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El género teatral es de creación griega y el edificio que alberga el espectáculo también es una construcción típicamente griega. Consta de tres partes esenciales: escena, orquestra y graderío. La escena se encuentra a nivel de tierra y en ella se emplean decoraciones giratorias en forma de prismas triangulares. La orquestra es la parte dedicada al coro; tiene planta circular y en el centro se alza la estatua dedicada a Dionisos, dios en cuyo honor se celebra la fiesta. El graderío tiene planta ultrasemicircular, rodeando en parte a la orquestra. El teatro más famoso es el de Epidauro, construido por Policleto el Joven a finales del siglo IV a.C. Se utilizó un desnivel natural del terreno de 24 metros para edificar una concha de 120 metros de diámetro que se divide en dos zonas. La parte inferior del hemiciclo está dividida en 12 cuneus con una treintena de gradas cada uno mientras que en la zona superior se hallan 22 cuneus con 20 gradas cada uno. En total podía albergar hasta 15.000 espectadores que disponían de dos tipos de asientos: los del pueblo consistente en las propias gradas y los de las personalidades políticas, con respaldo y brazos.
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Se cree que fue en los últimos años de la República y en la época de Augusto cuando se construyó por primera vez este teatro. Sin embargo, ha sido objeto de continuas transformaciones hasta el siglo IV en que se produjo la decadencia de la construcción, llevándose a cabo el saqueo de sus nobles materiales, ya que estaba construido con mármoles blancos y veteados. Ya en época de Tiberio comenzaron los cambios, al imponerse en la ciudad el culto al divino Augusto, tal y como reza la inscripción que se observa bajo el proscaenium y que hace referencia a los donantes de las obras. La escena se fecha habitualmente en la segunda mitad del siglo II, sustituyendo a otra anterior.
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La primera configuración del teatro de Itálica se fecha entre los últimos tiempos de la República y la época de Augusto. Sufrió diversas transformaciones ya en época de Tiberio, al imponerse en la ciudad el culto al divino Augusto, tal y como reza la inscripción que se observa bajo el proscaenium y que hace referencia a los donantes de las obras. La escena se fecha habitualmente en la segunda mitad del siglo II, sustituyendo a otra anterior. En el siglo IV se produjo la decadencia de la construcción, llevándose a cabo el saqueo de sus nobles materiales, ya que estaba construido con mármoles blancos y veteados.
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Se trata del teatro con el escenario de mayores dimensiones de toda España, 18,5 x 9,5 m. El teatro de la Maestranza está diseñado para adaptarse a diferentes espectáculos, gracias a su especial acústica; en él se celebra la temporada de ópera y la de conciertos, desarrollándose, a su vez, representaciones de grandes compañías de ballet. Muy ligado al teatro está la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, que interpreta su temporada de concierto en el teatro. Fue inaugurado en el año 1991 y sus constructores fueron Aurelio del Pozo y Luis Marín, quienes diseñaron un edificio moderno y amplio, equipado con las infraestructuras técnicas necesarias. Se le ha considerado como uno de los tres teatros más importantes de España, junto con el de Madrid y el de Barcelona. Es partícipe de un proyecto común de política nacional cultural. El solar donde se encuentra es el que ocupaba el histórico edificio del Arsenal o Atarazanas Reales, mandado construir por Alfonso X, en 1252, para construir y almacenar los buques de la Armada.
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El Teatro de la Ópera o Staatsoper fue el primer edificio que se terminó en la Ringstrasse. Fue inaugurado en 1869 y es uno de los más importantes del mundo gracias, en gran parte, a su excelente acústica. El director Arturo Toscanini fue asesor de la reconstrucción del teatro, tras su destrucción durante la II Guerra Mundial. Los arquitectos del Teatro de la Ópera fueron August Siccardsburg y Eduard van der Nüll. En mayo de 1869 se inauguró con la ópera "Don Giovanni", de Mozart. Construido en estilo neorrenacentista, no creó una gran impresión a los vieneses en un primer momento. En 1945, una bomba cayó sobre él, causando graves daños; el acontecimiento fue interpretado por los vieneses como una agresión simbólica a la propia ciudad. Dotado de un magnífico auditorio y un escenario equipado con la tecnología más avanzada, se volvió a abrir en 1955 con la ópera "Fidelio", de Beethoven. La entrada se abre con una hermosísima escalinata de mármol que conduce al primer piso. Está adornada con esculturas de Josef Gasser, representando las siete artes liberales, y con relieves de ópera y ballet. El vestíbulo muestra escenas de óperas pintadas por Mortiz von Schwind. Entre los bustos de compositores y directores famosos destaca el de Mahler, realizado por Rodin en 1909. Cuenta con una sala de té, destinada para todos aquellos que quisieran disfrutar de dicha bebida durante los entreactos. Está decorada con colgaduras de seda que muestran las iniciales del Emperador Francisco José, muy asiduo a la sala. En uno de los laterales exteriores se pueden ver dos hermosas fuentes; una de ellas fue construida por Hans Gasser y representa a la legendaria sirena Lorelei sustentada por las alegorías del dolor, el amor y la venganza. El auditorio está decorado a base de relieves de ópera y ballet. Unas lunetas alegóricas, de Johann Preleuthner, representan el ballet, la ópera trágica y la ópera cómica. Otras salas del conjunto, como, por ejemplo, la de Gustav Mahler, están decoradas a base de modernos tapices de Rudolf Eisenmenger.
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Tras el incendio que sufrió la Opera de París en 1781 se realizaron un sinnúmero de proyectos de reconstrucción, todos aplazados por la falta de medios económicos y los continuos cambios políticos. En 1857 Napoleón III propone reconstruir el nuevo teatro de la Opera en el centro de los barrios de la capital que se estaban remodelando gracias a la labor del prefecto del Sena, el barón Haussmann. Fue el propio Haussmann quien eligió el emplazamiento del edificio. El primer proyecto de la nueva Opera de París corresponde a Horeau con forjados de hierro, tabiques y cubiertas de metal, escalera de fundición y sistema de calefacción por aire. En el primer piso imaginó un espacio destinado a sala de conciertos y reuniones, en la que merced a un entramado de tabiques móviles se llegaba a obtener una superficie útil de 8.000 metros cuadrados y un aforo de 12.000 plazas. Sin embargo, este magnífico proyecto sería soslayado en beneficio del que entre 1862 y 1875 realizó Charles Garnier para levantar la definitiva Opera de París, ganador de un concurso convocado en 1860 al que se presentaron 170 concurrentes, entre ellos el gran Viollet-le-Duc. Garnier conseguiría en este suntuoso edificio un efecto neobarroco al utilizar elementos procedentes en su mayoría del Manierismo italiano, sin renunciar a elementos franceses. El decorativismo del edificio vendrá de la mano de una amplia muestra escultórica que decora las fachadas. Ese decorativismo se continúa en el interior donde la gran escalera, el vestíbulo y el auditorio se salpican de dorados, adornándose de detalles muy de la moda del momento. Garnier consigue en este edificio un ritmo especial al otorgar un importante valor a los espacios arquitectónicos, gozando así de un papel relevante entre los arquitectos historicistas.
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Este edificio sufrió un incendio en 1869, fue reconstruido por el propio Semper, se destruyó con los bombardeos de Dresde en 1945 y ha sido nuevamente rehecho, quizá bajo el impulso de una sobreestimación de su época que ha conseguido mantener su fama hasta el presente. El teatro de la Opera cierra el eje remodelado por Semper que conecta los edificios representativos del Dresde historicista con el ámbito barroco del Zwinger. La fachada semicircular busca el juego, ciertamente, con las líneas cóncavas del Zwinger, pero su intención es imponer los principios de articulación externa propios del Coliseo romano, modemizar el espacio con un arqueologismo severo y reflejar la estructura de la platea en fachada.
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Entre 1862 y 1875 Charles Garnier realizó el diseño para levantar la definitiva Opera de París, ganador de un concurso convocado en 1860 al que se presentaron 170 concurrentes, entre ellos el gran Viollet-le-Duc. Garnier conseguiría en este suntuoso edificio un efecto neobarroco al utilizar elementos procedentes en su mayoría del Manierismo italiano, sin renunciar a elementos franceses.