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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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Escultor, grabador y pintor alemán, comienza a pintar a los catorce años, influido por las tendencias del futurismo, pero también se deja influenciar por el expresionismo y el informalismo. Se ha convertido en el máximo exponente del neo-expresionismo, pero su personalidad artística es mucho más compleja. Su obra puede ser vista, de hecho, como la típica voluntad de confrontación con la pintura, fuera de todas las categorías formales y de los valores expresivos tradicionales, tomando como base la intención de superar la irreducible contraposición de la pintura figurativa y la abstracta. Sus obras más conocidas representan personajes e imágenes pintadas boca abajo, como si al cuadro se le hubiera dado la vuelta
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Govaerts seguirá la tendencia que se desarrolla en el paisaje flamenco en los últimos años del siglo XVI y los iniciales del XVII: la vitalidad que caracteriza los paisajes de Brueghel es sustituida por un paisaje decorativo. Van Coninxloo será el jefe de filas de esta tendencia, descubriendo una poesía imaginativa en la frondosidad del bosque, en el que los personajes quedan reducidos a meras comparsas. Las delicadas pinceladas van creando un aspecto espectacular del bosque, interesándose el pintor por efectos lumínicos que resaltan el brillo de las tonalidades sienas, ocres y azules, obteniendo un resultado de gran impacto visual.
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Se conservan unos 3.000 dibujos y bocetos de Klimt pero apenas tratan sobre paisajes ya que cuando se interesaba por esta temática lo hacía directamente sobre el lienzo, trabajando al aire libre, en sintonía con los impresionistas. La mayoría de estos paisajes estarían pintados durante el verano, en las cercanías del lago Atter. Los bosques de la zona serían un motivo muy admirado por el artista, ya se trataran de hayas o abedules. En algunas ocasiones escondía el caballete tras unos arbustos para continuar al día siguiente pintando en el mismo lugar.Como podemos observar, la mayoría de sus paisajes tienen un formato cuadrado, perdiéndose cualquier referencia al cielo o el horizonte, ocupando los árboles toda la superficie pictórica, una muestra de horror vacui similar a la medieval. Los troncos de los abedules se distribuyen de manera casi geométrica mientras que las hojas cubren todo el suelo, presentando un sensacional efecto otoñal con una espectacular sinfonía de tonalidades anaranjadas y verdes. El enfoque tan limitado vendrá motivado por el empleo de un visor para realizar estas escenas, en primer lugar una cartulina pero después ya utilizó uno de marfil, recordando a los enfoques fotográficos.La relación con el puntillismo vendrá motivada por la manera de aplicar el óleo, especialmente en las hojas, mientras que su interés por pintar al aire libre le vinculan con los impresionistas, aunque Klimt no desee captar con sus pinceles efectos atmosféricos o lumínicos como Monet.
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Las cartas escritas por Klimt a Mizzi Zimmermann -madre de sus dos hijos- nos sirven para conocer la rutinaria vida del pintor en sus vacaciones junto a las hermanas Flöge: "Por la mañana me levanto temprano, hacia las seis, a veces un poco antes o un poco después; si el tiempo es bueno, me voy al bosque, pinto un poco en el bosque de hayas (si brilla el sol), con unas pocas coníferas, hasta las ocho aproximadamente; entonces desayuno y después, un baño, muy reparador". Esta información nos permite situar las pinturas de las hayas en las primeras horas de la mañana, trabajando directamente en el exterior. Siguiendo el estilo impresionista, pinta a "plein air" -incluso escondía el caballete entre los arbustos para continuar trabajando en el mismo sitio al día siguiente- pero no se interesa por representar atmósferas ni iluminaciones concretas, sino por captar la naturaleza en su plenitud. Por esta razón, no encontramos figuras humanas en los paisajes, de la misma manera que en las pinturas figurativas no aparecen paisajes.Para buscar motivos empleaba un visor -"un trozo pequeño de cartulina al que había hecho un agujero" que será posteriormente sustituido por uno de marfil- lo que se refleja en el enmarque fotográfico que adquieren los paisajes, empleando siempre lienzos cuadrados. En cuanto al estilo, nos hayamos ante una técnica cercana al puntillismo, aplicando el color con pequeños toques como podemos apreciar en las hojas del suelo. La sucesión de troncos se dirige hacia el horizonte, una pequeña franja de color azul que apenas tiene protagonismo en la composición. La repetición de elementos otorga un curioso ritmo a la escena, gozando así de significativo naturalismo.
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
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Fotografía cedida por la Sociedade Anónima de Xestión do Plan Xacobeo
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Uno de los temas favoritos de Constable será la catedral de Salisbury, donde el tío de su buen amigo John Fisher -también llamado John Fisher- era el obispo. Durante sus numerosas estancias en Salisbury realizó diversas vistas del templo desde numerosos puntos, pequeños estudios y bocetos en los que muestra su interés por captar la atmósfera y la luz natural, convirtiéndose el edificio sólo en un punto de referencia visual pero no pictórico. Esta imagen que observamos es uno de esos numerosos estudios en los que los efectos de claroscuro y la distribución cromática se convierten en hitos de su pintura. El naturalismo envuelve toda la composición, utilizando el maestro una pincelada rápida y abocetada que será en un claro precedente para el impresionismo.