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monumento
Rodeado por espléndidos jardines, el palacio del Eliseo fue levantado en 1718 y es residencia oficial del Presidente de la República desde 1873. La favorita de Luis XV, Madame de Pompadour, se encargó de realizar una serie de modificaciones, ampliando el recinto. Tras la Revolución pasó a ser sala de baile y, en el siglo XIX, fue ocupado por la hermana de Napoleón, Carolina Murat, y por la esposa del emperador, Josefina. Los aposentos del presidente se encuentran en la primera planta.
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En la calle de la Rúa se levantan dos de los edificios civiles más interesantes de Estella: los palacios de San Cristóbal y del Gobernador. Este último es una construcción del siglo XVII, realizada siguiendo el estilo ojival del primer renacimiento. Actualmente está siendo remodelado para acoger el Museo Histórico del Carlismo, cuya apertura está prevista para el año 2006.
obra
La fachada del Palacio del Infantado se cubre con puntas de diamante o cabezas de clavos que se inscriben en una red de rombos ideal. La puerta sigue la tipología del mudéjar toledano al situarla a un lado y encuadrarla con dos gruesas columnas. La fachada se remata con una galería abierta sobre cornisa de mocárabes.
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El patio interior del Palacio del Infantado tenía las proporciones características del patio hispano-flamenco, en sintonía con el del Colegio de San Gregorio. Estaría organizado con arcos mixtilíneos apoyados en fustes torsos decorados con elementos vegetales, al igual que los antepechos.
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Fue en la arquitectura palaciega donde los Mendoza, en estrecha colaboración con Lorenzo Vázquez, demostraron mayores deseos de renovación. Si el palacio del cardenal Mendoza en Guadalajara, conocido por las descripciones de Jerónimo Münzer, respondía a unas prácticas constructivas y ornamentales todavía tradicionales, a pesar de algún que otro elemento novedoso, el Palacio del Infantado de la misma ciudad, construido por Juan Guas y Egas Cueman hacia 1483, ofrecía al viajero alemán -con su patio regular y heráldica fachada- un aspecto inequívoco de modernidad al entenderse como un objeto representativo en el marco de la ciudad. La fachada se cubre con puntas de diamante o cabezas de clavos que se inscriben en una red de rombos ideal. La puerta sigue la tipología del mudéjar toledano al situarla a un lado y encuadrarla con dos gruesas columnas. La fachada se remata con una galería abierta sobre cornisa de mocárabes. El patio interior tenía las proporciones características del patio hispano-flamenco, en sintonía con el del Colegio de San Gregorio. Estaría organizado con arcos mixtilíneos apoyados en fustes torsos decorados con elementos vegetales, al igual que los antepechos. Los salones estaban cubiertos con sensacionales techumbres que por desgracia no han quedado. En su decoración interior participó Rómulo Cincinato, dentro de la reconstrucción del palacio llevada a cabo por don Iñigo López de Mendoza a finales de la década de los años setenta del siglo XVI. El programa se basaba en la decoración de una sala con las representaciones de Cronos y los signos del Zodíaco, la Sala de las Batallas y la Sala de la Caza, esta última decorada con escenas cinegéticas extraídas de las leyendas de Apolo y Diana, inspiradas en las "Metamorfosis" de Ovidio. Completaba el conjunto una delicada decoración de grutescos a la manera italiana.
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El encargo más significativo de Ventura Rodríguez en la década de 1760 fue el Palacio de Boadilla del Monte. Por su emplazamiento junto a un coto de caza, Boadilla presenta caracteres de Real Sitio. El ambiente fue integrado en la idea arquitectónica, proyectando en la fachada sur un gran jardín con parterres, terrazas, escalinatas y fuentes en el que Rodríguez pudo aplicar sus proyectos para los exteriores del Palacio Real (1758). El edificio es un gran prisma rectangular integrado por tres cuerpos diferenciados por un ligerísimo estrechamiento del central, correspondiendo a cada uno una portada en la fachada principal que van a la capilla, a dependencias de servicio y al zaguán, donde está la escalera monumental y un estrecho corredor que lleva al jardín y a la capilla. Este pequeño espacio de planta oval y articulación libre con pilastras, grandes cornisas y rica decoración, se cubre con una cúpula de casetones romboidales, en cuya membrana se incrustan los óculos de iluminación. Trata de recrear un ambiente cortesano con reminiscencias de obras anteriores (Sagrario de Jaén, 1761) y posteriores (Hospicio de Oviedo, 1765). La articulación horizontal de las fachadas es muy leve, en comparación con la vertical que presenta la característica unión de portada entre columnas y balcón central y además un sugestivo estucado blanco yuxtapuesto al ladrillo, con grandes zócalos de albañilería con hendiduras horizontales y bandas planas a modo de pilastras hasta el entablamento, que contribuyen a resaltar los extremos de los pabellones laterales y el centro del pabellón intermedio, imprimiendo al conjunto la máxima variedad con gran sencillez. La dedicación de Rodríguez a las obras del Infante D. Luis debió de ser tan minuciosa como amena, pues llegó a diseñar mobiliario interior (Madrid, Duquesa de Sueca).
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El edificio es un gran prisma rectangular integrado por tres cuerpos diferenciados por un ligerísimo estrechamiento del central, correspondiendo a cada uno una portada en la fachada principal que van a la capilla, a dependencias de servicio y al zaguán, donde está la escalera monumental y un estrecho corredor que lleva al jardín y a la capilla.