Entre los retratos elaborados en la etapa de Saint-Rèmy destaca éste que contemplamos protagonizado por uno de los enfermos que convivía con Vincent en el sanatorio. El hombre parece mirar a su mundo imaginario con sus intensos ojos azules, presentados de manera divergente para acentuar su estado mental perturbado. En el rostro encontramos una mayor minuciosidad para pasar a espesas pinceladas con las que trabaja la camisa y chaqueta mientras que en la zona superior el entramado de trazos se difumina y se pierde como una especie de aureola. Los colores oscuros marcan un retrato donde Vincent se interesa por la expresión de su modelo, elemento identificativo de todos los retratos que ejecutó.
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Pacificación de Pánuco Cuando Francisco de Garay se fue a México, hizo Diego de Ocampo salir de Santisteban, con público pregón, a los capitanes y hombres principales del ejército de Garay, para que no revolviesen la tierra y la gente, pues muchos de ellos eran grandes amigos de Diego Velázquez, como, por ejemplo, Juan de Grijalva, Gonzalo de Figueroa, Alonso de Mendoza, Lorenzo de Ulloa, Juan de Medina, Juan de Ávila, Antonio de la Cerda, Taborda y otros muchos; por lo cual, y por verse sin cabeza, aunque estaba allí un hijo de Garay, comenzó la hueste a desmandarse sin rienda ninguna; se iban a los pueblos, y cogían la ropa y las mujeres que podían; en fin, andando sin orden ni concierto. Enojados los indios por esto, acordaron matarlos, y en poco tiempo mataron y se comieron cuatrocientos españoles; solamente en Tamiquitl degollaron a cien de ellos; de lo cual tanto se enojó Garay, que apresuró su muerte, y los indios cogieron tanta osadía, que combatieron a Santisteban y la pusieron a punto de perderse; mas como los de adentro tuvieron tiempo de salir al campo, lo desbarataron, después de haber peleado muchas veces. En Tucetuco quemaron una noche cuarenta españoles y quince caballos de Hernán Cortés; el cual, cuando lo supo, envió en seguida allí a Gonzalo de Sandoval con cuatro tiros, cincuenta de a caballo, cien infantes españoles y dos señores mexicanos cada uno con quince mil indios e indias. Nombro las indias, porque siempre que Cortés o sus capitanes iban a la guerra, llevaban en el ejército muchas mujeres para panaderas y para otros servicios, y muchos indios no querían ir sin sus mujeres o amigas. Caminó Sandoval a grandes jornadas, peleó dos veces con los de aquella provincia de Pánuco; los rompió, y entró en Santisteban, donde ya no había más que veintidós caballos y cien españoles, y si tardara un poco no los hallara vivos, tanto por no tener qué comer, como por ser muy combatidos y muy duramente. Hizo luego Sandoval tres compañías de los españoles, para que entrasen por tres sitios tierra adelante, matando, saqueando y quemando cuanto hallasen. En poco tiempo se hizo mucho daño, porque se abrasaron muchos pueblos, y se mataron infinidad de personas; prendieron a sesenta señores de vasallos y cuatrocientos hombres ricos y principales, sin contar otra mucha gente baja. Se hizo proceso contra todos ellos, por el cual, y por sus propias confesiones, los condenó a muerte de fuego. Lo consultó con Cortés, soltó la gente menuda, y quemó a los cuatrocientos cautivos y a los sesenta señores; llamó a sus hijos y herederos a que lo viesen para que escarmentasen, y luego les dio los señoríos en nombre del Emperador, con palabra que dieron de ser siempre amigos de los cristianos y españoles, aunque ellos poco la guardan, tan mudables y bulliciosos son; pero, en fin, se allanó Pánuco.
contexto
Al morir Enrique IV, la nobleza castellana está dividida entre los partidarios de Isabel, dirigidos por el clan de los Mendoza, y los fieles a Juana, entre los que se cuentan los antiguos dirigentes de la nobleza en época de Enrique: el marqués de Villena y el arzobispo toledano. Unos y otros se harán pagar su apoyo mediante la confirmación de sus propiedades y privilegios y la concesión de otros nuevos; ambas reinas intentarán atraerse a sus antiguos enemigos ofreciéndoles el perdón e importantes beneficios, pero mientras Juana está totalmente en manos de la nobleza, Isabel y Fernando alternan las concesiones a los nobles con el encumbramiento en los puestos clave del Consejo Real y de la Contaduría o Hacienda de fieles partidarios reclutados entre los juristas y la pequeña nobleza. En éste, como en otros puntos, los Reyes Católicos no innovan pero sí llevan a las últimas consecuencias la política del primer Trastámara: aceptación de los privilegios económicos de los nobles y alejamiento de los cargos políticos y administrativos.
Personaje
Científico
Iniciado bajo los consejos de Piero della Francesca, se traslada a Venecia para ampliar sus estudios. En esta época ingresa en la orden de los franciscanos. Desde entonces dedica sus días al estudio y la enseñanza de las matemáticas. Aunque a lo largo de su vida se trasladó de ciudad en distintas ocasiones, Venecia fue siempre un punto de referencia. En 1494 publica "Summa" su primer compendio de matemáticas. En esta publicación recoge todas las referencias a esta ciencia desde Euclides. En una obra posterior "De divina proportione" estudia la sección áurea y su relación con la arquitectura.
obra
La mayor parte de los pactos de hospitalidad entre los pueblos indígenas y los gobernantes romanos se escribieron en los años posteriores a la conquista, en las llamadas tabulae hospitalis, como el realizado en el año 5 d.C. entre el ibérico Quinto Mario Balbo y el senado y el pueblo romanos; o el juramento prestado a Augusto, diez años antes, por la ciudad de Conobaria (Sevilla), comprometiéndose a tener los mismos enemigos y amigos que el Emperador. Pero hay también pactos muy posteriores a la conquista -como el de los vacceos de Clunia (Burgos) fechado en el año 40 d.C.-, mostrando que algunos pueblos mantuvieron más tiempo su independencia jurídica. Paralelamente, hubo ciudades, como la colonia romana de Osuna (Sevilla), que gozaron muy pronto de leyes municipales para regular su actividad pública, mediante su promulgación y exhibición en algún lugar público.
acepcion
Hexagrama o estrella de seis puntas. Este anagrama simboliza al pueblo judío desde el siglo XVIII y está vinculado a los sionistas. Durante el dominio nazi, éstos lo emplearon la estrella en color amarillo como distintivo para distinguir a los judíos.