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Existen numerosas controversias acerca de la identidad exacta de la retratada. Un grupo de especialistas considera que sería la dama de llaves de Goya por su origen aragonés. Beruete llega a afirmar que es la modelo empleada por el pintor para la Maja Desnuda mientras que Tormo piensa que se trata de la Vestida. Incluso hay varios nombres para identificar la figura. Debe de tratarse de alguien cercano al pintor por el cariño con el que ejecuta el retrato, existiendo cierta relación con el de la Condesa de Fernán Nuñez por la posición de la modelo. Doña Joaquina se sienta sobre un tronco, ante un fondo de paisaje, poniendo de manifiesto la relación de Goya con los retratistas ingleses del Neoclasicismo. Viste elegante traje de gasa negra estilo Imperio, resaltando el escote en blanco. La fina y transparente mantilla adorna la cabeza y cae sobre el enguantado brazo izquierdo que sujeta un abanico. La mirada de la dama se clava en el espectador, llamando nuestra atención por excelente dibujo de su sonrosado rostro, quizá la parte más detallada del lienzo. El resto de la composición está dominada por una pincelada vibrante y rápida, especialmente en el tronco y el perrillo de lanas, similar al que aparece en el retrato de la Duquesa de Alba. La dorada luz que resbala por la figura crea un entrañable efecto de atardecer, situándose Goya a un paso del Impresionismo.
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Durero pintó para Federico el Prudente un altar que habría de colocarse en la capilla palatina de Wittenberg. Desgraciadamente, no se conserva la pintura central, pero sí los dos paneles laterales: Job y su mujer y Dos músicos. Ambas pinturas tiene como protagonista a Job, el ejemplo de la paciencia. En este caso, podemos contemplar a Job escarnecido por su esposa, que le vierte por la cabeza un cubo de agua mientras el viejo se sienta resignado ante el incendio de sus propiedades.
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El mundo de los caballos siempre atrajo a Toulouse-Lautrec; en sus primeros trabajos bajo la influencia de Réne Princeteau y en las últimas obras relacionándose con Degas. Esta imagen que contemplamos formaría parte de una serie dedicada a la hípica al igual que El jockey, siendo en su mayoría rechazadas por el impresor Pierrefort. Esta acuarela nos demuestra la facilidad de Lautrec para con el dibujo y su habitual aplicación rápida y diluida del color, convirtiéndose en un elemento definitorio de su producción.
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Degas se interesa por la trastienda de la sociedad, mostrándonos los ensayos y exámenes del ballet, las jóvenes bañándose o a los jinetes entrenando con sus monturas. En este caso sería la caída de un jockey lo que le ha llamado la atención llevándolo así al cuadro. La figura del jinete caído en el suelo - como si se tratara de un pelele - es saltada por un caballo. La escena se desarrolla en una verde pradera, preocupándose más por el color que por la acción en sí, de igual manera que ocurre en Bañistas sobre la hierba. Las nubes del fondo muestran la atracción de Degas en estos años finales del siglo XIX por la pintura de paisaje, como vemos en la Vista de Saint-Válery-sur-Somme.
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Ocasionalmente, Degas realizó entre 1870 y 1890 algunas escenas de carreras de caballos. El mundo hípico estaba muy de moda en Inglaterra donde eran muy populares los cuadros de caballos corriendo, exportándose a Francia a mediados del siglo XIX. El colorido de las chaquetillas y los caballos en movimiento serán la principal preocupación de Degas, como también se pone de manifiesto en Antes de la carrera, escena muy similar a ésta aunque un poco más oscura.
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El formato apaisado caracterizará algunas de las obras de Degas en la década de 1890, especialmente las dedicadas a jockeys, como ésta que contemplamos. En una sala de ensayo tiene similares dimensiones, con temas diferentes. Los caballos serán para Degas una perfecta manera de interpretar el movimiento, siguiendo las fotografías que había hecho sobre temas hípicos Edward Muybridge. En lugar de mostrar la carrera y el hipódromo, Edgar tiende a enseñarnos los entrenamientos y los paseos de los jockeys aficionados, igual que ocurre con sus escenas de danza. Los caballos aparecen alineados, marcando una diagonal que se equilibra con las líneas verticales de los delgados árboles del fondo. Los detalles desaparecen en un lienzo dominado por la línea - trazada con colores oscuros - y el colorido en la gama cromática del amarillo al marrón.