iletrado, se expandió por los templos, ocupando todos sus rincones. La moral del clero y feligresía se controló algo más instalando nuevos confesionarios que evitaban el contacto físico entre penitente y confesor, mientras que nuevas devociones ahondaban de hondo sentimiento religioso se extendían por la geografía española y ganaban rápidamente adeptos. La lucha por normativizar el rito llevó a la Iglesia a perseguir determinados cultos o devociones, tenidos por paganos. Así, se censuraron algunos ritos relacionados con el ciclo agrícola o propiciatorios, como las procesiones en petición de lluvia o contra epidemias; ritos ancestrales, como los "goigs" catalanes, fueron prohibidos. Fiestas tradicionales como los toros, los bailes de máscaras y el Carnaval fueron objeto de censura, en especial el último, suprimido en Cataluña en enero de 1641. Sin embargo, si bien estas manifestaciones populares de religiosidad y festividad no eran bien vistas, la actitud del poder (Iglesia-Estado) fue tolerante, por cuanto su arraigo era fuerte y podían servir como vía de escape en momentos de tensión social. La tendencia fue a absorber estas manifestaciones en el ceremonial católico, si bien algunos de sus extremos, como la superstición, fueron duramente atacados. Frente a las festividades y celebraciones religiosas, otro tipo de acontecimientos rompían la linealidad de la vida cotidiana. El gusto por lo festivo se plasmaba en bailes, juegos, torneos, representaciones teatrales y, ya se ha dicho, las corridas de toros. El gusto por el baile era general y tan alta la pasión por su disfrute que, contra algunas voces críticas, a veces se practicaba en el umbral de los templos, como el de los "seises" de Sevilla. El teatro fue otra de las actividades más populares, multiplicándose el número de compañías que venían de fuera, especialmente de Italia. Fenómeno urbano por excelencia, gustaba por igual a ricos que a pobres y el número de teatros y corrales aumentó constantemente. Estos últimos fueron en principio patios interiores de viviendas en los que se improvisaban un escenario y localidades. Con el paso de los años y su popularización, los corrales de comedias se fueron haciendo cada vez más complejos y grandes, distinguiéndose en ellos distintas zonas según sus ocupantes. Así, las mujeres debían sentarse en la "cazuela", un palco corrido frente al escenario; los clérigos se acomodaban en la "tertulia"; los nobles en los "palcos", las localidades más caras, en los que sí estaba permitida la presencia de mujeres, algunas reservadas para las autoridades. El éxito de las representaciones hizo que se pasara de representar comedias sólo en festivos a hacerlo a diario, con el beneplácito eclesiástico. Eso sí, se cerraba el Miércoles de Ceniza y no se abría hasta pasado Pascua. La función comenzaba a las dos o las tres de la tarde en invierno y las tres o las cuatro en verano. Un toldo resguardaba del sol, mientras que la lluvia hacía imposible la representación. El espectáculo duraba dos horas y media o tres, debiendo obligatoriamente concluir antes de ocultarse el sol, por razones de moralidad y orden público. La función comenzaba haciendo callar al público, normalmente con una "loa" que pedía el favor del respetable e intentaba ponerlo del lado de la compañía. Le seguía el primer acto, en el que los actores ponían al público en situación con sus declamaciones, intentando con ello suplir la pobreza de los escenarios. Las pausas eran mínimas, intentando entretener al público de manera constante y evitando el vacío de la escena. El espacio entre el primer y el segundo acto se llenaba con un "entremés", y entre los dos últimos actos se intercalaba un baile o una jácara cantada. El fin de la representación se realizaba mediante una "mojiganga", actuación repleta de música, baile y alegría bulliciosa. Las obras se mantenían generalmente uno o dos días en cartel, siendo excepcional que lo hicieran cinco. Las corridas de toros contaron también con el favor popular, si bien su origen es aristocrático. Realizadas a caballo, Felipe IV contribuyó a su difusión, al asistir a todos los festejos que se realizaban en Madrid. El toreo a pie, poco extendido, se consideraba actividad de las clases bajas. El coso madrileño era la Plaza Mayor, destinándose los balcones a la corte y personalidades y ocupando el pueblo llano graderías debidamente instaladas.
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Día de San Blas. Se celebra el día 2 de febrero. Es tradicional la bendición de roscas y "bulilis" (lazos que se colocan en el cuello de los niños para evitar los males de garganta). Día de la Candelaria. El día 3 de febrero, grupos de niños parten de los distintos colegios, portando farolillos encendidos, y se concentran en la Plaza de San José, donde tendrá lugar el Juicio y quema del "Juilla" (figura alegórica realizada en cartón, que representa lo negativo de la persona y de la experiencia vivida durante el año anterior), en una hoguera. Carnaval. Se celebra cuarenta días antes de la Semana Santa, con pasacalles y actuaciones de chirigotas y comparsas. La semana anterior se organiza "La Tortilla", fiesta carnavalesca en la Caseta Municipal. Semana Santa. En un escenario tan atractivo como es el casco histórico de Aguilar, las celebraciones de Semana Santa resultan espectaculares, con momentos tan emotivos como la Entrada de Ntro. Padre Jesús Caído en la Plaza Octogonal en la noche del Miércoles Santo; la Salida del Cristo de la Expiración de la Parroquia del Carmen, recorriendo las calles de esta localidad en la madrugada del Viernes Santo; la Entrada de Jesús Nazareno y de la Virgen de la Amargura en la Plaza de San José el Viernes Santo por la mañana; y la procesión del Santo Sepulcro el Viernes Santo por la tarde. Especialmente destacable por su particularidad es la tradicional Visita a los Sagrarios en la tarde del Jueves Santo. Día de la Cruz. Se celebra el fin de semana más cercano al 3 de mayo, cuando se saca en paso procesional a la Virgen de los Remedios a través de las calles del barrio de la Veracruz y parte del barrio del Carmen, que se engalanan para recibir a la Virgen. En distintos rincones del pueblo se confeccionan cruces y arcos, con gran abundancia de flores y otros adornos. Se hacen dos ofrendas de flores, una a la Virgen y otra a Jesús Nazareno. Corpus Chisti. Se celebra con fecha variable, un domingo del mes de junio. Es tradicional en este día el engalanamiento de varias calles principales del pueblo y el cubrir el suelo con juncos y juncias, a través de las cuales se realiza el recorrido procesional. Romería Virgen de los Remedios. Romería que se celebra el sábado y domingo siguiente al Corpus Christi, en la cual los romeros bajan en desfile hasta la ermita situada en el paraje de la Fuente de Don Marcelo, ataviados para la ocasión, y con carros bellamente decorados. Velaílla del Carmen. Día 16 de julio, teniendo lugar en la barriada del mismo nombre. Feria Real. Se celebra del 6 al 9 de agosto en el Llano del Castillo. Es la fiesta mayor del pueblo, famosa por su cata popular de los vinos locales y donde se incluye el tradicional mercado de ganado. Feria de San Miguel. Tiene lugar el día 29 de septiembre en el barrio de San Cristóbal. Es tradicional la subasta de gallos, organizada por la Cofradía del Cristo de la Salud. Es costumbre por estas fechas cocinar un plato típico de la localidad, el arroz con gallo. Feria de la Rosa. Celebrada el día 12 de octubre en el Llano de la Cruz, es la última feria del año.
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A lo largo de todo el año se suceden en Alfacar multitudinarias fiestas en las que participa toda la población. La noche de los Capachos Tiene su origen en una antigua costumbre ligada a la industria panadera, que consistía en la quema de los capachos viejos usados en el transporte del pan. En la actualidad, los citados capachos han desaparecido debido a la modernización de esta industria, pero la tradición continúa, quemando aquellos objetos inservibles aportados por los vecinos, en el segundo domingo de enero. Fiestas Patronales de San Sebastián La semana anterior al día de San Sebastián, el 20 de enero, los vecinos del pueblo acompañados de las Autoridades y de la Banda de Música Municipal, trasladan la imagen de San Sebastián, desde la ermita de San Sebastián hasta la ermita situada en el barrio de Las Canteras, donde tiene lugar un acto litúrgico. El domingo de fiesta se vuelve a procesionar al Santo por las calles antiguas del pueblo, regresándolo de nuevo a su ermita, donde permanecerá hasta el próximo año. Carnavales Fiesta que ha ido resurgiendo en los últimos años. Tienen lugar en torno al día 26 de febrero, contando con la participación de pequeñas comparsas que actúan en un templete situado en la Plaza de la Iglesia. Semana Santa En la Semana Santa de Alfacar solo hay una procesión, que tiene lugar el Viernes Santo. Está organizada por los Hermanos Cofrades de la "Hermandad de Nuestra Señora de los Dolores", refundada a mediados de los 80, en recuerdo de la Hermandad de la Veracruz, que existió en el siglo XVII. El desfile procesional consta de tres pasos; "Nuestro Padre Jesús", el "Santo Sepulcro" y "Nuestra Señora de los Dolores, precedidos de una Cruz que es portada por niños. Fiesta de la Cruz Con motivo de esta celebración, el día 3 de mayo en las plazas públicas, en los patios privados y en las puertas de algunas casas se instalan cruces adornadas de flores, bollos de pan, etc., en torno a las cuales se colocan todo tipo de objetos de adorno. Corpus Christi El jueves del Corpus Christi una solemne procesión del Santísimo recorre las principales calles del pueblo, que son adornadas con altares de flores llenos de macetas y mantones para la ocasión. La Noche de San Juan En la noche del 23 al 24 de junio parte de los vecinos realizan el viejo rito de "lavarse la cara" en las fuentes del pueblo a las 12 de la noche, con el fin de aumentar la belleza. Los más jóvenes también celebran esa noche arrojándose agua por las calles del pueblo. Fiestas de San Pedro Teniendo su origen en época morisca, han resurgido en la actualidad. Se celebran el 29 de junio en la "Fuente Chica", en el barrio de Las Canteras. Se elige a la Reina de las Fiestas y a sus Damas de Honor, que serán coronadas en las fiestas de verano. Verano Cultural Amplio programa de actividades tales como proyecciones de películas, espectáculos culturales, conciertos musicales y representaciones teatrales, que se extiende durante todo el verano, iniciándose en las fiestas de San Pedro y coincidiendo su fin con las fiestas de verano, en la última semana de agosto. Fiestas de Verano Se trata de festejos instaurados en el pasado por campesinos para celebrar el fin de las tareas del campo. En la actualidad son muchas las actividades lúdicas y deportivas programadas como la coronación de la Reina y sus Damas de Honor, el día de la bicicleta -en el que gran parte de los vecinos suben en bicicleta a la Sierra de la Alfaguara para pasar un día de convivencia-, el tiro con arco y el tiro al plato. Navidad En la última noche del año, los vecinos de Alfacar se concentran en la Plaza de la Iglesia para recibir el nuevo año con el jolgorio característico de esa noche. En la víspera del día de Reyes, se organiza una Cabalgata, compuesta por carrozas cargadas de caramelos, que recorriendo las calles, llegan a la plaza de la iglesia donde tiene lugar la entrega de regalos a los niños allí presentes. El Señor del Prado La imagen del Señor del Prado fue encontrada cubierta por tierra en una excavación realizada en la Plaza del Prado, para la plantación de árboles con motivo del día del árbol. Desde su aparición la imagen ha sido venerada y antiguamente era sacada en procesión el día 20 de enero junto a la de San Sebastián. El Juas o entierro de la Vieja Digna de mención es esta tradición desaparecida en la actualidad. Se celebraba el "Jueves Ladrero" y consistía en colocar una cuerda entre las fachadas de dos casas, en la que se colgaba un muñeco de paja, a fin de que, quedando suspendido en el centro de la calle, los niños pudiesen darle golpes con una estaca. En la misma calle, se colocaba a una vieja de paja sentada en una silla, que también era golpeada por los niños, mientras cantaban "Vivan los higos, vivan las pasas, viva la Vieja de Calicasas". Los niños se vestían con una banda militar de papel de colores, una gorra y una espada de madera, y las niñas se pintaban los coloretes y los labios y colocaban una moña de colores en la cabeza. Se mantenían batallas entre los niños de una calle con los de otra.
lugar
monumento
Entre 1784-1878, Mozart y su familia ocuparon un piso de la primera planta de la Figarohaus, un edificio de estilo barroco. Aunque tuvo otras once residencias en Viena, se cree que aquí pasó mucho tiempo y escribió muchas de sus grandes obras, como los exquisitos "Cuartetos Haydn", conciertos para piano y "Las Bodas de Fígaro", ópera de la que toma su nombre el edificio. Actualmente, cumple las funciones de museo dedicado a Mozart; es muy sobrio dado que el músico murió en la pobreza. Algunas fotocopias de las partituras, grabados adornando las paredes y unos cuantos documentos completan el museo.
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