Busqueda de contenidos

Personaje Político
El reinado de Juan II de Portugal estará marcado por los deseos de acabar con las prerrogativas nobiliarias alcanzadas en reinados anteriores. Para ello no dudó en apoyarse en las Cortes y el pueblo con el fin de conseguir su objetivo. Al igual que sus antecesores, Juan II apoyó los descubrimientos, consiguiendo Bartolomé Díaz doblar el cabo de Buena Esperanza, lo que permitía poner rumbo a la India. En 1494 Juan II firma el Tratado de Tordesillas con los Reyes Católicos por el que se reparte el Nuevo Mundo entre Portugal y Castilla.
Personaje Militar Político
Nacido en Toro, es hijo de Enrique III y Catalina de Láncaster. Su madre y su tío Fernando, futuro rey de Aragón, asumirán la regencia hasta su mayoría de edad. Durante esta etapa, se reanudarán las hostilidades con el reino nazarí de Granada. La doble regencia supone una fuente permanente de conflictos que obligará a dividir el reino en dos circunscripciones. Fernando adquiere un sólido prestigio como gobernante al tomar Antequera en 1410 y una posición de fuerza que resultará decisiva para ser nombrado rey de Aragón (Caspe, 1412). En las Cortes de Madrid (1419), Fernando asume plenos poderes, tras haber casado con María de Aragón. Una constante de su reinado será la pugna con la nobleza por establecer el papel que la corona y el estamento nobiliario juegan en el seno del Estado. La aparición de las ciudades como tercer elemento en juego prefigura ya un conflicto plenamente moderno. Las disensiones interiores tendrán repercusión además en el ámbito externo. Así, Aragón y Navarra, gobernados por los infantes de Aragón, serán rivales permanentes de Castilla, mientras que Portugal y, sobre todo, Francia, serán aliados de la corona castellana. Otro elemento a tener en cuenta será la figura del valido, representante del poder real, que adquirirá gran importancia en la persona de Álvaro de Luna. Éste, condestable y maestre de Santiago, representará la fortaleza de la corona frente a las pretensiones de la nobleza y defenderá los intereses de Castilla contra la corona de Aragón. La derrota de aragoneses y navarros en la batalla de Olmedo sitúa a la monarquía castellana en su punto álgido, debilitando al mismo tiempo la disensión interna representada por el estamento nobiliario. No obstante, la nobleza castellana no cesará de enfrentarse al poder del valido, considerado excesivo. Así, en 1453 Álvaro de Luna es depuesto por el rey, en una caída promovida por Enrique, príncipe de Asturias, y la segunda esposa del rey, Isabel de Portugal (madre de Isabel la Católica). En otro orden de cosas, Castilla vive unos años de esplendor demográfico y económico, facultado por el incremento de las exportaciones (lana, hierro, vino) a los mercados europeos. Esta buena situación permite el desarrollo de instituciones que prefiguran el Estado moderno. El interés del monarca por la cultura permite el surgimiento de poetas y literatos cortesanos, protegidos personalmente por el rey. Juan II murió en 1454 en Valladolid.
Personaje Militar Político
Hijo de Fernando de Antequera, sucedió a su hermano Alfonso el Magnánimo. Su matrimonio con Blanca de Navarra le hizo rey de este Reino desde 1425, tras morir Carlos el Noble. Se situó al lado del condestable Álvaro de Luna en las disputas castellanas en 1425, para más adelante apoyar las posiciones contrarias en dos ocasiones, 1429 y 1441. Fue capturado en Ponza, 1445, durante la conquista de Nápoles al lado de Alfonso V. Ese mismo año fue elegido lugarteniente de Aragón, Valencia y Mallorca, siendo nombrado rey de Aragón en 1458. A la muerte de Blanca de Navarra en 1441, casó con Juana Enríquez en 1444. Se enfrentó a su hijo Carlos de Viana, disputa que aprovechó la Generalitat catalana para plantear reivindicaciones de autonomía en los asuntos públicos en la Capitulación de Vilafranca, 1461. En 1462 da comienzo la rebelión de los payeses de remensa, empezando así una guerra civil que enfrentará al rey con las instituciones catalanas. La Generalitat intentará deshacerse de Juan II, ofreciendo sucesivamente la Corona a Enrique IV de Castilla (1462), al condestable Pedro de Portugal (1463-66) y a Renato de Anjou (1466). Juan II, por su parte, recabará el apoyo de Francia, lo que provoca la pérdida del Rosellón y la Cerdaña. Finalmente, logra entrar en Barcelona en 1472, restableciendo la autoridad real. Al morir Juan II, le sucede su hijo Fernando al frente de la corona de Aragón, quien casará con Isabel de Castilla.
Personaje Militar Político
Hijo de Alejo Comeno, fue elegido emperador en 1118 y se enfrentó a turcos y húngaros, a los que consiguió derrotar.
Personaje Militar Político
Nacido en Mans, era miembro de la dinastía Valois. Hubo de sufrir la reanudación de la guerra de los Cien Años, cayendo prisionero del Príncipe Negro en Poitiers. Retenido en Londres, murió definitivamente al no poder sufragar su rescate. Consiguió el ducado de Borgoña para su hijo Felipe.
contexto
Cuando en 1436 el Magnánimo se enzarzó plenamente en la lucha por la conquista del reino de Nápoles, y desistió definitivamente de volver a la Península, nombró a su hermano Juan de Navarra lugarteniente de Aragón y Valencia, y le encomendó la dirección de los asuntos familiares en Castilla. La ocasión de volver a intervenir en la política interior castellana la propició la política autoritaria del condestable Alvaro de Luna, que alarmó a los grandes, quienes formaron una Liga (1439) y amenazaron con llevar el país a la guerra civil. Llamados a jugar un papel arbitral en el conflicto, los infantes de Aragón acabaron adhiriéndose a la Liga y pactaron una alianza con su hermana, María de Aragón, mujer de Juan II, contra el condestable (1440). Aunque el monarca apoyó a Alvaro de Luna, incluso con las armas, los coaligados asediaron al rey en Medina del Campo y le obligaron a desterrar al condestable (1441). Durante casi tres años Juan de Navarra gobernó Castilla mientras se abría un nuevo frente de lucha en Navarra, donde la muerte y sucesión de la reina Blanca (1441) dividía el país entre los partidarios de su hijo y heredero, el príncipe Carlos de Viana, a quien correspondía la sucesión (beaumonteses), y los partidarios de su padre, Juan de Navarra, que deseaba retener el poder en sus manos (agramonteses). En 1443 Alvaro de Luna volvió a la escena con intrigas palaciegas que buscaban enfrentar al príncipe Enrique, heredero de Castilla, con Juan de Navarra, el cual, sintiendo crecer la conspiración a su alrededor, detuvo a funcionarios y al propio rey (golpe de Estado de Rámaga, 1443). Fue una decisión fatal que el condestable no dejó de aprovechar para presentar a Juan de Navarra como enemigo del reino y ganar para su causa a una destacada parte de los grandes. Juntos derrotaron a los infantes de Aragón en Olmedo (1445), donde Enrique de Aragón fue herido de muerte, y obligaron a Juan de Navarra a abandonar Castilla. Comenzó entonces una nueva guerra entre Castilla y Navarra-Aragón (1445-54), que se alargó a causa de las rivalidades que pronto surgieron en el campo vencedor, dividido entre los partidarios del condestable y los seguidores de Enrique, príncipe heredero de Castilla. Se trató de una guerra fronteriza durante la cual Juan II de Castilla y Alvaro de Luna aprovecharon la división de Navarra para aliarse con Carlos de Viana y encender la guerra civil en este reino (1451). En los años siguientes, obligado a dividir sus fuerzas en Navarra y en la frontera aragonesa con Castilla, Juan de Navarra luchó a la defensiva hasta que, por las paces de Ágreda y Almazán (1454), hubo de aceptar su alejamiento de la política castellana y la pérdida de sus bienes patrimoniales en Castilla. La obstinación de Juan de Navarra, casado en segundas nupcias con la castellana Juana Enríquez (1447), en no permitir el ascenso de su hijo Carlos de Viana al trono navarro, que legítimamente le correspondía, y la alianza de este príncipe con los enemigos de su padre en Castilla, dividió profundamente a los navarros y les llevó a la guerra civil (1451). Durante el conflicto, Juan de Navarra actuó con gran energía: encomendó el gobierno de Navarra a su esposa Juana Enríquez y capturó y encarceló a su hijo (1451), a quien no daría la libertad hasta 1453, después de muchas presiones de los estamentos de la Corona y bajo la promesa de obediencia y sumisión. Pero, vuelto a Navarra, Carlos de Viana rompió el acuerdo, por lo que su padre le declaró desposeído de la herencia navarra que se comprometió a entregar a su hija Leonor y al esposo de ésta, Gastón de Foix (1455). En 1456 el triunfo de los agramonteses obligó al príncipe Carlos a huir a Francia y después a Nápoles donde intentaría conseguir la ayuda de su tío, el rey Alfonso el Magnánimo. Entre tanto, Juan de Navarra, nombrado lugarteniente general de Cataluña, presidía en Barcelona las sesiones de las Cortes de 1454-58, que, como se ha explicado, habrían de resultar dramáticas, auténtico preludio de la guerra civil, a causa de los enfrentamientos que en ellas se produjeron entre la monarquía (representada por el lugarteniente), apoyada por los síndicos barceloneses de la Busca, y la oligarquía pactista ferozmente opuesta a la reforma del gobierno municipal de Barcelona, la política de recuperación patrimonial y las disposiciones del rey favorables a las reivindicaciones remensas. Mientras estas Cortes languidecían en Barcelona a causa de la imposibilidad de obtener acuerdos, fallecía en Nápoles Alfonso el Magnánimo (1458), el rey que queriendo desgastar el poder de la oligarquía se había arriesgado a llevar en Cataluña una política de alianza con las clases modestas de la sociedad. Su sucesor, Juan de Navarra, ahora Juan II de Aragón (1458-79), heredó esta política y con ella el ambiente crispado que sus errores contribuirían a convertir en guerra civil cuatro años después. Inicialmente Juan II tuvo problemas con Castilla donde el nuevo rey, Enrique IV, se resistía a satisfacerle unas cantidades acordadas en las paces de Agreda y Almazán. Pero el frente mediterráneo presentaba dificultades más graves: inesperadamente, los barones napolitanos se sublevaron contra Ferrante I de Nápoles, hijo y sucesor del Magnánimo, y ofrecieron la corona a Renato I de Provenza, que envió un ejército a la Italia meridional. Alarmado, Juan II reunió en Cortes a aragoneses, catalanes y valencianos (1460-61), a los que pensaba pedir ayuda para parar la ofensiva angevina, pero en sus proyectos nuevamente interfirió Carlos de Viana. El príncipe fugitivo, que residía en la corte de Nápoles cuando falleció el Magnánimo, había pasado a Sicilia donde los estamentos, que aspiraban a una mayor independencia, reclamaron para él la lugartenencia y la designación de heredero de la Corona. Juan II comprendió entonces que su estancia en la isla podía dar aliento a los independentistas, y por ello dispuso su retorno. Padre e hijo firmaron entonces la concordia de Barcelona (1460) por la que Carlos recuperaba rentas y posesiones pero se le negaba la residencia en Navarra y Sicilia, y no se le reconocía la primogenitura que reclamaba.
Personaje Político
El largo reinado del hijo de Manuel I y María de Aragón, hija de los Reyes Católicos, está caracterizado por la prosperidad económica merced a la llegada de inmensas riquezas procedentes de las colonias americanas y asiáticas. La profunda religiosidad de Juan III le llevó a introducir en Portugal el Santo Oficio al tiempo que delegaba la dirección educativa a los jesuitas.
Personaje Militar Político
Sucesor de Teodoro I Láscaris, pretendió reconstruir un Imperio Bizantino destrozado por el paso de los cruzados en 1204. Hubo de enfrentarse a latinos y venecianos, e intentó sin éxito tomar Constantinopla en 1235, en coalición con los búlgaros.
Personaje Político
Hijo del diplomático polaco Jacob Sobieski, se inició en la carrera militar y consiguió importantes victorias contra Gustavo Adolfo de Suecia y contra tártaros y cosacos. Sus éxitos militares le llevaron a ser nombrado comandante supremo del ejército polaco en 1665. En 1673 consigue la victoria ante los turcos en Hotin y al año siguiente -a la muerte de Wisniowieski- es elegido rey de Polonia por la Dieta, continuando sus victoriosas campañas contra los turcos. Estos triunfos le llevaron a alcanzar el título de "héroe de la religión cristiana", especialmente por su papel en la defensa de Viena ante el ataque del poderoso ejército turco a la capital de Leopoldo I. Favoreció a los suecos, aunque no tuvo continuidad en esta política. Su talante militar no le impidió proteger la cultura y las bellas artes.