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obra
Friedrich fue siempre un convencido nacionalista alemán. En 1813 había trabado amistad con el poeta y patriota Ernst Moritz Arndt con ocasión de la visita de éste a Dresde. En una época de incertidumbre ante la guerra contra Napoleón, Friedrich, quien tendrá que abandonar la capital sajona ante la ocupación francesa de la ciudad, vio incrementado su ardor nacionalista gracias a este personaje. Hasta noviembre de ese mismo año no abandonarán los franceses la ciudad. A comienzos de 1814 Friedrich trabajaba en el proyecto de un monumento a la memoria del general G. J. D. Von Scharnhorst, caído en el combate del año anterior; solicitó a su amigo Arndt que compusiera el texto para dicho monumento. Realizó numerosos proyectos de este tipo, que no despertaron ningún interés, y Friedrich se quejó amargamente de los escasos honores concedidos a los combatientes por la libertad alemana. A la exposición patriótica celebrada en marzo y abril por iniciativa del comandante ruso de la plaza, el Príncipe Repnin, Friedrich presentó dos obras: el Cazador en el bosque y Tumbas de héroes antiguos. En octubre fue expuesta en Berlín, donde recibió críticas negativas; fue adquirida por el Príncipe Malte von Putbus. El Cazador en el bosque fue pintado entre el verano de 1813, a la vuelta del momentáneo exilio, y abril de 1814. Reproduce, en un contexto patriótico, los mismos elementos espaciales de La cruz en las montañas. Se basa, pues, en un juego de triángulos y rombos formados por los pinos y la tierra nevada. En el centro, en la parte inferior, un coracero francés, perdido el caballo y el camino, se detiene ante el bosque de abetos. Tras él un cuervo, que en las descripciones de la época se considera mensajero de la próxima muerte. La figura del militar ha sido relacionada con las que aparecen, en similar posición, en los Cazadores en la nieve, de Brueghel el Viejo, de 1565. Su actitud contemplativa, asimismo, es similar a la del soldado de Cueva y monumento funerario, también de su ciclo patriótico, ejecutado el año anterior. Dicha actitud meditativa no puede ser más diferente de la casi coetánea obra de Géricault, en que la angustia se expresa a través de un violento dinamismo; ni de Goya, con su cruda visión de la guerra. Otra característica que impregna la obra patriótica de Friedrich, y que alcanza incluso a su Tumba de Hutten, una década más tarde, es la ausencia casi total de cielo. De este modo se expresa la falta de esperanza, lo ineludible de la muerte en el bosque nevado, como la encontraron, de forma menos simbólica, tantos soldados franceses en la desastrosa retirada de Rusia.
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Entre el verano de 1786 y el mes de enero de 1787 Goya está dedicado en exclusiva a la realización de los cartones que debían decorar el comedor de los Príncipes de Asturias en el Palacio de El Pardo, eligiendo como tema del conjunto las cuatro estaciones. La vendimia era la obra central de la pared dedicada al otoño, acompañada por Pastor tocando la dulzaina y Cazador junto a una fuente, dotados estos últimos de una melancolía típica de esta época del año. La composición repite el esquema de todas las sobreventanas pintadas por el artista al emplear una perspectiva baja y organizar la escena a través de un triángulo. La iluminación es otra de las protagonistas, eligiendo una luz otoñal del atardecer que ilumina de pleno al cazador. Los personajes intermedios de otros cartones - Las gigantillas, por ejemplo - han sido aquí suprimidos quizá por exigencia de los maestros tapiceros al cobrar éstos por metro cuadrado tejido, independientemente del número de figuras que integrara.
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Muchas son las obras en marfil procedentes de palacios neoasirios que han llegado hasta nosotros, lo que demuestra la demanda que tenía este material en las capas más altas de la sociedad. Esta es uno de esos ejemplos en los que se muestra a un cazador de perfil, con el torso desnudo, sobre el cual se conservan los restos de las zarpas de una fiera.
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En esta pintura de madurez, realizada en 1565, Brueghel retoma uno de sus elementos más característicos: el paisaje en su realidad cíclica, sometido a las estaciones. Si en sus dibujos llegó a otorgar, como Durero, la primacía a la Naturaleza desnuda, en sus óleos introduce aspectos de la pintura de género, que narra pormenores de la vida cotidiana de Flandes. A pesar de la influencia que cierto tipo de paisajismo ejerció sobre Brueghel durante su recorrido italiano, no renunció a la introducción de estos elementos costumbristas típicamente flamencos, que llegaron a constituir una parte esencial y autónoma de su obra. Esta dualidad, la pintura de género y el paisajismo, alcanzará durante el siglo XVII un triunfo decisivo. Los cazadores se desplazan, de espaldas, siguiendo una diagonal que lleva nuestra mirada hacia la derecha, hacia la infinitud del paisaje nevado, coronado por una cima rocosa; esta diagonal estructura toda la obra, y es seguida tanto por los árboles del primer plano como por la villa que se extiende a media distancia.
contexto
Los yanomami son un grupo cultural que habitan en el área de bosque pluvial amazónico entre Brasil y Venezuela. Su patrón de asentamiento está compuesto por grandes casas circulares de madera levantadas en los claros del bosque, junto a corrientes de agua y tierras fértiles, en las que conviven entre 25 y 400 individuos. En el espacio central se asienta una plaza en la que se desarrollan actividades comunes, como danzas o ceremonias rituales. Alrededor se disponen los apartamentos de cada unidad familiar, apenas separado cada uno del siguiente por un círculo de hamacas rodeando la hoguera familiar. Aparte las hamacas, el ajuar familiar comprende algunas herramientas, leña, cestas, arcos y flechas y algún adorno personal. El trabajo aparece especializado en función del género y la edad. Los ancianos se afanan en mantener el espacio familiar limpio, junto con las mujeres. Estas se encargan además de cultivar la parcela de la familia, una vez que los árboles han sido talados por los hombres. Las mujeres también aportan a la dieta productos de recolección, como frutos silvestres y miel y animales pequeños, roedores e insectos. Su labor es esencial en épocas de escasez como la temporada de lluvias, cuando la pesca y la caza decrecen y la tierra aun no ha dado sus frutos. La caza, actividad propiamente masculina, aporta sólo un 10 % de la dieta, recayendo sobre la agricultura el peso mayor de la alimentación. La técnica de cultivo es de roza, esto es, se abre un claro en el bosque donde, por un espacio máximo de diez años durante los cuales la fina capa fértil del suelo aun puede aprovecharse, se cultivan hasta sesenta especies vegetales, tanto para uso alimentario como ritual o utilitario. Agotado el suelo, el campamento debe trasladarse a una nueva área. La caza es una actividad que otorga prestigio a los más hábiles y que aparece fuertemente ritualizada. Los mejores cazadores contraen matrimonio más fácilmente y el regalo de las piezas cobradas a familiares y amigos le hacen ser muy bien considerado. El cazador nunca ingiere carne de sus propias piezas, pues el espíritu del águila, que ha de ayudarle, podría volverse en contra suya. Las actividades de subsistencia apenas supone unas pocas horas a lo largo del día, dedicando el resto a actividades como decorarse el cuerpo pintándolo o adornándolo con flores y plumas o a contar historias sobre la vida de la comunidad. El adorno personal es muy importante, para lo que utilizan los elementos que pueden recoger directamente del medio que ocupan. Las mujeres se practican perforaciones en el labio inferior en las que introducen pequeñas ramas. En familia se pintan los cuerpos unos a otros, usando un tinte rojizo obtenido del arbusto urucú o bien tinte negro producido por la fruta del árbol genipapo. La familia es la unidad mínima de inserción del individuo. El recién nacido es permanentemente protegido por la madre, quien se encarga de su alimentación y cuidado y lo porta a la espalda mientras realiza su trabajo. Desde los tres años, el niño es apenas vigilado y comienza su proceso de socialización. A partir de los cinco años, si es varón, empezará a acompañar a su padre en sus salidas de caza, aprendiendo las técnicas y los tipos de animales. Si es mujer, permanecerá con su madre, igualmente aprendiendo las labores que la sociedad yanomami reserva a su género. En ambos casos, la mayor parte del día la invierten en juegos mediante los que establecen amistades y conocen al resto del grupo, un proceso cuyos resultados serán de gran utilidad en su madurez. Entre los yanomami no hay un fuerte control político. Algunos lideres se sitúan como directores de ciertas actividades en común, sugiriendo sobre actividades de la vida cotidiana. A veces, un lider es un hombre con mayor número de hermanas e hijas, que es respetado por los demás hombres deseosos de contraer matrimonio con alguna de ellas. El parentesco se conforma así, como el principio rector de la vida de la comunidad, regulando las relaciones entre los individuos. La cohesión social se refuerza durante las fiestas, en las que se comparten alimentos, bebidas, danzas y cánticos. Organizadas por un anfitrión, recibe en su casa a familiares y amigos, sirviendo de espacio donde se charla sobre actividades de la vida cotidiana, se cuentan historias y se intercambian regalos El mundo espiritual es complejo y se presenta ante los yanomami en el mundo que les rodea. Todas sus actividades cotidianas están impregnadas de ritualización, conviviendo con los espíritus presentes en los animales, las plantas y las cosas. Además, cada individuo está relacionado con un animal desde que nace, su "noreshi", compartiendo ambos la misma suerte. Las enfermedades son causadas por espíritus malignos que residen en lo profundo de la selva y dañan a los hombres durante el sueño. Como remedio, los chamanes realizan cantos y danzas e invocan a los "hekuras", espíritus benefactores, quienes les ayudarán a sanar al enfermo. La terapia contra la enfermedad se acompaña del uso de plantas medicinales y productos de la selva.