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Tras su llegada a Auvers-sur-Oise a mediados de mayo de 1890, Van Gogh volverá a pintar y dibujar intensamente las casas, los paisajes, los viñedos o los jardines de la zona, realizando más de 80 cuadros en los dos meses de estancia. Su creatividad está en su momento más álgido y cualquier rincón del pueblo puede servirle de inspiración. En todos estos trabajos destacará la utilización de un color extremadamente brillante, liderado por un amarillo-verdoso y un rojo que nunca han alcanzado ese nivel. Los trazos son cada vez más rápidos y expresivos, creando las formas con el color. Las líneas que forman los contornos de los diferentes elementos se remarcan con un trazo negro, en relación con el estilo de su amigo Bernard que siempre manifestará Vincent, quizá para no perder las formas, como estaba ocurriendo en las obras de Monet.
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En pleno barrio de la Judería, frente a la fachada norte de la Mezquita, y siguiendo por la calle Velázquez Bosco, a la derecha se encuentra la conocida "Calleja de las Flores".
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En pleno barrio de la Judería, frente a la fachada norte de la Mezquita, y siguiendo por la calle Velázquez Bosco, a la derecha se encuentra la conocida "Calleja de las Flores", una calleja sin salida adornada con multitud de flores y plantas acabada en una placita, que nos muestra la más conocida perspectiva de la torre de la Catedral.
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Durante la estancia de Van Gogh en Saintes-Maries-de-la-Mer podemos admirar su faceta como dibujante, tomando como modelos los elementos que tenía más cercanos - las barcas o estas casas- siempre insertos en la naturaleza, su más admirado elemento de inspiración. Este trabajo servirá como estudio de Calleja en Saintes-Maries.
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Las cabañas de los pescadores de Saintes-Maries-de-la-Mer, pueblecito cercano a Arles situado en la desembocadura del Ródano, llamaron poderosamente la atención a Van Gogh cuando se desplazó a ese pueblo a comienzos del mes de junio para buscar inspiración. La disposición de las construcciones en diagonal, destacando el humo que sale de sus chimeneas, y el equilibrio entre las casas y la vegetación quedan relegados a un segundo plano ante la importancia del color, tonalidades vivas y brillantes con las que Van Gogh quiere transmitir su estado eufórico de ánimo, deseando formar la comunidad de artistas del sur en la que se compartirían gastos e ideas. El color es aplicado de manera plana en algunas zonas - referencia a la estampa japonesa - mientras que en otros lugares destaca por la sensación de tercera dimensión al mostrar una factura larga y empastada. El efecto de atardecer que obtiene Vincent con la iluminación es un recuerdo del Impresionismo con el que se relacionó en París.