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Fundado en el año 1363, este convento de clarisas se instaló en los palacios mudéjares ya existentes, edificados por los reyes castellanos Alfonso XI y Pedro I entre 1340 y 1354. Las actuales dependencias conventuales pertenecientes a estos palacios son la Capilla Dorada, el patio contiguo, el vestíbulo del palacio, las dos fachadas exteriores y el baño. Estas estancias inician un mudéjar cortesano, cuyas formas reaparecen en la sinagoga del Tránsito en Toledo y en el palacio de Pedro I en los Reales Alcázares de Sevilla.
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El convento de Santa Clara fue construido en el siglo XVI y se comenzó a habitar a partir de 1567 por monjas clarisas. Para su construcción contó con la ayuda del Ayuntamiento, que aportó don mil ducados. El Convento destaca por su procesión de Sor María de Jesús, cuya imagen fue traída desde Sevilla, del Oratorio de Manuel Jiménez, que aún se conserva en el Comulgatorio. Destacan también los ricos dulces hechos por las propias monjas.
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Se trata de un convento gótico, del siglo XIV. En 1812, fue destruido por las tropas napoleónicas.
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Convento de clausura de monjas Franciscanas Clarisas, fundado por bula pontificia en 1460 y protegido por la duquesa de Arcos, Beatriz Pacheco. La lentitud con que fue construido ha provocado que en él se den diferentes estilos arquitectónicos, destacando el mudéjar. El templo se comunica con el exterior por medio de dos portadas similares, entre las que se encuentra, metida en una hornacina, una escultura de Santa Clara. La iglesia sigue el modelo conventual sevillano, de estilo mudéjar. La torre-mirador fue levantada en el siglo XVIII.
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A las afueras de Castrojeriz se encuentra el Convento de Santa Clara. Fue fundado por Alfonso X el Sabio, construyéndose un edificio con trazas góticas que todavía conserva ese aire medieval. En su interior se guardan interesantes tallas barrocas.
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En una de las márgenes del río Ega, en un tranquilo paraje denominado Los Llanos, se encuentra el Convento de Santa Clara. Esta institución clarisa fue fundada en 1253 por la esposa de Teobaldo II de Navarra, hija de Luis IX de Francia. Se convirtió en uno de los conventos más importantes del reino, por lo que allí serían educadas las infantas navarras a lo largo del siglo XIV. El edificio fue totalmente reconstruido en el siglo XVII por el maestro de obras Juan de Larrañaga, configurando una obra de estilo totalmente barroco. En la actualidad está ocupado por una congregación de religiosas de clausura, residiendo ocho monjas en el edificio, por lo que ha sido rechazada la propuesta de establecer aquí el Parador de Turismo, que se instalará en el Monasterio de Santo Domingo.
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Declarado Monumento Nacional en 1976, se trata de un recinto fundado en 1507 por fray Hernando de Talavera, arzobispo de Granada. Lo más destacable del convento es su iglesia, con un magnífico retablo barroco realizado por Gregorio Salinas en 1730. Debe mencionarse también la silería, regalo de Isabel II, y el artesonado de la planta baja, así como las pinturas murales realizadas por los granadinos José y Vicente Ciezar. Al exterior, la portada fue construida en estilo gótico-isabelino, mostrando un arco apuntado que, apoyado en pilastrillas, se ubica bajo un alero volado. El convento, el único en pie de los varios que tuvo Loja, estuvo regentado hasta 1992 por las clarisas, quienes deben dejarlo ante la falta de medios para poder atenderlo. Actualmente ocupan el edificio las Hermanas del Buen Samaritano.
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Situado extramuros de la población, el Monasterio de Santa Clara fue fundado en el año 1313 por Sancho Sánchez de Velasco. Se trata de una edificación en la que predomina el estilo gótico, destacando la nave central de la iglesia y la capilla de la Concepción, fundación y patronato de la familia de los Condestables, que en él tuvieron su lugar predilecto de enterramiento. En esta capilla que, como es habitual, se cubre con gran bóveda estrellada, no se aprecian novedades destacables, a excepción de la presencia de un gran ventanal correspondiente a una tribuna interior y la decoración de las trompas que, en este caso, ostentan los escudos familiares escoltados por figuras de salvajes, cuyo origen se encuentra en la capilla burgalesa. Otras piezas importantes del convento son el claustro y el museo. En la actualidad está habitado el Convento por la comunidad de Clarisas.
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Monumento Histórico Nacional, edificado a partir de 1512 por orden del marqués de Priego, Pedro Fernández de Córdoba. Se trata de un convento de monjas clarisas - franciscanas. Su fachada se funde al Arco de Santa Clara, dando lugar a uno de los rincones más bellos de Montilla. El austero patio da paso a un sorprendente templo gótico - mudéjar de nave única cubierta por un hermoso artesonado que guarda bellas obras artísticas. La iglesia tiene una portada gótico - plateresca, atribuida a Hernán Ruiz I; ésta, entre pináculos, se abre en arco trilobulado con cardina gótica y una compleja tracería de arquillos cruzados, cuya exuberancia ha hecho pensar en el gótico manuelino, aunque la parte del remate se ajusta mejor a un temprano plateresco, como se ve en el nicho de Santa Clara y en sus pilastrillas. El presbiterio ofrece una disposición ochavada, salvándose las esquinas con una especie de veneras rizadas. El retablo mayor también es churrigueresco, del año 1730, de autor desconocido. De la misma época son los retablos gemelos de San José y Santa Ana. Muestra el templo varias imágenes de Pedro de Mena, entre las que destaca un San Pedro de Alcántara, así como el valioso retablo pictórico del Buen Pastor, de mediados del siglo XVI, a cargo de Baltasar del Águila.
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En los últimos años del siglo XIII la Orden de las Damas Pobres -fundada por santa Clara de Asís- se traslada a un convento construido en unos terrenos cedidos por un acaudalado burgués. El edificio se levantó en 1260 gracias a la dote entregada por doña Violante, la esposa de Alfonso X el Sabio. Sobre la antigua edificación se realizaron varias reformas en los siglos XVI y XVII. El aspecto actual data del último cuarto del XVII bajo la supervisión del maestro Domingo de Andrade. La iglesia presenta planta es de cruz latina con una única nave y cúpulas sobre el crucero. La entrada está en un lateral cobijada por un pórtico. La fachada del convento, obra de Simón Rodríguez, es uno de los edificios más audaces del barroco español, fachada ficticia tras la cual no se halla la iglesia sino simplemente la portería del convento y un pequeño jardín por el que se accede al recinto religioso. El efecto dominante de la fachada es el de un gran retablo pétreo, una obra de marquetería en la cual los distintos elementos decorativos van ganando volumen y fuerza plástica a medida que ascienden en el muro. La decoración se concentra en la calle central, en la que alternan los espacios macizos y huecos flanqueados por una indescriptible variedad de molduras, placas semicirculares y cilíndricas, grapas, volutas, frontones partidos... hasta culminar en el abigarrado frontón triangular que cobija en su parte central el escudo de la Orden y que está rematado central y lateralmente por tres insólitos cilindros que dan un indudable aire de modernidad a la fachada, casi de sensibilidad cubista.