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Munición para los carros alemanes Tiger I.
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Munición específica para los carros Tigre II.
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Munición específica para los carros Tigre I.
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Munición para los carros británicos Churchill I, III y IV, Crusader y todos los de apoyo de proximidad.
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Munición para los carros de combate británicos Cromwell VI y VIII, Centauro IV, y Churchill V y VIII.
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<p>Con Augusto se inaugura el Imperio, un sistema en el cual el poder político real estaba en manos de un solo individuo, el emperador, en virtud de su imperium maius y de la auctoritas derivada de la tribunicia potestas y secundariamente de los otros títulos concedidos al emperador. El <a href="https://artehistoria.com/terminos/80387">Senado</a> quedó reducido a un órgano de apoyo de ese poder político.</p><p><br>El arte romano, durante este periodo, se expandió junto con el imperio a lo largo y ancho del Mediterráneo, siendo uno de los principales exponentes de la avanzada civilización romana.</p><p>El arte romano tiene sus raíces en diversas influencias, especialmente del mundo etrusco y griego. La fuerte organización y personalidad del Imperio Romano exigieron un arte y una arquitectura que combinaran funcionalidad y propaganda. Así nació un arte muy centralizado y unitario que abarcó todo el imperio, no solo en Roma, sino también en todas sus provincias.</p><p>El arte es una de las manifestaciones artísticas más significativas de la historia del mundo occidental, ya que su influencia ha perdurado a lo largo de los siglos en toda Europa. A lo largo de la historia, incluso en períodos alejados del canon romano, como el gótico, se ha percibido su influencia.</p><p>La arquitectura se caracteriza por muros gruesos y bóvedas de cañón, arista y anular. Los materiales utilizados incluyen piedra, ladrillo y hormigón. Se emplean columnas, pilares y pilastras de distintos órdenes, como el toscano y el compuesto, con influencias etruscas y corintias. En la arquitectura religiosa, se observan influencias etruscas y griegas, con plantas rectangulares y circulares, como en el Panteón de Agripa. La arquitectura funeraria incluye mausoleos piramidales y circulares, como el de Cayo Cestio, y columbarios con nichos y lápidas. En la arquitectura civil, el foro era el centro de la actividad socioeconómica, con domus, viviendas de patricios (villae) y casas de alquiler. La arquitectura pública cercana al foro incluye teatros, termas, basílicas y monumentos decorativos como altares, arcos y columnas ciclópeas. Finalmente, la arquitectura de ingeniería abarca acueductos, calzadas y puentes.</p><p>La escultur, influenciada por las tradiciones griega y etrusca, se realizaba en mármol y bronce, utilizando técnicas como el trépano para crear profundos relieves y claroscuros, o máscaras de cera cubiertas de mármol. El bulto redondo se utilizaba en bustos, cabezas y figuras completas. Los sarcófagos se adosaban a las paredes y se decoraban en su parte visible.</p><p>El retrato evolucionó a lo largo de las épocas. Durante la República (III-I a.C.), los retratos eran realistas, con claroscuros y facciones duras. En la etapa de Augusto (Alto Imperio, I d.C.), se representaba al emperador en diversas formas: como cónsul, divinizado, pretor, héroe y sumo pontífice. En el Bajo Imperio (I-III d.C.), se representaban las dinastías flavia, julia, antonina, severa y constantina de diversas maneras.</p><p>Por su parte la narrativa histórica se encargaba de resaltar las hazañas de héroes y emperadores, representando paisajes en bajo relieve, elementos arquitectónicos en medio relieve y figuras humanas en alto relieve, siempre con un carácter propagandístico.</p>
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Tras la muerte de Augusto en el año 14 fueron los miembros de su familia -la Julia-Claudia- los que le sucedieron en el trono: Tiberio, Calígula, Claudio y Nerón. La sucesión dinástica se verá interrumpida por la guerra civil que se librará en el año 68 entre los tres emperadores que gobernaron ese año: Galba, Vitelio y Otón. Los Flavios será los que acaben con este primer período de crisis que vive el Imperio. A lo largo de esta etapa se aprecia una evolución social y la aparición de nuevas tendencias ideológicas, al mismo tiempo que Italia y las provincias viven momentos de esplendor.
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Hablar de una época de los Flavios (69-96 d.C.) encuentra su justificación en la pertenencia de los tres emperadores a la misma familia y también en la nueva forma de mantenimiento y de transmisión del poder así como en la analogía las medidas administrativas y de los apoyos sociales que buscaron. Frente a los despropósitos y oscilaciones de algunos emperadores Julio-Claudios, el principado de los Flavios se caracteriza por la coherencia, el buen sentido y el apego a la realidad. La época de los Flavios equivale a los años de gobierno de un padre, Tito Flavio Vespasiano, conocido simplemente como Vespasiano (69-79 d.C.), de su hijo mayor del mismo nombre, comúnmente Tito (69-81 d.C.) y del hijo menor, Tito Flavio Domiciano o sin más Domiciano (81-96 d.C.). La asociación en el gobierno del sucesor y la participación contemporánea de los tres en diversas magistraturas hace difícil separar, en todos los casos, las aportaciones particulares de cada uno. Con Vespasiano se rompe la línea familiar de los Julio-Claudios así como la tradicional vinculación de los emperadores con grupos sociales de rancio abolengo y grandes riquezas. Vespasiano nació el 9 d.C. en una pequeña aldea sabina cercana a la actual Rieti, antigua Reate, de una familia honorable pero modesta. Suetonio reconoce entre sus antepasados a un centurión que militó a las órdenes de Pompeyo, a un cobrador de impuestos a quien sus administrados de Asia le erigieron una estatua con la dedicación de "Al perceptor íntegro", y a su abuelo, ya prefecto de Roma (Vesp., I). El ascenso de Vespasiano refleja así el lento pero inexorable proceso de promoción de las oligarquías municipales itálicas. La propia carrera de Vespasiano (tribuno militar, cuestor en Creta y Cirenaica, candidato a la edilidad y la pretura sin resultar elegido hasta que al fin fue edil y pretor...) representa igualmente un caso muy común de promoción en atención a su profesionalidad y buena gestión. A la muerte de Nerón, se encontraba llevando a cabo de modo sistemático y eficaz el sometimiento de los judíos; tras su proclamación como emperador, su hijo Tito completó esta tarea. La época de los Antoninos se desarrolla entre el 96 d.C. y el 193 d.C. Por más que el nombre incluya propiamente a los últimos emperadores (Antonino Pío, Marco Aurelio y Cómodo), el uso tradicional del mismo también para los primeros Antoninos (Nerva, Trajano y Adriano) aconseja mantenerlo para referir a todo ese siglo. Hay suficientes rasgos comunes en la política de estos emperadores, doblemente al compararla con las épocas precedente y posterior, como para justificar un tratamiento unitario de ellos. Cuando analizamos los problemas económicos y sociales, la vida de las ciudades de Italia y de las provincias o las tendencias ideológicas, encontramos muchas analogías de situaciones y también de respuestas con la época flavia.
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El siglo que media desde el asesinato de Cómodo hasta el advenimiento de Diocleciano se corresponde con una época del Imperio durante la cual se aceleraron las contradicciones profundas en que estaba sumido el mundo romano. Con los últimos Antoninos (Antonino Pío, Marco Aurelio y Cómodo), ante todo desde Marco Aurelio, hay manifestaciones de la sociedad romana y de la forma de gobierno que preludian la era de los Severos. En todo caso, a partir de la muerte del último Severo, la quiebra del antiguo sistema que se ha venido apuntalando es mucho más evidente. Para una comprensión más clara de los hechos, trataremos separadamente las dos etapas de este tercer siglo del Imperio: la época de los Severos y la anarquía militar.
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Bajo Augusto se produjo el cambio del sistema de gobierno de la República a otro nuevo, conocido con nombres distintos en la historiografía moderna. Hay autores que prefieren llamar Principado al nuevo régimen instaurado por Augusto basándose en uno de los títulos que recibió Augusto, el de Princeps. Pero como ello puede conducir a equívocos como el de considerar que tal título fue la base única sobre la que se sustentó su poder, parece más acertado el servirse de la clásica nomenclatura de Imperio por su valor más neutral para definir al nuevo régimen. En paralelo con el lenguaje aplicado para subdividir otras etapas históricas (así, Alta y Baja Edad Media), se habla de Alto Imperio para referirse al periodo que va de Augusto a Diocleciano y de Bajo Imperio para aludir a los años que median entre Diocleciano y la caída del Imperio Romano en Occidente. Aun a sabiendas de que el periodo bajoimperial representa un modelo social y político distinto del de la época anterior pero no precisamente peor, para evitar caer en concepciones peyorativas apriorísticas, cada día se tiende más a hablar de Antigüedad Tardía en vez de Bajo Imperio. Pero, en cambio, se sigue manteniendo el nombre de Alto Imperio. El régimen inaugurado por Augusto presenta algunos rasgos que tienen precedentes en épocas anteriores de fines de la República. Más aún, Augusto procuró presentarse como un continuador de la tradición republicana por más que la realidad de su nuevo régimen distara mucho de aquélla. Por ello, la historia inicial del Imperio va unida a la ambigüedad política de Augusto. Para mejor comprender su obra, conviene conocer los años que median entre la muerte de César y la batalla de Accio, cuando el que será conocido más tarde como Augusto aún era llamado Octaviano.