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Personaje
Científico
Político
A lo largo de su vida desempeñó varios cargos políticos, especialmente durante el gobierno de Mussolini. Bajo su mandato llegó a ser ministro de la Instrucción Pública y llevó a cabo una reforma del sistema educativo. Sus tendencias políticas provocaron un enfriamiento de la amistad que mantenía con Croce. Es autor de obras como "Teoria generale dello spirito como atto puro", "Filosofia dell´arte", etc. Su pensamiento filosófico fue conocido como "actualismo" y se basaba en el principio del acto puro. Gentile apuntaba "Conocer es identificar, superar la alteridad".
Personaje
Pintor
Artemisia es la hija de uno de los principales seguidores del caravaggismo, Orazio Gentileschi. Ella misma fue una destacada pintora dentro del Naturalismo Tenebrista. Empresaria de su propia obra, su trayectoria personal influyó grandemente en su producción. Violada por su profesor de dibujo, Agostino Tassi, fue a ella a quien el tribunal sometió a tortura para verificar su testimonio. Tal vez fue eso lo que la impulsó a tratar habitualmente temas protagonizados por mujeres fuertes, como es su Judit y Holofernes. Artemisia fue un caso atípico dentro de la historia de la pintura. No tanto por su condición femenina, como por su independencia. Mujeres pintoras había habido desde antiguo. Documentadas históricamente, las primeras se incluyen en el ámbito de la Grecia Clásica y Helenística, como Helena la Egipcia. Pero desde ese momento y hasta prácticamente nuestros días, las mujeres dedicadas a la pintura lo hacían por vocación desde una posición acomodada, normalmente siendo miembros de la aristocracia o de la burguesía, lo que las eximía de tenerse que ganar la vida con aquella actividad manual y poco digna, disfrazándola de hobby. Artemisia, en cambio, se formó en un taller romano de medio nivel económico, y en vez de casarse con uno de los aprendices de su padre, a quien se le transmitiría el taller, aprendió y ella misma se hizo con el negocio. También en España hubo casos semejantes, como en Sevilla: la Roldana, hija del artista religioso Luis Roldán, que se estableció por su cuenta. Pero en cualquier caso era poco frecuente que aquello ocurriera, pese al increíble talento que pudieran demostrar, como fue el caso de Artemisia.
obra
Este retrato de un caballero desconocido es uno de los escasos retratos que quedan de mano de Caravaggio, equiparable tan sólo a los de Alof de Wignacourt. El pintor ha logrado reducir su gama cromática prácticamente al blanco y al negro, abstrayendo de una manera fantasmal el rostro y la mano del gentilhombre, tal y como realizó El Greco en su Caballero de la Mano en el Pecho. Este empleo del color y la luz da una gran potencia al rostro, que además se halla llamativamente destacado por el blanco resplandeciente de la gola. Algo inusual en Caravaggio es la variedad con que se extiende sobre los blancos de la gola, similar a Zurbarán en sus pinturas de corderos o monjes.
acepcion
Se dice de aquellos pueblos o comunidades que, en periodos de hambruna o bien con fines medicinales, comen determinadas tierras arcillosas, salobres o grasas, para aprovechar las sustancias alimenticias que contienen.
Personaje
Militar
Político
Se enfrentó a su padre, Enrique II de Inglaterra, e invadió los territorios de éste en Normandía, llegando finalmente a un acuerdo financiero. Combatió además a su hermano Ricardo.
Personaje
Religioso
Hijo ilegítimo de Enrique II, fue nombrado obispo de Lincoln sin recibir consagración, alcanzó más tarde el cargo de canciller del Reino de Inglaterra. Guerreó junto a su padre frente a Ricardo I y Felipe Augusto. Nombrado arzobispo de York en 1191, hubo de abandonar Inglaterra en 1207.
contexto
La isla de Creta destaca por la diversidad de su medio geográfico. A todo lo largo, una cordillera divide la isla por su mitad, con tres macizos montañosos: al oeste las montañas Blancas con el pico Leuka (2.452 m), el monte Ida (2.456 m) y el Macizo de Psiloriti en el centro y los montes de Lasithi al este, con la cumbre Dikté (2.418 m). La consecuencia clara es la gradación escalonada de terrazas y valles desde el centro hacia el mar, de forma abrupta (la isla tiene tan sólo unos 45 kilómetros en su parte más ancha). La gradación geológica tiene también su trasunto en el clima y, por ende, en la fauna y la flora. En general, la isla se divide en varios ambientes: valles y llanuras costeras de gran fertilidad; bosques de cipreses, encinas y pinos en las laderas; montículos y colinas cubiertas de matorral y pasto; tierra estéril de las montañas y altiplanicies, generalmente cubiertas de nieve en invierno y, por último, desfiladeros y torrenteras, de difícil acceso y sin utilidad para el ganado. Aquí y allá, abundantes picachos y cuevas salpican todo el paisaje cretense. En las zonas montañosas, la caza permitía obtener venados, jabalíes, el íbice cretense (una característica cabra de largos y retorcidos cuernos) y una amplia serie de volátiles. Del mar se obtenía todo tipo de productos, aunque los mejores caladeros eran poco visitados, por hallarse en la zona sur y suroeste, en el mar de Libia, donde la costa es muy abrupta y no permite la construcción de puertos. Dentro del medio físico griego, en general no muy bien dotado para la agricultura intensiva de alto rendimiento, Creta es, en cierta medida, una excepción. Desde el Neolítico, la llanura de Mesará y las franjas costeras del noreste y norte de la isla han proporcionado buenas cosechas, sobre todo de las especies que componen la denominada tríada mediterránea: trigo, vid y olivo. Además de ciertos frutales (manzanos, perales y almendros), la tierra proporciona otros productos, como miel, azafrán y algunas leguminosas (garbanzos y guisantes). La ganadería ha dejado sus huellas con huesos de cabras, cerdos, un bóvido de largos cuernos, además del ganado vacuno tradicional, y el asno. Las aves de corral no eran conocidas en la Edad de Bronce cretense. La navegación experimentó un gran impulso en la etapa minoica. Los largos barcos cicládicos eran movidos únicamente a fuerza de remos, y en los barcos cretenses, profusamente representados en sellos y pinturas parietales, se incorpora la técnica de navegación a vela con un gran mástil central y una enorme vela rectangular, además de continuar con la utilización de los remos. El dominio del mar ejercido por los minoicos es fundamental para comprender el desarrollo de su economía, su hábitat y la evolución artística. La sociedad minoica de la Edad de Bronce no estaba dividida, aunque sí jerarquizada. Los diferentes estratos sociales vivieron en perfecta armonía, organizando una economía desde los grandes palacios, verdaderos centros administrativos. La base del poder de estos palacios estaba en su capacidad de atesorar los excedentes de producción agrícola, organizar la actividad comercial y la defensa a través de la flota, y producir objetos artesanales en sus talleres. Además, se constituyeron en los centros religiosos, controlando las actividades ceremoniales del culto. En definitiva, el palacio es una mezcla del taller con el trono, del almacén con el santuario y de la política con la ceremonia religiosa. El perfecto funcionamiento de este esquema social y económico se deduce del panorama artístico y arqueológico, en un reflejo carente de hechos guerreros o de estructuras de dominio por medio de la violencia. Los niveles de destrucción de los palacios corresponden a movimientos sísmicos, sin que haya ninguna huella de conflictos interiores de cualquier tipo. La ausencia de fortificaciones delata la efectividad de la flota, verdadera muralla de madera que protege la isla. En esta sociedad se ha querido ver el origen del carácter del humanismo e individualismo, aportación griega al espíritu occidental, ya que la cultura minoica pervivió en un buen número de aspectos en el alma griega, a través incluso de las siguientes etapas de barbarie y destrucción, aunque la mayor parte de esta pervivencia consistió en los relatos mitológicos de la Grecia Clásica. En ellos se ve la reacción de sorpresa y admiración que les merece una época mítica, la Edad de Oro, con sus leyendas del rapto de Europa, del justo y sabio Minos, la pasión contra natura de Pasifae, la destreza e ingenio de Dédalo, de Minotauro y Teseo, del hilo de Ariadna ....
contexto
A partir de mediados del siglo XIV la curva demográfica siguió una tendencia declinante hasta finales del siglo XIV o entrado el siglo XV, en que comenzó la recuperación. En Gerona Ch. Guilleré, aunque no cifra las pérdidas ocasionadas por la Peste Negra, encuentra que se produjo una caída de la población del orden del 30 por ciento entre 1360 y 1388, a la que seguiría una recuperación del 15 por ciento entre 1388 y 1404. Sin ánimo de simplificar, hay que decir que al filo del 1500 la Corona quizá todavía no había recuperado plenamente el nivel de población de mediados del siglo XIV o lo alcanzaba con dificultad, en gran parte porque la lenta recuperación de Cataluña, muy afectada por la guerra civil de 1462-1472, lo impedía. Hacia 1500 se ha calculado que la población del conjunto de la Corona debía estar justo por debajo del millón de habitantes: unos 300.000 en Cataluña, unos 250.000 en Aragón, unos 320.000 en el reino de Valencia y unos 51.000 en las Baleares. Los contrastes en la evolución de cada territorio de la Corona son, no obstante, importantes. En Aragón, explica la crónica del Ceremonioso, la peste se encarnizó sobre la población de Zaragoza, que perdió unas 18.000 personas, al ritmo de 300 defunciones diarias, durante los meses de julio y agosto de 1348. Las aljamas y juderías de Borja, Zaragoza y Huesca quedaron prácticamente despobladas. Pero, como ya se ha dicho, las desgracias no cesaron y la población siguió disminuyendo, con lo que los hipotéticos 200.000 habitantes de hacia 1.350 se redujeron al parecer a unos 171.000 en 1364. La recuperación debió ser tardía y difícil: J. C. Russell calculó que entre 1342 y 1385 se produjo una caída del 36 por ciento de la población de Teruel y sus aldeas (que habrían pasado de 50.690 habitantes a 32.561). Hasta 1429 no disponemos de un censo, que ya permite situar la población de nuevo al nivel de los 200.000 habitantes. Todavía un nivel post-peste. Para 1440 se puede dar la cifra de unos 210.000 habitantes y a finales de siglo, en 1496, seguramente ya se habían alcanzado los 250.000 de la fase anterior a la Peste Negra. Las privilegiadas fuentes fiscales mallorquinas muestran que la crisis demográfica es anterior a la Peste Negra, y que empezó con las carestías de la primera mitad del siglo XIV. También indican que mientras las dificultades frumentarias son más toleradas en el campo que en la ciudad (el campo guarda su grano), los efectos de las epidemias (la Peste Negra sobre todo) sobre las ciudades podían ser mitigados por la emigración de gente del campo. En Mallorca el declive fue especialmente prolongado y profundo (la isla perdió un 44 por ciento de pobladores entre 1329 y 1444) y la recuperación comenzó muy tarde. Las cifras son elocuentes: 61.700 habitantes en 1329, 56.290 en 1343, 47.305 en 1350, 42.695 en 1421, 40.540 en 1427 y 34.390 en 1444. No es hasta 1482 cuando, con 45.990 habitantes, tenemos constancia de que ha comenzado la recuperación, si bien los niveles anteriores a la crisis no se alcanzarían hasta finales del siglo XVI (en 1573 la isla tenía unos 58.000 habitantes). Cataluña presenta una evolución todavía más alarmante: J. Nadal ha calculado que hacia 1300 este territorio debía tener unos 500.000 habitantes, su techo medieval. Las carestías de la primera mitad de siglo, añadidas a la mortalidad habitual, habrían disminuido esta cifra en cerca de un 5 por ciento entre 1300 y 1347, justo antes de la Peste Negra, de modo que entonces Cataluña contaría con unos 475.000 habitantes. La epidemia debió eliminar entonces a cerca de un 20 por ciento de la población, como parecen indicar los datos del fogaje de 1359-1360 que, estimando un coeficiente de 4 personas por hogar, dan un total de 381.456 habitantes. Luego, entre 1359-1360 y 1365-1366, siguió el declive demográfico que esta vez fue de un 12,13 por ciento, reduciendo la población a 340.184 personas. El fogaje de 1378-1381, con 293.352 habitantes, muestra la continuidad de la tendencia, y el de 1497, con 224.356, indica que el siglo XV catalán fue también un siglo de crisis. De hecho, con posterioridad a la Peste Negra y hasta 1497, Cataluña perdió el 41 por ciento de su población y, entre 1300 y 1497, el 55 por ciento. No fue hasta principios del siglo XVI que comenzó la recuperación (239.868 habitantes en 1515), pero los niveles pre-peste no se alcanzarían hasta el siglo XVIII: 508.000 habitantes en 1717. Aunque los historiadores del comercio y las artes se dejen seducir a veces por las cifras de los negocios y la belleza del gótico tardío, Barcelona fue en esta época una ciudad decadente que pudo perder alrededor del 50-60 por ciento de su población: de tener cerca de entre 40.000 y 50.000 habitantes en 1340 pasó a 38.000 en 1359 y a unos 20.000 en 1479. El contraste mayor lo ofrece el reino de Valencia, que, como todos los países de la Corona, conoció las carestías y las epidemias, pero que además sufrió los desastres de las riadas del Turia, plagas de langosta y, particularmente, la cruenta guerra de los Dos Pedros (Pedro el Ceremonioso y Pedro el Cruel), en 1356-1365. Al parecer, el declive demográfico valenciano, en sentido global, se inició en los años 1347-1375, a los que siguió una fase de transición, hasta 1420, durante la cual las distintas comarcas valencianas oscilaron entre la pérdida de población o el estancamiento, con el predominio de una lenta regresión, salpicada de recuperaciones temporales. A partir de 1420-1430 comienza la recuperación, aunque es menester diferenciar entre la zona norte y centro del reino, donde siguieron las pérdidas de población (a veces del orden del 40, 50 o 70 por ciento), y la mitad sur donde la población se duplicó e incluso triplicó en el espacio de dos generaciones. A partir de 1485 también las zonas central y septentrional se sumaron a la recuperación. La gran excepción en toda esta historia la ofrece la ciudad de Valencia que, a pesar de las carestías y epidemias, no dejó de recibir emigrantes durante la segunda mitad del siglo XIV y a lo largo del XV, y así pudo mantener un ritmo continuo de crecimiento: tenía unos 26.000 habitantes en 1359-61, unos 45.000 en 1418 y unos 75.000 en 1483. A finales del siglo XV, con unos 320.000 habitantes, el reino de Valencia había cicatrizado las heridas de la crisis del siglo XIV, y superaba ampliamente los niveles de población de 1348.