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El convento de San Francisco fue fundado hacia 1550 por los franciscanos. La actual iglesia, sin embargo, se construyó a finales del siglo XVII. Se caracteriza por ser la típica iglesia conventual barroca, con la única salvedad de que sobre el crucero hay una cúpula oval dispuesta transversalmente, similar a lo que sucede en la catedral de Córdoba. La ornamentación barroca es fundamentalmente de pintura al fresco, cubriendo los muros. El convento de San Francisco acoge en su interior la imagen del patrón de la ciudad, Jesús Nazareno.
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El destruido convento de San Francisco de Barcelona supone, sin duda alguna, uno de los ejemplares más interesantes de la arquitectura mendicante hispana. El templo primitivo, de planta rectangular y cubierta con madera (1236-1240), fue sustituido por la iglesia definitiva (1247-1297) constituida en este caso por una nave de tramos abovedados, capillas laterales a ambos lados surgidas entre los contrafuertes y cabecera de planta poligonal. De la misma época que la iglesia es el primer recinto claustral, en torno al cual se articulan las principales dependencias. Los claustros secundarios y las dependencias anejas, destinadas a servicios, surgen en época, moderna, cuando el crecimiento de la comunidad y la estabilización de la orden así lo reclaman. El edificio fué derribado en 1837 y en su lugar se alza actualmente el gobierno militar.
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En 1612 el Concejo de la Villa de Estepa consideró muy beneficiosa la presencia de los religiosos franciscanos en la población. Por esta razón, se cedía a la Orden la ermita de San Cristóbal y unos terrenos cercanos para que instalaran allí su convento. En la fundación del cenobio tendrán un papel muy importante los III marqueses de Estepa, don Juan Bautista Centurión y doña María Fernández de Córdoba. El templo presenta planta de cruz latina, con una sola nave dividida en cinco tramos, ocupados los dos primeros por la tribuna del coro. En la cabecera encontramos el presbiterio, la sacristía y el camarín - presidido por la imagen de Ntra. Sra. de Gracia-. En el crucero se abre una cúpula sobre pechinas, estructura que también se repite en el camarín de la Virgen. El presbiterio, las naves y el crucero se cubren con bóveda de cañón, con arcos fajones y lunetos. La decoración abarca desde los primeros momentos del Barroco hasta su etapa final e incluso se aprecian elementos neoclásicos. En los temas elegidos destaca la heráldica. En el interior del templo encontramos una interesante colección de obras de arte, con algunas piezas de interés como el púlpito, de jaspe; el tornavoz, de madera; el Retablo Mayor, del siglo XVIII; o los retablos de San Antonio, San Francisco -atribuido a Luis Salvador Carmona-, la Inmaculada -deudora del estilo de Alonso Cano- y San José. En la zona del presbiterio se concentra la decoración pictórica, fundiéndose los lienzos con las pinturas murales. Al exterior sobresale la portada, que sigue las líneas del primer barroco. Se trata de una estructura sencilla, con un arco de medio punto sobre el que se halla un frontón partido, rematado por pináculos. El conjunto se corona con un mosaico de azulejos en el que se representa a san Francisco. En el lado de la Epístola se alza la majestuosa torre de 22 metros de altura. Esta constituida por un cuerpo ciego, el campanario y, como remate, un chapitel.
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Cuenta la leyenda que este convento del siglo XIII fue fundado por el propio San Francisco cuando se dirigía a Santiago. Sin embargo, este edificio fue destruido por un incendio en el siglo XV, y el que hoy se levanta frente al jardín de San Francisco corresponde a la remodelación que se realizó en el siglo XVII. Martínez del Valle, Francisco de la Lastra y Juan de Naveda se encargaron del diseño del claustro, del que hoy no queda nada. La iglesia se debe a las trazas de Francisco de Ribas, cuyos planos realizó en el siglo XIX. Con motivo de la restauración de la catedral se trasladó a esta iglesia el retablo mayor, obra de Simón Gavilán Tomé y Narciso Tomé. Otra pieza que merece la pena destacar es la imagen del siglo XV que se conserva de la Virgen de la Asunción, atribuida al maestro Jusquín. Entre el elenco de artistas que trabajaron en esta iglesia hay que añadir a Salvador Carmona, aunque el paso del tiempo no ha dejado constancia de ello.
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La iglesia de San Francisco fue cuidadosamente supervisada en su construcción por Simón Rodríguez, pero no pudo evitar que quedase inconclusa a su muerte y que en su fachada interviniese un dictamen de la Academia de San Fernando que obligó a normalizar la traza y a eliminar los excesos barrocos, razón por la cual tan sólo el primer cuerpo mantiene la estructura diseñada por el arquitecto, mientras que los cuerpos se han transformado en un sentido neoclásico. El interior de la iglesia sí responde al planteamiento del arquitecto, dominando el juego volumétrico de los placados de piedra, el vuelo de las cornisas o la presencia de puertas y marcos de retablos decorados con estos mismos motivos.
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El Convento de San Francisco fue mandado construir a principios del siglo XVI por el arzobispo de Zaragoza y confesor personal de Felipe II, Fray Bernardo de Fresneda. El fundador del Convento dejó todos sus bienes para crear el convento de frailes franciscanos, con la intención de que se convirtiese en Universidad; para ello fundó el Colegio de San Buenaventura. Con las desamortizaciones del siglo XIX se ha utilizado con diferentes fines, utilizándose en la actualidad como residencia para personas mayores, llamada Hospital del Santo, aunque los últimos proyectos hablan de convertir el convento en un hotel. Además de residencia, tiene el Taller Diocesano de Restauración de Obras de Arte, en vías de ampliación. La iglesia permanece cerrada al culto, realizándose éste en la sacristía. Destaca el crucero, donde se sitúa el sepulcro del fundador del Convento. Su estructura interna está formada por una sola nave, con pequeñas capillas laterales y entrada bajo el coro. El retablo mayor es de principios del siglo XVII, donde intervinieron pintores burgaleses.
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A lo largo de la Edad Moderna Viana vive un periodo de auténtico esplendor, que se refleja en la importante nómina de construcciones levantadas en estas centurias. Entre ellas encontramos el Convento de San Francisco, un edificio conventual cuya iglesia tiene planta de cruz latina con marcado crucero. El templo presenta una sola nave de cuatro tramos que se cubre con bóveda de cañón, mientras que el crucero se cierra con una cúpula de media naranja. El claustro se dispone en una planta cuadrangular, con un aljibe en el centro. El edificio se ha transformado en una residencia de ancianos.
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En su peregrinación a Compostela, san Francisco de Asís realizó un buen número de fundaciones conventuales, entre ellas la de Villafranca. Del primitivo convento franciscano -desaparecido en el siglo XIX, con el proceso desamortizador- hoy sólo queda la iglesia, una construcción románica del siglo XIII con añadidos góticos en el siglo XV. Se trata de una iglesia de una sola nave, sin crucero, cubierta con un sensacional artesonado de madera realizado en estilo mudéjar. Del primitivo templo románico se conserva la portada, siendo las torres que flanquean la capilla mayor del siglo XVIII. En el interior sobresale la sillería de coro, ejecutada en el siglo XVI siguiendo el estilo renacentista, y el retablo, una obra del siglo XVII que se asemeja a los trabajos churriguerescos.