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En noviembre de 1884 Vincent escribe a su hermano Theo: "Mira, tengo que pintar cincuenta cabezas para hacer progresos, porque precisamente no me cuesta trabajo. Tan pronto como sea posible y una detrás de otra. Lo he calculado, pero con toda la energía que quiero invertir, lo que quiere decir esfuerzo y sudor, no se puede conseguir sin algunos trabajos extra". Los modelos exigen cobrar, aunque sea una cantidad simbólica, por lo que Vincent solicita a su hermano le aumente su pensión. "Quiero extraer el motivo de sus propias características" dice en otra carta por lo que observamos que el interés del pintor se centra en captar la personalidad de sus anónimos personajes, tratados por Van Gogh como auténticos héroes de la misma manera que había hecho algunos años antes Millet con sus campesinos. La mujer está integrada en un fondo neutro, destacando algunas zonas de su cara entre la oscuridad. La luz procedente de la derecha resalta su inteligente mirada, destacando su belleza rural.
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Entre los más de cuarenta retratos conservados de la serie pintada por Van Gogh en el invierno de 1884-1885 conviene destacar esta campesina al estar su rostro más individualizado. Porta un vestido azulado y dirige su mirada de reojo al espectador, recibiendo un potente foco de luz desde la derecha para crear interesantes efectos de claroscuro. Una vez más la pincelada empleada es muy vigorosa, aplicando el color en el lienzo de manera contundente, sin preocuparse por dibujos preparatorios.
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Soberbio retrato de una campesina anónima que forma parte de la serie realizada por Vincent en el invierno de 1884-1885. El colorido rojo y blanco será la principal aportación a esta figura, resultando cromáticamente más interesante que sus compañeras. La pincelada continúa siendo empastada, aplicando el color con rápidos toques sin necesidad de un dibujo preparatorio.
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Dentro de la serie de campesinas ejecutada en el invierno de 1884-1885, Vincent nos muestra en este busto la personalidad y el carácter de una mujer del campo. La figura se sitúa en primer plano, de frente al espectador, mostrando un gesto triste y preocupado. La rapidez de la factura, apreciándose claramente las pinceladas de óleo en el lienzo, nos transmiten el cariño y la comprensión de Van Gogh hacia estas personas, siguiendo el estilo de Millet. Los tonos empleados son característicos de esta etapa de Nuenen, abundando los colores oscuros que recuerdan a la Escuela de La Haya. Este periodo culminará con Comedores de patatas.
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En una carta a su hermano Theo, Vincent comenta: "Y quizás también puedas entender que no considero mis estudios como algo en sí mismos sino que siempre tengo en mente la obra como un todo". En efecto, este retrato de una campesina bajo su manto verde forma parte de la serie que el artista realizó durante el invierno de 1884-1885 teniendo como objetivo afianzarse en el arte del retrato. La bella figura eleva su mirada perdida, en sintonía con las santas que pintaban los maestros antiguos y que Van Gogh desea modernizar. Es una mujer real que expresa sus sentimientos a través de su rostro, en el cual se conjugan sus gestos y sus pensamientos. Las tonalidades oscuras empleadas refuerzan la idea de la tristeza que parece transmitir la figura, denunciando indirectamente Vincent la trágica situación de los campesinos holandeses en su afán de ser un pintor social.
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El contacto con la pintura de Millet primero y la estrecha relación con los campesinos de Borinage y Nuenen llevará a Van Gogh a la ejecución de numerosos cuadros protagonizados por ellos. Así surgen una importante serie de retratos, los Comedores de patatas o esta joven campesina con su hijo. Quizá sea esta imagen una de las más expresivas del artista en este periodo, especialmente por la ejecución rápida, a base de sueltas pinceladas que se aprecian con claridad en el lienzo, sin recurrir a un dibujo preparatorio. Las tonalidades oscuras dominan una composición en la que apenas existen referencias espaciales, a excepción de una silla en el fondo. La luz resbala por las dos figuras, iluminando sus rostros y sus manos, centrándose en la expresión de preocupación del rostro de la mujer.
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Una de las facetas más interesantes del periodo que Van Gogh pasó en Nuenen serán las iluminaciones empleadas, destacando algunas figuras a contraluz como esta campesina cosiendo. La mujer está situada en primer plano, recortada su cabeza sobre la ventana, creando un juego de luces y sombras que recuerda al Barroco. Las tonalidades azuladas sugieren una luz de atardecer, aprovechando la mujer los últimos minutos para acabar su trabajo. El color es aplicado de manera vigorosa, apreciándose los empastes en el lienzo, demostrando la rapidez con la que Vincent trabaja, sin apenas realizar estudios preparatorios.
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Muy similar a Campesina cosiendo delante de una ventana, en ambas imágenes Vincent se interesa por presentar figuras a contraluz, recortando sus cabezas sobre las iluminadas ventanas del fondo donde encontramos un potente foco de luz amarillenta. La mujer se afana en su alimentación, mostrándonos el artista diversas escenas de la vida cotidiana como la Campesina barriendo o la Campesina pelando patatas.