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A la altura del verano de 1944 empezaba a aparecer en el horizonte un cierto grado de discrepancia entre los aliados, que no se había manifestado hasta el momento, pero que explica en un elevado grado el mundo de la posguerra. Se ha de partir del hecho de que en realidad el Eje, más que una verdadera alianza, fue siempre una superposición, mal trabada, de intereses contradictorios. El intento de desenganche de Italia contribuyó todavía más a empeorar la mala opinión que los generales alemanes tenían acerca de los italianos y el propio Hitler trató con mucha más brutalidad que amistad a Italia en la fase final de la guerra. En ella, por otro lado, los intereses de Alemania y Japón siguieron siendo contradictorios, porque el adversario principal para cada uno de estos países era diferente y ambos pretendían que le acompañara en la beligerancia quien no tenía objetivo interés en ello. Los aliados habían mantenido una coincidencia grande hasta comienzos de 1943, merced a la íntima amistad entre Churchill y Roosevelt, a estar a la defensiva y a considerar no tan decisiva la potencia militar soviética. La URSS, por su parte, llevaba a cabo una guerra que en cierta manera podía considerarse como paralela e independiente de la de los anglosajones. Desde mediados de este año, precisamente porque la situación bélica cambió y empezó a hacerse patente la posibilidad de la victoria, las cosas cambiaron. Para comprender en qué términos, es preciso tener en cuenta los puntos de partida de cada una de las tres grandes potencias. Los Estados Unidos habían apreciado, con razón, que la causa británica estaba ligada a la democracia y que la única posibilidad de que ésta perdurara era ayudando a la resistencia frente a Hitler. Sin embargo, el presidente Roosevelt era muy consciente de que en su país existían minorías étnicas, como la irlandesa, poco proclives a los británicos y, sobre todo, de que el colonialismo tradicional era la antítesis de la tradición norteamericana. Ésta, por otra parte, estaba muy vinculada al aislacionismo: incluso en plena guerra, el 80% de los norteamericanos pensaba que los problemas más agudos que se plantearían después de ella serían de política interna y no en relación con una nueva configuración del mundo. Era, por tanto, preciso, si se quería una paz estable en el futuro, involucrar a los norteamericanos en una nueva organización internacional superadora de la Sociedad de Naciones. A ello dedicó especiales esfuerzos el presidente norteamericano, un político profesional muy atento a los movimientos de opinión, poco formado, personalista y a menudo caracterizado por la duplicidad, pero cuya grandeza se apreció en una guerra durante la cual las decisiones estratégicas fundamentales fueron suyas en su mayor parte y supo construir un nuevo orden internacional que tuvo sus indudables aspectos positivos. Por interés, pero también debido a las peculiaridades de su líder político, Gran Bretaña tendía a cerrarse en banda a cualquier cosa parecida a la descolonización y, en general, propendía a favorecer regímenes monárquicos -en Italia, Grecia y Yugoslavia, por ejemplo- como si ello sirviera para contrapesar el tono radical de los movimientos de resistencia. Conflictos menores con los norteamericanos se produjeron en asuntos como la relación con De Gaulle -con respecto a quien el "premier" británico era más tolerante que el presidente norteamericano- y en lo que atañía a la inmigración judía hacia Palestina. Pero, a pesar de que Churchill mantuvo siempre una diferencia fundamental, al proponer una estrategia periférica, hacia Italia, los Balcanes o Grecia, en vez de en dirección hacia el centro del Viejo Continente, la cooperación militar siempre resultó muy positiva, a pesar de ciertas dificultades de carácter personal en los mandos como, por ejemplo, las causadas por Montgomery. Con la URSS, la relación fue mucho más complicada. Los anglosajones supieron de la existencia de espionaje soviético en sus países, aunque no llegaron a conocer ni su volumen ni a aquellos campos esenciales a los que se dirigía. Stalin, además, mantuvo una política exterior propia, lo que le permitía tratar con alguno de los adversarios sin informar a sus aliados, como sucedió con Rumania o Finlandia. Pero las mayores discrepancias con los anglosajones surgieron en torno a Polonia. Ésta había sido el motivo de Gran Bretaña para ir a la guerra y tenía en Estados Unidos una importante minoría nacional. Cuando se sublevó Varsovia (agosto-octubre 1944), los soviéticos, con el Ejército Rojo detenido ante la ciudad, no sólo no la ayudaron, sino que tampoco permitieron que lo hicieran los anglosajones, e incluso Stalin llegó a calificar de "aventureros" a los protagonistas de la insurrección. En cuanto a la nueva organización internacional, que Roosevelt consideraba indispensable, Stalin no quería que pudiera intervenir en la vida interna de la URSS; pretendía, además, exigir la unanimidad de los Grandes y en ella deseaba tener el mayor número posible de votos. El acercamiento de los anglosajones a los soviéticos, con el propósito de elaborar una estrategia y unos planes de futuro comunes, tuvo lugar a partir de la segunda mitad de 1943. En octubre se encontraron por primera vez los responsables de la política exterior anglosajona con Stalin, pero el avance que se produjo en la relación fue limitado. Hubo acuerdo sobre la desnazificación de Alemania y la necesidad de desmembrar su territorio. Los británicos descubrieron, con sorpresa, que los soviéticos deseaban la flota de Italia y parte de su Imperio colonial. Se mencionó, también, pero vagamente, una posible organización internacional. Stalin dejó claro su mínimo interés en coordinar su acción militar con la de sus aliados. Mucha más importancia tuvo la reunión de Teherán, entre noviembre y diciembre, con la participación por vez primera de Churchill, Roosevelt y Stalin. Fue el máximo desplazamiento que los anglosajones obtuvieron del dictador soviético y tuvo como resultado más trascendental la definición de una estrategia militar en Europa, previendo la apertura de un segundo frente. Los máximos responsables anglosajones se habían reunido previamente en El Cairo, pero allí Churchill se había resistido al desembarco, prefiriendo optar por la ofensiva en dirección hacia Italia y los Balcanes o tratando de involucrar a Turquía en la guerra contra el Eje. Pero ante Stalin esa posición no podía ser mantenida, porque la interpretaba como un modo de eludir el cumplimiento de repetidas promesas. Por lo demás, las potencias democráticas pudieron ser conscientes de algunos de los mayores intereses soviéticos y de aquellos puntos en los que no iban a ceder. Stalin no iba a renunciar a los países bálticos ni a la salida a este mar, pero afirmó no tener interés en Finlandia. Todos aceptaron una transformación de Alemania que la privara de peligrosidad. De ello nacería luego el llamado Plan Morgenthau -por el nombre del secretario de Agricultura norteamericano- que pretendía una imposible reruralización de este país. Este propósito solamente sirvió para que la Alemania nazi, que lo llegó a conocer, lo utilizara como testimonio de la perversión del adversario. Para solucionar el problema de las futuras fronteras de Polonia, se optó por "empujar" el conjunto del país hacia el Oeste, siguiendo la indicación del dictador soviético. Pero por el momento, todavía los dirigentes anglosajones no dieron por supuesto un afán imperialista en Stalin. Pero las cosas cambiaron cuando, a partir del verano de 1944, no sólo se produjeron los ya mencionados sucesos polacos, sino que también se manifestó una creciente reticencia respecto a la colaboración en la organización internacional que, en el caso del nuevo orden económico mundial, resultó cerrada y definitiva. La segunda reunión de los líderes aliados testimonió todavía menos generosidad por parte de Stalin pues se celebró en Yalta, en Crimea, durante los primeros días de febrero de 1945. Roosevelt, agotado y próximo a la muerte, consiguió mejores resultados de los que suele afirmarse, para tratarse de una de las reuniones internacionales de peor fama en la Historia de los tiempos recientes. Se ha dicho, en efecto, que el presidente norteamericano cedió o fue engañado, entregando gran parte del Este de Europa a los soviéticos, pero lo cierto es que esto dependió siempre del puro y simple desarrollo de las operaciones militares: ya, por ejemplo, la URSS había establecido un Gobierno satélite en Polonia y los checos exiliados habían propuesto un tratado con la URSS. Se discutió mucho acerca de Polonia (en siete de las ocho sesiones que tuvieron lugar), pero sin otro resultado que confirmar aquella decisión del desplazamiento del país hacia el Oeste e intentar que otras personalidades políticas se sumaran al Gobierno organizado por los soviéticos. Tampoco cedieron éstos en nada respecto de los Balcanes: de una forma un tanto cínica, que en realidad tenía como objetivo que los soviéticos pusieran por sí mismos límites a sus pretensiones, Churchill había intentado distribuir en porcentajes entre los aliados su influencia sobre cada uno de estos países del Sureste europeo. Stalin pudo aceptar la discusión e incluso los porcentajes, pero no tenía el menor deseo de cumplirlos, como no tardó en comprobarse. Al menos los anglosajones consiguieron que Stalin aceptara algunas propuestas. La Declaración de la Europa Liberada, que presuponía en ella la celebración de elecciones libres, no se convertiría en realidad nada menos que hasta 1989 pero, al menos, serviría para deslegitimar desde un principio lo que los dirigentes soviéticos siguieron haciendo a continuación. Francia fue admitida entre las grandes potencias y se dio viabilidad a la Organización de las Naciones Unidas con el sistema del veto en el Consejo de Seguridad. Las naciones que declararan la guerra al Eje antes de marzo podrían participar en la reunión fundacional, que tendría lugar en los últimos días de abril en San Francisco para, de esta manera, involucrar en la cuestión a la opinión pública norteamericana. Stalin, en fin, menos de un año después de haber ratificado su neutralidad respecto a Japón, se mostró dispuesto a declararle la guerra y aceptó dejar Manchuria en manos de China cuando se produjera su ataque. No eran tan malos resultados y, además, la reunión resultó relativamente cordial. El presidente norteamericano, como ya había hecho en Teherán, a menudo utilizó la táctica de identificarse más con Stalin que con Churchill. Pero lo que estaba sobre el tapete no eran relaciones personales, sino formas muy distintas de entender la organización de la vida política y social y, en estas materias, los siguientes meses vieron ya cómo se abría un abismo entre los todavía aliados.
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El pintor Giovani Segantini presentará afinidades con el Jugendstil y participarán en la Sezessión Muniquesa. En sus obras pictóricas va más allá de las preocupaciones de los plenairistas e intenta transmitir las experiencias místicas y el misterio inherente a ella, el profundo mundo de enigmas que encierra el azul del éter con el resplandor de su luz. De este modo consigue derivar su simbolismo de la apasionada contemplación de la escena que representa.
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En la última etapa de su vida Murillo hace una de sus mejores imágenes de la Sagrada Familia. Se denomina también Las dos Trinidades ya que la figura del Niño Jesús se ubica en el centro de la composición, formando la Trinidad celestial con el Padre Eterno y la paloma del Espíritu Santo que están sobre El mientras que al mismo tiempo establece la Trinidad terrena con la Virgen y san José. Estos personajes aparecen arrodillados en actitud de mostrar a su hijo que se sitúa sobre un pedestal. El Padre Eterno abre sus brazos para acoger al Niño y la paloma desciende a la Tierra para posarse sobre Él. Una corte de ángeles rodea a la Trinidad celestial, conformando así el rompimiento de Gloria.La composición se organiza con una aspa típicamente barroca constituida por dos diagonales que forman a su vez dos triángulos invertidos. La luz y los colores empleados por el maestro configuran una espectacular sensación atmosférica que envuelve a los diferentes personajes, alejándose definitivamente de las experiencias tenebristas de sus primeros años para dar paso a un estilo luminista y colorista que se inspira en la escuela flamenca con Rubens y Van Dyck a la cabeza.
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Las dudas sobre el "Derrotero" de Francisco Albo La Relación de Pigafetta, como hemos visto, nos ha aportado todo género de detalles para conocer la realidad del viaje circunterráqueo, pero existe otra fuente que la complementa. Nos referimos al Derrotero de Francisco Albo,52 piloto de la Trinidad, quien sin literatura, en estilo seco y preciso, recogió solamente datos geográficos y astronómicos. Desde las costas brasileñas, casi sin interrupción, fue tomando la situación del sol, y longitudes. Pero ese informe, tenido por obra de Albo, ¿es en realidad suyo o de Elcano? Esta hipótesis de duda, la sustenta en la actualidad el investigador Juan Pérez de Tudela, caracterizado por sus reflexiones históricas53. De ser así, la figura de Elcano se engrandece aún más; no fue un simple marino, sino también un hábil conocedor de la ciencia astronómica y geográfica; y el éxito del viaje desde Las Molucas, esquivando y burlando a las naos portuguesas, estaría avalado por el conocimiento técnico de un experto. Pérez de Tudela basa su interpretación en ciertos detalles relacionados con el itinerario de la nao Victoria donde el autor -Albo- habla en primera persona al mismo tiempo que manifiesta su responsabilidad en el mando: no tomé el Sol, mas debí caminar 45 leguas; me tiraron las aguas al nordeste; después mandé que fuesen al oeste; doyle de camino a la nao 50 leguas. Pero aparte de estos datos técnicos, expresados en primera persona, existe otro detalle, recogido también por Pérez de Tudela, y es el texto de una de las cláusulas del testamento de Elcano, donde éste hace constar la donación de dos libros al astrónomo San Martín, y que se los entreguen si los toparen. Quizá uno de los libros aludidos fuese el Derrotero. Por nuestra parte, no entramos a negar o admitir lo expuesto por tan ilustre académico, pero sí tenemos una duda. ¿Cómo Albo, piloto de la Nao Capitana, vecino de Rodas, por lo tanto, ni español ni portugués, no dedica una sola línea a la muerte de Magallanes? ¿Cómo una persona que convivió diariamente con él, pudo pasar por alto un suceso tan importante? ¿Era tan duro de corazón, que ni para bien o para mal, se digna mencionarlo? Quizá tenga razón Pérez de Tudela, y si el Derrotero es de Elcano, entonces encontramos justificación al silencio sobre lo ocurrido a Magallanes. Las fuentes históricas Tres copias en francés -dos en la Biblioteca Nacional de París, y la otra en una colección particular-, y un manuscrito en italiano, se conservan de la primitiva Relación de Antonio Pigafetta. La historiografía actual sostiene que estos cuatro textos son copia de un original cuyo paradero se ignora54. De los cuatro, dos han sido los de mayor fortuna, y los más divulgados: el manuscrito que se interpreta que dirigió a la Reina Regente de Francia, Doña María Luisa de Saboya; y el dedicado al Maestre de Rodas, Francisco Villiers de Lisle-Adam. Los otros dos son meras reproducciones, con pequeñas variantes. A la Reina Regente, Pigafetta le hizo llegar un manuscrito, escrito en italiano. Interesada por su contenido, pero con dificultades lingüísticas, según Ramusio, le mandó hacer una traducción, al francés, al filósofo y humanista Jacques Fabre55, y así se ha creído durante siglos. Hoy se niega la participación de Fabre en la mencionada copia francesa. Se trata, simplemente, de una traducción abreviada, publicada en caracteres góticos, sin lugar de edición ni fecha, pero que debió imprimirse alrededor de 1525. Según consta en el ejemplar que se conserva en la Biblioteca Nacional de París, los ejemplares se vendían en la librería parisina de Simón de Colines. De esta edición francesa, entre los años 1534-36, se hizo una traducción al italiano, y quedará la sospecha de que fuera el mismo Ramusio el autor de esta versión. A partir de 1550 y hasta comienzos del siglo XIX, las distintas reimpresiones de la obra de Ramusio y las ediciones aparecidas en distintas naciones han empleado la edición abreviada bien francesa o italiana. La copia dedicada al Maestre de Rodas56, fue a parar a la Biblioteca Ambrosiana, en Milán, donde la descubrió en 1800 Carlos Amoretti, archivero de la citada Biblioteca. A partir de comienzos del siglo XIX, este texto ha sido el divulgado. En 1928 Camilo Manfroni, revisó el original de la Ambrosiana, y publicó una nueva versión completa, al pie de la letra, y no literal como la de Amoretti. El manuscrito ambrosiano está ilustrado con veintitrés cartas geográficas, intercaladas en el texto. El mar, que es tema principal en todas ellas, está representado con una tinta azul; las tierras, pintadas de ocre; las pequeñas montañas aparecen coloreadas en tonos verdes. En algunas aparecen embarcaciones y viviendas indígenas. Los nombres geográficos están enmarcados en cartelas blancas. El conocimiento del viaje circunterráqueo, que tiene como fuente principal la obra de Pigafetta, se complementa con otros documentos: las Relaciones de Francisco Albo y de Ginés de Mafra: El Roteiro de un piloto genovés desconocido. Existen, también, las cartas de Maximiliano de Transilvania, Antonio Brito y Juan Sebastián Elcano. Como dice Esteve Barba57 hay que tener también en cuenta, otras fuentes hoy perdidas, como un Diario escrito por Magallanes; la Relación sobre el descubrimiento del Estrecho, hecho por el astrónomo de la expedición Andrés de San Martín, y que, antes de desaparecer, fue consultada por Herrera, y tal vez, también por João de Barros58 las narraciones de León Pancaldo y de Juan Sebastián Elcano, esta última, citada por Gonzalo Fernández de Oviedo. Publicamos a continuación las diversas ediciones extranjeras que desde el siglo XVI, hasta la fecha, han aparecido de la Relación de Pigafetta. Hemos utilizado para ello, el exhaustivo y minucioso trabajo de Leite Faria59. Por lo que respecta a la bibliografía es solamente una selección de la que existe sobre el tema; citamos las obras que hemos consultado para la preparación de la presente edición, que son las más importantes. Ediciones de la Relación: RAMUSIO, Gian Battista (1550), Primo Volumen delle Navigatione et Viaggi, Venecia, fols. 379-V al 397-V. RAMUSIO, Gian Battista (1554), Primo volumen. Seconda editione delle Navigatione et Viaggi, Venecia, fols. 389-V al 408-V. El texto está dividido en 35 subtítulos. GRYNAEUS, Simao (1555), Novus orbis Regionum ac Insolarun, Basilea (es la única edición traducida al Latín). EDEN, Richard (1555), The Decades of the new world or west India, Londres. RAMUSIO, Gian Battista (1563), Primo volume. Terza editione delle Navigatione et Viaggi, Venecia. WILLES, Richard (1577) The History of travayle in the west and east Indies, Londres, (Reedición de la de Eden, 1555). RAMUSIO, Gian Battista (1587-1588), Primo volume. Quarta editione delle Navigatione et Viaggi, Venecia (Se volvió a reeditar en 1606, 1613). PURCHAS, Samuel (1625), Hakiuytus Posthumus or Purchas his Pilgrimas, Londres (se traduce también la carta de Maximiliano de Transilvania). SPRENGEL, Mathias Christian (1784), Erste Reise un die welt durch Ferdinand Magelham. Aus den Ital, Leipzig (traducción al alemán de la obra de Ramusio). AMORETTI, Carlo (1800), Primo Viaggio in torno al globo terracqueo ossia Reggvaglio della Navigazione... fatta dal cavaliere Antonio Pigafetta, Ora publicato per la prima volta, tratto da un codice M.S. della Biblioteca Ambrosiana de Milano... con un transunto de Tratto di Navigazione dello stesso Autore, Milán (el texto fue dividido por el autor en cuatro libros seguido de varios vocabularios indígenas), 204 págs. AMORETTI, Charles (1801), Premier voyage autour du Monde, par le Chur Pigafetta... l'extrait du Traité de Navigation du même auteur... París, año IX, 253 págs. (Traducción al francés realizada por el mismo Amoretti). JACOBS, C.W. e KRIES F. (1801), Anton's Pigafetta's Beschreibung der von Magallan unternommenen ersten Reise um die Welt. Aus dem Franzosis chen. Gotha, (Traducción alemana de la edición francesa de 1801). PINKERTON, John (1812), A general Collection of the best and more interesting voyages and travels... vol. XI. Londres, con el título The first voyage round the World... by the chev. Pigafetta... with and extract from the Treatise and Navigation by the same Author. (Traducción inglesa de la obra francesa de 1801), en 1819, se volvió a reeditar en Londres, por Pinkerton. Relazioni di Viaggiatori (1841), Vol. II, Venecia. Con el título Viaggio al Torno il Mondo fatto e descrito per Antonio Pigafetta. Vicentino indrizzatto al Reverendísimo Gran Maestre di Rodi Messer Filippo di Villiers, de L'isle Adam; tradotto di lingua francese nella italiana. CHARTON, Edouard (1855), Voyageurs anciens et modernes ou Choix de Relations de Voyages, vol. III, París, pp. 273-350 (en el texto hay ilustraciones intercaladas). ARBER, Edward (1855), The first three English Book on America, Birmingham, pp. 249-262 (reedición de la obra de Eden de 1555). STANLEY of Alderley (Lord) (1874), The first voyage round the world by Magellan, translate from the Accounts of Pigafetta and other contemporary Writers, Londres, pp. 33-163. R. P. (1884), Voyage de Magellan autour du Monde pendant les annés 1519, 1521 y 1522, par le chevalier A. Pigafetta, traduit de L'italien. Limoges (se trata de una edición popular). SCHEFER, Charles (1888), Recueil des voyages pour servir a l'Histoire de la Geographie despuis le XIII siècle jusqu'á a la fin du XVI siècle. París, pp. 328-365 (se sigue la edición publicada en París, por Colines). MULLER, E. (1888), Voyages dans tous les Mondes, nouvelle Bibliotheque historique et littéraire. Premier voyage autour du Monde sur l'Escuadre de Magellan, par Vicenzo (Sic) Pigafetta 1519-1522. Dé couverte du Détroit de Le Maire, 1615-1657, Exploratión du Détroit de Magellan par Antonio de Corvoda, 1821. París. DA MOSTO, Andre (1894), Relazione di Antonio Pigafetta sul primo viaggio intorno al globo colle Regole sull'Arte del Navigare. Roma, pp. 49-122 (está publicada en Raccolta di Documenti e estudie publicati dalla R. Comisione Colombiana..., parte V, vol., III, con paginación propia). PURCHAS, Samuel (1905), Hakluytus Posthumus or Purchas his Pilgrimes, vol. II. Glasgow (reedición de la traducción inglesa abreviada de 1625). BLAIR, Emma Helen e Robertson, James Alexander (1906), The Philippine Island, 1493-1898. Explorations by early Navigators, Descriptions of the Islands and their Peoples... Translated from the originals, edited and annoted... vol XXXIII e XXXIV. Cleveland, S. A., pp. 22-272 y 37-137 respectivamente (tiene el texto italiano en las páginas pares y la traducción inglesa, en las impares). KOELLIKER, Oskar (1908), Die erste umseglung der Erde durch Fernando de Magallanes und Juan Sebastian du Cano, 1519-1522. Munique e Leipzig. PLISCHKE, Hams (1922), Fernão de Magalhães. 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Milán 1929 (es la publicación del manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana, modernizado el italiano, y recogiendo íntegro todo el contenido, a diferencia de Amoretti, que omite algunos pasajes). VISCODE de Lagoa (1938), Fernando de Magalhães (A sua vida e sua viagen). Livro II. Lisboa, (primera y única traducción portuguesa de la Relación de Pigafetta. Utilizó el manuscrito de la Ambrosiana y los dos conservados en la Biblioteca Nacional de París). MANFRONI, Camilo (1956), Relazione del primo viaggio in torno al mondo di Antonio Pigafetta, Milán. PEILLARD, Leonce (¿1956?), Relation du premier voyage autour du Monde par Magellan 1519-1522, S. A., S. L., París. NOWELL, Charles E. (1962), Antonio Pigafetta, Maximilian of Transylvania, Gaspar Correa, Magellan's voyage around the world Three Contemporary Accounts, Evanston (Estados Unidos). First voyage around the world by Antonio Pigafetta (1969), en Filipinian Book Guild, tgm. XIV Manila (es la traducción inglesa de la obra de Lord Stanley of Alderley). SKEHTON, R. A. (1969), Magellan's voyage a narrative Account of the first circumnavigation by Antonio Pigafetta, New Haven (EE.UU.) y Londres (traducción inglesa del manuscrito en francés que se conserva en la Biblioteca de la Universidad de Yale, en New Haven). PECKHAM, Howard (1969), The journal of Antonio Pigafetta. Prentice-hall (es producción de la obra de Lord Stanley of Arderley). RAMUSIO, Gian Battista,(1970), Primo volume. Terza editione delle navigatione et viaggi (Venecia, 1563). Ámsterdam. Ediciones en castellano. CHARTON, Eduardo, (1860), Los viajeros modernos o Relaciones de los viajes más interesantes e instructivos que se hicieron en los siglos XV-XVI. (Traducción bajo la dirección de D. Mariano Urrabieta), París, pp. 272-329, con ilustraciones y notas. Relatos de Pigafetta sobre el viaje de Magallanes (1877). En Revista de Filipinas. Tomo II, Manila, pp. 144-277. (Se utilizó la edición española de París, 1860.) MEDINA, José Toribio, Colección de documentos inéditos para la Historia de Chile, vol. II, Santiago de Chile, pp. 417-524. RUIZ MORCUENDE, F. (1941), Antonio Pigafetta. Primer viaje en torno del globo. Edit. Espasa Calpe. Buenos Aires, (se volvió a reeditar en la misma ciudad en 1943 y 1946). Ediciones publicadas en España: WALLS y MERINO, Manuel (1899), Primer viaje alrededor del mundo. Relato escrito por el caballero Antonio Pigafetta, traducido directamente de la edición italiana del Dr. Amoretti. Madrid, 168 págs, (introducción, notas y documentos anexos). RUIZ MORCUENDE, Federico (1922), Primer viaje en torno del Globo, Madrid (traducción española de la edición francesa de Amoretti, París 1801). Se volvió a reeditar, también en Madrid, 1928 (este mismo texto es el publicado en Buenos Aires, en las tres ediciones. 1941, 1943, 1946). ESCANDELL, BONET, Bartolomé (1957), Relación del Primer Viaje alrededor del Mundo. Noticias del Mundo Nuevo con las figuras de los países que se descubrieron reseñados por Antonio Pigafetta. Vicentino, Caballero de Rodas. Versión española de F. Ros. Publicado en Bibliotheca Indiana, Viajes y viajeros. América en los grandes viajes, dirigida por Manuel Ballesteros Gaibrois. 4 vols. Editorial Aguilar, Madrid, vol I, pp. 21-71. (Tiene un estudio preliminar y notas aclaratorias del Prof. Escandell Bonet. Es la primera versión española de la obra de Camilo Manfroni.) Para la edición que ahora publicamos, hemos utilizado el texto de la Relación, preparado por Manfroni, traducido del italiano por F. Ros y con estudio introductorio y notas aclaratorias del prof. Bartolomé Escandell Bonet. Bibliotheca Indiana, Tomo I, Edit. Aguilar, 1957. Hemos elegido reeditar la versión italiana de Camilo Manfroni, por ser fiel al texto original del manuscrito de la Biblioteca Ambrosiana. La transcripción hecha por Amoretti, resulta incompleta al haber desvirtuado algunos pasajes, debido a su traducción excesivamente literal. Estimamos que, con la edición de la Relación del Primer viaje alrededor del Mundo. Noticias del Mundo Nuevo con las figuras de los países que se descubrieron señalados por Antonio Pigafetta. Vicentino. Caballero de Rodas, el lector está ante un libro de aventuras, que contiene la auténtica vivida por los que lograron dar la vuelta a la tierra. Es mejor copiar a Ramusio que glosar sus palabras: El viaje realizado por los españoles alrededor del mundo es una de las cosas más grandes y maravillosas que se han oído en nuestros tiempos; y aunque superamos en muchas cosas a los antiguos ésta superaría en gran medida, todas las que hasta este tiempo han sido halladas. Leoncio Cabrero Fernández Aldea del Obispo (Salamanca) 19 de marzo de 1985
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Entre los pueblos de Micronesia, como en tantos otros de muchos más lugares, la actividad económica está estrechamente relacionada con el medio físico y las relaciones sociales y de parentesco que rigen en cada grupo. Economía, parentesco, estratificación social y relaciones de poder son elementos interrelacionados. Así, a modo de ejemplo, la propiedad de la tierra guarda una relación directa con los sistemas de parentesco que regulan las vidas de las poblaciones. Antes de estudiar las economías de los distintos pueblos de la Micronesia es preciso distinguir entre dos tipos de bienes. Por un lado están los bienes tangibles, es decir materiales, como la comida, la tierra o las canoas, estas últimas de gran importancia en un medio físico eminentemente acuático. Por otro están los bienes intangibles, también pertenecientes al ámbito de la economía, como las técnicas de navegación o el conocimiento de prácticas de curación. Con respecto a la producción de los bienes, existen dos actividades básicas de subsistencia: la agricultura y la pesca. Los cultivos principales son algunas plantas con raíces comestibles y algunos árboles o arbustos. Las plantas más consumidas son la colocasia (una hortaliza, de la que se consume su raíz hervida y sus hojas), el camote (consumido especialmente en Yap, Phonpei y Marianas), y el ñame. Entre los árboles y arbustos los más consumidos son el árbol del pan, la pandánea, el plátano y, especialmente, el cocotero. De este último se aprovecha prácticamente todo: troncos para la construcción de viviendas; palmas para tejer cestos, esteras, abanicos, faldas y techumbres; jugo para, una vez fermentado, elaborar tuba, una bebida alcohólica que se consume en Nauru, Gilbert y Marianas); fruto, cuyo consumo tierno se reserva para los niños de meses y que, una vez maduro, puede ser rallado o licuado para elaborar comida, o bien hervido, fabricando así aceite para usos rituales y medicinales, para alumbrar y para adornar el cabello y el cuerpo. La almendra seca de coco (copra) se trocea y se vende para la elaboración de jabón y productos industriales, lo que actualmente proporciona ingresos en metálico. Además, el coco tiene otros usos diversos. Sus cuencos vacíos son usados como recipientes, como instrumentos de percusión en bailes tradicionales (Marianas) y como vasos rituales (Phonpei). La gran flexibilidad del tronco y su resistencia a los tifones sirve a las poblaciones para medir la fuerza de las tormentas, pudiendo diferenciar entre tifones plataneros y tifones cocoteros. Del árbol del pan se come el fruto asado, cocido con leche de coco o frito. Su fruto está sujeto a variaciones estacionales. Alimento básico, sirve para acompañar muchos platos. El tronco se usa para confeccionar canoas y viviendas. El fruto de la pandánea se consume, crudo o cocido, en Gilbert y Marshall. Sus hojas se dejan ablandar y secar y sirven para elaborar cestos, esteras y techumbres. En el atolón de las Bikini se conocen hasta 60 especies de este árbol. Los plátanos abundan en las islas elevadas tanto como en los atolones. Se trata de un alimento muy importante, especialmente en islas del norte de Marshall, Gilbert y Nauru. Según la clase y el tamaño de los frutos, se comen crudos, asados y cocidos en leche de coco. Recientemente se ha producido la introducción de un alimento que ha pasado a desempeñar un papel esencial: el arroz. Se sabe, sin embargo, que en las Marianas ya se cultivaba en terrazas en el siglo XVI, por influencia filipina. En los atolones, la escasez de árboles hacía que fueran aprovechados los troncos que arrastraba la marea hasta las costas para construir viviendas y canoas. Las poblaciones de Micronesia cultivaban también productos estimulantes. El más importante es la areca. Ésta se puede mascar cuando está verde o bien maduro (Marianas), aunque en Yap y Belau se mezcla con cal, obtenida al quemar coral lentamente. En Phonpei y Kosrae se bebe una bebida espesa de color rojizo que se obtiene de la planta sakau. Su ingestión produce un efecto narcótico suave y su elaboración y consumo se ven rodeados de un profuso ritual. La pesca es una actividad más propia de las islas llanas, donde resulta más fácil. Los hombres pescan en alta mar sobre canoas, mientras que las mujeres pescan o recogen comida en la costa o los arrecifes. La pesca en alta mar puede realizarse mediante expediciones a arrecifes o islas coralinas en busca de tortugas y huevos de pájaros marinos. También se pesca el bonito.
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Las economías iberoamericanas, tras el proceso emancipador, se encuentran con un grave déficit en varios sectores. La industrialización apenas es incipiente; no existen infraestructuras capaces de crear un mercado interno cohesionado ni suficiente; hay escasez de capitales; etc. En consecuencia, dos son los sectores que tendrán una mayor importancia en la economía de los diversos países: la agricultura y ganadería, especialmente el café, y las exportaciones mineras. Sin embargo, la necesidad de financiación obliga a recurrir a agentes externos, principalmente Gran Bretaña y Estados Unidos, que, si bien aportan los capitales necesarios para el despegue económico, iniciarán el problema de la deuda exterior, que lastrará las economías iberoamericanas en el futuro.
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Es, además de una de sus más conocidas obras, una de las más profundas y complejas. Su título no corresponde al propio Friedrich, aunque ya aparecía en 1904-5 en la primera presentación pública de la obra. Según éste, las personas de la orilla representarían el ciclo de la vida humana: infancia, juventud y vejez. De este modo, se encontraría relacionado con los anteriormente pintados ciclos de la naturaleza, en la cual se incardina la vida humana, cuyo desarrollo, además de biológico, posee un claro contenido espiritual. Es, por tanto, una alegoría de la "navigatio vitae", del viaje vital. El lugar que la obra presenta es de dudosa identificación. Se suele considerar que se trata del popular mirador de Utkiek en Wyk, cerca de Greifswald, la ciudad natal de Friedrich. Asimismo, se ha propuesto la identificación con la costa de Wiltow, en la isla de Rügen, en que los barcos correo suecos se detenían antes de proseguir a Satralsund, descargando por medio de pequeños veleros. Esto podría explicar ciertos aspectos de la obra. Es el atardecer de verano. La composición se abre a una estrecha franja costera en primer plano. En la parte más próxima podemos ver un tonel vacío, una barca invertida y algunos aparejos de pesca. En la parte elevada de la costa aparecen cinco figuras, que se identifican, de forma unánime, con la familia del pintor. La figura masculina con chistera podría ser uno de sus sobrinos, Heinrich Wilhelm, cuyo padre poseyó el cuadro y que vivía con Friedrich en Dresde cuando éste sufrió su ataque de apoplejía en 1835. Las personas sentadas son, respectivamente, su hijo Gustav Adolf, llamado así por el gran monarca sueco, nacido en 1824; su hija Agnes Adelheid, un año menor; por último, su hija mayor Emma, nacida en 1819. El anciano que aparece de espaldas, con un largo abrigo y birrete - a diferencia de su familia, vestida de verano - es el propio Friedrich, apoyado en su característico bastón. Es el último de sus autorretratos insertos en un óleo; el primero fue el Monje en la orilla del mar, casi tres decenios antes. El niño sostiene la bandera de Suecia, reino que dominaba la Pomerania en que nació el pintor, hasta 1815; Friedrich solía afirmar que él era "medio sueco". Este país se extiende al otro lado del mar que se halla ante la vista del anciano, quien contempla el horizonte, a pesar de los esfuerzos del hombre más joven, quien trata de captar su atención y señala hacia los niños. Más allá de estos personajes, cinco diferentes embarcaciones se aproximan a la costa. Parecen corresponder a las figuras: cinco personajes, cinco navíos. El mayor, y más cargado, próximo a concluir su navegación, se vincula al anciano; los pequeños botes a los niños; por fin, los lejanos veleros se relacionan con hija y sobrino. Hay otro más en la costa: la barca vuelta hacia la tierra - un 'memento mori' - parece un ataúd que apunta hacia el anciano Friedrich. Compositivamente la estructura, aunque clara, es compleja. Las cinco personas forman un semicírculo, una curva que se repite en el montículo de la costa, señalando hacia la nave más cercana, que ya recoge sus velas para fondear. Este semicírculo está rematado por la bandera que sostienen los niños. Más allá, dichas curvas, a las que el maestro era tan aficionado, están contrapesadas por las coordenadas creadas por la línea del horizonte y el mástil del barco, que divide la superficie del lienzo horizontal y verticalmente en el mismo centro. La curva superior está formada por las nubes que se alzan suavemente hacia los extremos, y repetida por la situación de los barcos. No falta la luna, cuyo significado cristiano se refiere a Cristo y la vida tras la muerte (Dos hombres en la playa a la luz de la luna). Las generaciones marchan hacia la luz divina, a través de un camino cargado de pesadumbres. Es un cuadro premonitorio, la despedida de Friedrich quien, alejándose de su familia y de ese oscuro primer plano terreno en que siempre se sintió encerrado, se dispone a subir al velero - atravesando la muerte - que le ha de llevar al más allá, a la tierra de la libertad, al mundo espiritual.
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Nos encontramos ante una de las obras más conocidas de Friedrich, una de las más profundas y complejas, pintada entre 1834 y 1835. La composición se abre a una estrecha franja costera en primer plano. En la parte más próxima podemos ver un tonel vacío, una barca invertida y algunos aparejos de pesca. En la parte elevada de la costa aparecen cinco figuras, que se identifican, de forma unánime, con la familia del pintor. La figura masculina con chistera podría ser uno de sus sobrinos, Heinrich Wilhelm. Las personas sentadas son, respectivamente, su hijo Gustav Adolf; su hija Agnes Adelheid; y por último, su hija mayor Emma. El anciano que aparece de espaldas, con un largo abrigo y birrete -a diferencia de su familia, vestida de verano- es el propio Friedrich, apoyado en su característico bastón. El niño sostiene la bandera de Suecia, reino que dominaba la Pomerania en que nació el pintor, hasta 1815. Más allá de estos personajes, cinco diferentes embarcaciones se aproximan a la costa. Parecen corresponder a las figuras: cinco personajes, cinco navíos. El mayor, y más cargado, próximo a concluir su navegación, se vincula al anciano; los pequeños botes a los niños; por fin, los lejanos veleros se relacionan con hija y sobrino. Hay otro más en la costa: la barca vuelta hacia la tierra que parece un ataúd que apunta hacia el anciano Friedrich. Compositivamente la estructura, aunque clara, es compleja. Las cinco personas forman un semicírculo, una curva que se repite en el montículo de la costa, señalando hacia la nave más cercana, que ya recoge sus velas para fondear. Este semicírculo está rematado por la bandera que sostienen los niños. Más allá, dichas curvas, a las que el maestro era tan aficionado, están contrapesadas por las coordenadas creadas por la línea del horizonte y el mástil del barco, que divide la superficie del lienzo horizontal y verticalmente en el mismo centro. La curva superior está formada por las nubes que se alzan suavemente hacia los extremos, y repetida por la situación de los barcos. No falta la luna, cuyo significado cristiano se refiere a Cristo y la vida tras la muerte. Nos encontramos ante un cuadro premonitorio, la despedida de Friedrich quien, alejándose de su familia, se dispone a subir al velero que le ha de llevar al más allá.
obra
El tema de esta inquietante tabla tiene mucho que ver con la Vanitas, elemento de reflexión cristiana que tuvo gran trascendencia en la Europa central, en la pintura flamenca, y en España. La Vanitas se refiere a lo efímero de los placeres mundanos y la presencia constante de la muerte, que convierte en vanos los placeres del amante desde el conocimiento del filósofo. Así, esta pareja, la Armonía y las Tres Edades, hacen evidente la belleza de la juventud y su capacidad para el amor, así como su final inevitable en la fealdad y la muerte, convirtiéndolas por tanto en inútiles. En esta tabla, de formato muy vertical, nos encontramos enfrentados a unas figuras cercanas al tamaño natural, lo que acerca al espectador a la escena contemplada. En esta escena, la muerte, calva, desdentada y con el vientre lleno de gusanos, agarra por el brazo a una vieja para llevársela, al tiempo que la vieja arrastra consigo a una joven malencarada y enjaezada con collares; a los pies de estas mujeres hay un bebé dormido, bajo la lanza rota de la Muerte: ¿es la vida renovada venciendo a la Muerte, o es la Muerte omnipresente velando el sueño del recién nacido? Al otro lado, una lechuza, todo ello dentro de un paisaje en tonos ocres y amarillos, desértico, infernal, con una torre demoníaca al fondo. Sólo existe un fondo de esperanza, flotando en el cielo, que no es otra esperanza que la imagen de Cristo y una Cruz en el Sol. Tanto por sí misma, como en relación con la anterior tabla, dedicada a La Armonía, la imagen que transmiten es desasosegante, cargada de moral cristiana, puesto que según su mensaje, nada de este mundo se disfruta ya que la Muerte y el pecado planean continuamente sobre nuestras acciones terrenales. Las dos tablas fueron un regalo del Conde de Solms a Juan de Ligne. Compradas por Felipe II para su colección privada, permanecen definitivamente en España, en las salas del Palacio Real, hasta que Fernando VII se deshizo de la colección completa entregándola al Museo del Prado en 1814.
contexto
La convocatoria de un Parlamento era una de las primeras medidas anunciadas por el Gobierno provisional. Entre sus cometidos figuraba la redacción de una Constitución que diese forma definitiva al Estado republicano, y la elaboración de una legislación que amparase la introducción de reformas democratizadoras. Las elecciones a Cortes se regularon mediante un Decreto de 8 de mayo de 1931, que modificó la Ley electoral de 1907, y otro que convocó la primera vuelta de los comicios para el 8 de junio. La publicación de este último Decreto lanzó a los partidos a una campaña que marcaba el paso de la etapa propiamente provisional del régimen a otra caracterizada por la consolidación de las instituciones republicanas y por el afianzamiento de la labor reformista de la Conjunción. Los conservadores tuvieron que improvisar candidaturas sin apenas apoyo de partidos, autodisueltos casi todos entre abril y mayo. Candidaturas, por tanto, excesivamente dependientes del caciquismo local, y que no favorecieron la movilización del electorado derechista, desmotivado por la previsible victoria gubernamental. La principal novedad era la aparición de Acción Nacional (AN), un Comité electoral creado a iniciativa de Ángel Herrera Oria, director del diario católico El Debate, y que tenía como objetivo prioritario asumir la defensa de las posiciones de la Iglesia en el futuro Parlamento. La gran mayoría de los candidatos derechistas se repartían, sin embargo, entre las candidaturas agrarias, formadas por terratenientes dispuestos a combatir la reforma agraria que debían legislar las Cortes, y las de los caciques sin partido, que solían presentarse bajo la etiqueta de independientes o católicos. En el centro político, los antiguos reformistas de Melquíades Álvarez, constituidos en Partido Liberal Demócrata (PDL), acudían en solitario o con antiguos monárquicos en candidaturas de apoyo a la República. Por lo que respecta a la Derecha Liberal Republicana (DLR), de Alcalá Zamora, se vio marginada en muchos sitios por los demás partidos de la Conjunción, por lo que sus dirigentes no dudaron en utilizar los resortes caciquiles aún en sus manos y en pactar algunas listas con la derecha antigubernamental. El resto de la Conjunción republicano-socialista mantuvo un criterio unitario. No obstante, cada uno de sus grupos concurrió con su programa y la campaña dio ocasión para que se apreciase lo que sería un elemento de primerísima importancia en la política republicana: las diferencias entre socialistas y radicales, los dos partidos gubernamentales con mayor peso electoral. En conjunto, se puede hablar de un rotundo triunfo electoral de la Conjunción, y en especial del PSOE y del Partido Radical (PRR). Con excepción de este último, el centro y la derecha republicanos quedaban reducidos a una minoría prácticamente testimonial. En cuanto a los monárquicos, sufrieron un serio revés. Prueba de su pérdida de apoyos es que la abstención, en torno a un treinta por ciento del electorado para toda España, era menor en las provincias que luego integrarían la base del voto conservador -Castilla la Vieja, el sur de la región leonesa y el País Vasco, sobre todo- mientras que en zonas fundamentales para la izquierda, como Andalucía y Cataluña, la abstención era alta, probablemente por el retraimiento anarquista. Por otra parte, el mapa electoral contemplaba novedades muy importantes con respecto a la época monárquica, que se convertirían en una constante de la vida política republicana. Así, la conversión del PSOE en la fuerza política mayoritaria de la izquierda, con especial influencia en las regiones latifundistas del sur, que sustituían parcialmente a las zonas industriales como principal cantera de votos socialistas; el apoyo dado a los radicales por amplios sectores de la burguesía liberal, ahora republicana; la hegemonía de la izquierda nacionalista en Cataluña, donde obtenía 35 de los 49 escaños, etc.