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El duque Maximiliano I de Baviera encargó a Rubens una serie de cuatro cacerías para el Viejo Palacio de Schleissheim. En 1800 las pinturas fueron llevadas a Francia durante las campañas napoleónicas y de ellas sólo "la cruel caza de monstruosos cocodrilos" (tal y como describe la pintura Joachim von Sandrart en su "Teutsche Akademie" de 1675) regresó a Munich.Nos encontramos ante uno de los mejores ejemplos del dinamismo barroco en la pintura. El hipopótamo se convierte en el centro de la composición, con sus fauces abiertas, siendo atacado tanto por los jinetes como el perro y el cazador a pie. Bajo sus patas encontramos el cocodrilo también con las fauces abiertas, dirigiéndose hacia el cazador que yace muerto en primer plano. Los dos animales están ejecutados con precisión zoológica, recordando las imágenes de la fauna tomadas por Durero.Si el grupo de animales goza de dinamismo y violencia, los jinetes del fondo no se quedan atrás con sus caballos encabritados, en escorzadas posturas, dirigiendo sus lanzas hacia el hipopótamo, especialmente la figura del centro que se proyecta hacia el espectador. También debemos destacar las posturas de los dos perros que atacan con saña a los animales, así como el gesto de huída del cocodrilo. Otro centro de atención debemos buscarlo en los expresivos rostros de los cazadores, sobre todo el que en el suelo mira con pavor el ataque del hipopótamo.La composición se organiza a través de dos claras diagonales barrocas que tienen como eje al hipopótamo, formando un aspa, esquema muy admirado por los artistas en esta época. Los especialistas consideran que el precedente de esta composición cargada de tensión, violencia, dramatismo y realismo debe buscarse en la serie del cónsul Decio Mus e indirectamente la Batalla de Anghiari de Leonardo.Algunos expertos consideran esta obra como una alegoría de la lucha entre el hombre y las bestias salvajes, o entre el hombre y la naturaleza.
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Las escenas al aire libre serán también muy atractivas para Morisot al estar tomadas directamente del natural como sugerían sus amigos impresionistas. Siempre apuntan ciertas dosis de familiaridad como ocurre en toda la producción de Berthe, especialista en escenas intimistas en donde narra la vida más cotidiana, más cercana al espectador. En este caso aparece una mujer - quizás su hermana Edma - acompañada de varios niños que cazan mariposas en un bosque. En la zona superior del lienzo podemos observar pequeñas zonas de luz que en la parte baja no se muestra debido a la densa vegetación; por eso los tonos verdes son más fríos, indicando la ausencia de luz solar en la zona. La técnica utilizada por Morisot es sumamente rápida, aplica el óleo con largos toques de pincel que dejan esbozado el conjunto, creando un sensacional efecto atmosférico similar al de Monet.
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A partir de 1615 Rubens empieza a trabajar, en estrecha colaboración con el taller, en grandes escenas de caza. La primera serie importante fue encargada por el Elector Maximiliano de Baviera y en ella se incluía la Caza de hipopótamos y cocodrilos. Las escenas tuvieron mucho éxito entre la nobleza europea ya que constituían escenas exóticas, situadas en países lejanos, protagonizadas por árabes y africanos.En 1621 Rubens pinta esta Caza del león para el embajador de Inglaterra en Bruselas, sir John Digby, que más tarde entregaría la tela como presente al marqués de Hamilton. El maestro flamenco considera esta obra "enteramente de mi mano y una de las mejores". Se inspiró en la Batalla de Anghiari de Leonardo y en los bronces animalísticos del Renacimiento, así como realizó diversos estudios en el zoológico de los archiduques en Bruselas. La extraordinaria violencia de la escena será la característica fundamental del lienzo. La estructura se organiza a través de acentuadas diagonales que llevan hacia la zona central, donde podemos observar al león atacando a uno de los jinetes, concentrando la intensidad del drama en esta zona. Las posturas escorzadas tanto de animales como cazadores refuerzan la sensación de tensión y violencia del conjunto. La figura central recuerda al San Jorge luchando con el dragón del Museo del Prado, pero las demás son totalmente originales, destacando los dos cazadores a pie de la zona de la derecha y los jinetes que acompañan al caballero. No debemos olvidar la importancia que tienen los gestos y las expresiones de los protagonistas, reforzando la intensidad del momento de la caza. El interés hacia la luz y el color demostrado por Rubens en los años centrales de la década de 1610 es un claro ejemplo de su admiración por la escuela veneciana, especialmente Tiziano.