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monumento
Colomera guarda aún dos viejos molinos de aceite, el de la Puente y éste llamado de las Niñas. Ambos están situados a las afueras de la localidad, distantes entre sí unos cien metros. El de las Niñas, del siglo XVI, es el que se encuentra en mejor estado de conservación. Su funcionamiento era sencillo, impulsado por la fuerza de un mulo, al modo de las antiguas norias. Es posible visitarlo, siempre y cuando se solicite un permiso previo al propietario.
monumento
De planta rectangular, con muros de granito y cubierta de teja. Dispone de un solo rodicio, que se corresponde en el interior con la piedra de moler o "moa". La puerta de acceso es adintelada. Está situado a orillas del río Pambre, a escasos metros del Castillo de Pambre.
obra
Fue Camille Corot quien se manifestó como el más preclaro representante del tránsito que va del paisaje clásico al paisaje realista, manteniéndose al margen de todas las escuelas. Gracias a la ayuda familiar, Corot no conoció nunca la prisa, ni la ansiedad de obtener encargos, ni la imperiosa necesidad de vender sus obras para mantenerse. Esta libertad, y la escasa influencia que sobre sus criterios tuvieron las escuelas y los museos, propiciaron una producción pictórica extremadamente sincera y una evolución artística pausada y regular. Corot sería, ante todo y sobre todo, autodidacta, cayendo pronto en la cuenta de que era preferible subordinar la técnica a la visión personal, haciendo buena su afirmación de que "no hay que perder nunca la primera impresión que nos ha conmovido". Sus más destacados valores serán la atmósfera plasmada y la dosis precisa de luz que proporciona a la superficie de los volúmenes. Todo ello porque, en palabras del propio artista: "El dibujo es lo primero que hay que buscar. Después, la relación de las formas y los valores. He aquí los puntos de apoyo. Después, el color y, finalmente, la ejecución".
obra
En 1820 Constable envía a la exposición de la Royal Academy de Londres su tercer cuadro de gran tamaño, dentro de la serie de los famosos "six-footers" con los que pretendía llamar la atención del público y conseguir aumentar su fama y su fortuna. Como el resto de la serie, se trata de una escena del valle del Stour en la que el maestro no renuncia a la minuciosidad ni el pintoresquismo -las barcas, las figuras pescando- pero consigue mostrar un sensacional efecto lumínico que anticipa el impresionismo. Constable nos presenta una escena de las horas centrales de un día de verano, creando un sensacional contraste de luces y sombras en todo el espacio, resaltando el azul del cielo en el que observamos las nubes tan estimadas por el maestro. Cada una de las diferentes áreas está tratada de modo distinto, resaltando los destellos de luz blanca en el río. El resultado es una obra de gran calidad visual, teniendo una aceptable acogida entre el público aunque se le criticó la falta de acabado de algunas zonas.
obra
A mediados de la década de 1840 la familia Monet se trasladó a Le Havre, lo que permitió al joven Claude tener un contacto más intenso con la naturaleza, realizando habituales excursiones por los alrededores para plasmar en sus dibujos los paisajes que más le interesaban. Fruto de este contacto surgen algunos trabajos como éste que contemplamos, protagonizado por un molino de agua en el Lézarde. Sus primeros pasos en el dibujo los dio Monet en la escuela, con un antiguo alumno de David, demostrando gran seguridad en el trazo y maestría en la aplicación de las sombras, empleando líneas paralelas para crear efectos lumínicos. Sin embargo, será con las caricaturas con los trabajos que alcance mayor fama en su juventud.
obra
En el invierno de 1874 Monet regresó a Holanda durante una breve temporada y durante esta estancia realizó doce lienzos. En ellos presenta diferentes imágenes invernales -incluso dos de ellas con nieve- tomando como modelos las granjas y los molinos que ya llamaron su atención en el primer viaje -véase Molinos cerca de Zaandam-. Aquí nos presenta un molino, hoy destruido, en uno de los canales de Amsterdam, recordando en algunos aspectos a los maestros barrocos holandeses aunque la forma de trabajar es auténticamente impresionista, al emplear una pincelada rápida y empastada y sombras coloreadas. La iluminación fría se aprecia en los reflejos del río que apenas arrancan vibrantes tonalidades, de la misma manera que el efecto atmosférico conseguido refuerza la sensación invernal. Una vez más, Monet se presenta como el pintor de la luz tomada directamente del natural, independientemente del tipo de iluminación que sea ya que todas le interesan.