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Personaje Arquitecto
Antes de establecer su residencia en Valladolid, vivió en Salamanca. En 1814 se presenta a un concurso convocado para la ejecución de la portada de la Universidad de Valladolid. Su proyecto resultó elegido y un año después comenzaría a trabajar en este proyecto. Fray Pedro de la Visitación dividió la fachada en dos cuerpos. De la decoración escultórica se hizo cargo la familia Tomé, formada por Antonio y sus hijos Narciso y Diego. Arquitectura y escultura se dan la mano en esta obra, que representa uno de los mejores ejemplos del Barroco español.
obra
La creación de los museos durante el siglo XIX modifica por completo el arte y la cultura al existir una importante popularización de estas superficies. Los cuadros y las estatuas pasan de ser propiedad de las casas reales, los nobles o la Iglesia a ser propiedad estatal, pudiendo ser contemplados por todo el mundo. Degas transmite este concepto cuando muestra a dos jóvenes burguesas que acuden a un museo para disfrutar de su tiempo de ocio. La pintora Mary Cassatt es la dama que aparece de pie, escuchando atentamente la lectura de la joven sentada, posiblemente su hermana Lydia. Mary posó para Degas en numerosas ocasiones, empleando estos dibujos en un buen número de escenas. Al fondo se observan los cuadros, simplemente esbozados por la rápida factura del pintor, que se aprecia no sólo en las telas sino en toda la composición, excepto en el rostro de Mary. En él podemos contemplar un cierto gesto de hastío, un tanto aburrida por la larga visita al Louvre. Los tonos oscuros se adueñan de la escena debido a la austeridad de los trajes femeninos; amarillos, azules y rojos completan la nómina de colores, sin olvidar el blanco de las páginas de la guía que sostiene Lydia en sus manos. El recurso de levantar el plano del suelo será muy frecuente en la pintura de Degas - el retrato de Diego Martelli, por ejemplo - dando así un mayor efecto de profundidad.
obra
La Vista formaba parte de la serie de los Cinco Sentidos - junto al Oido, el Olfato, el Gusto y el Tacto - realizada en colaboración por Brueghel y Rubens. Esta escena sería la más bella de toda la serie, dedicándose Brueghel a la realización de los cuadros y demás objetos que llenan la estancia, mientras Rubens trabajaría en las dos figuras principales.En una amplia sala se sitúan Venus y Cupido, admirando un cuadro de temática religiosa. Tras ellos, se abre un arco que nos permite ver el paisaje del fondo, contemplándose unas construcciones y un pavo real junto a una fuente. En la zona de la derecha, vemos una galería en la que penetra un rayo de luz por un óculo, creando un sensacional efecto atmosférico. En primer plano observamos un buen número de cuadros - estando todos documentados - , junto a diferentes elementos que completan el bodegón: libros, medallas, flores, monedas, cerámica, etc. En la pared del fondo, junto a la maravillosa lámpara, apreciamos una amplia colección de bustos romanos, algunos de ellos ocultos por más lienzos. La tabla es una excelente muestra del interés por el coleccionismo que surge entre la nobleza y la burguesía flamencas durante el Barroco. Este coleccionismo fue impulsado por los Gobernadores españoles de los Paises Bajos, Isabel Clara Eugenia y Alberto de Austria, cuyo retrato vemos tras la diosa de la belleza, buen símbolo de la Vista.El estilo minucioso y detallista de Brueghel queda claramente patente en toda la serie, pero especialmente en esta escena, por la cantidad de detalles que se aprecian, tanto en los cuadros como en los demás objetos que se esparcen por el suelo. Las dos figuras recogen claramente el estilo de Rubens, cuya pincelada es más suelta.Toda la serie de los Cinco Sentidos estuvo colocada en el Alcázar de Madrid desde 1636, salvándose del incendio que destruyó el palacio de los Austrias en 1734.
obra
Entre el mes de mayo de 1883 y la primavera de 1885 Cézanne pasará algunas temporadas en L´Estaque, pueblo cercano a Marsella donde se había refugiado para evitar participar en la Guerra Franco-Prusiana. El paisaje mediterráneo será un importante reto para el maestro de Aix ya que la luz del sur le presentaba los elementos de la naturaleza como extendidos sobre el mismo plano, tal y como escribió a su amigo Pissarro: "El sol es tan espantosamente fuerte que me parece que los objetos se alzaran como siluetas, no solamente en blanco y negro, sino también en azul, en rojo, en marrón, en violeta. Puede que me equivoque pero creo que éstos son las antípodas del modelado". Pero Cézanne no ceja en su empeño de recuperar las formas y los volúmenes a través del color y para ello no duda en utilizar fuertes contrastes cromáticos entre el azul, el naranja, el verde y el ocre para establecer la relación entre el color y el espacio. De esta manera, surgen con fuerza las superficies geométricas de los tejados o las copas de los árboles, ayudados por la pincelada empleada, al mezclar cortos toques de color dispuestos en diagonal con trazos más fluidos. La iluminación envolviendo el paisaje es habitual del impresionismo pero observamos que se trata de una luz muy arbitraria que apenas provoca sombras. La perspectiva tradicional se obtiene a través de una sucesión de planos en profundidad que convergen en la montaña del fondo como punto de fuga, utilizando árboles en ambos lados del lienzo para introducirnos en la escena, recurso muy habitual en el arte clásico.
obra
Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.
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Fotografía cedida por el Servicio de Promoción e Imagen turística del Gobierno de Navarra.