El mundo campesino será la temática favorita de Van Gogh en su periodo de Nuenen, siguiendo la pintura de Millet que tanto había admirado durante su estancia en la galería Goupil & Cie. La dura labor en el campo se completa con las faenas domésticas como observamos en este lienzo donde la mujer se afana en barrer el pasillo de su cabaña. Y es que Vincent pasó en estos años numeroso tiempo con los pobres campesinos de la región, admitiéndole éstos como uno más en sus seno. Así pudo no sólo retratarlos sino pintar sus prácticas más cotidianas. La figura está tremendamente esbozada, apreciándose los largos toques de pincel, provocando un fuerte contraste lumínico entre el primer plano y el fondo. Los colores oscuros vuelven a dominar la composición, resaltando el amarillo, su tonalidad favorita. La atmósfera barroca de Rembrandt o Vermeer parece estar presente en este trabajo, demostrando la admiración de Vincent hacia los maestros antiguos.
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En esta obra Van Gogh consigue mezclar la crítica social - al mostrar la dura labor de la campesina - y el interés por la luz y el color inspirados en Delacroix. La silueta de la mujer aparece recortada sobre el amplio campo donde trabaja y el cielo encapotado que cierra la composición. La iluminación del atardecer refuerza su volumetría, creando un atractivo juego de contrastes entre las tonalidades más apagadas de la mujer y el verde y el gris del campo y el cielo respectivamente. El abocetamiento y el empastamiento habitual en Vincent vuelven a hacer acto de presencia, perdiendo la línea el protagonismo de los cuadros iniciales para ocupar ese puesto el color.
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En agosto de 1885 un comerciante de pinturas de La Haya llamado Leurs expone en los escaparates de su tienda algunas obras de Vincent. Es la primera vez que los trabajos de Van Gogh son exhibidos públicamente lo que llena de alegría al joven artista. Entre esas pinturas encontramos alguna imagen correspondiente a esta serie de campesinos ejecutando sus duras labores pintada en el verano de 1885, siendo ésta que contemplamos de las más forzadas al mostrarnos a la mujer en una postura retorcida, creando un escorzo tremendamente expresivo. La figura se presenta ante un campo de trigo amarillento, cavando la tierra. Pintada como una heroína, Vincent pretende dignificar el trabajo de estos hombres y mujeres del campo holandés, de la misma manera que hacía Millet, enlazando con el Realismo al tomar una actitud combativa presentando las miserias de la sociedad al público para intentar mejorarla. Pero Vincent no duda en aportar un nuevo elemento a sus composiciones: el color, su principal vehículo de expresión, con el que pretende mostrar sus sentimientos. Gracias al conocimiento de Delacroix, los conceptos lumínicos y cromáticos se introducen en la pintura del holandés, alcanzando una cota superior durante su estancia en París contactando con el Impresionismo.
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Las mujeres del pueblo de Nuenen sirven a Vincent de modelos para una serie de retratos pintados en el invierno de 1884-1885. Esta campesina viste su tradicional traje oscuro con cofia del mismo color, recortando su perfil sobre un fondo neutro en tonalidades negras. Un haz de luz ilumina el rostro desde la izquierda, destacando la expresión de la modelo, la característica más importante para Van Gogh en un retrato.
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Las figuras de los campesinos serán las principales protagonistas de muchas de las obras realizadas por Van Gogh en Nuenen. Siguiendo a Millet, el pintor que Vincent más admiraba, nos muestra a una mujer de frente, en primerísimo plano, empleando una pincelada muy rápida y empastada, aplicando el color con violentos golpes del pincel, sin necesidad de dibujo preparatorio. Las tonalidades utilizadas son muy oscuras, herederas de la Escuela de La Haya y del Barroco, especialmente de Rembrandt. La personalidad de la modelo ha sido perfectamente interpretada por el joven pintor, centrando su atención en los ojos y en el gesto.
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A lo largo de su vida Van Gogh demostrará sobradamente su facilidad para captar la personalidad de sus modelos, convirtiéndose en un excelente retratista. Esta faceta se iniciará en Nuenen, ejecutando una serie de 50 retratos de la que esta campesina forma parte. Su rostro es el centro de atención para Vincent y los espectadores que contemplan la obra, destacando del fondo oscuro y de los vestidos del mismo color. La cofia blanca otorga una mayor diversidad al conjunto, resaltando los rasgos del personaje gracias al empleo de una luz fuerte y dorada, inspirada en la pintura barroca. La factura rápida y suelta caracteriza toda la serie.
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Muy similar a Campesina con cofia blanca, en ambas obras busca Van Gogh la expresividad de la modelo, característica común a toda la serie ejecutada en el invierno de 1884-1885.
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Resulta difícil establecer una cronología de los retratos pintados por Vincent en el invierno de 1884-1885, considerados en su mayoría estudios preparatorios de los Campesinos comiendo patatas. Todos ellos van a resaltar por su expresividad, demostrando la facilidad de Vincent para el retrato como se pueden observar en los numerosos autorretratos ejecutados o de personajes de su entorno como Père Tanguy o el Doctor Gachet. Esta campesina es una de las más atractivas de la serie al mostrar a una mujer apesadumbrada, resaltando el gesto de su rostro a través de una luz tremendamente oscura que crea profundos contrastes de claroscuro. La pincelada empastada, abocetada, aplicando el color en largos toques, domina todo el conjunto, resultando un elemento clave del periodo de Nuenen demostrando que el joven pintor tiene ciertas dificultades con el dibujo; por consiguiente, realizará numerosos estudios de torsos femeninos en yeso durante su estancia en París.