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monumento
Fundado en 1623 con el nombre de Monasterio de la Encarnación, de religiosas de la orden de San Benito, sus fundadores fueron doña Teresa Valle de la Cerda y Alvarado y don Jerónimo de Villanueva, iniciándose el funcionamiento de la institución religiosa al año siguiente. Se trata de uno de los conventos más famosos de Madrid, especialmente, durante el periodo moderno, ya que acerca de él corrieron una serie de leyendas, como la posesión diabólica de 25 de sus monjas en 1628, entre las que se encontraba la propia Teresa del Valle. El templo actual comenzó a construirse en 1641 por el arquitecto Fray Lorenzo de San Nicolás, que concluyó las obras veinte años después. La planta es de cruz latina, con una sola nave, muy corta, y ancho crucero con machones achaflanadas, sobre los que se eleva una gran cúpula encañonada, diseñada por el agustino, que define bajo ella un amplio espacio que centraliza el trazado longitudinal del templo. El sobrio alzado se ve enriquecido por un conjunto de espléndidas obras destinadas a crear el efecto persuasivo y emocional deseado por la Iglesia Católica. Entre ellas destacan las esculturas de santos de la orden, realizadas por Manuel Pereira para las hornacinas de los machones, y las pinturas de Claudio Coello, especialmente el gran lienzo de la Anunciación, firmado en 1668, que forma parte del magnífico retablo de la capilla mayor, trazado por Pedro de la Torre. Para este Convento de San Plácido pintó Velázquez su famoso Cristo, presumiblemente por encargo de su fundador, apuntándose también al propio Felipe IV como cliente del espectacular lienzo.
obra
Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
monumento
Los caballeros de la Orden Tercera de San Francisco fundaron en Melide -concretamente, en el lugar donde se cruzaban el Camino Francés y la ruta jacobea procedente de Lugo y Oviedo- el monasterio de Sancti Spiritu, monasterio que contaba con un hospital. La fecha de fundación se sitúa en el siglo XIV, pero el edificio sufrió una importante reconstrucción en la centuria siguiente, gracias a la aportación de la familia Ulloa. Del monasterio hoy sólo se conserva la iglesia, de época gótica, con una cabecera rectangular que se cubre con bóveda estrellada. Las pinturas murales, realizadas en el siglo XVI, fueron cubiertas al construirse un sensacional retablo barroco, elaborado en 1690 por Francisco de Castro Canseco, uno de los mejores escultores gallegos de su tiempo. El retablo presenta una disposición habitual en los templos franciscanos, con esculturas de san Francisco, santo Domingo y la Inmaculada. De época medieval se conservan algunos sepulcros, destacando los de Alfonso Vázquez de Insúa, señor del pazo de Vilar de Ferreiros, y su esposa Tareixa Rodríguez. También sobresale la capilla del Santo Cristo, único resto del primitivo edificio del siglo XIV.