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La importancia de Solimena en la pintura napolitana del siglo XVIII no es necesario subrayarla. Su admiración por Maratta y las corrientes clasicistas en la pintura lo hacen partícipe del ambiente literario y artístico próximo a la Accademia dell'Arcadia. Pintor áulico y cortesano, construye sus pinturas con un sentido de la monumentalidad más académico que barroco. Sin embargo, en los últimos años de su vida, con pinturas como la aquí reproducida, parece plantearse otro tipo de problemas, a medio camino entre la herencia directa de Luca Giordano y un sentido libre y moderno de la pintura.
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Es habitual que Klimt recurra a temáticas similares a lo largo de su carrera. La mujer embarazada de La Esperanza o los amantes de El Beso aparecen en varias ocasiones al igual que la heroína bíblica, asunto sobre el que Klimt pintó dos versiones con una diferencia de ocho años. Si bien la primera podía ser interpretada como el paradigma de la "femme fatale" en la segunda versión nos encontramos con una figura girada hacia la derecha, en tres cuartos y en actitud danzante, por lo que algunos especialistas consideran que se trata de Salomé, la joven que provocó la decapitación del Bautista. En la zona baja de la composición, sobresale la cabeza de Holofernes, el general asirio que iba a dominar al pueblo judío y que fue seducido y ejecutado por la bella Judith. Aun siendo una atractiva modelo la empleada por el pintor para simbolizar a la heroína, carece de la seducción de su precedente, recogida en su atrayente mirada y la sensual desnudez oculta con un paño negro transparente. Judith ahora enseña los pechos, al igual que La esperanza II, pero no se muestra amenazante. Aún así, como opina Bertha Zuckerkandl, Klimt ha creado el tipo de mujer de una Greta Garbo o una Marlene Dietrich, mucho antes de que éstas nacieran. Gilles Néret hace referencia a la heroína bíblica como "el ejemplo perfecto del valor y la tenacidad al servicio del ideal. (...) en esta figura bíblica se unen de nuevo Eros y Tanatos, que sirven a los intereses del tiempo".La composición está estructurada en una estrecha banda vertical, acompañada de dos tiras de oro que constituyen el marco, a modo de tríptico, resaltando así el decorativismo de la figura, resuelto con pan de oro y fragmentos de colores, al estilo de los mosaicos bizantinos que el maestro pudo contemplar en sus visitas a la iglesia de San Vitale de Ravena. Las líneas sinuosas típicas del Art-Nouveau se adueñan de la composición y acentúan el aspecto de bailarina de la heroína. La importancia otorgada al marco es una influencia de los prerrafaelitas, resultando una perfecta simbiosis entre lienzo y marco en estos trabajos.
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Tintoretto es uno de los pintores que mejor capta el dramatismo y la tensión, al igual que más tarde hará Rubens. Por eso, este tipo de escenas las va a realizar a la perfección. Judith cubre el cuerpo del general al que ha decapitado para liberar a su pueblo mientras su sirvienta guarda la cabeza en un saco. La escena se desarrolla en la tienda de campaña del militar, presidida por el lecho donde yace Holofernes. Las tres figuras están perfectamente escorzadas, en especial la criada, siguiendo el Manierismo del momento. La riqueza de las telas, el detallismo y el vivo colorido hacen fechar esta obra entre las juveniles del maestro, cuando su pincelada era firme y segura, sin recurrir a las rápidas manchas que le harán famoso en las decoraciones de las Scuolas venecianas.
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El tema de Judit y Holofernes era muy frecuente en la imaginería de la época. Simbolizaba en muchos casos la muerte de la tiranía a manos de los oprimidos. Lo que no era tan frecuente era un tratamiento tan crudo de la imagen, y mucho menos que fuera tratado por una mujer. Artemisia realizó abundantes cuadros protagonizados por mujeres, en los que la acción y la valentía son puestas de manifiesto como norma general. Es más probable pensar que la pintora está llevando a cabo un alegato a favor de su condición, además de una magnífica obra de arte. Los rasgos deltenebrismo más extremo tomado de Caravaggio están presentes con maestría: tres figuras dispuestas en un espacio angosto, opresivo, en mitad de la noche iluminada por candiles, lo que se presta a la exhibición del claroscuro. La heroína bíblica lleva a cabo su deber con tanta frialdad como para mantener su vestido apartado de los chorros de sangre, para evitar ser manchada. Le ayuda diligentemente su criada. Esta historia de una mujer que asesina por su pueblo al hombre a quien se ha visto obligada a seducir probablemente estuviera muy relacionada con su propia historia.
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La decoración del techo de una cámara nupcial sirvió a Tintoretto para realizar un programa iconográfico basado en las relaciones entre los dos sexos, ya sea positiva o negativa. La historia de Judith, que mató a Holofernes para liberar a su pueblo, responde a la astucia femenina dispuesta a obtener sus propósitos. Como en sus compañeros -Susana y los viejos, entre ellos- destaca la perspectiva empleada, justificada por la posición de los lienzos. La tensión del momento es perfectamente transmitida por los gestos de las dos mujeres, mientras que Holofernes, borracho, duerme en su lecho.
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Artemisia Gentileschi pintó en varias ocasiones el tema de la heroína bíblica Judit, quien para salvar a Israel sedujo y asesinó al rey que los asediaba, Holofernes. El momento elegido en esta escena no es el de la degollación, como podemos ver en Judit y Holofernes, de la misma artista. Aquí el asesinato ya se ha cometido y Judit trata de disimular la cabeza del muerto en una cesta para huir junto con su sirvienta del campamento del ejército enemigo. El tema de la mujer fuerte defensora de sí misma y de su pueblo es muy habitual en la pintora romana, pero también en la historia del arte. De hecho, el símbolo de Florencia, ciudad donde trabajó la artista, es Judit, como la república que se libró de la tiranía. Sin embargo, igual de tradicional es el rechazo que la imagen ha provocado en la crítica del arte, ejercida habitualmente por varones. Acerca de la hermosa Judit forjada por Donatello, emplazada en la Señoría de Florencia, todo un símbolo de la ciudad, Filarete pidió que fuera retirada porque "Judit es una mujer diabólica... y no está bien que una mujer mate a un hombre". Ya en el siglo XX, un historiador de la categoría de Longhi llegó a exclamar de este cuadro en concreto: "Ma questa é la donna terribile! Una donna ha dipinto tuttoquesto? Imploriamo grazia." La elocuencia del italiano no es necesaria traducirla.
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Hacia 1555 Tiziano entra en una nueva etapa de su vida marcada por la soledad y la vejez. Este estado psíquico influirá en su producción, interesándose por una temática más dramática y violenta al tiempo que utiliza una iluminación que provoca fuertes contrastes de luz y sombra. La Judith que contemplamos forma parte de esta última etapa del artista, siendo una de las escasas versiones de este tema.La joven heroína se presenta en el momento de su triunfo, sosteniendo en sus manos la cabeza de Holofernes y la espada con la que ha matado al caudillo. La escena se desarrolla en un interior, mostrándose al fondo los cortinajes rojos de la tienda del general. Un potente haz de luz baña la figura de Judith, resaltando el blanco transparente de sus vestidos. Las dos zonas de la composición ofrecen un significativo contraste. Mientras la parte superior presenta un toque compacto -especialmente en el rostro y los brazos de la heroína así como en la figura de la sirviente negra que la acompaña-, en la zona inferior nos encontramos con una pincelada libre y fragmentaria, quedando la cabeza de Holofernes intencionadamente inacabada. El colorido es muy limitado, característico de esta etapa madura al igual que los efectos atmosféricos conseguidos, efectos admirados durante el Barroco.
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En la década de 1490 Mantegna está interesado en dotar de dramatismo a algunas de sus composiciones, como observamos en esta Judith, captada en el momento que deposita la cabeza de Holofernes en un saco con la ayuda de su sirvienta Agra. Tras ella, en un acentuado escorzo que recuerda al Cristo muerto, encontramos el lecho del general donde asoma uno de sus pies. Las telas de la tienda de campaña tras las figuras aportan un nuevo elemento para conformar la perspectiva. El conjunto tiene un aspecto de relieve romano acentuado por la monocromía y el aspecto escultórico de las figuras, especialmente Judith, cuyos vestidos se ciñen a su cuerpo siguiendo el estilo de los paños mojados. La grandiosidad de ambas mujeres en un momento culminante de la historia sugiere que la obra fue realizada para Isabella d´Este, dama que podría considerarse activa feminista por su deseo de elevar el papel de la mujer en la sociedad, llegando a gobernar el marquesado de Mantua en dos ocasiones.
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Si una de las grandes aportaciones del Quattrocento será la perspectiva, durante el Cinquecento se buscará insertar de manera adecuada la figura en el paisaje, convirtiéndose Giorgione en uno de los grandes maestros en esta cuestión. La figura de la heroína bíblica aparece en primer plano, pisando con fuerza la cabeza de Holofernes, apoyando su brazo izquierdo en el muro y portando en su mano derecha una espada. Dirige su mirada hacia el suelo, en un gesto de serenidad, recibiendo la figura un fuerte impacto lumínico que resalta las tonalidades de su vestido. Al fondo podemos apreciar un sensacional paisaje, separado del primer plano gracias a ese pequeño murete que no impide la visión de una ciudad envuelta en tinieblas. De esta manera, Giorgione ha sabido interpretar correctamente la perspectiva al ubicar los diferentes elementos en planos sucesivos, creando gracias a la luz una sensación atmosférica que unifica los diferentes planos compositivos. Estos efectos serán tomados de Leonardo, dependiendo de su famoso "sfumato" tal y como podemos apreciar en el rostro de Judith, que también deriva del maestro florentino.