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A veces se considera El Guernica, la contribución de Picasso al pabellón de la República española en París en 1937, como un hito final en sus relaciones con el surrealismo, aunque una obra como ésta se resiste a cualquier adscripción.Pintada por encargo del gobierno español, Picasso hace un cuadro monocromo, de impacto directo, como alegato contra la agresión fascista en España y contra la guerra en un sentido más amplio. Pinta unos nuevos desastres de la guerra donde la violencia y el horror son protagonistas, y lo hace con medios muy depurados: pocos elementos, pocos colores, ningún relieve y una carga expresiva muy fuerte. Picasso pinta el único cuadro histórico del siglo XX, como lo ha dicho Argan, un cuadro en el que los elementos vivos han desaparecido: un friso monocromo donde la muerte es el único protagonista, en un lenguaje propio que hace estallar el cubismo, como Las señoritas de Avigñón (1907, Nueva York, MOMA) hicieron estallar el lenguaje tradicional.
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El bombardeo de la población de Guernica el 26 de abril de 1937 por parte de la aviación alemana despertará la conciencia política de Picasso. Guernica será el tema de su obra maestra, realizada para el Pabellón de España en la Exposición Internacional de París de 1937. El lienzo mide 8 metros de largo por 4 de ancho y en la parte superior cuelga una bombilla eléctrica que arroja una fría luz aserrada. Como si esta luz eléctrica no fuera suficiente, una mujer porta en su largo brazo un candil de petróleo, iluminando así hasta el último escondrijo del cuadro. En el lienzo aparecen otras tres mujeres: bajo el toro, posible símbolo de la República, una que porta un niño muerto; en el extremo derecho, otra que levanta los brazos ante el fuego de su hogar; en primer plano, una tercera mujer arrodillada, presumiblemente embarazada, con los pechos desnudos y unos llamativos pezones en forma de chupete. Bajo la luz eléctrica se encuentra el caballo malherido que relincha y a sus pies se hallan los restos descuartizados de un hombre-estatua, en cuya espada rota renace una flor como símbolo de esperanza. Un pedazo de suelo con baldosas alude al recinto del pabellón español donde se ubicaba el cuadro. Guernica es un manifiesto contra la guerra y cualquier tipo de brutalidad humana. Por eso estamos ante un cuadro universal que contrapone la capacidad de creación del artista y la capacidad de destrucción de la guerra.
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El bombardeo de la población de Guernica el 26 de abril de 1937 por parte de la aviación alemana despertará la conciencia política de Picasso. Guernica será el tema de su obra maestra, realizada para el Pabellón de España en la Exposición Internacional de París de 1937. El lienzo mide 8 metros de largo por 4 de ancho y en la parte superior cuelga una bombilla eléctrica que arroja una fría luz aserrada. Como si esta luz eléctrica no fuera suficiente, una mujer porta en su largo brazo un candil de petróleo, iluminando así hasta el último escondrijo del cuadro. En el lienzo aparecen otras tres mujeres: bajo el toro, posible símbolo de la República, una que porta un niño muerto; en el extremo derecho, otra que levanta los brazos ante el fuego de su hogar; en primer plano, una tercera mujer arrodillada, presumiblemente embarazada, con los pechos desnudos y unos llamativos pezones en forma de chupete. Bajo la luz eléctrica se encuentra el caballo malherido que relincha y a sus pies se hallan los restos descuartizados de un hombre-estatua, en cuya espada rota renace una flor como símbolo de esperanza. Un pedazo de suelo con baldosas alude al recinto del pabellón español donde se ubicaba el cuadro. Guernika es un manifiesto contra la guerra y cualquier tipo de brutalidad humana. Por eso estamos ante un cuadro universal que contrapone la capacidad de creación del artista y la capacidad de destrucción de la guerra.
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Ambos bandos eran claramente conscientes de que la victoria en el mar decidiría la guerra. Así estaba ocurriendo en el Mediterráneo, donde el dominio británico entregaba a Montgomery los suministros precisos para vencer a Rommel. Así ocurriría ese mismo año con la invasión aliada de África del Norte: pese a la carnicería que los submarinos hicieron a los suministros aliados, el dominio del mar fue conservado por éstos y mantuvieron abiertas las rutas oceánicas a los suministros que las tropas desembarcadas precisaron. Para ello, los británicos no escatimaron medios. Sus mercantes navegaban en grandes grupos fuertemente protegidos por destructores, cruceros y en algunos casos, hasta acorazados. El Coastal Command -organismo que se ocupaba de la protección aérea de los convoyes- tenía a mediados de año más de 700 aviones, de ellos 16 Consolidated Liberator B-24 de fabricación norteamericana, con gran radio de acción. Al tiempo, dotaban a sus buques de cuantos adelantos pudieron proporcionar la ciencia, la técnica y la industria militar. Por un lado perfeccionaron sus sistemas de radar, cuyos avances lograban las detecciones que asombraban a Doenitz. Los científicos alemanes contraatacaron en este campo con un interceptor de ondas denominado Metox, ingenioso aparato que anunciaba a los submarinos cuándo habían sido localizados, permitiéndoles una inmersión rápida y librarse del ataque aéreo. Pero el Metox tuvo corta utilidad, pues interceptaba ondas de 150 centímetros, que estaban siendo abandonadas por los aliados por las más precisas de 10 centímetros .... También mejoraron los británicos el sistema de detección submarina por medio del Asdic -o Sonar-, contrarrestado por los alemanes con el Pillenwerfer. Cuando un submarino detectaba sobre su casco los ecos de una detección de Asdic, lanzaba un bote -bold- de productos químicos que creaban una zona de burbujas y falsos ecos, que despistaban a los cazasubmarinos. Como la novedad fuera rápidamente contrarrestada con una mejor formación de los escuchas, los alemanes probaron a proteger a sus sumergibles con capas de productos que evitaran su detección, pero las fórmulas efectivas que hallaron eran caras, lentas de aplicar y se desgastaban pronto... Probablemente más importante para los aliados fue el descubrimiento del radiogoniómetro, un indicador de alta frecuencia que detectaba a 40 kilómetros de distancia cualquier emisión que surcase el aire, situando con suma precisión el lugar de dónde provenía. Como los submarinos se avisaban para concentrarse y atacar a los convoyes, la escolta de éstos podía reaccionar a tiempo. Este aparato, conocido como Huff-Duff, fue la pesadilla de Doenitz, que sospechó la existencia de un traidor en el mando de submarinos e hizo investigar a todo su personal con resultados negativos. En 1944 fue derribado un avión aliado que estaba equipado con este sistema y se enteraron en Alemania -ya demasiado tarde- de cómo eran detectados sus sumergibles. Pero nadie cedía en esta batalla. Berlín dotó a sus submarinos más grandes de un montaje de cuatro cañones antiaéreos de 20 mm., que no rindieron grandes beneficios. En vista de ello, lucharon los alemanes por hallar una mejor fórmula de submarino, un auténtico sumergible que anduviera continuamente bajo el agua y atacase en inmersión, disponiendo además de una velocidad elevada (19). Las soluciones mejores eran a largo plazo y como remedio inmediato comenzaron a equipar -a partir de 1943- a sus submarinos con Schnorkel, especie de tubo flexible, cuyo extremo superior se cerraba automáticamente cuando penetraba agua. Con él, los submarinos podían tomar aire bajo el agua, cargaban sus baterías sin salir a la superficie e, incluso, podían navegar en inmersión con sus máquinas de gasoil. El Schnorkel fue un buen hallazgo, pero no definitivo, porque durante el día dejaba una gran estela, claramente visible, y no podía utilizarse. Por otro lado, la navegación con los motores Diesel era insoportable bajo el agua por el ensordecedor ruido. En 1942, en plena euforia de éxito, los submarinistas alemanes pidieron a sus ingenieros un torpedo nuevo, un arma con la que poder combatir contra las fuerzas protectoras de los convoyes, que en el caso británico eran casi imposibles de sorprender. Casi dos años tardaron en tener el torpedo Zaunkönig, ingenio que avanzaba zigzagueando, dificultando mucho su detección, destrucción o evasión, y que terminaba dirigiéndose hacia su víctima guiado por el ruido de las hélices... Pero antes tuvieron los aliados otra arma de gran eficacia antisubmarina: el Hedgehog (erizo), lanza cargas de profundidad múltiple, que disparaba 24 pequeñas bombas en círculo, doscientos metros por delante del buque cazador y sobre la zona en que se suponía sumergido un submarino. Si éste no resultaba tocado por ninguna de ellas, no estallaban, volviendo el cazador a iniciar su búsqueda; si una de ellas tocaba al submarino, estallaban las demás por simpatía; entonces el submarino estaba perdido, porque el buque de superficie enemigo volvería a tirar una y otra vez hasta lograr su destrucción... De la eficacia de estos ingenios, puestos en marcha por una y otra parte, da buena idea el combate entre un convoy y el submarino U-549 (teniente Krankenhagen), que el 29 de mayo de 1944, al oeste de Madeira, echó a pique al portaaviones de escolta Block Island y a un destructor con dos torpedos Zaunköning, resultando después hundido por el Hedgehog de otro destructor. Pero no adelantemos acontecimientos, estamos en la segunda mitad de 1942, con los submarinos alemanes empeñados en una lucha a muerte contra el tráfico marítimo de los aliados y con estos dispuestos a mantener su dominio sobre el mar, para realizar un desembarco militar tras otro y mantener, luego, sus ejércitos en actividad, además de sostener sus intercambios comerciales y el funcionamiento de sus industrias...
contexto
La entrevista de Napoleón III con Bismarck en Biarritz, en octubre de 1865, fue abordada por el canciller prusiano con la pretensión de que Francia se mantendría al margen de un previsible conflicto austro-prusiano, mientras que Prusia se comprometía a apoyar a Italia para conseguir la anexión de Venecia. Napoleón, por su parte, aceptaba estos planteamientos con la convicción de que un conflicto que presumía habría de ser largo le brindaría la oportunidad de actuar de mediador en los asuntos alemanes y, posiblemente, de conseguir algunas ventajas territoriales. Por otra parte, el emperador francés se comprometió a mediar ante los italianos para que llegasen a un entendimiento con los prusianos, lo que se consiguió con la alianza ofensivo-defensiva contra Austria firmada en abril de 1866. Si a esos acuerdos se suma la previsible inhibición del Reino Unido y Rusia ante un futuro conflicto, se podría decir que el camino para la intervención prusiana había quedado despejado. La situación comenzó a deteriorarse desde finales de abril, cuando fracasaron los intentos de evitar la movilización de ambas potencias, y después de que Prusia hubiera presentado un plan de reforma de la Confederación Germánica que era una nueva maniobra política para excluir a Austria del mundo germánico, a la vez que daba satisfacción a las aspiraciones de los elementos nacionalistas. Austria trató de contraatacar, en los primeros días de junio, apelando a la Dieta de la Confederación en torno a la cuestión de los ducados daneses, pero esa fue la ocasión para que Prusia declarase que no reconocía ya a la Confederación Germánica, y para iniciar las hostilidades contra Austria y sus aliados (Sajonia, Hannover y Hesse-Kassel). Aunque muchos pensaron que la guerra sería larga y se decantaría del lado austriaco, los hechos fueron muy diferentes. La derrota italiana en Custozza (24 de junio), con el desbaratamiento del segundo frente querido por Moltke, tampoco resultó decisiva. Por el contrario, la movilidad de tropas prusianas, como consecuencia del aprovechamiento de la red ferroviaria, resultó decisiva para la obtención de una victoria concluyente en Sadowa (Königgrätz) el día 3 de julio. Las noticias de Sadowa fueron recibidas en París como una derrota que amenazaba la misma seguridad francesa, pero Napoleón optó por iniciar tareas de mediación que le había pedido Austria, que también servían para rehabilitar la posición internacional de Francia. Consecuencia de estas gestiones fueron los acuerdos preliminares de paz, firmados en Nikolsburg el día 26 de julio, por los que se declaraba disuelta la Confederación Germánica y Austria se comprometía a no intentar restablecerla, lo que equivalía a reconocer su exclusión del mundo alemán. Se creaba la Confederación de la Alemania del Norte, bajo la dirección de Prusia que anexionaba los ducados daneses, Hannover, Hesse-Kassel, Nassau y Francfort. Por otra parte, se reconocía la independencia de los Estados al sur del río Main (Baviera, Baden, Württemberg y Hesse-Darmstadt), a los que se respetaba el derecho a formar otra confederación. Todos estos extremos se confirmarían en la Paz de Praga, que se firmó el 23 de agosto. Por parte de Bismarck, la aceptación de estos acuerdos estaba encaminada a refrenar las exigencias de su rey y sus generales, empeñados en infligir un castigo humillante al imperio austriaco. Bismarck, por el contrario, no quería una Austria humillada y prefirió dejarla intacta en sus territorios. Napoleón, por su parte, no obtuvo los fines que pretendía con su mediación diplomática. Sus apetencias sobre territorios alemanes de la orilla izquierda del Rin, que fueron reveladas por el propio Bismarck, sólo sirvieron para que los Estados del sur se apresuraran a aceptar las alianzas militares que les ofrecía el canciller prusiano. Francia puso entonces sus ojos en Luxemburgo y en Bélgica, lo que no pareció inquietar a Bismarck, que habló despectivamente de las propinas que pretendía el emperador francés. Como vieron algunos contemporáneos, la posibilidad de un gran Estado alemán, que agrupase a todos los Estados alemanes en el centro de Europa, parecía haberse esfumado definitivamente. La nueva entidad política tendría su centro en Berlín, mientras que el Imperio austriaco tendría que recurrir a la fórmula de la Monarquía Dual, que implicaba el desplazamiento de su centro de gravedad hacia la zona de los Balcanes.
Personaje Religioso
Su formación religiosa discurre en el Seminario Diocesano de Santiago de Compostela, aunque se verá interrumpida durante los años de la Guerra Civil. A partir de 1940 prosigue sus estudios en la Universidad Gregoriana de Roma, donde obtiene el graduado en Teología en 1945. En este mismo año obtiene la licenciatura y el doctorado por la Universidad de Salamanca. Desde 1944 inicia una importante trayectoria canónica y docente. Impartió clases en el Seminario Diocesano de Santiago, el Instituto de Cultura Religiosa Superior y en las Facultades de Medina y Farmacia del campus compostelano. Fue Consiliario de los Jóvenes Universitario de Acción Católica, Vicenconsiliario de la Archicofradía del Apóstol Santiago, secretario de las Juntas de los Años Santos, Miembro del Centro de Estudios Jacobeos y del Instituto Padre Sarmiento de Estudios Gallegos del CSIC. Fue uno de los directores adjuntos de las excavaciones arqueológicas que tuvieron lugar en la Catedral de Santiago. Entre 1962 y 1963 fue consultor del Episcopado Español en el Concilio Vaticano II. La lista de cargos y puestos que ha desempeñado durante el gobierno franquista es interminable. En 1973 presidió la Comisión Asesora de Programas Religiosos de RTVE y en este mismo año fue nombrado Obispo de Cuenca.
contexto
El asesinato de Cómodo, al terminar el año 192, a instigación de la aristocracia senatorial, fue seguido de una fórmula de compromiso entre senadores y pretorianos, atentos también a satisfacer a los jefes legionarios y a los gobernadores provinciales. La elección como emperador de P. Helvio Pertinax cumplía esos objetivos: frente a los caballeros podía presentar su pasado (hijo de un liberto, desempeño de cargos en la carrera ecuestre hasta su promoción al Senado por Marco Aurelio), había tenido un brillante pasado militar y, cuando fue propuesto como emperador, el 1 de enero del 193, estaba ocupando el cargo de prefecto de Roma, lo que equivalía a ser el suplente del emperador en su ausencia y, por lo mismo, hombre de confianza de Cómodo. Pertinax inicia el gobierno cuando el Tesoro contaba sólo con 25.000 denarios, menos que la fortuna particular de algunos senadores. Hacía tiempo que había perdido sus vínculos directos con el ejército: contaba 65 anos. Con la carencia de esos dos resortes, el militar y el económico, las soluciones que Pertinax podía proponer se limitaban a gestos de buena voluntad política para el presente y a tímidas propuestas de soluciones económicas a largo plazo. Y es lo que hizo. Amnistió a los senadores exiliados, accedió al deseo de éstos de condenar la memoria de Cómodo, damnatio memoriae, y pretendió mantener estrechas relaciones con la institución senatorial. Para el resto del Imperio, ofreció los consejos de potenciar la disciplina del ejército e hizo aprobar una ley que permitía a los desposeídos el trabajar las tierras incultas. Esta última medida debió afectar sobre todo a zonas marginadas de las grandes propiedades de senadores y caballeros, lo que contribuyó a su impopularidad. Pertinax, propuesto como solución de la corte, no daba satisfacción ni siquiera a quienes lo habían elegido. A fines de marzo del mismo año, los pretorianos terminaron con su vida. Había sido emperador menos de tres meses. Esos mismos pretorianos consiguieron que el nombramiento del nuevo emperador recayera en la persona de Didio Juliano, un anciano senador rico, que comenzó concediendo una elevada paga extraordinaria de 25.000 sestercios a cada pretoriano. Tales acontecimientos ponen en evidencia las tensiones políticas de la corte de Roma. Pero también demuestran el distanciamiento de la misma ante las realidades sociales y económicas del Imperio, además de su incapacidad para comprender la seriedad de las amenazas en las fronteras. Los primeros meses del año 193 eran, así, la eclosión de las largas intrigas palaciegas de los últimos años del gobierno de Cómodo. El asesinato de Pertinax y la proclamación de Didio Juliano demostraban a los gobernadores provinciales las cortas miras políticas de la corte. La responsabilidad de la defensa de los intereses globales del Imperio fue asumida de nuevo por el ejército. A principios de abril, era proclamado emperador Septimio Severo por las legiones de Panonia, el ejército de Britania hizo lo mismo con el gobernador de la isla, Clodio Albino, y Pescenio Niger recibía igualmente la aclamación imperial por las legiones de Oriente. Hubo simultáneamente cuatro emperadores, aunque sólo Didio Juliano contaba con la aprobación del Senado. La mayor proximidad a Roma de Septimio Severo y, sin duda, también sus dotes políticas, le permitieron en breve ser el árbitro de la situación. Con propuestas diplomáticas, Septimio neutralizaba a Clodio Albino bajo la propuesta de nombrarlo César y de ser su continuador. No resultó difícil desembarazarse de Didio Juliano: tan pronto Septimio Severo dirigió sus tropas a Roma, los mismos pretorianos que lo habían hecho elegir se apresuraron ahora a ser los autores de su muerte. La breve estancia de Septimio Severo en Roma cubrió los objetivos básicos para garantizar la fidelidad del Occidente a su causa: licenció a la mayor parte de los pretorianos para sustituirlos por tropas fieles de sus legiones; su poder, de hecho, recibió la aprobación del Senado y realizó intervenciones precisas para que el conjunto de las fuerzas políticas de Roma lo apoyara incondicionalmente (renovación de los componentes del consejo imperial, promoción de nuevos senadores y nombramiento de su suplente al frente de Roma, el prefecto de la ciudad). El reconocimiento de Septimio Severo como emperador no terminó con el cuadro inicial de la guerra civil, pues Pescenio Niger se negó a prestarle obediencia y, poco más tarde, Clodio Albino pretendía igualmente sustituir al nuevo emperador. Una vez resueltos los problemas políticos de Roma, Septimio Severo marcha a Oriente en julio del mismo año 193, después de haber enviado por delante a sus mejores generales. Dejando de lado diversos relatos bélicos, baste decir que el ejército dirigido por Septimio Severo derrotaba a las tropas de Niger en la primavera del 194, en Isos. El sometimiento de la rebelión de Pescenio Niger presenta hechos que definen ya gran parte de la política de Septimio. Éste dio muestras de la decisión de aplicar implacablemente su poder: repartió premios y castigos ejemplares para las demás fuerzas políticas del Imperio. He aquí unos datos: la infidelidad de Antioquía condujo a que la ciudad perdiera sus privilegios y pasara a depender, como si fuera una simple aldea, de otra ciudad menor, Laodicea; la resistencia de Bizancio a las tropas de Septimio fue castigada, igualmente, con la destrucción de las murallas de la ciudad y con la pérdida de su autonomía. Y el reparto de premios y castigos llegó también a muchos particulares. La rebelión de Niger proporcionó a Septimio la ocasión de cumplir una parte de su programa oriental. Varios notables, incluidos egipcios, fueron promocionados al Senado. Egipto fue reorganizado de modo que, sin dejar de ser un granero básico para Roma, sectores de su población campesina comenzaban a participar de formas de acceso y explotación de la tierra análogas a las de la población de otras provincias del Imperio; el estímulo al pequeño propietario y al colono demostró ser arma eficaz para elevar los niveles productivos. Con el fin de evitar la excesiva concentración de poder de los gobernadores de Siria, ésta fue subdividida en dos provincias: Celesiria, con su capital en Laodicea, y Siria-Fenicia, con capital en Edesa. Y tal estancia fue aprovechada igualmente para reforzar la frontera ante el viejo peligro parto. Estas campañas le llevaron a avanzar hasta Adiabena (año 195) en una demostración de fuerza ante los partos. En su nomenclatura onomástica posterior, figuran los títulos de Arábigo y Adiabénico recibidos en estos años. Durante la estancia de Septimio en Oriente, sectores de las oligarquías occidentales (ante todo de Britania y las Galias) habían reunificado fuerzas dispuestos a apoyar la proclamación de Clodio Albino como emperador; es posible que las exigencias económicas impuestas por la guerra oriental hubieran estimulado esta decisión. Con el título de Augusto, Albino estableció su cuartel general en Lugdunum(actual Lyon). A comienzos del 97, se produjo el enfrentamiento de las tropas de Septimio con las de Albino cerca de Lyon; Albino se suicida al ver perdida la batalla. De nuevo, la represión de la rebelión de Albino no se redujo a los enfrentamientos militares. Septimio distribuyó, igual que había hecho en Oriente, premios y castigos ejemplares: muchos senadores sufrieron la confiscación de sus bienes. A su vez, Britania, hasta ahora provincia única, fue subdividida en dos: la Superior, en la que quedaron dos legiones, y la Inferior, con una legión asentada en Ebaracum (York). Los bienes confiscados a los enemigos pasaron a formar parte de la fortuna particular del emperador. Por más que éste pudiera utilizarlos con fines públicos, la propiedad de un patrimonio tan grande reforzaba su propia posición política. Y tal independencia de los bienes del Fisco tuvo un reflejo en la creación de dos administraciones separadas: la de sus bienes particulares, res privata, y la de los bienes de la corona, ahora llamada patrimonium. Así, la guerra civil no sólo había reforzado la posición militar de Septimio y le había dado la ocasión de eliminar a los adversarios, sino que había sido aprovechada para introducir reformas administrativas y mejorar su hacienda privada.
contexto
Entre el 17 y el 18 de julio de 1936 las guarniciones militares de Melilla, Baleares y Canarias se alzan en contra del gobierno republicano que en esos momentos ostentaba el poder, pronto otras regiones se unirían a la sublevación. La situación política del momento con la radicalización de algunos grupos políticos provocó una reacción entre los militares españoles que tras el asesinato del político conservador Calvo Sotelo se deciden a alzarse a pesar de que el gobierno recientemente y ante el temor de que algo parecido sucediera había trasladado a algunos militares a distintas zonas como fue el caso de los Generales Franco, Goded, Mola, Varela y Orgaz. En aquel momento la confrontación ya había quebrado el ordenamiento político en las dos zonas en que quedó dividido el país. En las zonas bajo control de los sublevados se sustituyó el poder civil por el militar surgiendo un organismo para tal fin, La Junta de Defensa Nacional de Burgos, aunque esta fue una situación provisional ya que rápidamente el general Francisco Franco alcanzó la jefatura de todas las fuerzas que se autodeterminaron nacionales. En la zona gubernamental fueron los partidos y los sindicatos los que se hicieron con el poder.Tras tres años de cruentas batallas que dejaron esquilmados ambos bandos, las tropas del general Franco que habían ido tomando la mayoría de los territorios españoles entraron definitivamente en Madrid, último bastión republicano, el 28 de marzo de 1939. El 1 de abril de 1939 el cuartel general del generalísimo Franco emitió un comunicado dando por terminada la guerra.