Renoir conoció a Sisley en el taller de Gleyre -al igual que a Monet y Bazille- estableciéndose entre los cuatro una estrecha amistad. Sisley se había casado con Marie hacía poco tiempo y los recién casados posaron para este interesante retrato que bien pudo tratarse de un regalo de boda. Marie es la protagonista de la escena, mirando hacia el espectador y atrayendo nuestra atención con el vivo colorido de su vestido mientras que Alfred dirige su enamorada mirada hacia su esposa, vistiendo una levita negra y pantalones grises. Las figuras se anteponen al paisaje del fondo pero casi no se integran en él, a diferencia de lo que podemos observar en Lise con sombrilla. Los reflejos de luz bañan toda la escena, resultando una composición tremendamente acertada, en sintonía con las obras de los grandes maestros que Renoir tanto admiraba en sus frecuentes visitas al Louvre, especialmente Rubens y Fragonard. También resulta interesante el contraste entre el acertado dibujo con el que se crean las figuras y el empastado entorno del paisaje en el que se encuentran los dos esposos.
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contexto
Las exigencia reproductoras que impone la sociedad del siglo XIX hacen del matrimonio una institución clave en el entramado social. La pareja de casados constituyen el ámbito "normal" en el que se desarrolla una sexualidad sin excesos, socialmente sancionada. El sexo ejercido en el seno del matrimonio garantiza una reproducción sana y conscientemente ejercida, alejada de "aberraciones" como la homosexualidad o el celibato, prácticas no sólo contra natura sino también antisociales. El matrimonio es, además, una unidad económica. Las uniones concertadas, práctica habitual, aseguran el mantenimiento de un cierto nivel económico y la ganancia de un prestigio social, si se ha elegido bien el objetivo. Sin embargo, la entrada en escena de un nuevo elemento sentimental e irracional, las pasiones humanas, pone muchas veces en contradicción la voluntad y el deber. La concertación del matrimonio de los hijos es objeto de mimos y cuidados por parte de las familias. En un muy alto porcentaje, los matrimonios celebrados entre individuos pertenecientes al mismo círculo social es la norma, pues funciona una gran separación entre los grupos sociales. Hombres y mujeres se casan con semejantes, pues es con ellos con quienes se relacionan. Sin embargo, el crecimiento económico generalizado, experimentado tras la segunda revolución industrial, complica sobremanera las estrategias matrimoniales. Los bienes se multiplican y los elementos a considerar se acrecientan: dinero, inmuebles, negocios, proyección social, nombre o aspecto físico, todo ello hace de las elecciones matrimoniales objeto de un estudio detenido y cuidadoso por parte de las familias. La entrada en escena de ámbitos antes apenas mostrados, ocultos bajo un manto de raciocinio, complican aun más la escena de la elección matrimonial. El amor es cada vez más un elemento a tener en cuenta a la hora de contraer matrimonio, así como su presencia o ausencia será motivo de conflictos familiares. Incluso los hombres, tan regidos por la razón y la practicidad, sucumben a ese desvelarse de los sentimientos: ya no quieren sumisión, sino consentimiento. La importante función reproductora del matrimonio se acrecienta por el miedo al descenso de la natalidad, por lo que se suceden las campañas a favor de la natalidad y en contra de prácticas como el celibato. Otro dato destacable es que los matrimonios cada vez se producen a una edad más temprana, hecho probablemente provocado por una mejora en las condiciones materiales, que permiten antes la independencia económica de la tutela familiar. Tener familia propia se convierte en un mecanismo de inserción social, una ganancia de prestigio y respetabilidad.
contexto
El encuentro de los diversos mundos culturales propició un modelo de familia, fruto de la interacción de los distintos elementos en juego. Se produjo una íntima fusión de tradiciones americanas y castellanas, que generó una nueva sociedad, no india, pero tampoco española. Asimilada o repudiada la familia tradicional siempre tuvo un gran peso. Aunque castellanos y americanos tenían conceptos propios y prácticas de convivencia tradicionales y aparentemente muy diferentes, no fue muy difícil armonizarlos. Unos y otros coincidían en ideas esenciales como la indiscutible autoridad paterna, la convivencia en grupos pequeños, compatible con la solidaridad de la parentela y la unidad familiar como núcleo. La aportación española a las formas familiares resaltó la importancia de los linajes de las casas señoriales y la espontánea solidaridad entre parientes de origen modesto. Estas características coincidían con la fuerza de los lazos familiares en la sociedad prehispánica, unos lazos que abarcaban a parientes consanguíneos o políticos e incluso allegados próximos con los que no existían vínculos de sangre. La familia amplia era compatible con la familia nuclear formada por los padres e hijos, y en ocasiones también por los abuelos. La integración entre ambas tradiciones no fue difícil y arraigaron, fruto de la mezcla, costumbres que eran nuevas para ambos mundos. Gráfico En cualquier caso, los diversos grupos llegaron a formar modelos de familia distintos. Mientras que los españoles, criollos e indígenas destacaron por el alto grado de endogamia y de matrimonios, las castas, los mestizos y los indios hispanizados de las ciudades se caracterizaron más bien por la alta incidencia de nacimientos ilegítimos y de parejas que nunca llegaron a casarse. Esta mutua interacción era un reflejo del fracaso de la Corona al tratar de establecer dos repúblicas separadas -la de españoles y la de indios-, un proyecto que no funcionó en la práctica. En el ámbito urbano, aunque se suponía que los indios vivían en barrios concretos de la traza de la ciudad, se mezclaban en esos mismos barrios con los españoles y mestizos pobres. También en el ámbito rural se conservaron las costumbres prehispánicas integradas, con gran naturalidad, con las costumbres cristianas. En cualquier caso, es importante tener claro que esa supuesta división no obedecía a un rechazo explícito a la integración, sino a una manera de salvaguardar las costumbres indígenas. El propósito de formar la conciencia de familia se realizó entre los indígenas sobre todo entre los siglos XVI y XVII, en México a través de los hospitales-pueblos de México y Michoacán y en los pueblos establecidos por franciscanos y agustinos mediante las cofradías hospitalarias encargadas de sostener los pueblos bajo un sistema familiar rotativo. Allí las familias del poblado, una a una, iban sirviendo semanalmente en el hospital. Los hombres trabajaban las sementeras y las mujeres cuidaban a los enfermos. Después de la cena todos rezaban el rosario y repetían la doctrina cristiana para memorizarla. Las madres y sus hijas cosían e hilaban en ese momento para el hospital. También lo hacían las criollas en los estrados de sus casas. Es innegable el papel de la mujer en la configuración de ese nuevo modelo. La familia, las relaciones de parentesco y las formas de ejercicio de la autoridad en el interior del hogar, fueron elementos fundamentales en la gestación del orden colonial. Ese orden que era teórica y legalmente homogéneo en todas las provincias de la Corona, dio lugar en la práctica a múltiples variantes de convivencia. A pesar de las dificultades de ejercer un control en territorios tan extensos, la realidad es que hubo un orden, existió un proyecto de organización social y se dieron varios modelos de relación que aseguraron la estabilidad política y el progreso económico. Las estructuras familiares y las formas de convivencia prestaron aliento a la economía, casi siempre conectada a intereses de parentesco. La organización familiar marcó su influencia tanto en los negocios y en la vida pública como en la práctica de la segregación y de la integración. No se puede olvidar que el protagonismo de la mujer en la América colonial radica en su función de madre. En el campo del comportamiento familiar la impronta femenina fue decisiva y contribuyó a determinar las relaciones de poder en el interior de la familia. Tanto en la ciudad como en el campo las españolas, criollas e indias fueron impulsoras del cambio y conservadoras al mismo tiempo de la tradición, manteniendo un difícil equilibrio entre unas familias que se sentían desarraigadas de sus lugares de origen y el necesario proceso de adaptación a la nueva sociedad.
Personaje
Pintor
Inició su formación artística en la Escuela de Artes y Oficios de Viena donde compartió aprendizaje con Gustav y Ernst Klimt. Sus buenas maneras le permitieron recibir pronto encargos, compartidos con los hermanos Klimt. La facilidad con el dibujo le llevó a presentarse a las oposiciones para el cuerpo de profesores de enseñanza secundaria pero el historiador de arte Rudolf Eiteberg von Edelberg le convenció para que continuase su formación como pintor. Ahora será Ferdinand Laufberger su profesor, trabajando en un estilo historicista tomado de Hans Makart, cuyo estudio Mastch visitó en varias ocasiones. En 1881 los hermanos Klimt y Matsch fundaban la Compañía de Artistas. Franz era el jefe de la empresa al dedicarse a las cuentas y la organización. Pronto empiezan a llover encargos para las decoraciones de importantes edificios: el palacio Sturany de Viena, el balneario Carlsbad, la villa Hermes. El éxito alcanzado permitirá a la Compañía trabajar en la capital del Imperio al recibir dos importantes encargos: las decoraciones del Burg Teather y del Kunshistorisches Museum, obteniendo la Medalla de Oro al Mérito y el Premio Imperial de manos del propio Francisco José I. La muerte de Ernst Klimt en 1892 supondrá el primer golpe para la Compañía. Dos años después, Franz y Gustav reciben uno de sus encargos más importantes pero que a la postre supondrá la separación del grupo: la decoración del techo del Aula Magna de la Universidad de Viena. Matsch era responsable del lienzo central, la Teología y seis pinturas para las enjutas y la bóveda. Gustav Klimt sería responsable del resto del encargo. La polémica surgida con la presentación en sociedad de las obras de Klimt -Filosofía, Medicina y Jurisprudencia- y el rechazo por parte de la comisión de los bocetos de Matsch llevaría al pago por parte de la Universidad de una compensación a Mastch en 1910. Matsch se mantuvo al margen de la Secession ya que, aunque consideraba que los objetivos del grupo eran aceptables, no quiso dar el paso para convertirse en un pintor libre y continuó trabajando en un estilo decorativista, alejado de todos los movimientos de vanguardia, hasta su fallecimiento en 1942.
lugar
Situada en la isla de Honshu, al sur de Nagano. Es una de las ciudades más antiguas de Japón, ya que ha sido datada en el siglo V. Su máximo atractivo es el castillo, que se conserva tal y como fue construido en el siglo XVI.
Personaje
Político
Bajo el gobierno de Konoye asumió la jefatura del Ministerio de Asuntos Exteriores. Estando en este cargo, el 27 de septiembre de 1940 firmó el acuerdo tripartito de no agresión que había establecido con Hitler y Mussolini. Con la Unión Soviética pactó en los mismos términos en abril de 1941. Al final del conflicto se presentó ante las autoridades estadounidenses que habían lanzado una orden de captura. En 1946 mientras se celebraban los juicios por crímenes de guerra falleció.
Personaje
Pintor
Cursa la carrera de arquitectura en la Universidad Católica de sus ciudad natal. Cuando finaliza sus estudios se instala en París, donde comienza a trabajar como ayudante de Le Corbousier. Allí permaneció durante dos años. En la década de los años treinta entabla amistad con Lorca, Breton y Dalí. El surrealismo es el movimiento que más le interesa. Prueba de ello son los dibujos que muestra en una galería parisina. A finales de la década de los años treinta realiza sus primeras pinturas al óleo y realiza una serie de paisajes. En estos años abandona el Viejo Continente y fija su residencia en Nueva York. Aquí entra en contacto con el movimiento surrealista y conoce a Tanguy, Masson, Duchamp, etc.. En 1940 organiza su primera exposición individual, al tiempo que sigue participando en colectivas. Luego se traslada a México y desde 1949 recorre el continente europeo. Sus creaciones en este tiempo suponen un adelanto del expresionismo abstracto. Estas tendrían gran repercusión en artistas como Gorky y Motherwell. Los acontecimientos bélicos también influyeron de forma decisiva en su obra, cada vez más trágica y crítica. Desde años setenta viene denunciando la política de Pinochet a través de su obra. Su obra se ha expuesto en diversas galerías y museos, y ha sido reconocida con varios premios.