Busqueda de contenidos
obra
Ingres amplió las poses de sus modelos en estos retratos de su última etapa. Si en la primera fase se limitaba a colocar a sus damas recostadas sobre almohadones (como Madame Rivière), ahora varía la manera de disponerlas, en pie contra una repisa como la condesa de Haussonville, con la pose majestuosa de Inés Moitessier, o en esta más desenfada sin perder la elegancia que exhibe la princesa de Broglie. El estudio de las telas y las joyas es el mismo que en todos sus anteriores retratos. También podemos estudiar la evolución de la moda, desde los talles altos de los vestidos tipo imperio que se aprecian en sus primeros retratos, a estos pomposos vestidos e isabelinos, de escotes desmesurados y faldas infladas por polisones y armaduras. Como dato curioso hemos querido complementar el retrato con uno de los abundantes dibujos preparatorios del mismo, en el que la dignísima princesa aparece totalmente desnuda.
Personaje
Político
Entre los personajes del siglo XVI que más tinta se ha vertido encontramos a doña Ana de Mendoza y de la Cerda, la bellísima princesa de Eboli por su matrimonio con Ruy Gómez de Silva. Doña Ana pertenecía a una de las familias castellanas de más rancio abolengo: los Mendoza, excelentes baluartes de defensa de la Monarquía. Por eso sus padres, los condes de Mélito, no dudaron en dar el visto bueno al matrimonio con uno de los secretarios de mayor prestigio de Felipe II, a pesar de que la novia sólo contaba con doce años de edad. Bien es cierto que los compromisos de Ruy motivaron su presencia en Inglaterra por lo que los cinco primeros años de matrimonio, apenas estuvieron tres meses los cónyuges juntos. El papel de la joven y bella Ana en la corte madrileña empezó a subir como la espuma. El ser tuerta no restaba belleza a su rostro; su carácter altivo y su amor por el lujo se convirtieron en su mejor etiqueta de presentación, ejerciendo una gran influencia en la corte. A los 33 años queda viuda y se retira al convento carmelita de Pastrana, cuyo ducado era de su propiedad, pero hubo de abandonarlo al no cumplir las reglas de la orden. Tras su regreso a Madrid, se especula con el inicio de una estrecha relación con Antonio Pérez, creándose un poderoso grupo de presión que obtiene importantes beneficios gracias a las corruptelas que se tejen en la corte. Tras el asesinato de Juan de Escobedo en 1578, las pesquisas la acusan de ser una de las promotoras junto con su amante, por lo que fue procesada y condenada a la reclusión en el palacio de Pastrana donde pasó el resto de sus días. Algunos estudiosos han planteado que doña Ana fue amante de Felipe II y que el castigo que sufrió se debió más a los celos de ver como mantenía relaciones con Pérez que a su verdadera implicación en el asesinato de Escobedo.
obra
Las técnicas utilizadas por los escultores partos eran las habituales del oficio -enriquecidas con el taladro en Hatra-, empleando todos los tipos de cinceles, martillos, mazos y punzones comunes. Pero sus resultados globales, salvo algún taller activo en Hatra y al servicio de su realeza, apenas si resisten la comparación con lo obtenido en arquitectura. La mayor producción escultórica procede de Hatra, como en este caso, donde se representa a una princesa de cuerpo entero y con un destacado detallismo en sus vestiduras, siguiendo la misma tipología que la figura del rey Uthal.
obra
Ingres se decantó con frecuencia por el formato ovalado para sus trabajos, en especial para retratos de damas, porque consideraba que les daba mucha elegancia. Este sería el caso de la princesa Fiano, que durante muchos años se consideró un retrato de la princesa Falzacappa. Ingres firma el dibujo en latín el año 1817.
obra
La hija mayor de Carlos I de Inglaterra y la princesa Enriqueta María de Borbón había nacido el 4 de noviembre de 1631 en el palacio de San Jaime de Londres. A los diez años contrajo matrimonio con Guillermo de Orange, hijo del príncipe holandés Federico Enrique de Orange. Los esposos se reunieron por primera vez en La Haya en febrero de 1642, enviudando María cinco años después, semanas antes de dar a luz a su único hijo, Guillermo III de Orange. Falleció en 1660. El retrato que contemplamos fue pintado con motivo de su matrimonio. Van Dyck la presenta de cuerpo entero, ataviada con un elegante vestido de satén en tonalidades azules con adornos de encaje. Una alfombra roja, un pesado cortinaje de brocado y un grueso pilar constituyen el entorno de la figura. El pintor flamenco emplea una factura lisa que los especialistas achacan a su delicado estado de salud en aquellos momentos previos a su fallecimiento. Pero esta obra es una excelente muestra de su habilidad para hacer retratos infantiles, llenos de encanto e inocencia, sin renunciar a la ingenuidad.
obra
Schadow, quien nunca se sintió atraído por la escultura monumental y en cuya obra es llamativa sobre todo la calidad de sus retratos, comenzó a realizar bocetos de las princesas ya en 1794. El retrato final en grupo fue una representación de la amistad fraternal. Esta temprana obra, que le dio merecida fama, muestra a las claras el carácter completamente antidoctrinario del clasicismo de Schadow y su mayor compromiso naturalista, afín al del francés Houdon. Luisa cruza la pierna izquierda sobre la derecha y se apoya en los hombros de su hermana. Esta, a su vez, adelanta la pierna izquierda. Este jugoso y equilibrado juego de formas aparece como una nueva versión poco convencional del tema de Cástor y Pólux.
obra
El primer maestro de Toulouse-Lautrec fue el pintor sordomudo René Princeteau, buen amigo del padre de Henri, gran aficionado a los asuntos hípicos que extenderá a su pupilo. Entre 1878 y 1882 podríamos considerar que duró el aprendizaje con este artista para después iniciar Lautrec su carrera en París, acudiendo al taller de Bonnat y Cormon, respectivamente. El joven pintor ha retratado a su maestro en este pequeño lienzo, mostrando el estilo característico de estos primeros años donde la pincelada rápida y empastada se adueña de la composición, quedando la línea en un lugar secundario. La figura aparece en el centro del taller, sentado en el brazo de un sillón, sujetando en su mano izquierda la gran paleta y dirigiendo su mirada hacia su izquierda donde encontramos la cabeza de un trofeo de caza, otra de sus grandes aficiones que compartía con el conde de Toulouse. Tras el artista contemplamos un pequeño cuadrito de asunto hípico así como un busto de escayola. La luz que penetra en el estudio del pintor es totalmente fantaseada, enlazando con el Romanticismo gracias al color empleado y al aspecto general del lienzo.
Personaje
Pintor
La figura de René Princeteau será muy importante para la formación del joven Toulouse-Lautrec. Hijo de un representante de vinos, inició sus estudios artísticos en Burdeos, interesándose por la escultura para trasladarse más tarde a París, ingresando en la "Académie des Beaux-Arts". Se especializó en asuntos animalistas, especialmente hípicos, obteniendo un cierto prestigio en esta temática. Su sordomudez no le impidió relacionarse con los ambientes mundanos, donde alcanzó fama. Su estrecho contacto con la familia Lautrec le llevará a convertirse en el primer maestro de Henri, hospedándole en su estudio parisino de la rue Saint-Honoré y animándole a asistir a los talleres de Bonnat y Cormon, consiguiendo que los padres del joven pintor admitiesen su vena artística. Será también Princeteau quien relacione a Henri con sus colegas Jean Louis Forain y John Lewis Brown.