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Junto a temas cáusticos y críticos, generalmente en grabados, contra el Papado y la Iglesia romana, y los exaltatorios de Lutero y sus predicaciones, Cranach lleva a cabo una renovación iconográfica que, con insistencia repetitiva de modelos -a veces, dentro de un mismo cuadro-, aplica fundamentalmente a temas bíblicos y mitológicos. Desplegando un personal Manierismo, que con insistencia vulnera conscientemente los presupuestos del clasicismo -radical supresión del paisaje, criterios antiperspectivos, hieratismo voluntario de figuras y, sobre todo, un marcado antiidealismo- se convierte, al tiempo, en una alternativa crítica al concepto tradicional de imagen religiosa o de la figuración mitológica.
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Aunque en el siglo XVII destacan algunos maestros escultores que, por lo general, basculan entre las influencias de Italia y Francia, el rasgo distintivo de la plástica barroca centro-europea de principios de la centuria es su carácter artesanal, advertible en la decoración arquitectónica, carente de un lenguaje formal autónomo. Es el caso del poco evocador Zürn, cuyo nombre nada dice, pero que con este retablo, tan virtuosamente ejecutado, de barroquizante gusto local, podría enfrentarse y hasta competir con los retablistas españoles coetáneos por su manera de presentar y enmarcar las esculturas y los relieves.
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Discípulo y amigo de Durero, Hans Baldung Grien realiza este altar, procedente de la colegiata de Halle, en los años en que Durero parte hacia Venecia y deja a Hans como encargado de su taller en Nuremberg.
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Al lado de Mengs y Winckelmann, y de su influencia en numerosos pintores y escultores, especialmente extranjeros presentes en Roma, como G. Hamilton o A. Kauffmann, la figura más apasionante y contradictoria de este período es, sin duda, Giovann Battista Piranesi. Protegido por G. G. Bottari, pretendía, sobre todo, explicar sus ideas con dibujos ya que oportunidades para construir tuvo pocas, con excepción de la remodelación de la iglesia romana de Santa María del Priorato. La decoración de la iglesia tiene un marcado carácter neomanierista, casi rococó en algunos momentos, pero, con independencia de otros contenidos simbólicos, interesa destacar el altar, dedicado a San Basilio, que ilustra bien las propias teorías de Piranesi, expuestas por la misma época en una de sus obras más interesantes, el "Parere sull'architettura" (1765).