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Tras la conquista de Sevilla, el rey Fernando III funda este convento franciscano en el palacio del infante don Fadrique, hermano de Alfonso X. El edificio palatino fue tomando una estructura conventural, quedando de esa primitiva construcción palaciega la famosa Torre de don Fadrique, torre de vigilancia con tres cuerpos construida en 1252, apreciándose en su decoración la transición estilística entre el Románico y el Gótico. Como la mayor parte de las iglesias iniciales sevillanas, se realizaron con el tiempo importantes reformas. Dentro del recinto encontramos una portada gótica, uno de los escasos restos del Colegio de maese Rodrigo de Santaella, la antigua Universidad Hispalense. En esta fachada se halla una espadaña realizada en el siglo XVI por Diego Coronado y Juan de Vandelvira. La iglesia corresponde al siglo XV y presenta una sola nave rectangular, cubierta con artesonado mudéjar y coronada en una cabecera que se cubre con bóvedas nervadas. La portada de acceso al recinto conventual se fecha en el primer tercio del siglo XVII, destacando un azulejo con la efigie de la santa titular. En el interior del templo sobresalen los cinco retablos ejecutados por Juan Martínez Montañés entre 1621 y 1630 dedicados, respectivamente, a santa Clara, la Inmaculada, san Francisco de Asís, san Juan Bautista y san Juan Evangelista.
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Una guapa dama de la nobleza, miembro de una de las más ilustres familias sevillanas, llamada María Coronel fundó este convento. Es la protagonista de una de las historias más atractivas de la Edad Media sevillana. Doña María se había casado con un caballero de nombre Juan de la Cerda, aliado de los enemigos de Pedro I. El monarca decapitó al marido bajo la acusación de traición y sembró de sal su casa "para que ni siquiera naciera allí la hierba". Pero don Pedro se enamoró de la belleza de doña María, quien se había refugiado en el convento de Santa Clara. La tenacidad del monarca le llevó a encontrarla; doña María se escondió en la cocina del cenobio y cuando llegó el rey se roció el rostro con aceite hirviendo. El arrepentimiento de don Pedro le llevó a donar la casa familiar a doña María, fundando ésta el convento, siendo enterrada en el coro. En unos trabajos realizados en el siglo XVI se encontró el féretro de la fundadora, cuyo cadáver se hallaba en excelente estado de conservación, por lo que se conservó en una urna de cristal. Cada dos de diciembre se expone al público para que aprecie las cicatrices provocadas por su desesperada acción. El templo fue construido en la segunda mitad del siglo XIV, siguiendo el estilo gótico-mudéjar. Presenta tres naves separadas por pilares y cubiertas con bóvedas nervadas. La portada de acceso al convento se fecha en el siglo XVII, la misma centuria que las pinturas murales del coro, obra de Francisco Herrera. El coro está formado por una sala rectangular cerrada por bóvedas nervadas sexpartitas, comunicándose directamente con el claustro principal. El Retablo Mayor es obra de la familia Medinilla, presidido por la imagen de Santa Inés, ejecutada por Francisco de Ocampo. En la actualidad, el convento está ocupado por una comunidad de monjas franciscanas clarisas que elaboran unos exquisitos bollo dedicados a la patrona del convento.
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Fundado en 1491, se trata de un convento de religiosas franciscanas. La fachada que da a la calle está compuesta por una portada del siglo XVII enmarcada por pilastras jónicas que finalizan en un frontón curvo partido por un relieve de la Visitación, alusivo al patrocinio de santa Isabel. Podemos también contemplar la fecha: 1576.
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La iglesia del Convento de Santa Isabel de los Angeles presenta planta rectangular, de una sola nave y testero plano. La obra fue iniciada por Juan de Ochoa y continuada por Sebastián Vidal y Bernabé Gómez del Río, finalizándose en 1660. Destaca la bóveda esquifada y el retablo mayor, con relieves de Pedro Roldán.
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Doña María Suárez de Toledo, conocida popularmente como "sor María la Pobre" fundó este convento en 1477. El monasterio está constituido por varios edificios: dos palacios mudéjares, construidos en el siglo XIV, y la iglesia de san Antolín, convertida en iglesia conventual. El templo fue reconstruido en tiempos de Carlos I, manteniéndose la portada realizada en el reinado de los Reyes Católicos (1500). El interior es de estilo gótico, cubriéndose la única nave con un artesonado de madera, en estilo mudéjar. En la nave de la Epístola destaca un sensacional retablo del siglo XVI, la misma época del retablo mayor, fechado en 1572. En los pies de la iglesia se levantó también en el siglo XVI el coro de las monjas, destacando su atractivo zócalo de azulejos, el retablo plateresco y la sillería. En las capillas encontramos interesantes muestras artísticas, sobresaliendo la construida por Diego Velasco de Ávila, el Joven, en 1571 para la familia Cernúsculo, y el sepulcro de doña Inés de Ayala, fechado en el siglo XV y ejecutado en mármoles de color blanco y negro. En una de las habitaciones del convento, la Reina Católica dio a luz a su hija Isabel, futura reina de Portugal. La clausura nos impide visitar algunas de las joyas arquitectónicas como el llamado Cuarto de la Reina, la enfermería y el Patio del Laurel.
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El templo dedicado a santa Isabel fue reconstruido en tiempos de Carlos I, manteniéndose la portada realizada en el reinado de los Reyes Católicos (1500).